Capítulo 24

—No puedo creer que te obligaran a llevarme a esa fiesta. —Murmuro aplicando mascarilla en mis pestañas.

Mi hermano se encuentra a mi lado abotonándose la camisa con cara de pocos amigos. Claro, esta de mal humor porque los chicos le dijeron que seria un pésimo hermano si no me dejaban integrarme en su grupo social, lo cual fue una tontería porque yo personalmente no deseo pertenecer a ningún grupo, ya me basta con ellos. Sin embargo, aquí estoy, apunto de ir a un lugar al que por su puesto, no fui invitada personalmente por Paul.

 ¿Qué cara tengo que poner cuando pise ese lugar? Ni siquiera puedo pensar con claridad después de lo que Paul me dijo en la clase de historia. ¿Estaba hablando en serio? ¿De verdad yo le gustaba? ¿Y que ocurría con eso de la apuesta? ¿Debía ignorarlo? ¿Qué mierda debía hacer?

Tenía tantas cosas en la mente que apenas escuché lo que dijo Gabriel.

—Ni me lo recuerdes. —Gruñó con fastidio. Sacudí la cabeza volviendo a la realidad.

—¿Por qué te molestas tanto? —pregunto terminando de maquillarme y acomodando el vestido color negro que me llega hasta mitad de los muslos. Debía bajarlo más. ¿Por qué me puse un vestido tan incómodo en una noche tan helada?

—Porque no me gusta que asistas a ese tipo de fiesta—comienza a despeinar su cabello—. Ni mucho menos que uses algo en el que expongas tanta piel.

Aquí vamos de nuevo.

—Supéralo, ¿quieres?—me observa fijamente por el espejo.

—Nunca.

Ruedo los ojos ante eso y ambos salimos del baño. Al final de las escaleras nos encontramos con uno de los gemelos a punto de subir, nos detenemos y Gabriel despeina el cabello del niño.

—Pórtate bien, ¿ok? Voy a salir para una fiesta, quizá no estés despierto cuando regresemos. —Le dice Gabe. El niño arruga su rostro mirando a mi hermano y luego sus ojos se posan en los míos, y muevo mi rostro evaluándolo también. Me llega hasta por lo menos mas arriba de la cintura, tiene el cabello despeinado, como usualmente lo trae Gabriel. Además, tiene unos enormes ojos color caramelo y por todo su rostro hay pecas. Es muy tierno.

—Claro, tengan cuidado. —Murmura dejando de verme y continua su camino.

En cuanto salimos de la casa y llegamos al auto, no puedo evitar preguntar—: ¿Cuál de los dos era?

Gabriel me observa de reojo mientras enciende el auto—: Stefan, me recuerda a ti, es medio gruñón, pero por dentro es como un algodón de azúcar. Deberías darle una oportunidad a tus hermanos, estoy cansado de decírtelo.

—Ya hablamos de esto. —Me coloco el cinturón y nos dirigimos a donde se supone que sea la fiesta. En cuanto llegamos a la casa me quedo asombrada. Es de dos pisos, con ventana de cristal por todos lados. La casa cuenta con un portón delantero el cual se encuentra abierto para que la gente pueda entrar. El porche se encuentra abarrotado de gente. Otros se encuentran frente a la enorme fuente con vasos rojos en sus manos y riendo. Aparcamos cerca de un gran árbol frondoso y bajamos del auto. Nos dirigimos hacia la entrada y pasamos apartando gente y empujando a los que ya están demasiado borrachos. Algunos rostros se me hacen conocidos de la escuela.

La música está a todo tope en este momento, suena Revolution de Diplo. El gran sofá se encuentra cerca de la pared, el cual esta ocupado por varias parejas que no conocen lo que es el autocontrol. El centro de la sala vendría siento la pista de baile donde hay gente moviéndose como esqueletos al ritmo de la música. En las paredes hay cuadros enormes con imágenes de paisajes, frutas, figuras extrañas y por demás. 

Hay una bola de disco situada en la esquina de la sala. Es enorme y en el fondo se aprecia la chimenea, la cual obviamente no está encendida, no quiero imaginar si algún idiota con complejo de loco se tirara al fuego pensando que era una ilusión. Solo la idea me da escalofríos. Ok, todo me da escalofríos, pero no puedo evitarlo. 

