009
Luego de hacer unos cuantos cálculos, creo que Matchi y Kisaki se hicieron pareja por segunda vez el 24 de febrero porque creo que fue dos días después de lo de Tenjiku, si mi memoria no falla.
24 de febrero.
Tanto Matchi como Kisaki decidieron quedarse en la casa de la mayor durante su primer aniversario; ninguno de los dos tenía ganas de salir ese día, y disfrutaban más la tranquilidad del hogar de la chica y el casi-hogar del chico que siempre terminaban insistiendo en que también debería ser su hogar.
Además, el hecho de que hayan pasado todo un año juntos sin ninguna pelea — y no, lo de año nuevo no cuenta como una pelea si en realidad ninguno estaba enojado — era un motivo para estar feliz. Ella incluso estaba cariñosa y empalagosa — más que de costumbre — y lo abrazó con fuerza apenas cruzó la puerta de su casa.
— Y yo que pensé que no había manera de que tú estuvieras más feliz que yo. — mencionó él mientras le devolvía el abrazo. Al estar cerca, ella percibió un aroma desconocido, así que se acercó un poco más para tratar de percibir mejor el olor de su ropa. — ¿Qué haces?
— Hueles a... otra mujer.
— ¿Qué? — lo bueno era que él, como de todas maneras también era muy celoso, se lo podía tomar de buena forma.
— Pero yo ya conozco el aroma que tiene tu mamá y Hina y todas las mujeres que conocemos los dos; éste es diferente. Es el aroma de una mujer desconocida, y uno de mis diez sentidos está activándose ahora mismo; ¿ella se acercó a ti?
— No sé de quién me puedes estar hablan- ah, ya lo sé. Esta mañana mi mamá invitó a nuestra casa a algunos de nuestros familiares sólo porque sí y cuando me di cuenta casi me obligó a abrazar a una prima, pero con ella casi no me llevo.
— ¿Estás completamente seguro de que eso es todo?
— Me estás olfateando; te darías cuenta si mintiera. ¿Alguna otra cosa sospechosa?
— No, sólo tienes tu olor normal y... — olfateó otra vez. — ¿a flores?
— Quería darte flores yo también ya que me has estado regalando muchas últimamente.
— ¿Y dónde las tienes?
— Las escondí aquí. — le mostró una mochila. — Debí suponer que ibas a olerlas. También te traje un regalo.
— Yo te hice un regalo; ¡lo voy a traer!
— Toma las flores primero. — le extendió un ramo de dos flores; lirios blancos y agapantos. — Iba a traer prímulas porque sé que son tus favoritas, pero pensé que estas eran más adecuadas. Asegúrate de ponerlas en un florero con agua.
— A veces me sorprendes cuando te pones así de romántico, pero las flores son preciosas; muchas gracias. — se fue hacia otra habitación en busca de un florero y del regalo que preparó para Kisaki.
Una vez había acomodado el ramo de flores en su habitación y tomó el regalo que había estado preparando, regresó a la sala principal con él.
— ¿Qué es eso? — le preguntó al verla con una bolsa en las manos.
— ¡Son galletas! Sé que te encantan.
— Bueno... es cierto, me encanta todo lo que haces; — las recibió. — voy a guardarlas para después. Ahora, ¿hay alguna cosa que quieras hacer hoy?
— Fue como te dije; prefiero que nos quedemos aquí.
— Eso sólo significa que quieres que te acompañe a dormir.
— Me conoces muy bien. — le extendió sus brazos; eso quería decir que estaba actuando como niña pequeña y quería que cargara hasta allá.
En el año que llevaban de estar juntos, él aprendió que a ella de verdad le gustaba ser tratada así; con cariño y como una niña consentida, pero tampoco era como si lo estuviera molestando, así que lo hizo sin problemas. Estar con Matchi acompañándola a dormir era mucho más relajante que salir a cualquier lugar; casi los atrapan la semana pasada cuando fueron al cine y metieron comida a escondidas.
Al estar los dos acomodados, él le volvió a preguntar.
— ¿Estás segura de que dormir es todo lo que quieres hacer? Pensé que tu horario de sueño era mucho más estable que antes.
— Y lo es, pero nada se compra con tenerte a ti aquí. — lo abrazó con fuerza. — Eres mucho más cálido que el resto de tu personalidad. — se tomó el tiempo para acurrucarse y ponerse cómoda.
— Sí, no sé por qué sea, pero tienes la piel extrañamente fría. — le acarició el brazo que lo estaba rodeando, confirmando que se sentía como si le hubieran pasado un cubo de hielo.
— Creo que mi piel se quedó desde esa vez en que escapé de mi casa en pleno invierno. — le respondió. — Si te hace sentir mejor, luego podemos hacer algo que tú quieras; es sólo que a mí realmente me gusta esto.
— Sí se nota. — se le hacía gracioso lo apegada a él que era ella en realidad. A veces no lo parecía, pero a Matchi le gustaba tener a alguien que la quisiera y que la estuviera ayudando y apoyando con lo que ella quería; se sentía como una especie de cura a todos los años de trauma que pasó. — ¿No se te olvida algo antes de que te quedes dormida?
— Ya lo sé. — levantó su cabeza para besarlo, y aunque la idea principal era darle un sólo beso corto, terminaron siendo muchos; algunos más largos que otros. Quizás era por el sueño que tenía que él estaba tomando el control, pero eso le daba igual por el momento.
Bueno, para algo pasaron tantas cosas antes de hacerse pareja. A pesar de que algunos — Baji — dudaron, merecían relajarse y tener momentos agradables como ese luego de haber superado un año como pareja. Lo bueno es que, como diría Chifuyu, resultó mucho mejor que la primera vez; con suerte estarían juntos por mucho tiempo más.
Después de todo, el hecho de que el Takemichi del futuro no haya vuelto quiere decir que todo está perfecto; nada debería ser capaz de arruinarles su felicidad.
A menos que haya una crisis en el futuro y entonces Matchi se vea obligada a intervenir, porque eso es muy probable que pueda acabar con un desastre lo suficientemente grande como para que su relación se complique y se ponga en peligro.
👁️ Bueno, acabo de ver una oportunidad. A partir de la próxima semana (el lunes) nos van a aplicar la segunda dosis de la vacuna. En ese lugar recuerdo haber visto una puerta que decía “psicología” y yo “discretamente” le había preguntado a mi mamá qué sería esa puerta y que todavía ella me responde “seguro un lugar donde dan servicios de psicología o algo así”.
Ajá, y si no me equivoco, deberíamos ir al mismo lugar para la segunda dosis. Estando allá, quizás pueda decirle a mi mamá que necesito o quiero ir a terapia; tal vez tenga pueda funcionar porque es el único lugar donde se me ocurre que podría sacar el tema así que es en ese momento o nunca.
Digo, pensándolo bien, lo peor que ella me puede decir es “no te voy a llevar” ¿verdad? ¿VERDAD?
Y si lo pienso bien, no hay razones para que se niege si le estoy diciendo que es algo que yo considero que necesito, así que todo debería estar bien, pero yo igual me pongo muy nerviosa.
¿Me voy a acobardar? Probablemente, pero quiero pensar que tendré el valor de preguntarle. Siento que es lo más difícil que voy a hacer en mi vida.
Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.
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