035
Primer día de clases.
Mirai iba caminando por la calle con su nuevo uniforme de secundaria y el pasador para el cabello que le habían regalado; ahora acostumbrada a usarlo todos los días. Había quedado en encontrarse con Hina en la entrada para ver en qué salón les había tocado y si iban a estar juntas; de todas maneras se reunirían en el almuerzo o los recesos en caso de que estuvieran en salones distintos.
Obviamente no llevaba maquillaje a la escuela, pero su peinado y su cabello teñido delataban el cambio que se había hecho tiempo atrás. Se preguntó cómo reaccionaría Hina al verla.
Al ser primavera, el clima estaba fresco y cálido, pero no demasiado; a ella le encantaba esa estación por ser el equilibrio perfecto entre las temperaturas. Era la transición del frío del invierno al calor del verano, y la manera en que la brisa de primavera acompañaba los rayos del sol junto a los pétalos de cerezo que caían desde lo lejos le traía mucha paz.
Le sobraba el tiempo antes de llegar a la escuela, así que caminaba a paso tranquilo mientras disfrutaba el ambiente en el que se encontraba. Podía oír a los pájaros cantar y veía desde la distancia a varios niños acompañados de sus padres; unos más emocionados que otros.
Cuando finalmente llegó a la escuela, no fue difícil para ella encontrar a su amiga; inmediatamente la reconoció incluso con el gran gentío y el alboroto provocado por la cantidad de nuevos estudiantes.
— ¡Hina! — le habló en voz alta para que pudiera escucharla y su voz no fuera opacada por todas las otras alrededor.
— ¡Mirai! — exclamó con sorpresa al verla. — Estás muy cambiada. — le habló cuando ella por fin la había alcanzado.
— Lo sé, quería probar algo diferente y me hice ésto. Aunque debiste haberme visto cuando me hice todos los cambios; cambié toda mi ropa y aprendí a maquillarme.
— Tendremos que salir un día para que me muestres, pero te ves muy bonita.
— Gracias, creo que deberíamos apresurarnos a buscar nuestros salones.
— Sí, eso tiene que estar allá pero no veo nada. — señaló un tablero.
— Hina querida, ¿ya intentaste pedir amablemente que te dejen pasar?
— Traté, pero no me hicieron caso.
— Bueno, si es así entonces no me queda más opción que pasar a la fuerza.
— ¿A qué te refieres con eso? No vas a golpear a nadie, ¿verdad?
— Por supuesto que no, pero necesito que te mantengas cerca de mí porque amable no voy a ser.
— Eso me da un mal presentimiento...
Mirai se acercó a uno de los estudiantes y decidió que tal vez no debería hacer un escándalo; al menos no de inmediato. Iba a intentar ser educada aunque sea una vez en su vida.
— Disculpa, ¿nos puedes dejar pasar, si no es mucha molestia? No podemos ver. — el chico sólo la ignoró. Ni siquiera tuvo la decencia de fingir que no la había escuchado porque la miró a los ojos antes de ignorarla.
— Mirai, no creo que-
— Hazte a un lado. — dijo mientras empujaba al chico.
— ¡Oye! — le reclamó.
— Quítate, — movió a alguien más. — fuera del camino, estoy intentando pasar. — la gente miraba mal a Mirai mientras Hina sólo la seguía avergonzada, disculpándose por la actitud de su amiga.
— Lo siento mucho, perdón, ella trató de ser amable, lo lamento.
— Aquí estamos. — dijo Mirai al llegar frente al tablero.
— ¿Ves tu nombre?
— Aún no, ¿qué hay de ti?
— No... ya lo encontré; estoy en la clase 2.
— Ah, mira. Yo también estoy ahí.
— Significa que estaremos juntas. — tomó sus manos entre las suyas mientras hablaba con voz dulce.
— Tienes razón, pero vamos ya o se hará tarde.
— Cierto. — la soltó para empezar a caminar junto a ella hacia su salón.
El primer día de clases siempre solía ser muy aburrido; todo lo que hicieron fue asignar a un presidente y vicepresidente de la clase y poco más. Mirai, como siempre, buscó sentarse en cualquier lugar que estuviera disponible; de preferencia en el fondo donde no llamaba la atención.
Nadie en realidad se tomó la molestia de hablarle, pero eso ella ya se lo esperaba; la gente casi siempre que la veía pensaba que era el tipo de persona odiosa que detesta a todo y a todos. Si sólo supieran que ella en realidad es todo lo contrario; las apariencias engañan.
Como sea, durante el almuerzo Hina vio algo que le llamó la atención, y que obviamente Mirai no sabía pero quería enterarse de ello.
— ¿Qué estás viendo? — notó las mejillas de su amiga ligeramente sonrojadas.
— Es.... Mirai, ¿ya te había contado lo que pasó una vez cuando regresaba a casa con Kisaki durante la primaria?
— No, pero Kisaki sí me contó.
— Él es el chico que se apareció para defenderme. — la contraria pronto unió todos los hilos; era la misma persona de la que Hina estaba enamorada y a la que Kisaki le guardaba resentimiento por eso mismo.
— Ohhh ya entendí; entonces él te gusta. — le habló en tono pícaro.
— B-Bueno, sí.... — ella se sorprendió al ver la facilidad con la que podía admitir algo como eso.
— ¿Y si vas a hablarle?
— Me pongo nerviosa...
— No tienes por qué; tú eres muy amable y yo estoy segura de que le caerás bien. Pueden empezar siendo amigos y luego pueden pasar a ser algo más.
— Lo dices como si fuera muy fácil, pero tú no admites tus sentimientos por Kisaki.
— No me gusta Kisaki. — ahora era ella quien tenía la cara roja.
— La cara que tienes me dice lo contrario. Podría acceder a hablar con él sí tú admites que los sentimientos que tienes por Kisaki son más que de amistad.
— Esto no se trata de mí, se trata de ti y de ese chico. ¿Por qué no te animas a hablar con él?
— Ya te dije que me pongo nerviosa, pero tal vez algún día...
— ¿Por qué esperar a que sea algún día? — Hina negó con la cabeza.
— Prefiero esperar a estar lista emocionalmente; no me presiones por favor.
— Como quieras; tampoco te voy a obligar.
🔮 Me cancelaron mis clases, para nada me levanté a las 7am
Hace mucho no les pregunto nada, ¿ustedes tienen alguna habilidad especial?
Yo tengo unos sentidos del olfato y gusto muy sensibles, por eso se me da bien la cocina.
Anécdota rápida, una vez en el cumpleaños de mi hermano, le compraron un pastel. Él se comió dos rebanadas sin decir nada y mis padres también empezaron a comer; yo fui la última y cuando le di un bocado a mi pastel digo “esto tiene piña” (a mi hermano no le gusta la piña) y él “no es cierto, yo no sentí nada” y que mi mamá revisa y dice “si es cierto, ni cuenta me di”
Desde entonces mi mamá siempre me dice que a mi no me envenenan fácilmente jsahajsja
Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.
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