El ambiente es incómodo, la gente esta transpirando, el olor a marihuana se siente en el aire y por si fuera poco no conozco a la mitad de estas personas. Gabe me dirige hasta la cocina la cual esta un poco despejada, en el sentido de que se puede caminar con más facilidad ya que no debemos empujar gente para poder dirigirnos hasta los chicos. El primero que veo es a Matthew, esta encima de la isla de la cocina intentando quitar un calcetín que supongo, fue lanzado al candelabro por un borracho inútil. 

Dano se encuentra recostado de la isla de la cocina con dos vasos color rojo en sus dos manos, su cabeza se mueve de un lado a otro lentamente. Bueno, si recalcamos que la música que se escucha es electrónica, es decir, rápida; parece un loquito. Cameron se encuentra lavando su rostro con el agua del fregadero.

—¿Acaso llegamos tarde? —le grito a mi hermano quien se ha detenido igual que yo a observar a sus amigos con desconcierto—. Parece que se fumaron veinte porros, se bebieron un barril de Vodka, tragaron hongo y Dios sabe que otras cosas.

—¿De verdad Matt está quitando el calcetín y volviendo a colocarlo donde estaba? —pregunta Gabriel asimilando el hecho, de que en realidad Matt no estaba quitando el calcetín, sino que estaba simulando estar quitándolo, pero luego lo colocaba donde estaba. Repite el movimiento como un enfermo mental. ¿Qué ha pasado aquí?

—Parece un idiota hay que admitirlo, ¿y qué me dices de Dano? —lo observamos y ahora el mencionado, bebe de ambos vasos derramando parte del contenido en su camiseta—. Están un poquito descontrolados.

—Así son—murmura con pesar, sin embargo, lo veo servirse cerveza y beberla de golpe.

—Aja, son así, por supuesto. —Y le lanzo una mirada de: Tu tampoco eres así, claro.

Me acerco a los chicos. El primero en verme es Cameron, quien se acerca casi corriendo, me rodea con sus brazos y me levanta. Parezco un maniquí cuando me zarandea obligándome a tensarme.

—Viniste, ¡Que alegría! —ríe. Pero a mi hermano no le hace gracia porque lo obliga a separarse de mí, agarrándolo por el cuello. Cameron tose y ese sonido obliga a Matt a bajar la mirada hasta donde me encuentro y sonríe de oreja a oreja. Ajá, como el Wason.

—Bebé, mi amor, viniste—se baja de un salto y me agarra de forma coqueta y planta un beso en mi mejilla. 

La verdad me sorprende, no soy tan cercana a Matt debido a que lo conocí un poco mas tarde, así que de repente me siento incómoda. Busco con la mirada a Gabriel quien tiene a Cameron agarrado del cuello de su camiseta y lo señala con el dedo como si estuviera amenazándolo. 

En estos momentos desearía que me mirara porque quiero sacarme de encima a su amigo, quien ahora esta jugando con mi cabello mientras me rodea por la cintura. Intento empujarlo, pero crea resistencia. De verdad que el chico esta mas que drogado. Sé que en su sano juicio jamás se acercaría así.

—Gabliera—Dano habla de repente, diciendo mi nombre horriblemente mal—. Amiga mía, de mi alma. —Empuja a Matt por los hombros quien rápidamente se distrae con los vasos que Dano ha soltado—. ¿Por qué llegaron tan tarde? —frunce el ceño el chico de cabello rizo.

—Ustedes dijeron una hora en específico y cuando llegamos ya se había formado el desmadre  ¿En cuánto? ¿Diez minutos?

Me observa fijamente.

—Es verdad.

—Por cierto, ¿Dónde mierda esta Alex? —los busco con la mirada pero solo veo parejas besándose, otros riéndose, uno que otro sentado en el suelo casi dormido, y algunos grupos conformado de cuatro a cinco personas hablando entre ellos. Él fue la principal razón por la que mi hermano me trajo y ahora no esta para recibirme, que bonito.

