Capítulo 3: The Ruins
Corrieron por el bosque con mucha cautela, ocultándose de tanto en tanto, aunque él no sabía exactamente de qué intentaban ocultarse, pues Amy parecía mantener su vista en el cielo oscuro en busca de algo. Shadow por su parte la seguía de cerca, pues no conocía nada de ese nuevo mundo en el cual se había aventurado.
–Allá– ordenó en susurro para señalar una vieja construcción a la distancia.
La siguió para llegar a una antigua casa en ruinas. Vidrios rotos y muros llenos de grafitis negro con diferentes mensajes y símbolos obscenos se podían observar a simple vista. Caminaron hacia la puerta principal, que a simple se miraba bloqueada por maderos clavados sobre ésta. Amy pateó con fuerza la puerta de entrada para así abrirla de golpe, impresionándolo por su rudeza, muy su estilo. –Vamos– ordenó la eriza para entrar a la morada. Shadow le siguió, entrando a lo que alguna vez asumió fue un cálido hogar; vidrios rotos yacían por todo el suelo y marcas visibles de disparos láser en las paredes le dieron a entender que había ocurrido un tipo de pelea con anterioridad. No había nada de valor, pues era más que obvio que el lugar había sido ultrajado por vándalos hace mucho tiempo.
–¿Qué hacemos aquí?– preguntó al fin el erizo negro.
–Descansar– indicó Amy para levantar la puerta de madera que yacía sobre el suelo en un intento de colocarla sobre el marco y así evitar ser vistos desde afuera –No es seguro ir a la ciudad a esta hora de la noche, necesitamos que amanezca.
–¿Aquí?– dijo Shadow para ver el lugar con cierto desagrado.
–Oh, lo lamento, el hotel de cinco estrellas estaba ocupado– habló Amy sarcástica –¿Qué esperabas? El camino a Robotropolis es largo y peligroso, necesitamos recobrar energía y seguir al amanecer.
–Pero...
–Si quieres encontrar a Mephiles sin ser capturado deberás de confiar en mí– interrumpió su alegato –Si no te parece la manera en que hago las cosas ahí esta la salida– señaló molesta.
Shadow la observó con asombro, la Amy Rose que él recordaba era una tímida e irritante eriza que lo único que tenía en mente era su obsesión ridícula e infantil con Sonic. Esta Amy tenía una personalidad fuerte y cautivadora, a pesar de ser igual de volátil como siempre lo había sido, tenía algo que llamaba ciertamente su atención; y con el tiempo tal vez podría lograr conseguir la información que necesitaba.
–No recordaba que fueses tan irritable– respondió Shadow esbozando una sonrisa apenas visible. –Pero bien, haremos las cosas a tu manera... por ahora– dijo Shadow con un dejo de amenaza en su voz. Amy no reaccionó a sus palabras, ignorándolo por completo, registrando el lugar con la mirada en busca de amenazas. Shadow la imitó, sintiéndose extrañamente incómodo por el persistente silencio que había ahora junto a ella, sin saber por qué –¿Qué tan lejos estamos de Robotropolis?– preguntó al fin, examinando cada habitación del lugar.
–No mucho– respondió Amy sin interés y así dirigirse directamente a lo que antes parecía haber sido una cocina –No es tanta la distancia como los robots de vigilancia que están en la noche. Eggman manda más en la noche, pero es más descuidado de día, y ahí aprovecharemos–explicó para abrir todas las alacenas y escucharse como tiraba los trastes y cacharros en éstas, parecía en busca de algo.
Shadow siguió inspeccionando la antigua casa, esta vez entrando en las habitaciones vacías cuando encontró algo que llamó su atención en el suelo, un viejo pedazo de papel desgastado por el tiempo que yacía entre la basura esparcida sobre el suelo para así recogerlo, y pronto entender por qué estaban en ese lugar. Regresó en busca de la eriza rosa, quien aún seguía en la cocina.
–¿Tienes hambre?– preguntó Amy al percatarse de su presencia –Toma– dijo para lanzarle una bolsa de frituras que Shadow atrapó en el aire con una mano. –Come, porque después no habrá tiempo – ordenó abriendo ella misma una bolsa de papalinas y empezar a degustar su contenido.
–¿Cómo sabías que eso estaba ahí?– cuestionó el erizo negro para ver la bolsa con cierta desconfianza.
