Especial Navidad
FELIZ CASI NAVIDAD <3
Pues nada, aquí les dejo el especial. Aquí se relata el futuro anterior donde todos (menos Mikey xd) eran felices y Matchi tenía una hija llamada Sadashi. Básicamente el especial es para mostrarles cómo la criaron, así que espero que les guste.
El nacimiento de un bebé en una familia era, en la mayoría de los casos, un día lleno de alegría en el que una madre da a luz un ser vivo; cualquiera te diría que tener un hijo es la cosa más maravillosa del mundo. Sin embargo, nunca te hablan de los dolores de parto, las contracciones o las episiotomías.
Claro que cada mujer tiene una experiencia distinta con los embarazos, y una madre primeriza como Matchi son las que suelen sufrir más dolor a diferencia de las mujeres que ya han pasado por algún parto, pero muy en el fondo — dejando de lado el inmenso dolor que experimentaba — se sentía feliz de tener un bebé. En realidad, mayormente se sentía asustada, y era un manojo de nervios desde que sintió su fuente romperse, pero por supuesto que tener un hijo era lo que quería, y Kisaki se mantuvo a su lado durante todo el procedimiento para que pudiera sentirse más tranquila.
Apenas el bebé nació ella sintió una mezcla de satisfacción y cansancio por haberse esforzado tanto, junto con un ligero temblor involuntario.
Por supuesto que apenas nace no puede sostenerlo; primero los doctores tienen que hacerle varias pruebas para asegurarse de que es un bebé completamente sano, y una vez terminado ese proceso, la dejan a ella tomar al bebé para poder mantener su temperatura corporal mientras los doctores lo miden, les dan unas gotas oftálmicas, vitamina K, entre otras cosas.
Ver a esa pequeña criaturita frente a ella fue inmensamente conmovedor; tanto que por un momento sintió ganas de llorar, pero por supuesto que no iba a hacerlo.
Kisaki también pudo sostener a la bebé durante un momento, y la alegría que sintió durante esos escasos segundos que la tuvo en sus brazos antes de que su madre tuviera que tomarla de nuevo fue indescriptible.
Tuvieron que pasar 24 horas en el hospital mientras ella y el bebé descansaban antes de dejarlos irse a su casa, y una vez allí, un sinfín de sus conocidos los llamaron queriendo conocer a la recién nacida. El primero en venir fue, como era de esperarse, el único hermano de Matchi, pues entre ambos decidieron que era él quien tenía un poco más de derecho a conocerla primero.
Supieron que llegó en cuanto tocó la puerta de su casa — la cual estaba detrás de la pastelería que Matchi había logrado abrir — y Kisaki, quien le abrió la puerta, lo hizo detenerse justo antes de entrar.
— Espera, no entres si estás fumando. — señaló el cigarrillo en la mano del contrario. — Te recuerdo que ahora hay una bebé aquí adentro.
— Una bebé siempre tuviste contigo al estar con Ayamachi.
— Deja el cigarrillo o no entras.
— ¿Y dónde se supone que apague esta cosa?
— Aquí. — le extendió un cenicero. El más alto rodó los ojos antes de tomar el objeto y apagar y cigarrillo; fue hasta entonces que lo dejaron pasar.
Se acercó hasta donde su hermana menor estaba sentada con el bebé en brazos, el cual al parecer estaba despierto, y se sentó a su derecha.
— Shuji, — le acercó con cuidado a la recién nacida. — esta es Sadashi, y te voy a dejar cargarla sólo porque creo que tienes derecho a hacerlo; te lo estoy confiando.
Lentamente, el mayor tomó a la bebé en brazos y la observó detenidamente; se parecía demasiado a Matchi a excepción por sus ojos, los cuales pudo notar que heredó de su padre, pero no sabía bien cómo debía sentirse al respecto con sólo tener a esa criatura frente a él.
— Es... una niña cualquiera. — la bebé ladeó la cabeza al no entender sus palabras. — No entiendo cómo se supone que deba reaccionar al tener conmigo a esta cosa.
— No le digas “cosa”, — Kisaki lo regañó. — es tu sobrina.
— Sí, pero no entiendo la emoción. — la bebé estiró su pequeña mano hasta tocar la mejilla del mayor para luego sonreírle. Él se sorprendió ante aquello y le devolvió el bebé a su hermana. — Ya, me voy a encariñar si hace eso.
— Te diría que te quedes, pero todavía tenemos mucho que hacer. Sólo nos tomamos un rato para que pudieras conocerla; cuando haya pasado un poco de tiempo puedes venir a visitarla otra vez si quieres. — mencionó Matchi.
— Sí, está bien... quizás regrese de vez en cuando... si encuentro tiempo... porque soy una persona ocupada.
— No tienes trabajo.
— Exacto, por eso estoy ocupado buscando trabajo.
Fuera de eso, los primeros meses de vida de Sadashi fueron... agotadores para ambos. Todo el mundo parecía amar a la bebé, pero para su mala suerte resultó ser una muy activa y juguetona; casi siempre parecía querer hacer algo y era bastante difícil que se quedara quieta y dormida, a excepción de cuando estaba comiendo.
— Sadashi, tienes que comer algo. — Kisaki observó a su hija sentada en la silla para bebés con su babero puesto para no ensuciarse mientras comía. Tenía ya 7 meses de edad, pero con cada día que pasaba parecía ser más energética; había pasado horas tratando de darle puré de frutas y ella se negaba. — Mira, es de... manzana; te va a gustar. Vamos, abre la boca. — le acercó la cuchara, sin embargo, apenas se acercó a su boca ella la golpeó con su manita, haciendo que todo el contenido cayera sobre la cara del mayor. — Supongo que no te gusta la manzana; igual que todas las otras frutas. — suspiró. Toda la cocina estaba igual o peor que él, llena de sus intentos fallidos por darle de comer a la niña.