—No lo sé, subió a las habitaciones con una chica y no lo he vuelto a ver. —Procedió a servirse otro trago y bebió el contenido de golpe. De repente imagino al lindo ángel con una loca descerebrada y se me eriza todo el brazo. Alex es tan inocente y tan tierno, no lo imagino fornicando. ¡Oh, Dios, Gabriela! ¿Por qué lo quieres imaginar fornicando? Controla tus hormonas, enferma.

Rodeo la isla y me sirvo yo misma mi trago. Entonces, imito a Dano y a mi hermano, bebo la cerveza de golpe, porque mi cerebro ahora empieza a imaginarme en un momento sexual con el castaño idiota, osea, Paul. 

—¿Y dónde esta Paul? —pregunto casual, esperando que no se de cuenta de que pregunto por su amigo. Porque si mas no recuerdo me prohibió rotundamente fijarme en él.

—También subió a las habitaciones.

Me congelo en mi sitio, mirando mi vaso vacío.

No menciona con una chica, pero no hace falta que lo diga. Cuando levanto la mirada y observo las escaleras, lo veo bajar con una chica morena, ella ríe sobre algo que él dice. Me fijo en que ella esta muy cerca de él. Parece que se acostaron. Cuando llegan al final de las escaleras, ambos ríen y ella le da un golpe amistoso en el brazo. Entonces, la estúpida, se dirige hasta la pista de baile y comienza a bailar con un grupo de chicas que saludan a Paul con la mano.

Perras.

Me giro de golpe para evitar que ese idiota me vea y me sirvo otro vaso y lo bebo de golpe.

Sé que no es bueno beber cerveza como si fuera agua, pero no puedo evitar sentir murciélagos en el estómago y una pizca de molestia cuando lo veo. Bueno, debería conseguir otra excusa para intentar emborracharme.

—Ven, —dice Gabriel de la nada agarrando mi mano—bailemos. —Suelto una carcajada en cuanto me doy cuenta de que Matt, Cameron y Dano, agarraron la otra mano de Gabriel, como si fueran niños pequeños y Gabe fuera el papá. Este los observa con molestia—. Suéltenme parásitos.

Y aleja su mano dando un manotazo.

—Quiero un trago—le digo, aparentando no sentirme un poco mareada por la cantidad de alcohol que ya estoy ingresando en mi sistema y que por supuesto no se ha dado cuenta que ingerí. Dos tragos no me hacen tanto, así que necesito otro. Asiente de acuerdo y sirve tragos para todos. Así que estiramos nuestras manos, agarramos los tragos y nos encaminamos hasta la pista de baile.

La canción Reload suena en los altavoces. Todos saltamos emocionados porque esa canción es la mejor que he escuchado. Hacemos un intento de brindis que ninguno entiende y nos bebemos la cerveza de golpe como si fuera chupitos. Entonces, lanzamos los vasos hacia los lados y saltamos todos juntos. Otro repertorio de canciones suena por los altavoces y saltamos como locos sin perdernos la diversión. 

Creo que estoy comenzando a disfrutar esto. Ya me duelen los pies de tanto saltar. No tengo idea de cuanto tiempo ha pasado porque no traigo ni reloj, ni mi móvil. De un momento a otro, alguien me obliga a girar y con un poco de dificultad enfoco el rostro risueño de Paul. Lleva una camisa de botones color azul. Es ajustada por lo que se puede ver como se pega a su cuerpo marcando sus músculos. Joder.

Perdiendo la vergüenza por completo me aferro a su cuello y río como una colegiala idiota.

Las pendejadas que te obliga hacer el alcohol.

—Hola bipolarcito, ¿me extrañaste? —y ni puta idea de donde sale eso, me escucho hasta chillona, pero lo paso por alto porque por primera vez me gusta ser así, idiota y ridícula.

Mañana no pensarás lo mismo.

¡Cállate conciencia!

—Vaya, acabo de darme cuenta de que me gusta la Gabriela borracha. —Dice sorprendido.

—¿Qué te trae por aquí? —suelta una risa y se acerca para hablarme al oído.

—Creo que...  es mi fiesta. —Dice lentamente. Suelto una carcajada.

