Capítulo 5: Reencuentro con el Pasado
–¿Cómo puedo hacer para dejarlo ir?– preguntó en suave voz.
–...Sólo conozco una forma– habló embelesado para así acercarse lentamente a ella.
Amy lo vio acercarse a ella sintiendo como su corazón latía a toda velocidad sintiendo el rostro de él acercándose al de ella, para así cerrar sus ojos a la espera cuando su voz ronca voz susurrarle a su oído: –Deshazte de todo lo que te encadene a él– susurró a su oído para ella abriera sus ojos de golpe. Amy observó sus ojos carmesí verla con gentileza por primera vez. Se levantó por fin de encima de ella para así sacudirse la tierra y hojas secas de sobre él, a pesar de eso, ella no quería moverse.
–¿Es acaso la única forma?– inquirió Amy lanzando su vista al cielo.
–Sí– asintió Shadow para observar nuevamente aquella mirada perdida –Escucha, sé que yo no soy quien para decirte que simplemente superes la muerte de alguien querido, pero te aferras de tal manera a él, que pronto terminaras odiándolo por completo.
–¡No, eso jamás!– negó para sentarse de golpe.
–¿Acaso no es eso lo que me dijiste hace poco?– inquirió Shadow arqueando una ceja.
–S-Sí, pero...
–¿Acaso no odias los sentimientos que él te hace sentir?– interrumpió.
–Yo...
–Y todo esto es por no querer dejar atrás tu pasado– enfatizó para que la eriza lo viera anonadada –Sabes que tengo razón, por eso debes de soltar aquellos recuerdos dolorosos que tienes de él– dijo Shadow para caminar hacia ella –Aférrate a las buenas memorias de él y recuérdalo como tu primer amor, y luego...– acalló para estirar su mano hacia ella, la cual Amy tomó gentilmente para ser halada del suelo ayudarla a ponerse en pie –Sigue adelante– indicó regalándole una pequeña sonrisa.
Amy le sonrió de regreso y con un suave movimiento de cabeza asintió con la misma. Con tanto dolor acumulado no se había percatado que su dolor poco a poco había empezado a convertirse en odio, un odio creado para ahogar aquel sentimiento de desesperanza que la acompañaba con tanto empeño.
–Sabes...– habló Amy para sacar de su bolsillo su mayor tesoro y por primera vez enseñarlo –Jamás lo pudimos enterrar– musitó con tristeza.
Shadow observó con intriga aquel objeto que ella tenía en sus manos, un guante blanco algo desgastado, para luego ver su mirada entristecida.
–No me digas que eso era de... – murmuró Shadow con asombro. Cuando le había dicho que se deshiciera de aquello que la encadenaba a Sonic se refería a la fotografía, no imaginó que tuviera algo más.
–Se me resbaló de las manos...– recordó Amy cabizbaja –Esto es todo lo que me quedó– confesó la eriza con una mirada sumida en melancolía –No tengo nada más que le haya pertenecido él...
Shadow no podía pedirle que dejará aquello, era sin duda muy valioso; si él tuviese algo de María, por insignificante que esto fuese, no renunciaría a eso aunque fuera consumido por el rencor y el odio.
–No es necesario que...
–Lo es– interrumpió la eriza rosa –Porque él no va a regresar– admitió por fin, mientras las lágrimas rebosan de sus ojos.
–Eso lo sé, pero...
–Es hora– le cortó.
Amy le dio la espalda para empezar a caminar sin intención de escuchar ni una palabra más. Shadow le siguió con intriga para ver qué haría ahora, y así terminar hasta un acantilado, en el cual podía apreciarse a tan sólo un par de kilómetros, la ciudad de acero.
–Llegamos– musitó Shadow al viento, admirando el tétrico paisaje.
–Lo lamento Sonic...– escuchó a Amy susurrar a la orilla de aquel acantilado prestándole nuevamente atención a su compañera –Esto es el adiós...
Amy estiró ambas manos al cielo en donde yacía aquel guante desgastado para que una correntada de aire llegará al acantilado, provocando que su cabello revolotear con fuerza y así, aquel pedazo de tela fuera alejada de sus manos por primera vez en cinco años, para decirle adiós a un pasado tan doloroso como sólo ella podría saberlo, y así, intentar ver a un futuro sin él.