Quizás no era del todo tranquila mientras comía.
— Bien, ¿qué tal éste? Es sabor melocotón; aunque sea pruébalo. — volvió a acercarle la cuchara temiendo que la fuera a rechazar de nuevo, pero en vez de eso, la olfateó y tomó la cuchara con sus dos manos mientras él aún la sostenía para luego meterle a su boca. — Ya era hora.
Por otro lado, al tener una hija Matchi aprendió lo que significaba realmente querer un buen descanso; ahora casi no tenía tiempo para eso debido a que prácticamente todas las noches la bebé se despertaba exigiendo algo.
— No puede ser, otra vez. — se quejó al ver que todavía era de madrugada y su niña estaba llorando.
— ¿Puedes levantarte tú? — le pidió él.
Ella sólo aceptó sin decir nada, levantándose a la pequeña cuna que había junto a su cama y tomando a la bebé en brazos, meciéndola y tratando de calmarla.
— ¿Qué es lo que tienes ahora Sadashi? — le preguntó cómo si ella ya fuera capaz de responderle. — ¿Tienes hambre? No, tú ya no necesitas alimentarte en la noche. ¿Necesitas que te cambien el pañal? No, ni siquiera apesta. ¿Qué te sucede? Necesito saber, quiero dormir. — caminó por la habitación en busca de una respuesta.
— Déjame ver. — Kisaki se levantó al ver las dificultades que ella estaba teniendo y tomó a la bebé en sus brazos.
Inmediatamente se calmó.
— Ella sólo quería tu atención.
— No hace falta averiguar de quién lo sacó.
— Oye-
— Yo me encargo de dormirla; tú puedes volver a hacerlo también.
A pesar de todo, disfrutaban pasar tiempo con su hija en los momentos en los que estaba calmada; en especial Kisaki. Si no encuentras a la bebé en su cuna, hay 100% de probabilidades de que haya sido él quien se la llevó.
— Sadashi, — la bebé dirigió sus ojitos hacia su papá, quien le mostró uno de sus juguetes; un pequeño xilófono. — mira ésto. ¿No es un lindo instrumento? ¿Quieres tocarlo? — la dio un palo y la puso frente al instrumento, asegurándose de que no fuera a hacerse daño.
La niña miró al palo, luego a su papá y por último xilófono; golpeó con fuerza una de las láminas del instrumento y se rió. Repitió su acción varias veces, realmente sin prestar atención al sonido que estaba provocando, sino más bien divirtiéndose con la cantidad de ruidos que habían; a pesar de que no era exactamente música.
— Estoy... seguro de que vas a mejorar con el tiempo; por lo menos te ves feliz. — tomó a su niña brazos junto al xilófono y se levantó de su asiento. — ¿Quieres seguir jugando? Vamos a buscar más de tus juguetes, ¿sí? ¿Te estás divirtiendo mucho? Por supuesto que sí.
Sadashi era una niña realmente encantadora, así como impredecible; hay veces en que esperas que haga una cosa y termina haciendo otra totalmente distinta.
— Sadashi, — Kisaki llamó a su hija sentado en el suelo frente a ella. — dí “papá.”
— ¿Baba? — la niña repitió.
— No “baba”, “papá.”
— Bwaba.
La bebé desvió su atención a su querido juguete favorito, un peluche en forma gatito; lo suficientemente ligero y seguro para un bebé. Se lo regaló Baji apenas la pudo conocer, y desde entonces había sido su cosa favorita en el mundo. Tomó el objeto con una de sus manos y lo abrazó; con su otra mano tomó su sonajero y empezó a agitarlo, riéndose del sonido que provocaba.
— Es imposible enojarme contigo.
— ¿Qué haces? — Matchi le preguntó al verlo en el suelo tan frustrado.
— Trato de enseñarle a hablar, pero no puedo; simplemente no quiere. Mira, Sadashi, — la niña dirigió su mirada hacia su padre. — dí “papá.”
— Gabwah
— Eso no estuvo ni cerca.
— Es una bebé y apenas tiene siete meses; no puedes esperar a que hable tan pronto. — tomó a la pequeña en sus brazos, quien inmediatamente se alegró al ver a su progenitora. — Linda Sadashi; no importa si todavía no puedes decir “papá” o “mamá.”
— Ma... ma... ma, ma-ma.
— ¿Cómo lograste que se acerque tanto en un momento? Llevo una hora tratando de que diga “papá”. Creo que quiere más a su mamá.
— Mamá.
— Awwwww dijo “mamá”, es tan linda; fui su primera palabra.
— Mamá.
— No puedo estar molesto si fuiste tú su primera palabra; por lo menos espero ser la segunda.
Por otra parte, Hanma al final se había encariñado bastante con la niña, e iba a visitarla cada vez que podía — cosa que era casi siempre —; incluso terminó teniendo un efecto positivo en él al saber que no puede verla si está fumando. Desde que visitaba a Sadashi, su consumo de tabaco bajó considerablemente sólo porque no quería hacer nada que pudiera provocarle daño a la bebé, y claro que la pequeña estaba contenta de que su tío fuera a verla; le parecía divertido.
Se escuchó a alguien tocar la puerta principal y Kisaki fue inmediatamente a abrir; resultó ser Hanma.
— ¿La niña está despierta? — fue lo primero que preguntó mientras trataba de asomarse al interior.
— Yo también estoy bien, gracias por preguntar. Claro, ser padre es difícil; no he dormido en días.
— Ok, pero ¿la niña?
— Está despierta, pero no sé si quiera-
— Déjame pasar. — lo apartó de su camino para poder entrar a la casa y dirigirse a donde estaba Matchi con la bebé. — Hola Sadashi; — saludó a la menor y luego dirigió su mirada hacia su hermana. — déjame cargarla.
— Está bien, pero sólo un rato.