—Claro, claro, pero por qué te acercas a mí, si al parecer estabas mas entretenido con la morena. —Digo como quien no quiere la cosa, —¿follaron? —y muevo mi cuerpo como gusano electrocutado bailando o disimulando no estar loca por saber.

Su desconcierto es notable, pero no puedo enfocarlo demasiado porque estoy comenzando a ver doble.

—Ew, esa chica es Catrina, es familia, mi prima—su cara de disgusto me hace reír—prima hermana, eso seria incesto. 

 Con una sonrisa ante eso último, tengo el fuerte impulso de abrazarlo y apretarlo contra mi cuerpo, al parecer eso lo toma desprevenido porque por un momento lo siento tensarse, pero luego relaja el cuerpo y sus manos se posan en mi cintura con firmeza, como la última vez. Y eso me trae recuerdos. Me alejo un poco, lo observo y me dejo llevar por el impulso de besarlo, pero fallo, porque tengo mala puntería y mis labios se presionan sobre su pómulo.

— Siento creer que estabas follando con tu prima—comienzo a decir—con tu prima hermana. —Le grito disculpándome. Asiente comprendiendo lo que he dicho y es él quien se acerca para responder. 

—¿Acaso estas celosa? —levanta ambas cejas, alejándose de mi oreja para mirarme.

—¿Celosa de tu prima con la cual no follaste porque eso sería incesto?

—Ajá.

—Ni un poco.

—¿Y qué pasaría si no fuera mi prima?

—No me importaría—respondo girando sobre mis pies y haciendo una mueca de disgusto al gentío que se mueve como si en ello se le fuera la vida, pero luego volteo para mirarlo y sonrío.

—Estas celosa. —Afirma.

—Ya quisieras—rio fuerte pero eso me marea un poco. Entonces, agarro su rostro de repente—. Quédate justo ahí.

—¿Qué? —pregunta desorientado, me observa como si hubiera perdido la cabeza.

—Para ya, Paul. —Suplico agarrando sus mejillas. Sus dos cabezas comienzan a volverse una. De repente una canción latina obliga a Paul a dejar de mirarme, para buscar con la mirada el dispositivo de música. De hecho, todos se quedan mirando ese aparato electrónico como si fuera cosa del diablo. Eso que estaba sonando era reguetón.

Me emociono porque es lo último que aprendí antes de irme de Miami, en donde tuve unas locas vacaciones. Es decir, yo tenia muchas amistades latinas, es por eso que aprendí un poco español y escuché algunas de sus canciones. Sin pensarlo mucho me separo de Paul, y busco con la mirada a algún prospecto con el que pueda bailar la canción, porque no hay manera que yo baile eso con Paul. 

Todos lo que se encontraban en la pista se han quedado congelados. Entonces mientras voy avanzando entre la gran multitud agarro la mano de un chico que se ve bastante guapo, o eso creo y lo llevo hasta la pared. Bajo la mirada de la gente, lo obligo a pegarse en la pared y me paro delante de él.

—Bien, sigue el ritmo ¿okey? —el chico asiente desconcertado.

Veamos, una explicación muy resumida sobre ese tipo de baile es la simulación de tener relaciones sexuales. Literalmente, froto mi trasero frente a su pelvis. La gente nos observa por algunos segundos y entonces las chicas comienzan a imitarme y se escucha una bulla por parte de los chicos. El alcohol me tiene haciendo estupideces porque estoy segura de que sobria jamás haría algo así. Bailamos por lo menos unos tres minutos, no estoy del todo segura, de lo único consiente es que siento un frio en las piernas, y de repente me doy cuenta de que tenia vestido.

Serás pendeja Gabriela.

Alguien agarra mi brazo y caigo sobre mis rodillas. Hago una mueca y en cuanto levanto el rostro, veo a mi hermano con un semblante duro y de cabreo. Agarra mi brazo y me obliga a levantarme, miro a mi compañero de baile y me doy cuenta de que el chico esta tirado en el suelo agarrando su rostro y frente a él, de pie, se encuentra Paul con el ceño fruncido mirando a ese chico y forcejeando con Dano. Supongo que fue él quien lo golpeó. Pero, ¿Por qué?