Amy mantuvo su vista en aquel guante según como parecía alejarse de ella y navegar junto al viento, cual hoja de otoño cuando un grito la sobresaltó: –¡NO!– exclamó Shadow para saltar en el aire y alcanzar aquel guante en el aire. Amy lo vio caer tambaleante en el bordillo sujetando el guante de su antiguo héroe. Corrió velozmente hacia donde él se encontraba, confundida por su accionar hasta llegar a él.
–¿Por qué tú...
–¡No renuncies a esto!– la interrumpió Shadow su pregunta –Esto es especial para ti... no sabía que tenías algo como esto guardado– indicó apenado, pues de haberlo sabido no se lo hubiera recomendado o lo hubiera dicho diferente.
–Pero tú dijiste que...
–Yo hablaba de la fotografía– aclaró Shadow para voltearla a ver –Pero esto...– dijo para estirar aquel guante hacia ella –Es diferente.
Amy lo observó con asombro, sintiendo sus ojos aguarse. Por primera vez en años, sintió que alguien la entendía, pero más que nada, que alguien le estiraba una mano para salir de aquel agujero de tristeza donde se había sumido durante tanto tiempo.
–Toma– insistió el erizo negro estirando su mano para entregarle el guante.
Amy tomó el guante, y a su vez sostener la mano de él, provocando que Shadow la viera con aquella expresión de desconcierto para que ella le sonreía dulzura. Sus mejillas se ruborizaron ante la dulce mirada de la eriza, provocando que desviara su mirada avergonzado ¿Por qué de repente se sentía tan inquieto con su presencia, y más aún, por su tacto? Shadow vio de reojo la mano de ella que se aferraba persistentemente a la suya, sintiendo el cálido contacto con ésta.
–Gracias...– murmuró la eriza para así soltar su mano, o eso intentó cuando él la agarró nuevamente, captando su atención.
–Y para que lo sepas...– murmuró el erizo negro desviándole la mirada, sonrojándose por lo que le diría –No fue tu culpa.
–¿Eh?
–Su muerte... no fue tu culpa– aclaró.
Amy le desvió la mirada, soltando un pesado suspiro. Quiso decir algo más en un intento desesperado de apaciguar su atribulado corazón cuando un sonido a la distancia los hizo alarmarse. Ambos pudieron ver pequeñas naves sobrevolar la zona acercándose; parte de los robots de vigilancia de Eggman. Shadow volteó a ver a la eriza al acto quien mantenía su mirada en los vigilantes para así tomar su mano y buscar algún escondite en aquel campo abierto, percatándose que no había donde ocultarse, o eso pensó cuando vio un viejo y amplio roble. Tomó a la eriza para así colocar de espaldas al árbol y ocultarla con su cuerpo, pegándolo completamente al de ella.
Amy sintió al erizo sobre ella y un obvio color carmín bañó sus mejillas; sin embargo, no objetó ante su cercanía, sin intención de moverse... tal vez, simplemente no quería hacerlo. Escucharon las pequeñas naves marcharse, alejándose de ellos para que de nuevo la paz y la calma regresara; o algo semejante. Se quedaron inmóviles, sin pronunciar palabra alguna, únicamente sintiendo el cuerpo del otro.
Shadow no pudo moverse, sin saber exactamente por qué no podía retroceder o por qué su ser no parecía querer alejarse. Sus femeninas curvas parecieron encajar perfectamente en su cuerpo y su tersa piel cautivarlo al rozar la de él. Aquella fragancia a rosas impregnó su nariz, y el acelerado palpitar de el corazón de ella parecía golpear su pecho suavemente.
–Desearía que no te vieras así...–masculló al erizo negro.
Su corazón se aceleró fuera de control al sentir su voz acariciar su oreja, algo que él parecía ser muy bueno para hacer últimamente con sólo rozar sus dedos con los de ella. Amy conocía ese palpitar único, el que la hacía sentir viva nuevamente, recordándole la existencia de aquel corazón que pensó que había dejado de latir desde la partida de Sonic.
–¿Verme cómo?– se atrevió a pregunta sintiendo su cuerpo estremecerse.
–Tan...– silenció Shadow abruptamente sintiendo como el sonroje se intensificaba. No podía hacerlo.