La niña rió al estar en los brazos de Hanma, tomando su ropa con sus manitas y abrazándose a su pecho.
— ¿Y ustedes qué han estado haciendo? — preguntó el más alto sin siquiera mirarlos; más que nada por cortesía y para que no pareciera que iba sólo a ver a la niña, aunque fuera verdad.
— Evidentemente hemos estado criando a una niña. — Kisaki le contestó.
— ¿Sólo eso? ¿No han... hecho cualquier otra cosa?
— Un bebé es muchísimo trabajo; — afirmó la mujer. — no hemos tenido tiempo ni siquiera para dormir.
Ahí fue cuando Hanma tuvo lo que según él era la mejor idea que había tenido en su vida.
— ¿Qué tal si... ustedes se van a dormir por una o hora o dos... o cuatro y yo cuido a ésta niña?
— Ah, no lo sé. — le respondió Kisaki. — Tú sabes que cuidar a una bebé es mucho más que sólo jugar con ella, ¿cierto?
— Por supuesto que lo sé, y creo que ustedes se merecen un descanso después de un largo año ocupados con la crianza de una niña.
— ¿Estás seguro? Porque si es así, entonces tendrás que seguir nuestras instrucciones. Sadashi es una niña adorable, pero también es muy inquieta; me preocupa que no sepas manejarlo.
— No tienes que estar preocupado, yo hecho muchas cosas en mi vida; cuidar a una bebé no será nada en comparación. Además, mírala; es un pequeño angelito.
— Creo que no vamos a poder sacarle la idea de la cabeza. — dijo Matchi.
— Está bien, la puedes cuidar, pero tienes que ser responsable.
— No pasará nada, y si algo llega a pasar ustedes están aquí. Incluso si me dices que no, me necesitarás muy pronto; tengo tus llaves. — le mostró el objeto en su mano. La niña pareció impresionarse con eso, se rió y aplaudió al ver algo tan genial; ella quería hacerlo también, y trató de alcanzar las llaves con sus manitas. — Sadashi, no puedo darte las llaves; luego las vas a morder y te vas a lastimar, y eres muy pequeña para robar.
— ¿Qué cosas le estás enseñando a nuestra hija? — preguntó Kisaki. — Ya me estoy arrepintiendo.
— Antes de que lo hagas, piensa en que es una oportunidad para que descanses; sólo váyanse y yo me encargo de todo.
— Bien, pero toma ésto. — su hermana le dio un papel con algo escrito. — Ahí está todo lo que tienes que saber sobre el cuidado de Sadashi; no vayas a hacer ningún desastre.
— Por supuesto que no lo haré. — le guiñó un ojo a la bebé, lo cual a ella le pareció genial y, de nuevo, quiso imitarlo. Trató de cerrar un ojo haciendo mucho esfuerzo un par de veces, y luego parpadeó, convencida de que lo había logrado.
— Te veremos en un rato, Sadashi. — la bebé vio a su mamá y a su papá alejarse, y se preguntó a dónde estarían yendo los dos juntos; casi siempre de quedaba aunque sea uno de ellos acompañándola, pero esta vez se estaban alejando ambos.
Eso no le gustaba; ella quería atención de su mamá y su papá.
Extendió sus manos en dirección a sus padres, abriendo y cerrando sus manos en señal de que quería estar con ellos.
— Olvídate de tus padres un rato; — el más alto le habló a la menor. — ellos quieren descansar, pero yo te voy a cuidar mientras tanto. Te vas a divertir tanto conmigo que el tiempo se pasará volando, créeme. — la niña insistió repitiendo su acción con sus manos, ésta vez empezando a llorar.
— Mamá, papá. — lloró más fuerte a la vez que llamaba a sus padres.
— Shhhh, oye, no tienes que llorar. — trató de mecer a la bebé en sus brazos mientras buscaba con la mirada algo que pudiera tranquilizarla. No le quedó de otra más que ver si en la lista que le habían dado había algo de utilidad, y resultó que sí, ahí decía que a la niña siempre la calma su juguete favorito; el peluche en forma de gato. Pronto lo encontró y logró dárselo a la pequeña, desviando su atención y logrando que se calmara un poco; ella abrazó su peluche con cariño. — Bien, si lloras, tú mamá quizás quiera matarme; trata de estar feliz.
Obviamente, la niña no entendía lo que le estaban diciendo, pero se le hizo gracioso ver a su tío tan asustado por un momento.
Hanma logró cuidar de la niña sin mayores complicaciones, excepto por una cosa.
Luego de haberle dado de comer, pudo dedicarse a jugar con ella un rato; le dio su xilófono para que estuviera entretenida, pero ocurrió un pequeño incidente. La niña no se estaba fijando bien cómo tocaba el instrumento, y Hanma tampoco le prestó mucha atención; no hasta que ella por accidente golpeó su frente con el palo que usaba para tocar el instrumento.
Casi inmediatamente, comenzó a llorar, y ahí fue cuando el pánico se apoderó del mayor; ahora tanto su hermana como Kisaki iban a estar furiosos con él por haber permitido que su bebé se haya lastimado.
— ¡Shhhh, no llores! — trató de calmarla lo mejor que pudo y le dio su peluche favorito, pero no pareció calmarse; quiso llorar más fuerte. Iba a necesitar otra estrategia. — Sadashi, mira. — le mostró muchos de sus otros juguetes, pero nada detuvo su llanto; la pequeña tenía sus manos en su frente y empezó a lloriquear. — Sadashi, no llores, Sadashi, mira que lindos juguetes; — insistió él. — son muy divertidos ¿verdad? — entonces recordó el evento que a la niña le causó gracia antes; podría ser una buena solución. — Sadashi, mira ésto; son las llaves de tu papá. — le mostró el objeto en sus manos y la menor lo miró con curiosidad. — ¿De dónde las habré sacado? Del mismo lugar del que saqué el teléfono de tu mamá. — sacó el objeto de su bolsillo; la bebé sonrió impresionada. — Y por aquí, — metió su mano libre en su otro bolsillo. — tengo la cartera de tu papá, ¿qué te parece? — ella rió y aplaudió otra vez; aprovechó ese momento para cargarla y revisar que su cabeza no estuviera muy dañada, y para su suerte la herida parecía ser superficial.