–¿Acaso importa?, Come– respondió indiferente continuando.
–Sabes– dijo el erizo para acercarse a ella, quien parecía ignorar su presencia adrede –No me percate donde estábamos por el estado del lugar, hasta que encontré esto– dijo para enseñarle una fotografía desgastada.
Amy subió aquella mirada que albergaba unos ojos fríos como el hielo, para así ver aquella fotografía sucia y desgastada que el erizo negro sostenía; la única fotografía que Sonic le había dejado tomarle junto a ella. Su semblante frío se borró al acto, para que sus ojos se abrieran de par en par empezándose a llenar de lágrimas saladas al ver al erizo azul una vez más, esta vez en una desgastada imagen. Se acercó lentamente para visualizar bien aquella imagen, una que creyó perdida en la guerra.
–Esta era tu casa, ¿no es así?– inquirió Shadow.
–¿Cómo...– musitó con un nudo en su garganta y con una mano temblorosa intentar tomarla, hasta que él la apartó de ella –E-Espera...
–¿La quieres?– preguntó Shadow –Entonces háblame de lo que pasó ese día– insistió para que Amy frunciera el ceño ante su chantaje.
–¡Devuélveme eso!– ordenó molesta –¡Me pertenece!
–Oblígame– retó con una sonrisa maliciosa.
Amy gruñó molesta para abalanzarse sobre él en un intento de quitarle aquella fotografía provocando que Shadow elevara su brazo para dejarle fuera de su alcance, aún seguía siendo más alto que ella después de todo. –¡Entrégala!– ordenó ella para ponerse de puntillas en un intento de tomar aquel pedazos de papel. Shadow sonrió divertido, después de lo que había pasado desde su primer encuentro, encontraba esa escena bastante satisfactoria.
Shadow estrujó sutilmente la fotografía provocando que Amy parara en seco, horrorizada.
–Si no quieres que la haga pedazos, aléjate– ordenó Shadow con una sonrisa victoriosa –Ahora.
Amy retrocedió un par de pasos de mala gana, viéndola con resentimiento. Una mirada que logró que esbozara una sonrisa de satisfacción que logró que su sangre hirviera, deseando desmesuradamente darle la paliza de su vida.
–Buena chica– apremió el erizo negro con una clara expresión de diversión en su rostro por su incuestionable obediencia.
–No me provoques erizo...– masculló Amy tragando su ira.
–Esto– dijo para señalar su mejilla morada –No tengo intenciones que se quede así.
–Pobre de ti, una niñita te le dio una paliza– habló Amy burlesca –Supéralo de una vez, y deja de hacer un estúpido berrinche infantil y ¡devuélveme lo que es mío!– se quejó irritada. Shadow frunció el ceño molesto ante sus palabras viéndola intensamente y así con ambas manos empezar rasgar aquella fotografía con lentitud desde la mitad. –¡Esta bien, está bien, lo siento!– se disculpó apresurada haciéndolo parar –Por favor...– suplicó con desesperación.
–Entonces empieza hablar– ordenó Shadow ya exasperado de ese ridículo juego que ella lo obligaba a jugar.
Amy suspiró pesadamente, suavizando su mirada para así preguntarle: –¿Prometes dármela entonces?– inquirió admitiendo su derrota. Shadow asintió la cabeza y con un suspiro de resignación Amy recordó los sucesos de ese fatídico día para empezar a relatar el día más trágico de su vida: –Eggman tenía un nuevo cañón, una ingeniosa idea para poder conquistar el mundo o algo así– inició.
–Lo recuerdo– indicó el erizo negro.
–Hizo una trampa específicamente hecha para Sonic, una en donde cuando él se acercara lo suficiente a mí lo electrocutaría vivo... o esa era la idea, pero Sonic...– calló al sentir como se empezaba a formar un nudo en su garganta –Él jamás... él...
–Él corrió haca ti, causando que las bases donde yacían las esmeraldas se electrificaran– completó Shadow un tanto apresurado, intentando evitar que ella divagará tanto como le fue posible.