Shadow se alejó de ella con un ávido movimiento para así caminar de regreso al sendero que habían seguido desde aquella mañana. ¿En qué demonios estaba pensando? Ella era la eriza de Sonic, no tenía nada que ver con él, y aquello que de repente sentía no era nada más que... ¿qué era? Se detuvo abrumado con aquellos pensamientos que atacaban su mente. No pudo completar aquella oración, pero sabía que era lo que quería decirle "Tan bella" esas palabras que no se atrevieron a salir de su boca y en su lugar una actitud fría e indiferente se presentó.
Shadow suspiró pesadamente para ver de reojo a sus espaldas y no verla seguirle. Dio media vuelta buscándola con la mirada ¿se habría quedado atrás? Caminó de regreso a aquel acantilado sin lograr verla por ningún lado.
–¿Rose?– llamó para escuchar su voz resonar en los troncos muertos, pero sin respuesta alguna –No hay tiempo de juegos, debemos irnos– comandó con una falsa molestia, pero con la misma respuesta de antes. –¿Ro...– calló al notar algo en el suelo. Caminó un poco más para ver el guante que momentos antes le había entregado a la eriza rosa y tomarlo de sobre la tierra. –Oh no...– musitó con preocupación –¡Rose!– gritó para ver hacia todas direcciones.
Shadow apretó aquel guante con fuerza para empezar a buscar indicio de ella, tenía que estar en algún lado, no podía haber ido demasiado lejos en el corto período de tiempo que la dejó sola. Caminó errático por un par de minutos hasta encontrar el rastro de varias pisadas en la árida tierra, incluyendo las botas de ella, las cuales parecían desaparecer para dar lugar a otro par de huellas muy parecidas a las de él.
–Será posible...– se cuestionó, recordando las palabras de Tails:" Mephiles tomó la forma de la última forma de vida perfecta". –Estuvo aquí– se dijo a sí mismo para ver los pasos del erizo que con tanto ímpetu había estado buscando, los cuales iban directo al corazón de la ciudad de metal. –Es hora de unas respuesta– dijo para correr sobre aquellas huellas.
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Se sentía adolorida y así abrió sus ojos con lentitud para ver una luz intensa que la iluminaba obligándola a cerrar sus ojos nuevamente. Intentó recordar cómo había llegado ahí, para hacer memoria de los últimos minutos antes de que perdiera el conocimiento. Shadow se había alejado de ella para luego marcharse y dejarla atrás; ahí en medio de la nada sintió como algo la tomaba por detrás y luego todo se había vuelto negro.
–¿Secuestro?– dijo Amy de golpe para abrir nuevamente sus ojos. Se sentó sobre el piso frío para así ver a sus alrededores, sin embargo, no podía divisar nada más que oscuridad a su alrededor, a excepción de la luz que la iluminaba sobre su cabeza.
–Amy Rose– escuchó su nombre para voltear a ver a diferentes direcciones. –Desde que te conocí no has sido más que una molestia.
–Esa voz...– musitó frunciendo el ceño molesta –¡Mephiles!– llamó molesta.
El cuarto se iluminó por completo y ahí notó las barras de acero que yacían enfrente de ella, y detrás de las mismas estaba él, el erizo que juró que mataría por lo que había hecho.
–¡Voy a asesinarte!– amenazó Amy para correr hacia él y de su bolsillo sacar aquella barra de acero pero no estaba, obligándola a parar y registrarse, sin rastro de la misma.
–¿Buscabas esto?– indicó Mephiles burlesco para enseñarle aquella pequeña vara de acero. –Tu ira y patética sed de venganza te hace irracional y predecible.
–"¡Mi vara!"– pensó al ver su arma en las manos del enemigo –Cobarde– masculló iracunda –¡Pelea conmigo si te atreves!– retó la eriza para pegarse a los barrotes y verlo desafiante.
–No es necesario– se negó Mephiles para dar media vuelta y caminar en dirección a la salida –Tú no eres mi oponente.
–¿De qué hablas?– inquirió Amy.
–Repitamos el escenario de cinco años atrás ¿te parece?– habló con un dejo de malicia en su voz.
–¿De cinco...–. Amy calló de golpe para recordar nuevamente la trágica escena que atormentaba sus noches. Abrió sus ojos de golpe ante lo que él proponía.
–La eriza capturada y el valiente erizo que viene a rescatarla– le recordó.
–No...– musitó para verlo con temor.
–Será el segundo erizo que muera a causa tuya– condenó por último para dejar la habitación.
