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¿Cómo están? Yo ayer en la noche andaba modo depresión aunque pude terminar mi tarea. Es que me desesperé porque los números y las letras juntos me confunden mucho y aunque me expliquen mil veces sólo me confundo más.
Los dos se fueron caminando hacia la casa de la chica, pero empezó a llover de un momento a otro.
— ¿Por qué siempre que estamos haciendo algo llueve? — se preguntó Kisaki.
— Corramos, mi casa ya está cerca. — mencionó ella tomándolo de la mano para que la siguiera.
Tuvieron que apresurarse y correr lo más rápido que pudieron hasta llegar a la casa de Matchi; estando completamente empapados entraron y se encontraron con Hanma.
— ¿Qué les pasó a ustedes? — les preguntó.
— Creo que es evidente que estábamos afuera cuando empezó a llover. — le contestó Matchi con obviedad. — Se me quitó un poco del tinte de mi cabello... voy a traer algo para secarnos. — se dirigió hacia el baño, donde estaban las toallas y luego regresó para darle una a él y usar otra ella.
— Sólo empezó a llover muy fuerte de la nada. — mencionó Kisaki. — Apenas tuvimos tiempo de reaccionar; mi ropa está toda mojada.
Los otros dos se miraron. Sí, ambos sabían exactamente lo que el otro estaba pensando.
— Te presto mi ropa. — le ofreció el mayor. — Digo, para que te cambies la que está mojada.
— No le vas a prestar tu ropa; yo le presto la mía. — se apresuró a hablar ella antes de que Kisaki pudiera responder. — Digo, porque tu ropa le quedaría enorme.
— La tuya le quedaría muy pequeña.
— La tuya seguramente ni la lavaste.
— La tuya es muy femenina para él.
— Pues-
— ¿Sí pueden dejar de discutir? — los interrumpió Kisaki. — La verdad es que Matchi tiene razón; la ropa de Hanma me quedaría muy grande y quién sabe si la lava. Además, no creo que la ropa de Matchi me quede tan pequeña, y da igual que sea femenina. — la chica le sacó la lengua a su hermano.
— Le tienes favoritismo porque son novios. — se quejó el más alto.
— Deja de hacer drama Hanma, de todas formas debería irme a mi casa en vez de cambiarme y quedarme aquí con ésta lluvia; mi mamá se va a preocupar. La voy a llamar. — sacó su teléfono, que por suerte no se había mojado, marcó el número de su casa y se alejó un poco de ambas personas para poder hablar tranquilamente.
— Es increíble que realmente le hayas dicho a Kisaki que no lavo mi ropa.
— Es la verdad, y te pasa por querer prestarle tu ropa.
— Tienes mucha suerte de que él esté de tu lado.
— ¿Por qué? ¿Quieres pelear conmigo por él? Yo no tengo problema.
— Tú di la hora y el lugar.
— Oigan. — Kisaki interrumpió su pequeña discusión. — Mi mamá dijo que según las noticias la tormenta no pasará hasta mañana y que está muy fuerte como para salir, así que supongo que tendré que quedarme; por alguna razón confía lo suficiente en ustedes como para dejarme aquí.
— Entonces ven, te prestaré algo de mi ropa. — le habló Matchi. Ambos subieron las escaleras hasta la habitación de la chica, donde ella rebuscó entre sus cosas hasta encontrar ropa que pudiera quedarle a él. — Esta es un poco más grande que el resto de mi ropa, así que no debería quedarte muy pequeña.
— La ropa que yo uso es apenas unas tallas más grande que la tuya.
— Quizás es porque no hay tanta diferencia de altura entre nosotros; yo sólo soy un poco más pequeña y delgada. Puedes cambiarte en le baño mientras yo lo hago aquí.
— Bien, entonces ya regreso.
— Está bien.
Ella se cambió rápidamente y se puso ropa cómoda y caliente, porque claro, el clima estaba perfecto para ello; no iba a desaprovechar la oportunidad de hacerse bolita en su cama envuelta en su cobija. Y fue exactamente lo que hizo; se acurrucó y se envolvió en la cobija de su cama y se puso todavía más cómoda.
— ¿Qué haces? — le preguntó Kisaki cuando volvió a entrar.
— Hace frío.
— Lo sé, pero... ¿no crees que eso es mucho?
— No. — contestó con simpleza. — ¿Te quedó muy pequeña mi ropa?
— Ah, no, está bien. La verdad es que tu suéter es.. bonito, aunque huele a galletas recién horneadas.
— Es que ese es mi suéter para hornear galletas. Aunque lo lavo siempre queda algo del olor a galletas.
— Supongo que eso lo explica, pero a pesar de todo es bastante cómodo y cálido; creo que te lo voy a robar.
— Oye, el suéter es mío.
— Ahora es nuestro.
— Estas cosas suelen ser al revés.
— La mayoría de las cosas que hacemos suelen ser al revés. ¿Vas a quedarte ahí?
— Sí, ¿por qué?
— Hazme espacio. — sin esperar su respuesta, se acercó hasta la cama y se recostó junto a ella.
— Eso fue muy repentino.
— ¿No quieres compartir tu cobija? Yo también tengo frío.
— Mentiroso, dijiste que el suéter era cálido. ¿Qué es lo que planeas?
— Nada... ¿compartes tu cobija conmigo?
— Ah, está bien... sólo porque sí está haciendo frío. — se desenvolvió y el se cubrió también con una parte de la cobija, para después abrazar a Matchi. — ¿Qué ha-
— Así es más cómodo.
— Me asustas cuando te pones así de cariñoso... pero supongo que es lindo.
— Además, así conservamos el calor ¿sabes? Es por el frío.
— Realmente aprovechas cualquier oportunidad que tienes.
— ¿Podemos quedarnos así?
— Está bien...
— ¿Te ha pasado algo interesante últimamente?
— Ah... no lo creo, mi rutina desde que la ToMan se disolvió se resume en pasar tiempo contigo o con Hina y Emma o hablar con el resto de mis amigos, hornear y hacer mis tareas del hogar; básicamente lo mismo que hacía cuando te conocí.
— ¿Y eso te aburre?
— No, me divierto cuando paso tiempo con cualquier persona, pero sí es algo tedioso a veces; lo tranquilo es aburrido... pensé que estaba bien que ya no hayan más dramas, pero con tanta calma no hay nada entretenido en el mundo; además de pasar tiempo contigo y mis amigos.
— Mejor no pienses en que quieres que algo más pase; que yo haya dejado todos mis planes y ya no esté involucrado en el mundo de las pandillas no quiere decir que alguien más no llegará y causará mil problemas.
— Supongo que tienes razón...
— ¿Quieres dormir?
— No quiero, pero sé que de alguna manera terminaré durmiendo. Ni sé para qué me preguntas.
🔮 Acá andamos todavía con internet, les dejo este capítulo.
Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.
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