—¿Qué carajo estabas haciendo? —grita mi hermano mientras doy un traspié, su agarre aumenta mientras me obliga a salir de la casa con él y bajo la mirada de la gente—. ¿Eh?

—Me estas lastimando—grito de vuelta e intento recuperar mi brazo, el cual esta siento apretado demasiado fuerte, pero me ignora. Nos detenemos frente al auto, me suelta y acaricio mi brazo. Entonces, abre la puerta para mí. Prácticamente, me obliga a subir y cierra la puerta de golpe.

El corazón me late desbocadamente. Soy consiente por un microsegundo de que la he jodido, y no en el sentido de que a mi hermano de haya molestado verme bailando, sino que de ser la jodida nueva casi invisible, ahora pasaré a ser la visible ridícula frota pitos de la fiesta, todo por mi culpa. Mientras reflexiono sobre lo tonta que he sido la puerta se abre y mi hermano entra para cerrar la puerta de golpe. Aja, esta cabreado, ya me quedó claro.

—Lo siento, ¿sí? No sabia en qué pensaba. —Agarré mi cabeza porque ya estaba empezando a dolerme—. Solo recordé el pasado y quise...no lo sé. Quise pasarla bien porque estoy aburrida de ser una amargada.

—Creo que no tienes que explicarme nada, solo opino que tu comportamiento estuvo fuera de lugar. —Esa voz me obliga a levantar la mirada para encontrarme con unos ojos oscuros mirándome con decepción.

—¿Dónde está mi hermano? —pregunto a la defensiva. Hasta donde yo sé, mi hermano era el que me iba a llevar de vuelta a la casa, por eso me sacó de allí, ¿verdad?

—Tu hermano esta demasiado borracho como para conducir por media hora, —parpadeo rápidamente, comienzo a sentir que algo se ha metido en mi ojo y con dificultad intento sacarla mientras Paul continúa hablando—. Así que tendré que salir de mi propia fiesta para llevar a su hermanita a su casa con el propósito de evitar que se acueste con cualquier feo que se le atraviese en medio. —Dice como si estuviera anunciando malas noticias y enciende la radio. 

—¿Y tú? —supongo que él también ha bebido. Me observa por unos segundos, intentando comprender a qué me refiero.

—No puedo beber alcohol si eso es lo que te interesa saber.

—Sí, claro—ruedo los ojos—. Los chicos de tu edad no hacen más que remplazar el agua por alcohol.

—Algunos tenemos enfermedades mentales e ingerimos medicamentos. —Murmura.

Sacudo el rostro. La cabeza me palpita. Tengo tantos pensamientos que me mareo por un momento. En este momento, no me interesa saber nada de eso, solo tengo una pequeña duda.

—¿Por qué? —ni siquiera debo explicarme, cuando observa mi rostro se da cuenta de lo que estoy hablando (quiero saber las razones para que un chico como él, salga de su propia fiesta para llevarme a casa).

Enciende el auto y este comienza a moverse.

—No me importa de verdad, lo hago por tu hermano. — Responde haciendo un gesto para restarle importancia.

—No quise decir...

—Está bien, aun así, esta conversación muere aquí. Así que hazme el favor, cierra la boca o duérmete, pero por favor no hables por lo que queda de minutos. No estoy de humor. —Sube más la radio, le doy un manotazo y bajo de golpe el volumen.

—¿Quién mierda crees que eres para hablarme así? —pregunto sintiendo la cólera apoderándose de mi.

—¿La persona que acaba de sacarte de una situación vergonzosa? —pregunta obvio. Y por mas que quiera golpearlo justo ahora, me abstengo porque tiene toda la razón.

Tiene razón pero jamás voy decirlo.

—No eres nadie para mí. —De repente siento la necesidad de herirlo. Él no tiene derecho a tratarme como si tuviera algún derecho sobre mi (no es mi hermano ni mi novio).

—De hecho, no me considero alguien importante en tu vida, pero juzgando lo que vi hoy, no quisiera ser ese tipo que presencia cómo le roban la virginidad a la hermana de su amigo y no hace nada para impedirlo. Eso me daría muy mala fama, ¿no crees? —levanta una ceja divertido. ¿Y no había dicho que estaba de mal humor? Este chico es tan bipolar que me desespera.