–¡NO!– gritó para verlo salir. –¡No, no, no!– repitió con desespere para sacudir los barrotes enfrente de ella en espera de lograr derribarlos, sin éxito alguno.
Se vio de nuevo a solas en aquella prisión, tal cual una vez Eggman la dejó cinco años atrás, para esperar en la oscuridad. Amy sintió un nudo su garganta para así dejarse caer de rodillas sobre su celda y sollozar en silencio.
–Otra vez no...
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Shadow entró a la ciudad de acero y al hacerlo divisó varios robots en las alturas y tal y como Amy se lo había dicho, la seguridad del lugar era algo impresionante. A lo lejos aún podía ver como había un rastro de tierra sobre la acera de metal brillante, el cual poco a poco empezaba a ser barrido por el viento; si no se apresuraba terminaría perdiendo su única pista. Caminó con sigilo por la ciudad hasta ver el final del camino de tierra en la lo que se le asemejó a una de las guaridas de Eggman. La puerta trasera de aquel lugar yacía semi-abierta dándole un mal presentimiento, sin embargo, él sabía que ella se encontraba ahí dentro, no podía dejarla a su suerte.
Shadow entró con precaución para ver un pasillo tenuemente iluminado. La luz en el techo del lugar parpadeaba paulatinamente dándole un aspecto lúgubre al lugar; no parecía las típicas bases que Eggman hacían; se miraba más como un cascaron vacío, la fachada del Dr. Robotnik pero en su interior ocultando algo diferente.
Siguió su camino por las instalaciones, y a diferencia de lo que había afuera, adentro del recinto no había seguridad alguna. Shadow había trabajado muchas veces con el Doctor como para saber que en todas sus bases habían cámaras de vigilancia y robots que andaban de ahí para allá.
–Hay algo raro en todo esto– se dijo a sí mismo para caminar con cautela. Vio de reojo su mano empuñada, la cual aún llevaba aquel guante que ella había dejado atrás y estrujarlo con un poco más de fuerza. –"No te preocupes... no te dejaré sola"– pensó consternado.
Caminó lo que le parecieron horas pasillo tras pasillo, con habitaciones vacías dándole la sensación de estar en un lugar abandonado ¿es que acaso esa fue una de las previas bases de Eggman y ahora yacía vacía? No lo sabía con certeza, lo único que sabía es que su última pista terminaba ahí y eso le indicaba que lo más posible es que la eriza rosa estuviera en algún lado. Siguió con aquella caminata sin sentido hasta que un ruido llamó su atención haciéndolo parar al acto para voltear a su izquierda y ver un pasillo sin luz alguna. No podía distinguir más que penumbra, dándole mala espina; hasta que lo escuchó de nuevo, un tintinear a la distancia, era posible que fuera ella o algo más que pudiera darle información sobre su ubicación.
Shadow corrió a toda prisa por aquel pasillo cubierto en tinieblas para así ver hasta el fondo un habitación cerrada por fuera. Intentó abrirla, pero a diferencia de las anteriores que había visto, ésta poseía llave, y le impedía acceder a su interior.
–¿Hay alguien ahí?– escuchó decir del otro lado como un distante murmuro.
–¡Amy!– gritó conmocionado para con un puñetazo romper la perilla de la puerta y abrirla de golpe logrando entrar. –¡Am...– calló de golpe al lograr divisar con la poca luz a sus espaldas lo que miraba en su interior.
–¿Shadow?– llamó con asombro.
–No puede ser– musitó el erizo negro para ver las cadenas que sujetaban a su rehén ––¿Dr. Eggman?– inquirió para ver al hombre huevo con aquel bigote canoso
–Vaya, vaya, cuánto tiempo ¿verdad?– le sonrió moribundo.
–¿Por qué...
–¿Estoy encadenado en esta pequeña prisión?– completó para recostarse sobre aquella pared con cierto esfuerzo –Hay mucho de que hablar mi querido amigo.
No había subido este capítulo debido a que quise hacerle cambios estructurales. Es una historia algo vieja y cuando la releí hubieron cosas que no me parecieron o que se leyeron forzados así que tuve que reescribir ciertas escenas; lo mismo que pasara en el siguiente capítulo. En fin, gracias por seguir este corto Shadamy; el siguiente capítulo será el capítulo final. Kat fuera.
¡GrAcIaS pOr LeEr!
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