Capítulo 20
Salgo dando largas zancadas, maldiciendo a todos. Maldigo la escuela, a Rick, a Paul por ser tan idiota, a Brad por ser tan...él y a mi hermano por ser...otro idiota.
Por un momento el tema se había desviado, se trataba de Brad siendo la segunda opción de todos, eso me sorprendió la verdad, incluso ese gesto de querer defenderme de su estúpido hermano me derritió un poco, pero debía admitirlo, él también de hostigaba— había intentado besarme a la fuerza y ni siquiera se había disculpado, es mas me había llamado loca— así que no quedaba absuelto de culpa. Sin embargo, me partió el alma ver cómo el rostro de Brad cambiaba a medida que su hermano iba soltando ese tipo de comentarios. Es decir, ¿cómo puede? ¿Segunda opción de los padres? ¿Cómo puede ser tan cruel y no sentir alguna culpa? Admito que Brad no me cae bien, pero a estas alturas estoy considerando, si el que me atraiga Paul sea una buena opción. Al principio era el chico que todos respetaban, era carismático, exageradamente alegre, amable y ahora...ahora era un cretino, su humor apestaba más que el mío, me había dado cuenta que ahora estaba más enojado que nunca, todo le molestaba. Incluso, en varias ocasiones lo había visto discutir con los chicos por tonterías, ellos simplemente rodaban los ojos y decían que era normal. El que Paul estuviera enojado era parte de lo que él era. Eso no lo entendí hasta hoy.
Quizás Paul estaba avergonzado de tener que ver su propia cara en el espejo todos los días, quizá por esa razón era que se desquitaba con Brad. El chico más popular de la escuela, el más guapo, el más amigable y por supuesto, egocéntrico. Pero cabe destacar que hoy vi algo en él que jamás había visto. El comentario de su hermano lo había destrozado. Vi como sus ojos brillaban con algo más que tristeza, era decepción. Yo habia puesto esa misma cara cuando me mire al espejo luego de echar de mi casa a Susana y Rick, pero yo no era nadie para saber que mierda ocurría entre ellos. Era una desconocida que no sabia una mierda.
Me di cuenta de que no quería ser la causante de que dos hermanos se peleasen, me enfermaba solo la idea. Definitivamente tenia que alejarme de ellos. Se estaba volviendo más difícil intentar hacer que Gabriel no se diera cuenta de que prácticamente Brad estaba detrás de mi, y que Paul no me mirara de la manera que lograba confundirme.
Así que con mil ideas rondándome la cabeza, atravesé el pasillo en donde se encontraba la clase de química, aligeré el paso cuando escuche el llamado desesperado de Paul. Me estaba siguiendo y yo lo estaba ignorando, esperaba que entendiera que no tenía el deseo de hablar con nadie.
—Por favor, detente Gabriela, —pide tratando de alcánzame, porque prácticamente eche a correr—¡Joder, he dicho que pares! —me detengo de golpe. Me volteo y espero que se detenga junto a mi, levanto un dedo y lo espeto en su pecho.
—Jamás vuelvas a gritarme, —lo amenazo.
—Lo siento, no volverá a ocurrir. —Dice algo incómodo, entonces me volteo y continuo caminando hasta el final del pasillo del Ala Muerta. ¡Ala Muerta! ¿Que mierda estoy haciendo en el Ala Muerta?
—No sé qué ocurre con Brad. —Dice de pronto, no me detengo, entonces me agarra del brazo para obligarme a detenerme.
—Imagino que tampoco sabes qué ocurre contigo. Vete. Déjame en paz—me alejo de su agarre.
—Deja de ser tan dramática mujer... —Rueda los ojos como si estuviera lidiando con una chiquilla que se deja llevar por sus impulsos—. Deberías hacer obras de teatro te queda muy bien el papel de adolescente frustrada.
¿Perdón?
—Yo podre ser dramática porque... ¡Oye! Acabo de darme cuenta de que no soy ninguna muñeca de trapo para que dos chicos con las hormonas alborotadas se estén peleando por quien debería tenerme. —Muevo los brazos exageradamente frente a él, Paul solo me observa sin ninguna expresión—. Y discúlpame por querer defenderme porque tengo dignidad y ustedes son dos hermanos estupidos que se insultan frente a mi. Perdóname, perdóname por no querer ser la causante de que dos hermanos se odien mas de lo que ya lo hacen. Ah y por cierto, —sonrío falsamente—.tu deberías estar en un loquero, ¿Qué no habías salido de un sitio así? ¿Por qué no regresas? —Hace una mueca—. Aléjate de mi vista maldito bipolar.
—No deberías decirle eso a nadie. No es agradable. —Me encojo de hombros importándome poco lo que le agrade o no, el empezó soltando comentarios ofensivos hacia su hermano, lo que desencadeno una pelea de perros por la hembra en celo. Carajo, eso sonó demasiado asqueroso y raro. Arg, borren eso. Se sintió como un juego por un trofeo de la que yo no estaba enterada. Me había convertido en el balón sin darme cuenta.
—Nada de lo que sale de mi boca es agradable, y no te diré que te vayas acostumbrando porque justo en este momento estoy considerando cambiarme de grupo. Ustedes son imposibles y no pienso lidiar con una estúpida lucha entre hermanos, estoy fuera. —Camino de un lado a otro, sintiéndome de repente acorralada. Estoy al final del pasillo y obviamente, y no sé por qué me encuentro cerca de la pared y Paul esta justo en el medio. Tendría que pasar por su lado y el espacio no es demasiado, si consideramos su altura y el largo de sus brazos tan tonificados. Seria imposible escapar. Esta acercándose, todo el ambiente se ha puesto super raro, como si él estuviera pensando unas cosas raras, porque si piensas cosas buenas no estarías mordiéndote los labios de la manera en que él lo está haciendo, ¿verdad? ¿VERDAD?
