bab 1 | Un lugar a dónde huir
—¿Eh?
Era su gesto favorito últimamente, pecaba de usarlo sin hartarse de él pues lo decía casi inconscientemente.
—Que la distribuidora quebró, los ingredientes de algunos productos no llegarán más y ya no venderemos ese pan aquí
—No... eso sí lo oí... —Se rascó la nuca con algo de fastidio. —Solo pensaba dónde compraría mi almuerzo ahora
El hombre barbudo que movía paquetes de un lado a otro lo vio confundido, echándole un ojo a su aspecto, tenía claro el tipo de persona que tenía delante.
—Pues mala suerte amigo, apuesto a que no saber qué vino vas a beber hoy es tu mayor problema esta semana —Nanami lo miró a los ojos y él prosiguió. —Pero no puedo ayudarte, y me tapas el sol así que muévete
—... ¿Te gusta el sol?
Ante esa pregunta, barbas, -como denominó Kento que se llamaría- mostró una expresión más suave.
—Muchos dicen que es molesto porque te hace sudar y da mucho calor por estas épocas, pero no es el caso conmigo. ¡Así que este sol es mi pequeña recompensa mientras trabajo!
Sin mover un músculo desde que llegó, Nanami vio al barbudo sonreír complacido.
— [Pues era lo mismo para mi, pero con mi almuerzo...] Ya veo
—De hecho, desde hace mucho que soy más susceptible al frío
—Suena lógico...
Esta conversación no estaba llegando a nada, además, vio en su reloj de mano que no le quedaba mucho tiempo antes de volver al trabajo, así que simplemente dio media vuelta y caminó.
— [Después de todo, tienes una maldición que parece robarte el calor de a pocos...]
¿Debió haberlo ayudado? No era una cuestión a la que Kento quisiera dedicar energía, pues la respuesta la tenía clara desde que cayó en cuenta de que probablemente tendría que despertarse más temprano aún para poder conseguir su preciado casse croute, de otra manera, llegaría tarde al trabajo, lo cual significaba sanciones o, simplemente, obligarlo a trabajar horas extras sin paga, todo lo cual se traducía en...
—Estrés... descontrol de mi energía maldita...
Nanami juraba que si tan siquiera intentaba acercarse un milímetro más para exorcizar a la maldición que el hombre tenía pegada al pecho, lo hubiera mandado al hospital.
—De todas maneras... —Nanami se detuvo y miró hacia una vitrina, su rostro se vio reflejado en esta de repente. —No hay mérito en si desaparece o no... nada cambiará
Lo que sí importaba era hacer algo con el estrés que sentía, podía hallar otras maneras de sobrellevarlo; sin embargo, lo que no podía hacer era dejar a la suerte el hecho de que hasta que encontrara la forma de hacerlo, podría estar ayudando a que más maldiciones nacieran por donde pasase.
No había estado a nada ser recomendado a rango uno por nada.
—O quizá, con todo el tiempo que ha pasado... yo simplemente sea un rango 3 con experiencia de juego...
Se tomó del puente de la nariz con frustración, no debía de pensar en cosas irrelevantes y que no ayudarían en su propósito a largo plazo.
¿Que cuál era?
Largarse de Japón.
—Esto...
Sí, tan solo debía de soportar...
—¿Señor?
Hacer una suma importante hasta los treinta y viajar a algún país con un costo de vida bajo.
—Señoooor~
Definitivamente era un gran plan, el mejor que se le habría ocurrido, su propósito en la vida.
El cual acabaría en un par de años...
—...
Lo único pendiente era trabajar diligentemente y encontrar aquel lugar a dónde ir, un lugar a dónde...
—Huir
—¿Eh?
—Acabo de darle un cupón por ser nuestro cliente número 100 de la semana, ¡Ya no puede huir! —Aquella voz chillona, su sonrisa juguetona, la delicada mano tomando la suya, pero sobre todo, la sensación de calidez que transmitía el toque hicieron volver a Kento a la realidad.
Sin darse cuenta, había estado mirando fijamente a aquella vitrina, mas no se había percatado de lo que había detrás de ella.
—Casse croute...
—¿Es lo que quiere? Entonces ya le sirvo, puede tomar asiento para esperar —Dedicándole una última sonrisa, la trabajadora de cabello castaño entró al establecimiento.
—... así que una panadería
Y de repente, su energía maldita estaba más tranquila que antes.
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つづく
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