Capítulo 23 (Parte 2)

Esta mas que claro que la historia de la Edad Media, Roma y toda esa cuestión de la historia me aburría. Entendía que algunos estuvieran tan absortos escuchando al profesor mientras pasaba diapositivas sobre los romanos, griegos y los aspectos mas importantes que hoy en día las personas imitamos de ellos.

El profesor hablaba muy lentamente. Algunos tenían un codo apoyado de la mesa y el rostro en la mano a punto de quedarse dormidos. Dano estaba al otro lado con la chica con la que lo vi hace varias semanas, parece que se han comenzado a llevar bien, espero que alguno de los dos se confiese y dejen de estar haciéndose ojitos frente a la clase. Mi hermano por otro lado, se encontraba al lado de Samanta, mientras ella se observaba al espejo y parloteaba sobre algo que por supuesto mi hermano no estaba escuchando porque estaba observando al profesor fijamente. Brad, no estaba hoy, se me hacia un poco extraño, pero si mencionamos lo que le dije cuando solo intentó ser amable conmigo, entonces no tengo el derecho de preguntar dónde rayos se había metido.

El cretino era caso aparte, estaba justo a mi lado. Estaba entretenido enviándose mensaje con una chica, porque desde mi posición podía ver que la estúpida le enviaba fotos de sus sandalias y ponía corazones y emoji con ojitos en forma de estrellas. No me había hablado en toda la clase, así que no me molesté en crear conversación. Esperaba que no sacara el tema a relucir porque juro que me volvería loca. No podía escucharlo nuevamente decir que yo simplemente le gustaba y que  tenía que aceptarlo.

Veamos, le dije que soy lesbiana. Hace unas semanas casi lo olvido e intente hacer quedar mal a los hombres, hecho que hubiera terminado con mi mentira si Paul no me lo hubiera recordado, y recalquemos el hecho, de que luego de ahí discutió con su hermano, yo me largué ofendida, él me persiguió y luego me besuqueó el cuello y no recuerdo si también besuqueó mi hombro. Después, cuatro días mas tarde me lo encuentro en el supermercado, me agarra por el cabello como un salvaje y vuelve a besar mi cuello.

Bueno, ahí quería llegar. Me besó el cuello porque yo me dejé.

Seguramente estés pensando, ¿Pero Gabriela serás idiota? 

Y sí lo admito, pero luego de darme cuenta de la barbaridad que estaba haciendo lo empujé. ¿Sí? Soy mitad culpable y mitad inocente.

Suelto un suspiro mientras intento prestar atención por varios segundos hasta que un movimiento a mi lado me llama la atención. Paul, se recostó de su asiento y apoyó sus antebrazos encima de la mesa con su móvil en mano. Tecleó algo rápidamente y en la pantalla pude ver la palabra princesita y te quiero. Levanté una ceja, parece que se dio cuenta de que lo observaba porque escondió el móvil y me observó suspicaz.

—¿Qué estas mirando?

—Nada—dije tranquilamente mientras escribía cualquier cosa en la libreta.

—¿Cómo puedes ser tan amargada?

—¿Cómo puedes ser tan bipolar?—contraataqué casual pero lo vi tensarse. Se quedó unos minutos observándome con los ojos entrecerrados.

—Sabes, —volvió a relajar su rostro y me estremecí. ¿Cómo puede cambiar tan rápido de actitud?—Tengo la ligera teoría de que quizás estés mintiéndome respecto a tu orientación sexual porque muy en el fondo te gusto y no sabes cómo lidiar con esta tensión sexual que hay cuando estamos cerca. —Dijo tranquilamente como si estuviera explicándome como es que se preparan las tortitas. En serio, tenia que dejar de pensar en la comida, me estaba volviendo obsesiva—. Dime Gabriela, ¿estoy en lo correcto? —se acercó con la silla y nuestros muslos hicieron contacto.

Quería tirarme de la silla, correr como una loca por el aula y salir como un maldito petardo, si eso hacía que mi cara no se deformara frente a él. Si hablaba ahora era chica muerta. Sabia que iba a tartamudear y eso no me ayudaría en nada.

Muy disimuladamente respire hondo, acomode mi largo cabello hacia un solo lado, dejando la mitad de mi cuello al descubierto, ganando un poco de tiempo. Inevitablemente los ojos del castaño se dirigieron a ese punto y tragó saliva. Oh, eso me sorprendió.