–Sí– confirmó Amy con su mirada sumida en la tristeza y la nostalgia –Una onda de luz cegadora alumbró la habitación cegándome por completo, lo siguiente que vi fue a Sonic saltando hacia mí para sujetarse tan bien como pudo de la base de aquella jaula en donde Eggman me tenía prisionera– dijo perdiéndose en sus recuerdos –Yo me acerque a él y tome su mano con fuerza, pero yo no era suficientemente fuerte, no era...– calló al sentir las lágrimas empezar a brotar de sus ojos, el recuerdo era demasiado doloroso, aún sentía su mano apretando con fuerza la de Sonic, mientras él se deslizaba de sus dedos –...Y cayó al pozo de ácido debajo mis pies– completó en susurro.
La muerte de Sonic contada desde la misma Amy Rose sonaba más trágica y horrible de lo que Tails le había dicho a grande rasgos en el refugio. Observó a la eriza, quien tenía su vista perdida en un recuerdo que parecía revivir con cada palabra que pronunciaba con amargura; un sentimiento conocido para él también, pues el también había visto morir a un ser amado frente a sus ojos. Shadow soltó un suspiro para ver de nuevo aquella imagen sabiendo que si alguien poseyera algo así de María seguramente lo mataría por querer chantajearlo.
Se acercó a ella con lentitud para extender su mano y devolverle aquella fotografía que había usado con el propósito de chantajearla, avergonzando de su propia actitud, para así sacarla de la pesadilla que su mente insistía en revivir. Amy tomó con delicadeza la fotografía de su mano, para admirar al erizo azul que yacía intentando zafarse de su agarre en la misma, recordándose de aquel día, y de cómo casi cada encuentro con Sonic terminaban en un erizo que lo único que deseaba era estar tan lejos de ella como le era posible.
–¿Recuerdas algo sobre mí?– preguntó Shadow en baja voz, captando su atención.
–Ya no estabas– espetó sin levantar su vista de aquella imagen –Desapareciste luego de la brillante luz.
–Entiendo– habló condescendiente –Muchas Gracias– dijo con un amago de sonrisa y sin decir nada más, dar media vuelta alejándose de ella para darle un poco de espacio.
Amy lo siguió con la mirada, intrigada; eso había parecido un gesto de amabilidad por parte del erizo, algo nuevo proviniendo de él. Salió de la que alguna vez había sido su cocina para seguir los pasos del erizo negro y así verlo sentado sobre el suelo desgastado de madera, comiendo las frituras que ella misma le había entregado, de forma desinteresada. Se quedó de pie a varios metros de él, sin saber si dejarlo solo o acompañarlo.
–Dime algo– habló Shadow de pronto, sorprendiéndola al escuchar su voz resonar en la vieja casa –Ese tal Mephiles del que hablaste antes– empezó, sin verla en ningún momento –¿De dónde salió?
–Este... ammm...– silenció Amy al él tomarla desprevenida. Parecía que Shadow quería entablar algún tipo de conversación ella, o tal vez sólo quería pedir información de la manera correcta. –No lo sabemos realmente– respondió Amy al fin tomando lugar a una distancia considerable del erizo –Poco tiempo después de la muerte de Sonic y tu desaparición Eggman atacó la ciudad con cientos de robots, y cuando fuimos a detenerlo, este erizo casi idéntico a ti apareció- explicó Amy –Dijo que era su turno de reescribirlo todo– rememoró.
–¿Reescribirlo todo?– repitió para verla al fin, sin entender –¿De qué hablas?
–No sé exactamente a qué se refería, sólo sé que después de eso empezó a ver de eliminarnos a todos nosotros, obligándonos a escondernos.
–Interesante– murmuró para tomar otra fritura y ponerla en su boca –¿Y tú sabes su locación exacta?
–Sí...– asintió Amy endureciendo sus facciones –Y esta vez la pelea terminara diferente– dijo con resentimiento.
–¿Hablas de que tú ya has peleado con él antes?
–Una vez– respondió con el ceño fruncido y con su mirada perdida en un recuerdo –Pero no pude, yo...– calló por un segundo, sacudiendo su cabeza en un intento de obviar su pasado –No importa ya, eso fue tiempo atrás– continuó –¡Y está vez soy mucho más fuerte y no volveré a perder!– habló empoderada.
Shadow observó a la eriza, a quien el tiempo transcurrido parecía haberle hecho bien. Su mente ya no era el de una niña de quince años y su cuerpo tampoco. Sus brazos se miraban tonificados al igual que sus piernas, tenía el cuerpo de una guerrera y su movimientos eran el de toda una experta; no cabía duda que si antes no había sido lo suficientemente fuerte ahora no podría decir lo mismo.
