Capítulo 9


La segunda clase no estuvo tan mal después de todo. Sí, estoy siendo sarcástica nuevamente. La rubia se sentó al otro extremo de donde yo estaba al igual que Gabriel, Brad y Paul. Yo estaba al otro lado junto a Dano. Quien se ofreció voluntariamente a llevarme a todos los salones y a defenderme de los maleantes si era necesario.

Le dije que no era necesario, pero me ignoró.

En cuanto entré a la sala, supe que me iba a dormir con la manera de hablar del maestro Cabil. Hablaba lento, pausado y con una pesadez que te daban ganas de arrancarte los oídos. Tuve que pararme al frente a presentarme como es debido y creo que fue lo peor que había hecho. En cuanto dije mi nombre, varios chicos comenzaron a preguntar si era soltera y si aceptaría una cita con alguno de ellos. A lo que Gabriel respondió que yo no estaba disponible como el hermano celoso que yo no sabía que tenía. Brad me preguntó por qué me había mudado a esta ciudad, pero no logré abrir la boca porque Gabriel y Paul, le dijeron que se metiera en sus asuntos. Fue algo así: ¡Cierra la boca y metete en tu vida Bradly! El chico de ojos verdes se excusó diciendo que era una pregunta inocente a lo que Samanta respondió que yo había estado en la cárcel que no necesitaba saber más. Entonces se formó el caos.

Y ahí me encontraba yo, junto al maestro frente a la multitud que no paraba de gritarse unos a otros.

Brad discutía con mi hermano y Paul insultaba a Samanta para que cerrara la boca y dejara de estar hablando de lo que no le importaba. Dano se había puesto de pie e intentaba tranquilizar a los demás que comenzaron a discutir sobre temas que ni vienen al caso. El maestro intentaba elevar la voz pero nada, absolutamente nadie prestaba atención. Quizá la clase era más entretenida de esa forma. Algo me decía que preferían pasar la hora discutiendo que escuchando al maestro. Así que hice lo mas sensato y me senté en mi mesa.

—Ya basta la están espantando. —Dijo Paul con una voz profunda y cargada de molestia—. Si ella nos quiere decir algo lo hará, pero no hay que molestarla en su primer día.

Lo mire asombrada. El chico me sorprendía de verdad. Por un momento era un chico dulce, como a esos que mirabas y te daban ganas de acercarte para ser su amiga, pero por otro lado, ya se había comportado dos veces como si fuera el líder del grupo. Los estudiantes parecían tener miedo porque en cuanto hablaba, todos, y es cierto, absolutamente todos, incluyendo al maestro, se quedaban en silencio. Recordé que había dicho que era nuevo igual que yo y me dieron ganas de reírme por no haber visto las señales. Por supuesto que mintió, sino el director no le hubiera hablado de aquella forma ni mucho menos a aquellos chicos que se vieron confundidos cuando el pregunto en donde se encontraba la oficina pero... ¿por qué? Una voz en mi cabeza me dijo que fue para llamar mi atención. Lo ignore, él no me conocía ni yo a él. Y no estaba interesada en que eso cambiara.

Sin embargo, eso no evitó que me preguntara: ¿Quién era Paul y por qué irradiaba terror en los demás cuando se veía que era un buen chico? Supongo que no debía dejarme llevar por las apariencias. Conectando lo que había dicho el director, Paul había estado en un psiquiátrico y por lo que había visto, la gente le temía. Así que puedo llegar a la conclusión de que algo muy malo había pasado aquí en la escuela en la que todos habían sido testigos.

Luego de ahí la gente se tranquilizó y la hora pasó sin nada interesante. Estaba considerando cambiarme de grupo para evitar malentendidos, pero supongo que ahora que tenía a Dano, quien evitaba que se me acercaran. Hacía que me sintiera a gusto. Salimos juntos de la sala y Brad se me acercó. Dano le había hecho retroceder, pero él le palmeó la espalda y le dijo algo en el oído que hizo a Dano sonreír de oreja a oreja y traicionarme como si fuera Judas.

—Hola, —dice casualmente mientras caminamos rodeados de la multitud.