Al final, Hanma logró cuidar a Sadashi con éxito a pesar de lo ocurrido.
Nunca más volvió a ofrecerse.
De todas formas, mucha gente visitaba a Sadashi, excepto Takemichi. Cualquiera esperaría que Kisaki sea un padre celoso, pero le permitió a Takemichi visitar a la niña una sola vez; digamos que no resultó bien.
— Y ésta es Sadashi. — Matchi le presentó a la niña, quien se quedó mirando fijamente al extraño de cabello negro.
— Hola Sadashi. — Takemichi trató de ser lo más amigable posible con ella, y pareció funcionar; le agradó muchísimo en un instante. Tanto que le sonrió y extendió sus brazos mientras cerraba y abría sus pequeñas manos, pidiéndole a él que la cargara en sus brazos.
— No. — Kisaki la tomó antes de que pudiera hacer cualquier cosa. — ¿Por qué te agrada él, Sadashi? — la niña insistió y siguió haciendo el mismo gesto una y otra vez; incluso amenazó con llorar si no era Takemichi el que la tenía en sus brazos.
— Dale a la bebé.
— No quiero, Matchi, ¿por qué estás de acuerdo con esto?
— Tú sabes cómo es Sadashi; se cansa de la gente nueva luego de 10 minutos. Será sólo un rato, así que dásela.
—...Bueno. — le entregó a la niña de mala gana, no sin antes haberlo mirado mal.
Pasaron 10 minutos y la pequeña estaba lejos de estar aburrida. Al parecer había encontrado una forma de entretenerse molestando a Takemichi, así que empezó a jalarle el cabello y golpear su cara con su mano; lo bueno era que no tenía mucha fuerza, y lo único que resultaba era un poco irritante, en especial después de otros 15 minutos en los que Takemichi se decidió por ignorarla, lo cual colmó su paciencia, porque Sadashi odiaba no obtener atención.
Luego de 30 minutos de tortura — que no fue sólo para Kisaki por haber entregado a su hija, sino también para Takemichi que no pudo soportar la naturaleza inquieta de la niña — fue el de cabello, ahora, negro el que entregó de vuelta a la bebé; exhausto por todo lo que pasó en menos de una hora.
No habían muchas más complicaciones en sus vidas con la menor, sino más bien preocupaciones; más que nada de Matchi, quien se esforzaba todo lo que podía por ser una buena madre y ganarse el cariño de su hija.
— Sadashi, no, los juguetes no deben lanzarse ni se golpean así. — regañó a la bebé al ver lo que hacía con uno de sus tantos juguetes. La niña lloró e hizo un berrinche, queriendo el objeto de vuelta; luego trató de quitárselo a su mamá, y ella, sintiéndose presionada y culpable por hacerla llorar, se lo devolvió. — O puedes ignorarme y hacer lo que quieras, supongo. — mientras la niña volvía a lo suyo, ella la cargó en sus brazos y la miró fijamente. — Ay, Sadashi, sólo quiero que no me odies en el futuro ni que pienses que soy mala; no quiero que tengas que pasar por todo lo que pasé yo. Quisiera poder asegurarte una vida feliz; nada como la mía.
— Sabes que tienes que aprender a ponerle límites, ¿verdad? — la voz de su esposo, que acababa de llegar, la interrumpió.
— Llegaste más temprano de lo usual.
— No trates de evadir el tema; Sadashi también necesita aprender qué está bien y qué está mal. Si sigue así, cuando crezca, estará acostumbrada a tener todo lo que quiere, querrá darles órdenes a los otros, se enojará cuando se lleve una decepción y culpará a todos menos a ella misma.
— Pero no quiero que piense que soy mala; quiero que Sadashi sienta el amor de su madre como yo no pude, y no que me vea como una mala persona.
— Poner límites no te hace una mala persona, y Sadashi tiene que saber respetar a la autoridad. — le quitó a la bebé el juguete que le habían devuelto antes, causando que su llanto empezara de nuevo. — No, Sadashi, los juguetes no se rompen; úsalos con cuidado y no trates de destrozarlos, o no los usas.
La menor empezó otra vez con su berrinche, gritando, chillando y pataleando de la rabia. Matchi, en esas situaciones, no tenía idea de qué hacer, así que miró a Kisaki en busca de ayuda, quien la miró de vuelta dándole a entender que la ignore y la deje llorar.
Sadashi siguió así un rato más hasta que se rindió, viendo que no obtuvo la atención que quería, y su padre la tomó de los brazos de su madre para hablarle.
— Está mal que hagas eso; los juguetes también nos cuesta mucho conseguirlos, así que cuídalos. — caminó por la habitación hasta encontrar otro de sus juguetes y se sentó en el sofá. — Toma, juega con el xilófono; con éste no habrá problemas. — así fue como logró superar el escándalo que había causado la bebé, y ahora ella estaba jugando de lo más tranquila usando un palito para golpear el xilófono.
— Lamento no haber podido ayudar. — mencionó ella mientras se sentaba junto a él.
— No te preocupes; entiendo que sea difícil para ti regañarla y pareciera que lo que quieres es mimarla y cuidarla mucho, pero si cumples sus caprichos, básicamente le estás enseñando que la próxima vez sólo tiene que llorar un poco más y obtendrá lo que quiere. Es por eso que es tan importante que ella conozca sus límites.