—Querido—comencé a decir. En cuanto solté eso sus ojos se dirigieron rápidamente a mi boca—. Me gusta como suena tu teoría pero déjame aclararte algo, —hago una pausa y él no puede evitar levantar ambas cejas—. Tú no tienes vagina, no tienes senos, ni una cintura estrecha ni una voz fina, —expliqué jugando con el lápiz— ni unos labios delicados. — Lo señalé—. Siento decepcionarte, pero jamás podrías gustarme, incluso si yo no tuviera claras mis preferencias.

—¿Estas hablando en serio? —preguntó haciendo una mueca. Sin embargo, relajó el rostro y estiro un brazo para apoyarlo en el espaldar de mi asiento. Eso me intimidó, pero traté de disimularlo—. Gaby, preciosa, ¿me quieres decir entonces por qué te estremeciste cuando nuestros cuerpos estaban demasiado cerca? —me tensé y él lo notó porque comenzó a acariciarme el cabello con una maldita sonrisa ladeada. Me estremecí—. Mejor hablemos sobre cómo gemiste cuando mis labios estuvieron en este punto sensible. —Dice acariciando mi cuello y me alejo de golpe, él me sonríe inocente—. No, mejor hablemos sobre cómo me miras aquí abajo cuando todo el mundo esta distraído.

Oh, oh.

—Eso no tiene nada que ver. Aparte, ¿por qué te acercarías a mí? Estoy segura que si no fuera por—me detengo de golpe. ¿Qué estas haciendo Gabriela? Sacar el tema es lo peor que puedes hacer en este momento.

—Si no fuera por...—insiste, pero me niego a abrir la boca.

—Nada olvídalo.

—Vamos dime, quiero saber.

A la mierda.

—Sé sobre la apuesta, así que intuyo que no lo habrías echo si no fuera por dinero.

Se ríe. 

—¿Quién cojones te dijo eso?

Me encojo de hombros mientras garabateo alguna estupidez en la libreta.

—¿Y eso te molestó verdad? —pregunta divertido, quiero agarrar su cara y estrellarla contra la mesa.

—No, para nada. —Respondo con desinterés.

Me observa detenidamente algunos segundos y comienzo a inquietarme.

—Oh, ya veo lo que esta sucediendo aquí. —Giro levemente el rostro—. ¿Qué fue lo mas que te molestó, que te besara el cuello y no la boca, o que solo lo hiciera por una apuesta y no porque realmente quisiera?

—No me gusta que te acerques a mí, así que te agradecería que jamás vuelvas a invadir mi espacio personal. —Contesto para intentar desviar la conversación.

—No has respondido a mi pregunta.

—No tengo que responder a eso, porque recalquemos—acerco mi cara a la de él—. No me gustas y jamás en la vida podría gustarme un hombre y mucho menos tú, el hecho de que me haya jodidamente estremecido fue un maldito impulso del cuerpo porque, soy un puto ser humano y logro sentir cosas cuando alguien se acerca de la manera en que lo hiciste, pero eso no tiene que asegurarte una mierda de que en la puta vida tu podrías gustarme.

—Eres bastante cruel y amargada—dice de la nada. Ni siquiera se inmuta por lo que acabo de decir. Yo misma me imagino frente al espejo y me tiro el puto Oscar por meterme de lleno en el papel.

—Metete tus palabras por el culo, pendejo.

—Ya me hacían falta tus groserías—me sonríe. Y quedo aturdida.

Mi móvil comienza a vibrar y mientras lo fulmino con la mirada lo saco de mi bolsillo y observo la pantalla. Es Rick, si no fuera porque Paul está observándome seguramente como para continuar con la charla, no abriría el mensaje. Pero lo abro y ruedo los ojos.

Rick: Eres una maldita, no sabes lo mucho que te odio. Me has jodido el futuro. Te odio, te odio tanto.

Yo: Que te den.

Respondo y guardo el móvil nuevamente.

—¿Quién era? —pregunta, pero no me da tiempo de responder—. ¿Tu novia?

Me cruzo de brazos.

—Ex.

—Mucho mejor. —Observa al profesor.

—¿Por qué? —pregunto confundida.

Vuelve a estirar un brazo y lo pasa detrás de mi silla.

—Así no tengo que competir por tu amor.

¿Qué?

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