¿De verdad piensa que voy a dormir con el primer chico que se atraviese? Yo no soy una ramera. Oh, espera... De repente una alarma suena en mi cabeza. Si eso piensa, quiere decir que no me cree que yo sea lesbiana. Joder, ¿Cómo no me di cuenta? Que estúpida soy.

—Espera—sacudo el rostro y acaricio mis sienes—hablas demasiado y muy rápido. ¿Lo haces para fastidiarme o solo fastidias porque es tu puta cualidad?

—Es mi don. —dice tajante, carente de humor. ¿Y dónde quedó la expresión divertida?

Ruedo los ojos. Hacemos silencio por algunos segundos, no es incómodo, pero tengo la necesidad de aclararle que soy lesbiana. No entiendo en qué momento, esta farsa se me ha escapado de las manos. No sé qué pasó por mi mente al creer que Paul, creería mi mentira. Necesito decirlo, o voy a acabar mal.

—Quiero besar a alguien—digo de repente, observando el cristal.

—¿De verdad? —pregunta ligeramente interesado, su postura de relajado me pone muy incómoda. El ambiente entre nosotros es algo tenso, sobre todo por las discusiones tontas que hemos tenido.

—Sí, desde mi ex no he besado a nadie. Creo que extraño la sensación. —Murmuro perdida en mis pensamientos, mas bien me estoy imaginando como seria ser besada por el individuo que tengo a mi lado. Una de sus manos agarra el volante y la otra descansa en la palanca de cambios. Incluso, haciendo algo tan ordinario se ve jodidamente sexy. Joder, Gabriela, concéntrate.

—Y... ¿a quién quieres besar?

—A ti no por supuesto. —Respondo rápidamente, eso lo hace sonreír de oreja a oreja. Lo observo entrecerrando los ojos. ¿Por qué mierda sonríe ahora?

—Eso lo sé, muñeca. Quieres a una chica, pero la pregunta de millón es: ¿A quién quieres besar Gabriela? —me observa divertido.

—Tengo muchas opciones. —Me encojo de hombros.

—Quisiera ser testigo de eso—dice casualmente, y eso me hace reír.

Entonces, un impulso que ni yo misma conocía me obliga a quitarme el cinturón y ponerme de rodillas sobre el asiento e inclinarme en su dirección.

—Joder, Gabriela—me regaña intercambiando la mirada entre la carretera y yo—. Siéntate en el jodido asiento y abróchate el puto cinturón. 

Ordena, pero no hago caso, mas bien, acerco mi rostro a su cuello y me quedo en esa misma posición algunos segundos. ¿Qué se siente la venganza?

¿Venganza Gabriela? ¿En serio pones esa excusa?

Bueeeno, admito que quería hacerlo, ¿okey?

Darle un poquito de su propia medicina. No puede andar por la vida, besando mi cuello sin mi consentimiento cada vez que le plazca sin recibir un merecido.

Claro, Gabriela, créetelo y así todos lo haremos.

Solo cállate.

—¿Qué es lo que quieres Paul? —mis labios ahora están besando su delicioso mentón, me muevo un poco hacia atrás y lo observo juguetonamente.

—¿Qué rayos estas haciendo? —y su voz no es la divertida de hace rato, más bien suena ronca y confundido. 

No hay ninguna sonrisa triunfante ni arrogante. No se esperaba esto, estoy segura. Vuelvo y me acerco, esta vez mordiendo juguetonamente el lóbulo de su oreja, luego paso a su cuello. Suelta un suspiro. Realmente, si la situación fuera viceversa ya hubiéramos chocado con un poste. Mis manos bajan lentamente por su pecho y llegan hasta la altura de su pantalón. Entonces, agarro su camisa, la levanto y mi mano comienza a acariciar la piel caliente de su abdomen. ¡Tiene abdominales!

Ese no es el punto. ¿En que momento he perdido la vergüenza?

¿Qué mierda tenían esas bebidas?