Recorrió el cuerpo de la eriza con la mirada, observando como la luz de la luna abrazaba cada curva del mismo y sin poderlo evitar fijar su vista en su pecho nuevamente, el cual se podía apreciar gracias al escote pronunciado que llevaba, quedándose ahí por varios segundos.
–¡¿Q-Qué tanto ves?!– preguntó Amy al sentir su mirada fija en su escote para cubrirse de la mirada inquisitiva de él, ruborizándose por la osadía del erizo negro.
Shadow se sonrojó avergonzado al ser descubierto, no se había percatado del tiempo que había mantenido su vista en ella, desviando su mirada.
–L-Lo siento– logró decir a penas mientras sentía sus mejillas enardecer –Es sólo que... has cambiado... mucho– balbuceó.
–Obvio que sí– murmuró Amy abrazándose a sí misma aún ruborizada; había pasado muchos años desde que alguien la miraba como algo más que una guerrera –Han pasado cinco años ¿Qué esperabas?
–¿Qué edad tienes ahora?– cuestionó para verla de reojo.
–Veintiuno– respondió Amy sin poder sostenerle la mirada –Tan sólo uno año menos que tú...
–¿Sabes mi edad?– preguntó Shadow para verla con asombro.
–Claro que sí– respondió Amy indiferente –Tome tu edad sin contar los cincuenta años que estuviste en las instalaciones de los G.U.N, eso es igual a veintidós ¿Verdad?
–Eh... Sí– asintió con la cabeza anonadado.
–Ya no soy la misma chiquilla indefensa que conociste antes– indicó para verlo con aquella expresión molesta –Metete conmigo y te aseguro que te llevarás la paliza de tu vida.
Shadow sonrió ante su comentario, divertido –Me di cuenta– dijo para tocar su mejilla. –Eres más fuerte de lo que recordaba.
Amy le sonrió ante el comentario. Para variar un poco Shadow no estaba con su actitud fría y su mirada despectiva hacia a todos, tal vez este era el Shadow con el que Rouge compartía cuando estaba a solas y por eso le agradaba tanto.
–Respóndeme una última cosa– pidió el erizo en la penumbra de la noche –¿Cómo supiste que era yo?
–¿De qué hablas?– cuestionó Amy confundida por su pregunta.
–Tú misma lo dijiste, hay clones de mi por la ciudad– le recordó –¿Cómo supiste que no era un clon?
–Eso fue fácil– respondió –Me dijiste Rose, ningún clon jamás me ha llamado así, además, nadie más que el verdadero Shadow le diría a Sonic Faker– puntualizó.
–Eres muy perspicaz– dijo casi en forma de cumplido.
–Gracias– le sonrió para que su mirada se quedara prendida en la de él, admirando la sonrisa sobre sus labios, algo difícil de ver; podía decir que se le miraba un poco más atractivo así.
–¿Qué?– soltó Shadow de pronto ante la mirada persistente de ella.
–¡Ah! Nada, nada– dijo con nerviosismo, sonrojándose por el osado pensamiento –Bien, será mejor que descansamos, mañana será un día pesado– indicó para empezar a acomodarse para descansar.
–... Mañana– repitió Shadow para fijar su vista en la ventana cubierta con tablones de madera de un lado a otro que entre dejaban ver el exterior. Se preguntaba si despertaría nuevamente para saber que sólo había tenido un mal sueño y que todo eso que ahora vivía sería sólo una extraña fantasía de su mente.
Shadow fijó de nuevo su vista en la eriza, quien ahora yacía acurrucada del lado opuesto de la sala con sus ojos cerrados. Sus mechones de cabello largo servían como una manta rosa que cubría parcialmente su cuerpo, y sin poderlo evitar sonrió ante su presencia, por alguna razón empezaba a sentirse a gusto a su lado. Esa Amy era mucho más interesante que la de su propio tiempo.
Shadow se acomodó sobre aquella pared para ver una vez más hacia la luna, esperando el nuevo día. No sabía qué pasaría mañana, pero sabía que estaba intrigado por conocer aquel futuro extraño.
La sombra de un pasado que no deja de atormentarla haciendo que su más grande deseo sea morir como la heroína que nunca fue. Capítulo 4: Mephiles
¡GrAcIaS pOr LeEr!
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