014
Bueno, éste es el último capítulo como tal que voy a hacer antes del hiatus; luego haré un par de... escenarios basados en un montón de datos random que di hace tiempo
Horas más tarde.
Con mucho cuidado, Matchi abrió la puerta de su casa con la intención de no hacer mucho ruido; no quería que nadie fuera a hacerle preguntas sobre qué le había pasado. Además, no había llegado ilesa y era bastante tarde; explicar todo lo que pasó sería molesto y en ese momento todo lo que quería era curar sus heridas e irse a dormir.
Revisó el interior de la casa sin iluminar; pensando que su hermano estaba dormido y que no había nadie más en su casa, entró para luego cerrar la puerta detrás de ella, apoyando su espalda sobre ésta durante un momento para soltar un suspiro. Se quitó los zapatos y luego el uniforme de los Phoenix, el cual luego tendría que lavar porque se le llenó de tierra.
Cuando pensó que ya estaba todo resuelto, la luz de una lámpara junto al sofá de la habitación se encendió y llamó su atención, dejando ver a quien estaba sentado allí.
Kisaki.
— Han pasado más de tres horas desde que colgaste la llamada, aún cuando te pedí que no lo hicieras. ¿Qué fue lo que pasó?
— Yo... es una larga historia.
Obviamente él no iba a creer eso; necesitaba una explicación clara y ella no parecía querer hablar.
— Ven aquí, siéntate. — señaló el lugar junto a él.
— No, me da miedo; siento que me vas a golpear o algo así. — lo cual no iba a pasar, pero eso no quitaba el pequeño temor que ella sentía por verlo verdaderamente enojado.
— Jamás te pondría una mano encima y tú lo sabes. Por favor, sólo quiero que hablemos, y de paso te ayudaré a curar tus heridas.
— Estoy bien... — insistió. — yo puedo sola.
— Por supuesto que sé que puedes sola, pero me estoy ofreciendo para ayudarte; ahora siéntate aquí para que hablemos.
Obedeció a regañadientes y se puso junto a él, quien al parecer ya estaba preparado para esa situación y tenía con él un botiquín de primeros auxilios. Una vez la tuvo en frente, tomó un pedazo de algodón con algo de alcohol y empezó a limpiar las heridas en las manos de la fémina, las cuales estaban llenas de rasguños y algo de sangre seca.
— ¿Estás... enojado? — Kisaki se detuvo para mirarla a los ojos un segundo; se veía angustiada de forma genuina. Era consciente de que podía ser bastante sensible en algunas situaciones, pero no pensó que le fuera a importar tanto si él estaba molesto o no.
— No lo estoy, — afirmó a la vez que comenzaba a vendar una de las manos de Matchi. — sólo estaba muy preocupado por ti; pensé que te iba a pasar algo muy malo. Mira, yo te lo dije; te dije que tuvieras cuidado con quién te metías y mira cómo terminó eso.
— Lo sé, pero... no pensé que hubiera razón para preocuparse.
— Sé que a veces parece que te sobreprotejo, pero lo hago por tu bien; no me gusta ver que llegas herida a tu casa y todo lo haces sola. — terminó con una de las manos y continuó vendando la otra.
— Es porque siempre he tenido que hacer todo sola.
— Pero ya no estás sola; no tienes que hacerlo todo sola. No soy sólo yo, tienes a tantas personas que te quieren y que te apoyan y quieren lo mejor para ti; no puedes ir por la vida pensando que puedes manejar todo lo que haces sola. — terminó con sus manos, por lo cual tomó otro pedazo de algodón con alcohol y lo pasó por las heridas que ella tenía en la cara.
— Es sólo que... ¡auch!
— Ya casi acabo; sólo me faltan las que tienes aquí.
— No puedo estar segura de que todas van a querer ayudarme siempre; creo que es mejor no arriesgarme y cuidarlos a todos yo.
— Matchi, — le habló mientras ponía un apósito en la herida de su mejilla. — todos siempre vamos a estar dispuestos a ayudarte si lo necesitas. — dejó su mano ahí un momento y la observó; ella estaba mirando hacia abajo, probablemente pensando cosas que no debería pensar sobre ella misma.
Luego la abrazó con fuerza, tratando de no lastimarla pero pasándole todo lo que estaba sintiendo en ese momento; quería que ella supiera que tenía a alguien con quien podía contar siempre que no se sintiera bien.
— ¿Qué haces?
— Está bien que pidas ayuda de vez en cuando; nadie va a enojarse contigo si lo haces, ¿entiendes? Yo sé que pasaste por muchas cosas mientras aún eras pequeña, pero esta ya no es la vida que tenías entonces; ya no estás sola ni tienes que luchar por tu cuenta para sobrevivir. Yo y muchas personas más estaríamos encantados de ayudarte, si tan sólo lo pidieras.
— Pero... ¿eso realmente está bien? No he querido ser una molestia todo este tiempo.
— Tú jamás vas a ser una molestia; tienes derecho a sentir tristeza y querer ayuda. O si sólo necesitas un abrazo, supongo que para eso estoy yo, y no vas a tener que sentirte sola mientras yo esté contigo.
Era extraño; incluso después de tanto tiempo los abrazos seguían siendo raros para ella, sin embargo, se sentían bien. Le devolvió el abrazo con lentitud, rodeando su espalda por completo con sus brazos y tratando de calmar sus emociones con su aroma; sentía ganas de llorar por tantas razones, y aún así decidió no hacerlo.
— Lo siento... no quería que estuvieras preocupado. — sintió como él dejaba un beso sobre su frente.
— ¿Me vas a contar qué fue lo que pasó?
— Sólo fue... una persona con un nombre raro; South o algo así, como sur en inglés. Supuestamente quería hablar y cuando me di cuenta estábamos peleando; él estaba medio loco.
— ¿Y te hizo mucho daño?
— No fue el daño que me hizo; la cosa fue que me caí muchas veces.
— Entiendo, entonces está bien; tienes que tener más cuidado la próxima vez.
— Oye...
— ¿Dime?
— Ya sé que es algo tarde y que sólo viniste a que estuviera bien, pero... ¿te molestaría quedarte conmigo durante la noche?
— No me molesta, claro que lo haré si es lo que quieres.
👁️ LO LOGRÉ, LO LOGRÉ, LO LOGRÉ. LE DIJE A MI MAMÁ QUE NECESITO HABLAR CON UN PSICÓLOGO Y ME DIJO QUE SÍ.
Dios, fue lo más difícil que hice en mi vida, y luego cuando estábamos de regreso me dijo tantas cosas. Que ella ya me había visto bien, que eso desde hace cuanto, que seguro es por la falta de sueño, que si no he vuelto a hablar con mi amiga y mi prima, que qué siento exactamente, etc, etc, etc.
En fin, ahí mismo donde nos pusieron la vacuna mi mamá fue a preguntar por el costo de la reparación de los lentes de mi hermano, y mientras esperábamos le dije eso y justo a la par estaba el servicio de salud mental. Fuimos a sacar una cita con un psicólogo, y al parecer eso no funciona de inmediato; sacamos la cita y queda para el 2 de febrero a las 9:00am con uno de los psicólogos que tienen ahí. La consulta de ese día tiene un costo de 30 pesos mexicanos, lo cual se me hace barato (?
Y ya, por lo menos me fue bien y ahora sólo tengo que esperar a que llegue el día.
Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top