Prólogo
El cuarto era un absoluto desastre. Juguetes desde videojuegos carísimos, hasta muñecas pequeñas y peluches estaban regados por donde sea que uno volteara la vista. Con pura suerte la mujer no pisó alguna figura de acción cuando puso pie dentro del lugar.
-¡Mamá! ¡Mira el castillo que construí!
Solo tuvo un segundo para mirar al castillo de bloques coloridos antes de sentir una manita jalando su blusa, exigiendo su atención.
Volvió la cabeza y sus ojos se encontraron con los de hijo mayor, Dimitri. Apenas podía ver su pijama morada bajo el montón de cajas pintadas con las que se había armado un disfraz.
-Soy el dragón feroz y voy a atacar el castillo! Raawr!
-Nooo! ¡Fuera, shu!
Bibi sonrío divertida viéndolos perseguirse por el cuarto, brincando sobre peluches y cosas tiradas, pero por más ternura que le causaron, no podía olvidar por que había venido en primer lugar.
Eran las 2 de la mañana y sus gritos de diversión se escuchaban hasta su cuarto, que estaba considerablemente alejado de él de sus pequeños. Suspiró, acercándose a los niños que fingían una batalla feroz en la esquina del cuarto.
-Ya pasó hace mucho su hora de dormir, vampiritos.
No había pasado un segundo que las palabras dejaron sus labios, y ya veía sus miradas suplicantes, formando en sus cabecitas mil y una maneras de pedir un ratito más.
-¡No quiero dormir!
A diferencia de Dimitri, que ya tenía la suficiente edad para saber las reglas- y romperlas de todas formas, Cecilia no entendía por que tenía que regresar a la cama cuando se estaba divirtiendo tanto.
-Si, no estamos cansados!
Bibi pensó un poco. Todas las noches era lo mismo, y los viejos métodos antes infalibles ya no servían como antes. Una sonrisa entonces se hizo presente en su cara.
-Supongo que no puedo obligarlos... - los niños apenas iban a celebrar cuando continuó.- Pero no se que le diré a Mortis. Mañana era el día que quería llevarlos al zoológico...supongo que estarán demasiado cansados.
-¡EL ZOO! - gritaron en unisón, casi lanzándose a las camas.
Pobre de Bibi. No había ninguna ida al zoológico planeada. Tendría que empezar a organizarlo con Mortis desde la mañana.
-Tenemos que arreglar el cuarto?
-Creo que prefiero que se duerman lo más rápido posible. Les diré algo, si ustedes se duermen, yo me encargaré de este desastre mañana. Trato?
Dimitri dio una sonrisa amplia.
-Trato.
A la pelinegra se le dibujó una sonrisa suave. Se inclinó sobre los pequeños y le dio a cada uno un beso en la frente.
-Saben que los amo, verdad?
-Lo sabemos, mami.
Les tapó con las cobijas moradas que antes estaban en el suelo, conteniendo una risita al ver a Dimitri fingir ya estar dormido.
-Dulces sueños, criaturitas de la noche.
-Buenas noches, mami.
Bibi apagó la luz y se dirigió fuera del cuarto, pisando uno que otro juguete en el camino. Una vez que ya no estaba, Dimitri se levantó de la cama, casi aventando la cobija.
-Cici, tu tienes sueño? - murmuró.
-No. - Cecilia respondió. -Estaba divirtiéndome mucho..
El niño metió la mano bajo su almohada, sacando el control del televisor que estaba en la pared.
-Hay que ver caricaturas - le susurro, cambiando entre los canales intentando buscar algo divertido. Solo había noticias que no le interesaban y cosas de adultos peleando.
Una voz entonces irrumpió entre el silencio.
-¡HOLA, SOY STU! - Prácticamente gritó el pelirrojo en la pantalla. Su voz, frenética y temblorosa, sonó a un volumen altísimo.
-Bájale, bájale! - la niña pequeña le rogó a su hermano en voz baja.
-¡Eso intento!
Por unos segundos que parecieron eternos, mientras el chico en la tele hablaba sin parar sobre algo a lo que no le pusieron mucha atención entre el pánico, Dimitri logró bajar el volumen de la televisión hasta algo que pudieran escuchar sin hacer un ruidajo en la casa.
Ya que el miedo de que sus padres escucharan la televisión pasó, pudieron mirar la tele sin mucho de qué preocuparse. Los llamativos colores en el anuncio captaron su atención rápidamente, aunque ya se habían perdido de la introducción.
La pantalla mostraba una autopista, y al chico que había hablado en primer lugar ahora encima de ella, montado en una motocicleta pintada con diseños de llamas. Le dirigió una sonrisa audaz a la cámara y prendió la moto. Dimitri, el más observador de los dos, se preguntó por que estaba cubierto en vendas, su cara casi invisible, mientras que Cecilia solo se dedico a disfrutar el show.
La autopista se veía peligrosa, incluso para un niño que no sabía nada de manejar, con vueltas, rampas e incluso extravagantes anillos de fuego que parecían el camino a una muerte segura.
Y todo fue pasado con facilidad por el motociclista como si ya estuviera acostumbrado.
-Wow! - Exclamó la niña, casi inmediatamente tapándose la boca recordando que no querían ser atrapados despiertos. Su hermano mayor, aunque en silencio, estaba viendo el anuncio con un destello de asombro en sus ojos amarillos.
El video se cortó justo antes de que el pelirrojo pasará por el último anillo de fuego. No le dieron mucha importancia, aunque se sintieron algo decepcionados de no ver el final, reemplazado con una pantalla amarilla llena de sonrisas que daba los detalles de donde y cuando había más shows similares por el mismo actor.
-Starr Park, el 12 de noviembre... deberíamos ir! ¡Quiero verlo! - murmuró la pequeña, intentando que su voz no desbordara en emoción.
-Eso está muy lejos. Pero creo que si le rogamos mucho a papá nos llevarán de viaje - este dijo, imaginándose ya una visita a ese parque.
Cecilia se volteó en su cama, aparentemente comenzando a dormirse, pero con una sonrisa ante la idea.
-Eso sería genial... - respondió, con la energía de su voz apagándose.
Dimitri se río un poco al verla caer de sueño tan rápido.
-Buenas noches, Cici.
Su hermanita no respondió, ya en un profundo sueño. El niño siguió buscando entre los canales algo entretenido, pero nada llamaba su atención. En estas horas solo había cosas aburridas.
Apagando la tele y escondiendo el control bajo su almohada, se acomodo para dormir.
Un viaje a Starr Park... sería muy divertido.
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