—¿Quieres verme besando a otra chica Paul? —mis labios se separan y tímidamente paso la lengua—. ¿Quieres verme para poder cumplir tu fantasía? — pregunto esperando que se estremezca, pero en vez de eso me doy cuenta de que estaciona el auto y me obliga a sentarme ahorcajadas encima de él. 

Todo en un movimiento que apenas me deja pensar con claridad. El color abandona mi cuerpo, en cuanto me doy cuenta de que estamos a una orilla de la carretera, de que si pasa una patrulla podría pillarnos. Mi corazón comienza a palpitar más rápido y con mas fuerza.

—¿Acaso estas jugando conmigo? —pregunta agarrando mi cabello, posesivo y fuerte, no sabía que eso me gustara, —porque acabas de ponerme duro y no creo que puedas lidiar con eso, teniendo en cuenta de que no te gusto— hace una coleta con su mano. 

Mis dos manos reposan sobre su pecho definido. Evitando a toda costa la cercanía de nuestros pechos. Su otra mano se posa en mi cintura y aprieta su agarre mientras me acomoda en su regazo de manera que puedo sentir lo duro que esta. Suelto un suspiro disimulado. La temperatura esta subiendo, y soy consiente porque comienzo a sentir calor y una opresión en cierta zona.

—Tienes razón, no me gustas —mis palabras le molestan porque suelta mi cabello y mi cintura, pero no me quita de encima de él y yo estoy lo suficiente embobada como para moverme. Apoya su espalda del asiento, sus dos manos se flexionan y van a parar detrás de su cabeza y me observa fijamente.

—¿Por qué no te gusto Gabriela? 

—¿No es obvio? —ruedo los ojos—. Por-porque no eres una chica—.

Fail pendeja, si tartamudeas lo va a descubrir todo.

—Entonces, ¿por qué sigues presionándote contra mí? —no me había dado cuenta de que me estaba presionando contra él—. ¿Acaso quieres experimentar con un chico? —dice viéndose sexy y no puedo evitar morder mis labios. ¿Dónde se supone que quedó la chica dura y gruñona de todas estas semanas? ¿Dónde está? Su mirada recorre todo mi cuerpo y me percato de que estoy en un vestido y que claramente puede ver mi ropa interior—. Porque no me molestaría ser utilizado por semejante diosa.

Y siento una punzada en mi zona.

Algo en mi me obliga, lo juro. Me acerco de golpe, mis manos agarrando su linda cara con determinación y fiereza. Ni siquiera me reconozco. Sus labios se separan y se forma una sonrisa, esta esperando que lo bese. Estoy a un paso de doblegarme. Mis dedos acarician sus mejillas, puedo sentir la suavidad, ni un puto acné en ellas. Sus manos levantan el vestido y siento sus cálidas palmas acariciar mi espalda. Me estremezco y comienzo a luchar contra el impulso de besarlo.

Me gustas Paul, ya no puedo esconderlo. Pero ¿quiero que me hagas daño? ¿Puedo confiar en ti?

No, aléjate, idiota, lo has echado todo a perder.

Esa voz me obliga a echarme hacia atrás, soltarlo, bajarme de su regazo, sentarme en mi asiento y tratar de hundirme en él. La vergüenza que siento en este instante no se puede comparar con nada más. Acabo de joderlo todo, ¿y para qué? Paul solo me ve como una estúpida fantasía, mientras yo comienzo a sentir toda esta basura.

—¿Gabriela? —esta confundido, volteo a verlo apenada—. ¿Qué ha pasado?

—Solo llévame a casa, ¿quieres? —aprieto la mandíbula.

¿Qué ha pasado? Buena pregunta.

Estuve a un paso de mandarlo todo a la mierda y besarlo con todas mis fuerzas. Acabo de darme cuenta de una cosa: superé a Rick porque ni en un millón de años yo, Gabriela Serrano, hubiera sido capaz de hacer lo que hice. Ah, y por si fuera poco, casi beso a Paul, a quien le dije que no me gustaba porque no era chica.

Lindo Gabriela, muy bien hecho.

—Debo confesarte algo—comienza a decir en cuanto estamos a punto de llegar a mi casa.








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