—¿Qué le dijiste? —miro la espalda de Dano mientras se aleja de nosotros.

—Le dije que le compraría una docena de cupcakes si me dejaba hablar contigo a solas.

Ruedo los ojos.

—No me sorprende.

—Espero que no te haya molestado mi pregunta. —Dice para comenzar una conversación y uno de sus rizos cae sobre su frente, y me quedo observando eso—. Simplemente tenía curiosidad tu hermano nunca habló de ti.

—Pues no la tengas, porque no pienso responder nada de lo que preguntes.

—¿Siempre eres tan agresiva? —pregunta levantando una ceja y mirando alrededor preocupado como si tratara de evitar a alguien. No quiero responder, pero por alguna razón necesito dejarle algo claro.

—Solo con la gente que no me cae bien.

—Vaya, —dice sorprendido—. ¿No te caigo bien?

—Ninguno de ustedes. —Respondo luego de unos segundos. Quiero que desaparezca de mi lado—. Así que puedes irte.

—Vamos a la misma sala de clases, así que no puedo irme a otro lado. A menos...—lo observo con el ceño fruncido—. A menos que aceptes salir conmigo. Solo así, caminaré por mi lado y te dejaré en paz.

—Wow, eres rápido.

—Solo con lo que me gusta.

Eso me deja sin argumentos. ¿Realmente el acaba de decir eso? Lo observo y estoy casi segura de que si yo fuera otra chica, habría aceptado si chistar, pero dadas las circunstancias yo era Gabriela Serrano quien prefería pasar desapercibida. Debía alejarme de Mister Popular si quería evitar a la gente, así que respondí lo mas sincera posible.

—Mira, Bradly. Tu no me gustas, así que no pierdas tu tiempo intentando invitarme a salir.

Me lo quería creer.

—Es imposible que no te guste, es decir...mírame. —Y eso es lo que hago, por un mínimo segundo veo algo en sus ojos que es difícil de descifrar, no lo sé, tal vez confusión. Quizá le sorprende que no me lance a sus brazos como creo que esta acostumbrado—. Vaya, eres definitivamente diferente.

—Brad, voy a ser muy clara contigo y con ánimos de ofender. —Ambos nos detenemos en medio del pasillo—. Eres todo lo que no me gusta de una persona.

—¿Y qué es todo?

—Mírate en un espejo y lo sabrás.

Entonces, se queda congelado en el mismo sitio y aprovecho para alejarme lo más rápido posible.

¿En serio? Es mi primer día y ya todo es un maldito drama.

La clase de ciencias pasa volando con la maestra Lee, nos explica sobre los temas que estaremos cubriendo durante el semestre y luego nos permite "ponernos al día con lo que pasamos en las vacaciones". En una ocasión Gabriel se acerca a mí y así mismo como llega le lanzo una mirada que dice: Si te acercas te patearé el rostro. Así que gira sobre sus talones y se larga de allí. Brad no vuelve a intentar hablarme y Paul esta sumido en una conversación con Samanta quien no pierde tiempo y le acaricia el brazo. Dano desapareció de mi lado, parece que ahora está intentando negociar con unos chicos para que le compren unos brownies que supongo preparó la noche anterior. Supongo que eso no es legal, puesto que no puedes vender nada en la escuela, pero no soy nadie para juzgar.

Así que mientras la gente habla entre ellos yo aprovecho para mirar mi buzón de mensajes y soltar un suspiro de pesadez. Rick no se rinde, aun sigue llamando y enviando mensajes. Esta obsesionado con lo que le paso a mi antigua amiga y asegura que la culpable he sido yo.

En cuanto el timbre suena espero a que todos salgan y el último en ponerse de pie es Paul, quien me observa sobre un hombro y me guiña un ojo. Luego de ahí, se va dejándome con un montón de pensamientos. Definitivamente Brad y ٞél, van a darme muchos problemas. Lo presiento.

(...)