— Me preocupaba... porque la hice llorar; no sé cómo lidiar con éstas cosas, ¿realmente está bien ignorarla cuando llora?
— No es ignorarla cuando llora, es ignorar sus berrinches. Si alguna vez ella llora por otra cosa, obviamente merece atención; pero si te hace sentir mejor, creo que Sadashi te prefiere a ti.
Ella era también muy inteligente, puesto a que aprendió a hacer cosas mucho más rápido que otros niños.
— Ohhhh mira, 'Saki, está tratando de caminar. — señaló a la bebé, la cual se estaba sosteniendo del sofá mientras se encontraba de pie y trataba de avanzar un paso en su dirección.
— Ven, Sadashi. — la animó; ella le dio una mirada a sus padres antes de dar un paso.
— Eso es, vamos, ven con mamá y papá Sadashi. — la menor repitió su acción y dio otro paso, soltándose del sofá. — Con cuidado, ven.
Fue así como Sadashi dio sus primeros pasos, caminando hacia sus padres.
— Es bastante inteligente para haber dado sus primeros pasos ya. — opinó Kisaki. — Digo, hay bebés que lo hacen hasta los 16 meses y Sadashi apenas cumplió un año hace poco.
— Nuestra hija es una genio; con tu inteligencia y mi fuerza combinadas va a dominar el mundo cuando sea mayor.
— ¿Por qué no dejamos los planes malvados de lado por un rato? — tomó a la bebé de los brazos de su madre.
La bebé era un angelito, y para su mala suerte, no podía ser por siempre una bebé; eventualmente pasaron los años y cumplió 3. Ahora podía hacer muchas cosas más que antes, y por supuesto, ya sabía hablar y caminar bien, además de que tenía una personalidad mucho más definida.
— Mamá, mamá. — la niña habló parada en un banquito en el baño mientras su madre la estaba ayudando a lavarse los dientes. — Aprendí muchas cosas hoy en un libro.
— Eso es bueno.
— ¿Sabías... sabías que... um... sabías que... los insectos duermen?
— Hmm... no lo sabía.
Era divertido ver como ella quería enseñarle cosas a ella.
— ¡Es genial!
— ¿Le contaste a papá? Seguramente querrá saberlo.
— ¿Le puedo contar antes de ir a dormir? Puedes decirle que me lea un cuento.
— Por supuesto, a él le encantará.
Más preocupante que todo eso, Sadashi estaba atravesando una pequeña fase del “por qué”, la cual, a pesar de no ser mala, sí era un tanto... agobiante.
— Papá, ¿qué es eso? — la niña señaló por la ventana, donde se podía ver la gotas cayendo del cielo y chocando contra la ventana.
— Es lluvia.
— ¿Por qué es lluvia?
— Porque así es; cae del cielo.
— ¿Por qué?
— Porque las nubes están llenas de agua.
— ¿Por qué?
— Porque de eso están hechas; agua evaporada.
— ¿Por qué?
— Porque el agua aquí en la tierra se evapora, y luego forma las nubes.
— ¿Por qué?
— Por el calor del sol.
— ¿Por qué?
— Porque así... así funciona la naturaleza, Sadashi. — se quedaron en silencio durante algunos segundos, y por un momento él pensó que ya había terminado con sus preguntas.
— ¿Por qué?
Quizás no.
— No lo sé, Sadashi; yo... no lo sé todo.
— ¿Por qué no?
— Ayúdame. — miró hacia la mujer que estaba cerca de ellos, quien dejó lo que estaba haciendo para acercarse a su hija.
— Nosotros no podemos saberlo todo porque hay cosas que no tienen una explicación clara, pero podemos buscar una respuesta juntos.
— Está bien.
Sadashi era bastante enérgica y curiosa, lo cual la ayudó a comprender mucho más rápido las cosas que ocurrían a su alrededor, pero también hizo que quisiera hacer cualquier cosa que viera; en especial si veía a alguno de sus padres hacerlo.
— Mamá, — Sadashi se asomó en el otro extremo de la mesa en la que Matchi estaba trabajando; no se suponía que estuviera en esa cocina. — ¿puedo ayudar?
— Aún eres muy pequeña para eso; podrás cuando seas un poco mayor, y se supone que tú deberías estar adentro.
— ¡Quiero ayudar!
— Como dije, no puedes. — la niña hizo un puchero en señal de su insatisfacción. — Pero... si realmente quieres ayudar...
— ¿Sí?
— ¿Por qué no acompañas a tu papá en la tienda? Estoy segura de que le vendrá bien una mano.
— ¡Ya voy! — salió de la habitación estando de lo más entusiasmada.
¿Cómo decirle que no cuando sus intenciones son tan buenas? Aunque la verdad era que a Matchi le costaba decirle que no en cualquier ocasión; le encantaba consentirla.
— ¿Podemos comer postre?
— Apenas es el desayuno, Sadashi. — le contestó Kisaki.
— Pero... yo realmente quiero... — miró a su madre con los ojos llorosos; esa mirada de súplica que heredó de ella misma.
— Supongo que... una vez no puede hacer daño.
— Matchi.
— No quiero que se sienta mal; — le habló en voz baja. — Tú sabes que no me gusta verla triste.
— Ya habíamos hablado sobre ponerle límites; no puede hacer todo lo que se le antoja.
— Pero odiaría ver que llora por mi culpa.
— Eso lo entiendo, pero no es razón para darle todo lo que quiere cuando quiere.
— ¿Están peleando? — la voz de su hija los interrumpió. — ¿Se van a pelear y ya no van a querer estar juntos? No pediré nada si eso hace que se peleen. — vieron sus ojos al borde de las lágrimas; lo habían arruinado.
— No, Sadashi, no es eso. — le habló su padre. — Fue una... diferencia de opiniones.
— Nosotros nunca nos pelearíamos.
— ¿Van a estar siempre juntos?