—¿Qué-que mierda haces? —me pego a la pared, intentando alejarme lo más que puedo. —Aléjate Paul, lo digo muy enserio, o patearte en las pelotas no será suficiente para mí.
Su cuerpo se encuentra a unos pocos centímetros del mio. Mis piernas comienzan a temblar por la repentina cercanía y de repente, se pega invadiendo mi espacio personal y desliza sus manos hasta mi cintura. Pego un brinco porque me agarra de una manera tan posesiva que si en verdad yo hubiera tenido preferencias amorosas por las chicas lo hubiera considerado. Sus manos agarran firme sin cintura, como si yo le perteneciera antes de haber pisado esta escuela, como si todo lo demás no significara demasiado, como el contacto de sus manos con mi piel fuera lo único que necesitaba para lograr calmar la fiera que tengo en mi.
—Sabes, había pensado todas las maneras posibles de tenerte así, pero admito que me fascina cuando estas a la defensiva...—murmura y acerca su rostro a mi oído—admito que me pone muchísimo ver cómo te tranquilizas como una gatita cuando te agarro así. —Me pega más a él y su mano comienza a bajar para tocar mi trasero, pero lo detengo—. No te resistas Gabriela, ambos sabemos que lo deseas.
Su voz me causa un cosquilleo en una zona de mi cuerpo. Me estremezco y se aprovecha de eso porque sus labios hacen contacto con el lóbulo de mi oreja. Mis ojos se tuercen. Joder.
—No—ni siquiera suena a una negación, más bien suena a un: Aquí no Paul, nos pueden ver. Y quiero golpearme por eso, intento alejarlo, de verdad que lo hago, pero me lo pone difícil cuando hunde su rostro en mi cuello y comienza a pasar su nariz trazando un camino. Eso me esta jodidamente gustado. ¡Dios sácame de aquí por favor, que la tierra se abra y me escupa en el núcleo del planeta! Siento que me estoy quemando.
—Abrázame Gabriela, por favor, lo necesito. — Me quedo como piedra. ¿Por qué rayos me pide que lo abrace? Sus petición no me cuadra con la situación, ni mucho menos con el bulto que se esta presionando contra mi área super privada. Sus labios ahora están sobre mi clavícula, solo los pasa por ahí, no lo besa pero eso me hace cosquillas, yo por estúpida y siguiendo el estúpido impulso adolescente, he inclinado mi cuello para que tenga un mejor acceso a este.
—No puedo, —murmuro—por favor suéltame.
¿Pero que estoy diciendo? Claro que no quiero que me suelte, por un microsegundo, me he olvidado de mi mentira, de mi plan de alejarme de él, de mi plan de pasar inadvertida y por supuesto, de mi enojo con él por tratarme como algo que se puede poseer.
—Eso no es lo que quieres—susurra demasiado bajo y eso me causa cosquillas en el cuello. Agarra mis dos manos y las lleva detrás de mi espalda. Estoy bloqueada. Mi cuerpo no responde a las órdenes que mi cerebro envía. Me he desconectado. Todo mi cuerpo se estremece ante la cercanía de este hombre demasiado guapo y que por si no lo había mencionado, huele demasiado bien para mi salud.
—¿Qué estás haciendo? — intento moverme. Pero pega mi espalda a la pared y ahí quedo completamente encarcelada. Con mis manos detrás de mi espalda y mi espalda presionando la pared, ya no tengo ninguna escapatoria.
—Hueles demasiado bien. Me gusta.— Eso me hace cosquillas en el cuello. —Desearía besarte en este momento. —Abro los ojos como platos.
—No lo hagas—mi voz no sale como lo planee, me escucho rara y excitada. ¿Eso es normal? No, maldita sea —. Aléjate. Ya te dije que...
—No te gustan los hombres—interrumpe y deposita un beso en mi mejilla. Mis piernas flaquean ante ese gesto tan inesperado—. Pero tú me gustas y eso me...—Ahora comienza a darme pequeños mordiscos en el cuello. Suelto un gemido y me aprieta contra él, vuelvo a sentir ese bulto. — Me frustra— susurra y muerde el lóbulo de mi oreja—. Haces que se me levante con tan solo verte, no puedo entenderlo.
Siento que todo mi cuerpo no responde. ¡Habla estúpida! Abro la boca para decir algo, pero algo mas me sorprende. Ajá, sorpresa de la mala. Esa sorpresa que odias con toda tu vida. El impulso de soltarme de golpe me obliga a abrir los ojos como platos. Ni siquiera voltea a verme, simplemente camina fuera del ala muerta y yo me quedo como una imbécil pensando en por qué rayos acabo de permitir eso. Estúpida. Estúpida.
Si antes odiaba a Paul por gustarme ahora estaba en medio del mar, sin salvavidas y en plena tormenta. Me había confundido, por un momento decidí que no tenia que luchar con mis sentimientos, pero ese acto, ese simple acto de apartarse de la nada y dejarme allí tirada sin ninguna explicación había matado por completo las malditas ilusiones que me estaba creando. Paul era un idiota,un idiota peligroso que logró engañarme para obtener lo que quería, venganza.
Lo sabía.
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