No sabía cómo sentirme. Es decir, estaba aquí, en otra ciudad, junto a otras personas, lejos de mi hogar. Podía sentir cómo mis manos y piernas comenzaban a temblar. Era la hora del almuerzo pero yo prefería pasarla dentro de un cubículo en el baño porque no me sentía con fuerzas de enfrentar a una multitud entera de estudiantes. Estaba mentalmente agotada de tener que lidiar con gente que no me conocía y pretendía hacerlo. Es decir, Paul actuaba como si en verdad me conociera, aunque lo cierto era que lo hacia solo porque era amigo de Gabriel. Hecho que convertía a mi propio hermano en un imbécil traidor porque tengo la ligera sospecha de que ese tio lo sabe absolutamente todo de mí porque mi gemelo fraterno no supo cómo cerrar la boca. Y solo por esa razón los odio.

Brad era otro caso. Quería saber de dónde venía y por qué estaba allí. Por supuesto que no iba a decirle. No confiaba en nadie. Durante la siguiente hora antes del almuerzo se sentó a mi lado, pero no pregunto nada acerca de mi pasado. Eso me sorprendió demasiado.

Estuve tentada a provocarlo solo para ver si lograba enojarlo, pero no lo hice. Prefería aprovechar ese momento para estudiarlo. Había varios ejercicios en la pizarra y debíamos copiarlas, él estaba demasiado concentrado como para darse cuenta de que lo miraba de reojo. O eso creí.

Muy dentro de mí me sentía desilusionada porque en verdad, el chico era lindo. Incluso me atrevería decir que era igual o mas guapo que Paul pero tenia una actitud de mierda. Todo el mundo quería estar a su lado y por si eso no fuera suficiente, recibió algunas notas de otras chicas en la que seguramente decía que lo esperaban en alguna parte de la escuela para comérselo a besos o quien sabe.

El chico era besable y violable.

Me encontré a mi misma reconsiderando su oferta, pero mi otra yo, me dio una cachetada y me ordenó concentrarme en lo que realmente importaba. Pasar desapercibida. Alejarme de la gente popular y sobre todo, alejar a los chicos.

Yo no podía mezclarme con gente como él. Los detestaba, ya había pasado por lo mismo en la otra escuela. Rick era el mas popular de la escuela, por lo tanto, yo también lo era. Sin embargo, no era lo suficientemente importante para nadie puesto que cada vez que Rick me engañaba nadie tenia el descaro de decirme, tenia que enterarme yo por fotos que eran publicadas en la red social. Él, aún así, se atrevía decir que eso no significaba nada. Y ahí estaba yo, siendo observada con compasión por el resto de la escuela. Era un sentimiento horrible. Tenia la sensación de estar ahogándome con el propio aire.

—Sabes, ella da puntos de bonos por escribir, aunque sea la fecha. —Dijo Brad, sin voltear a verme tan siquiera. Se escuchaba como un chico normal. Estudioso y responsable—. Así que al menos escribe la fecha, —debía admitirlo, me sorprendía que no actuara como el imbécil que era. Creí por un momento que él no era el tipo de chico que yo solía odiar. Supuse que simplemente estaba siendo amable para agradarme, quien sabe—. Luego podrás mirarme todo lo que quieras. Sé que soy guapo. —Y todo lo que me estaba creyendo se fue a la mierda en cuanto su ego hizo acto de presencia.

No le respondí. Me dieron unas ganas terribles de golpearlo con la libreta. Elevó la mirada y esos ojos verdes me dejaron sin aliento.

Oficialmente iba a darme un paro cardiorespiratorio.

Eran profundos, intensos y si te quedabas viendo su iris caías rendida a sus pies. Pase saliva sintiendo de repente que se me secaba la boca. ¿Cómo rayos este chico desconocido lograba hacerme sentir tan vulnerable sin apenas conocerme?

—¿Qué pasa? —susurró acercando su rostro al mío.

Iba a responder. ¡Joder, iba a hacerlo! Pero por alguna razón no podía decir ninguna palabra. No cuando se acercaba así. Abrí la boca para decir lo más estúpido que se me podía ocurrir pero alguien dejó caer un libro bastante pesado al suelo, causando que todos nos sobresaltáramos. Buscamos con la mirada al culpable. Yo había creído que había sido Gabriel, pero me sorprendí a percatarme de que no era él.

Había sido Paul. 




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