023

— ¡Aquí estoy! — anunció Mirai al ver a Kisaki frente a la tienda.

— Hola Mirai. — ella le dio un abrazo. — ¿Y eso?

— La navidad me pone de buen humor. — se separó de él. — Toma tus galletas. — las sacó de su bolso y se las entregó.

— Muchas gracias, en realidad no tenías que molestarte en regalarme de éstas; no sé cuántas hiciste.

— Hice suficientes como para donar a la caridad y alimentar a un ejército entero. Como dije, la navidad me pone de muy buen humor; hice postres para mucha gente.

— ¿Ahora a donde irás?

— Por el momento a mi casa para empezar a preparar la cena, luego iré a casa de Hina y después a ver a un amigo que me pidió que le guarde postres, y es probable que me encuentre con otras dos personas que seguramente me pedirán que les dé también.

— Estarás muy ocupada.

— Lo cual es bueno; normalmente paso la navidad sólo con mi hermano y todos los postres terminan siendo para mí, pero ahora que tengo amigos puedo compartirlos con mucha gente.

— Eso es.... muy amable de tu parte, ¿te sientes bien? — le preguntó mientras se reía un poco. — No es usual en ti tratar a los demás con tanto cariño.

— Pues si no quieres, entonces te trato mal.

— No, no fue lo que quise decir; me alegra que estés así. Jamás le presté mucha atención porque casi nunca lo haces, pero la cara que tienes cuando sonríes de verdad es muy bonita; como si estuvieras siendo tú misma.

— Eso.... no sé qué decirte. — se avergonzó.

— Además te brillan los ojos; es diferente a cuando te estás burlando de otras personas.

— Bien, ya entendí. Mejor regreso a mi casa para que no se me haga tarde.

— Está bien, hasta luego. — se despidió con la mano.

— Adiós.

En la noche, casa de Hina.

— ¡Mirai! ¡Que bueno que viniste! — Hina la abrazó al ver a su amiga en la puerta de su casa.

— Por supuesto que vine, después de todo dije que lo iba a hacer.

— Gracias por tomarte el tiempo de venir; seguro estás ocupada hoy.

— No te preocupes, siempre puedo sacar un rato para estar contigo. Mira, te traje pastelillos. — los sacó de una bolsa que traía con ella.

— ¡Que lindos! ¿Tú los decoraste?

— Claro, ¿te gustan?

— Se ven deliciosos; vamos a entrar. — la tomó de la mano y la llevó adentro. — Esta es mi mamá, pero ya la conoces de la última vez que estuviste aquí.

— Buenas noches señora Tachibana, lamento mucho la primera impresión que tuvo de mí.

— No te preocupes, comprendo que estabas pasando por una situación difícil. — le acarició la cabeza a la menor.

— Mi papá también va a venir, pero será hasta más tarde porque está trabajando. — le mencionó Hina.

— Oh, está bien.

— Y éste es mi hermanito Naoto. Vamos, saluda. — le indicó al más pequeño, quien movió la mano en forma de saludo.

— Un placer conocerte Naoto. — le dijo Mirai en tono amable.

— Como dije, me alegra que estés aquí Mirai. — volvió a decirle Hina.

— Por cierto, le traje esto a tu mamá. — ella sacó de la bolsa que llevaba una caja. — Es un pastel; la verdad es que es mi forma de decir “lo siento” por mi actitud la primera vez que estuve aquí.

— Oh, pero te dije que no te tienes que preocupar por eso; Mirai ¿verdad? — ella asintió ante la pregunta de la madre de Hina. — No tenías que molestarte, pero muchas gracias. ¿Lo hiciste tú? — le preguntó mientras veía el contenido de la caja.

— Sí, yo lo horneé y lo decoré.

— Pues tienes mucho talento; apuesto a que en el futuro podrás abrir tu propia pastelería.

— Gracias... — el pequeño corazón de Mirai se sintió algo conmovido. Su propia madre jamás había sido tan amable con ella, y escuchar a la mamá de Hina decirle eso logró ablandarle el corazón; esbozó una pequeña sonrisa acompañada de un leve color rosa en sus mejillas al no estar acostumbrada a recibir cumplidos.

— Mirai, ¿ya has jugado en la nieve antes?

— ¿Jugar en la nieve? No lo creo.

— ¿Podemos salir a jugar, mamá?

— Está bien, pero no se queden mucho tiempo afuera o se pueden resfriar.

— ¡Vamos, Mirai!

Hina arrastró a su amiga hasta afuera y corrí por la nieve mientras Mirai la observaba; ella jamás había tenido esa clase de experiencias y la diversión no era algo tan recurrente en su vida como lo era para otras personas. Pronto, Hina se dio cuenta de que su amiga estaba desanimada y perdida; se acercó a ella y le tomó la mano.

— ¿Qué pasa? — preguntó Mirai.

— Hagamos un muñeco de nieve juntas.

— ¿Y eso qué es?

— Ya verás, sólo ayúdame a hacer una gran bola de nieve.

— ¿Exactamente qué tan grande?

— ¡Tanto como puedas! Luego hay que hacer otras dos más pequeñas, buscaremos ramas, piedritas, y le pondré mi bufanda para darle forma.

— Está bien... — asintió sin entender mucho en realidad.

Y así como lo acordaron, ambas se pusieron a hacer el muñeco de nieve juntas; Mirai aún sin verle mucho sentido a la situación, pero al menos estaba tratando de hacer un esfuerzo para divertirse. Una vez pudieron apilar las tres bolas de nieve, Hina usó las piedras y ramas para formar la cara y brazos del muñeco, y al final le puso su bufanda. No tenía nariz, pero eso es lo de menos.

— ¿Qué tal? — cuestionó Hina en espera de la opinión de Mirai.

— Es bonito.

— ¡Mira, está comenzando a nevar! — apuntó hacia el cielo y la contraria levantó la vista.

— Es verdad...

— ¿Alguna vez has probado los copos de nieve mientras caen?

— ¿Por qué haría eso?

— ¡Inténtalo! — le dijo mientras ella misma sacaba la lengua tratando de que un copo de nieve cayera en su boca, y una vez lo logró se lanzó hacia atrás cayendo en la nieve del suelo.

Mirai imitó su primera acción y sacó la lengua, sintiendo como pronto un copo de nieve tocó su lengua y notando lo frío que estaba. Luego vio como su amiga movía sus brazos y piernas en la nieve mientras estaba recostada en el piso.

— ¿Qué haces?

— Un ángel de nieve, ¿quieres hacerlo tú también?

— No, gracias.

🔮Tengo mucho frío y ando súper abrigada 👍

No tengo mucho que decirles hoy, les dejé una escena con Kisaki ya que últimamente no sale mucho jsahajsja

Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.

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