— Claro, por algo nos casamos. — contestó ella.
Esas situaciones eran especialmente difíciles cuando la niña cometía alguna travesura.
Se escuchó un objeto romperse seguido del llanto de Sadashi, a lo cual ambos padres corrieron hacia el lugar de donde provino el sonido y vieron a la pequeña junto a un jarrón roto.
— Perdón, estaba pasando y... y.. me tropecé con la mesa y... el jarrón se rompió; no se enojen conmigo. — sollozó.
Claro que Matchi no soportaba verla así, y aunque tenía estrictamente prohibido correr y jugar dentro de la casa para evitar esos accidentes, simplemente no encontraba el valor para regañarla. En vez de eso, se acercó y la cargó en sus brazos.
— Está bien, Sadashi, no estoy enojada; pero tienes que tener más cuidado la próxima vez, ¿sí? Podrías llegar a lastimarte. — le dio un pequeño beso en la cabeza y seguido a eso acarició la misma zona en un intento por calmarla. — No te lastimaste, ¿verdad?
— Sí... me corté la mano; me duele. — le mostró la cortada en su palma a su madre quien inmediatamente se encargó de revisarla y sacó de un cajón un pequeño apósito junto a un pedazo de algodón.
— Bien, no te preocupes, vamos a curar esa herida ¿sí?
Kisaki la miró como si estuviera tratando de decirle algo.
— Matchi, ¿no crees que deberías decirle algo más acerca de jugar en la sala?
— Por favor, ten algo de paciencia; estoy tratando de ser lo más responsable que puedo, pero no puedo regañarla. — le susurró. — A veces no puedo evitar verme a mí misma en ella, y mi mamá me hubiera hecho limpiar mi desastre; no quería tratarla mal.
— Limpiar tu desastre... no es algo tan malo.
— Con mis manos.
— Bueno, sí es bastante malo, pero-
— Ya lo sé, necesita límites, y por eso cuento contigo; yo no puedo hacerlo aunque quiera. — él suspiró; en el fondo sabía que ella tenía razón.
— Bien, te ayudaré a curar su mano.
Y claro, la niña también tenía esas veces en las que había que consolarla, porque aunque quisieran que nunca la pase mal, no lo podían evitar.
— Psssst, papá. — la menor tocó la cara de su padre, quien estaba durmiendo tranquilamente, y trató de despertarlo. — Papá, papá. — finalmente abrió los ojos sólo para encontrarse con su hija sosteniendo su juguete favorito; aún era de madrugada.
— ¿Qué ocurre?
— Tuve una pesadilla.
— Las pesadillas son sólo sueños, cariño; no pueden hacerte daño.
— Tengo miedo de volver a dormir.
— Todo estará bien; sólo vuelve a dormir. — no lo decía porque no quisiera ayudarle, sólo que no pensaba correctamente estando medio dormido. Se volteó hasta darle la espalda.
La pequeña frunció el ceño y rodeó la cama hasta llegar del lado donde estaba su madre y repitió su acción, picando la mejilla de la mujer para que despertara.
— Mamá, mamá. — se detuvo al ver que logró su cometido.
— ¿Qué pasa, Sadashi? ¿Qué haces despierta tan tarde?
— Tengo miedo; tuve una pesadilla. — la contraria observó a Sadashi; ella mejor que nadie sabía lo difícil que era dormir teniendo pesadillas.
— Ven, mi amor; puedes dormir aquí con nosotros esta noche.
— ¿Puedo?
— Claro; no te va a pasar nada mientras estemos contigo. Vamos, sube.
La niña se subió con cuidado a la cama hasta quedar en medio de sus padres y se acostó allí, sintiéndose mucho más tranquila. Matchi la abrazó y le acarició la cabeza mientras se quedaba dormida, para luego dejarle un pequeño beso en su cabeza.
— Buenas noches mamá.
— Buenas noches Sadashi.
Hubo también una vez en la que la curiosidad de Sadashi la llevó a encontrar algo que, a pesar de que no tenía nada de malo, quizás era mucho para explicarle a una pequeña.
— Mamá, ¿qué es esto? — la mujer miró lo que estaba sosteniendo su hija.
— ¿Dónde lo encontraste?
— En una caja en un armario.
— ¿Qué cosa encontró? — Kisaki se unió a la conversación también.
— Sadashi, esto es algo que usaba hace algunos años; mucho antes de que tú nacieras. Es como... un uniforme, por decirlo así.
— Es un uniforme genial, ¿para qué era?
— Pues... — dudó un poco sobre contarle sobre aquello, pero a fin de cuentas no le vio nada de malo. — de una pandilla; aunque ya no existe, pero fue una etapa por la que pasé.
— ¿Qué es una pandilla?
— Bueno, Sadashi, que quede claro que no es el ejemplo que quiero darte para que sigas, pero básicamente éramos un grupo de personas que... golpeaban a otras personas. Ah, pero el grupo al que pertenecía buscaba luchar contra las etiquetas y estereotipos impuestos por la sociedad.
— ¡¿Y tú formabas parte de esa pandilla?!
— Linda, yo fui su fundadora; ese uniforme me lo hizo uno de mis amigos.
— ¿En serio? Papá, ¿es cierto?
— Sí, es verdad; a tu mamá le encantaba golpear personas, pero sólo a los que se lo merecían. — aclaró.
— ¡O sea que mamá era súper cool!
— Mamá sigue siendo súper cool. — habló ella.
— Lo que es importante que recuerdes, Sadashi, es que ese no es un camino que debas seguir.
— ¿Y tú qué hacías en esa época papá? ¿También eras parte de una pandilla?
— Yo... no me enorgullezco de las cosas que hice en esa época.
— ¿Fue así como se conocieron? ¿Tienen una historia increíble de cómo se conocieron y se enamoraron?
— Nos conocimos cuando estábamos en la primaria, es todo. — le contestó la mayor.
— Awwwww pero en las películas las parejas tienen historias súper románticas y dramáticas.
— ¿Quién te muestra esas películas?
— Sadashi, la historia de de cómo tu papá y yo nos enamoramos tiene de todo menos romance; drama es lo que más tiene.
— ¡Quiero saber, quiero saber!
— Ay, pero es una historia muy larga; pasaron muchísimas cosas antes de casarnos.
— Quiero saber, mamá, por favoooooor. — Matchi suspiró.
— Está bien, pero luego no digas que no te advertí que la historia era larga.
Eso a ella no le importaba; a Sadashi le encantaba tener la atención de sus padres en todo momento, y por supuesto que lo lograba; ella era su única hija y así quería que siguieran siendo las cosas para siempre.
— ¿Qué le pasó a mamá? — la niña, de ahora 4 años, preguntó al ver a su madre en la cama desde la mañana. — ¿Está enferma? ¡¿Se va a morir?!
— Por supuesto que no, pero ha estado vomitando todo el día y no estoy seguro de qué tiene... aunque tengo mis sospechas; mañana la voy a llevar al hospital.
— ¿Iremos al hospital?
— Tú no, voy a llamar a Hanma para que te cuide mientras no estamos; no encontraré a nadie más que esté disponible en tan poco tiempo.
— Yo quiero ir también.
— Pero a ti te gusta quedarte con tu tío, ¿no es cierto? Serán un par de horas y estaremos de vuelta.
— Es que, es que... mamá me preocupa.
— No tienes nada de qué preocuparte. — se agachó hasta quedar a la altura de la pequeña. — Estoy seguro de que tu mamá está bien; seguramente no es nada grave, pero necesito que te quedes aquí, ¿está bien? Te contaremos lo que nos dijeron en el hospital al regresar.
— Está bien...
El día siguiente llegó y Sadashi estuvo todo el tiempo preocupada; ni siquiera tenía ánimos para jugar sabiendo que su mamá estaba en el hospital, y a pesar de que le dijeron que estaría bien, no podía evitar sentirse triste.
— Tío Shuji, — el mencionado miró desde el sofá a la niña, quien estaba sentada en el suelo de la sala con sus juguetes. — ¿Tú crees que mamá estará bien?
— Ella ha pasado peores cosas que un par de mareos.
— Pero ella estaba muy mal.
— Lo sé, y aún así estoy seguro de que se va a recuperar.
La menor quiso distraerse con otra cosa, así que centró su atención en las manos del mayor, las cuales tenían algo escrito.
— ¿Qué tienes en las manos? ¿Qué es eso?
— Son tatuajes.
— ¿Y qué dicen? — quiso tratar de leer. — ¿Dice “pescado”?
Inclinó la cabeza confundida; aún no terminaba de aprender a leer, aunque pronto iba a entrar a la escuela y sus padres ya le habían dado un par de lecciones.
— “Pecado”. — corrigió. — Y la otra dice “castigo”.
— ¿Por qué te hiciste eso en las manos? ¿Lo escribiste con un marcador o algo?
— No. — se rió ante la respuesta de la pequeña.
— ¿Entonces cómo? ¿Puedo hacerlo yo? Mamá tiene un tatuaje en la mano, ¿verdad? Yo también quiero.
— Escucha, los tatuajes son mucho más dolorosos que un marcador; aún eres pequeña para pensar en eso.
En ese momento se escuchó la puerta abrirse, y Sadashi salió corriendo para recibir a sus padres, quienes recién estaban llegando, y abrazar a su mamá de las piernas.
— ¡Mamá! ¡Estás viva!
— Claro que estoy viva, cielo. — se agachó hasta quedar a la altura de la pequeña y le acarició la cabeza, para luego darle una mirada rápida a Kisaki y volver a dirigir sus ojos anaranjados hacia la niña. — Pero necesitamos hablar contigo de algo, así que vamos a la sala, ¿está bien?
Algo confundida, la menor asintió, y luego de llegar a la sala y explicarle rápidamente a Hanma lo que estaba pasando, decidió quedarse allí para que ellos dijeran lo que tenían que decir y escuchar todo en silencio.
— Bueno, Sadashi, — Kisaki empezó a hablar. — en primer lugar... tu mamá está perfecta de salud.
— ¿Y entonces por qué se ha sentido mal?
— Esa es la cosa; tu madre, bueno, nosotros vamos a... ella está... no sé cómo explicarle esto a una niña. — susurró lo último para sí mismo. Respiró profundo antes de continuar. — Sadashi, tu mamá está... embarazada.
— ¿Y eso qué significa?
— Significa que vas a tener un hermanito. — la mujer le contestó.
— O hermanita, aún no lo sabemos.
— Ehhh, pero ¿cómo? ¿Por qué mamá está embarazada? ¿Cómo es que hicieron un hermanito para mí y por qué está haciendo sentir mal a mamá? ¿Cómo se hacen los bebés?
— Muchas preguntas. — Kisaki mencionó. — No pensé que éste momento llegaría tan rápido, pero... supongo que es algo que tienes que saber, así que te lo explicaré. Pues, Sadashi... papá tiene una semillita y mamá huevitos.... cuando estos se juntan se empieza a formar un bebé en el vientre de mamá. Después de 9 meses mamá lo traerá el mundo a través de un parto, y... es todo; así es como se hacen los bebés.
— Ohhh, ¿o sea que mamá tiene un bebé en su panza?
— Sí, eso es correcto; por esa razón ella estaba sintiéndose algo mal. Vas a entender mucho más con el tiempo; en especial cuando convivas con tu mamá durante el embarazo.
— ¡Pero yo no quiero un hermanito! — se quejó de pronto.
— ¿Por qué no, cariño? ¿No quieres tener a alguien con quién jugar? — le preguntó su madre. — Podrás tener compañía, y él o ella va a aprender de ti.
— ¡No quiero! Me gusta como son las cosas ahora; ¡no necesito un hermanito! ¡Me va a quitar su atención!
— Eso no es cierto; aunque es verdad que los bebés requieren un poco más de esfuerzo que una niña como tú, pero eso no quiere decir que vamos a dejar de quererte, Sadashi. — habló Kisaki.
— ¡Mientes! Cuando el bebé nazca, ya no me van a querer.
Salió corriendo, y antes de que Matchi fuera a correr detrás de ella Hanma se le adelantó y la miró como queriendo decirle “yo me encargo”. Siguió a la niña hasta la habitación, donde estaba llorando de la rabia, y se puso junto a ella.
— ¿Tú también me vas a decir que tengo que tener un hermanito y que lo tengo que querer?
— No, no tienes que quererlo, pero tampoco puedes evitar que lo vayan a tener. — miró hacia la puerta para verificar que no lo estuvieran escuchando. — ¿Te cuento un secreto? — la menor asintió. — Yo tampoco quería una hermanita.
— ¿No?
— No, y al parecer nuestra madre tampoco quería otra hija.
— Mamá nunca me habla de la abuela.
— Por eso es un secreto lo que te voy a contar. Yo no quería una hermanita, pero... al final nuestra madre terminó teniéndola porque era muy cobarde para... bueno, no tenerla. — evitó hablarle sobre el aborto; eso sería demasiado. — Pensé que tener una hermana me iba a quitar toda la atención de nuestros padres, que ya de todas maneras no era demasiada, así que al principio la odié.
— ¡Pero mamá es buena!
— Sí, escucha el final de la historia. Yo odiaba tener una hermanita hasta que un día arruinó las cortinas favoritas de mamá, me pareció divertido y decidí que iba a darle una oportunidad.
— ¿En serio?
— Sí, pero además... nuestra madre odiaba a tu mamá, y no la trataba nada bien por ser la menor, y yo tampoco tenía permitido meterme a defenderla; pensé que estaba muy sola y que si alguien en la casa no la cuidaba nadie lo iba a hacer, y me empezó a agradar, aunque cuando creció fue una malagradecida. Tu mamá un día sufrió un... accidente, en el que se hizo la cicatriz que tiene en su cabeza, y desde entonces tuve que ser yo el que debía encargarse de cuidarla. ¿Entiendes el punto de todo esto? Créeme cuando te digo que ellos no van a dejarte de lado, y deberías querer a tu hermanito o hermanita o lo que sea.
— Hmm... ¡está bien! No pensé que mamá iba a pasar tantas cosas sólo por ser la menor.
— Bien, ya verás que no será tan malo como crees.
Los meses pasaron y el segundo embarazo de Matchi pasó; de nuevo tuvo que pasar por el mismo proceso de parto una vez que el nuevo bebé llegó al mundo, el cual — por cierto — resultó ser un niño. Claro que ahora ella no sufrió tanto al ya haber pasado por un parto antes, pero de igual forma fue agotador.
— Mira Sadashi, — la mujer, ya de vuelta en su casa, le mostró el bebé a la pequeña cuando este estaba en su cuna. — te presento a tu hermanito, Yasahiro.
La menor observó al más pequeño en la cuna, durmiendo tranquila y pacíficamente; era todo lo contrario a ella en cada sentido existente. Su cabello era negro y sus ojos anaranjados, además de ser bastante tranquilo y no muy energético; lo opuesto a cuando ella nació.
— ¿Qué te parece? — su padre le preguntó.
— ¿Sí está vivo? Yo no lo veo moverse.
— Claro que está vivo; sólo es bastante... calmado. Mira como duerme todo acurrucado y tranquilo. — mencionó la mujer.
Ahora eran una familia más grande y feliz; Matchi jamás pensó tener una de esas, pero al parecer la vida daba cambios inesperados, y su primera hija era una caja llena de sorpresas enormes. Además, Sadashi se estaba llevando genial con su hermanito; lo estaba cuidando más que nadie después de la charla que tuvo con su tío.
La crianza de un niño era agotadora, y mucho más la de dos niños, pero definitivamente valía la pena todo ese esfuerzo si podían ver a esas pequeñas criaturas crecer y, algún día, estar agradecidos con ellos por haberlos amado desde el momento en el que abrieron los ojos.
Ese amor que ella no pudo recibir, era el mismo que les daba a sus hijos.
🔮 La explicación del cómo se hacen los bebés la saqué de Google, ¿sí? A mí nunca me explicaron; una vez mi mamá me preguntó si sabía y cuando le dije que sí me preguntó quién me habló sobre eso, y ni yo me acuerdo, creo que me lo enseñaron en la escuela o algo así.
Claro que sé del sexo y todo eso, pero es un tema muy prohibido en mi casa (esa es, de hecho, una de las razones por las que no escribo lemon; el miedo a que mi mamá lo descubra) y pues nunca se habla de eso. A mis 17 años, le pregunté a mi mamá qué es un orgasmo, y me dijo que cosas de mujeres que va a hablar conmigo algún día. Y yo tipo “Ama ya voy a cumplir 18 años, voy a ser mayor de edad, ¿cuándo es algún día?” 😭
Para que se hagan una idea, no sé qué es el clítoris, y hay muchas cosas de las que me enteré por otros medios (básicamente wattpad xd) como... gemidos, me da vergüenza escribir eso, pero una vez lo mencionaron en mi escuela y yo no sabía qué era y me dieron una explicación vaga en broma pero capté la idea.
JSAHAJSJA la verdad no sé si todo esto sea normal, pero en fin, ¿para qué les contaba esto? Bastaba con decir que saqué la explicación de Google.
Lástima que Sadashi técnicamente no existió porque Takemichi volvió a viajar en el tiempo luego de ese futuro.
Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top