018

9 de noviembre, casa de Mirai.

Tres días.

Fueron tres malditos días los que pasaron y Mirai seguía sin aparecer.

A este punto, Shuji ya estaba más enojado con la policía por no encontrarla que preocupado por el estado de su hermana.

Había sido idiota y lo sabía; dejó a Mirai irse estando confiado de que volvería, incluso teniendo en cuenta la situación. Por supuesto que era normal que ella tuviera preguntas, y quizás se hubiera ahorrado todo lo que ahora le estaba pasando si tan sólo no se hubiera negado a contarle lo sucedido.

Si hubiera sido honesto, nada de lo que estaba ocurriendo hubiera pasado, pero para su desgracia el asunto de su madre era un tema delicado y difícil de tratar; a él tampoco le gustaba recordar lo que sucedió ese día en que su hermana pequeña se hizo la cicatriz porque de cierta forma se sentía culpable por ello.

Desde que eran pequeños, el favoritismo de su madre hacia el mayor de los dos era más que evidente, y no era algo que ninguno podía cambiar; fue por esa razón que ambos se limitaron a darle la razón a su progenitora.

Fueron unos 8 años que Mirai sufrió de los abusos de su madre, ¿y qué hacía él al respecto? Absolutamente nada. Jamás se atrevió a contradecirla por pensar en que podría resultar en algo peor; pensó que si ignoraba la situación y hacía como si no estuviera viendo cada vez que la mujer golpeaba a su hija sin piedad alguna, él iba a poder salvarse de algo igual de horrible.

También llegó a pensar en que si por algún motivo llegaba a tratar de rebelarse contra su mamá para salvar a su hermana, sólo lograría enfurecerla más y no dudaba en que ella sería capaz de matar a su propia hija; porque hasta para un niño pequeño era evidente el odio en la mirada de la mujer cada vez que veía a la pequeña.

Nunca lo mereció, en especial porque ella siempre había tratado de complacer a la mujer que le había dado la vida, y simplemente no fue capaz de cumplir sus expectativas.

Y cada día que pasaba desde el accidente, Shuji se arrepentía de haber sido tan cobarde como para proteger a Mirai; se suponía que él era la única persona con la que podía contar y le falló. Fue por esa razón que él mismo insistió para que ella aprendiera a defenderse por su cuenta; sabía que no siempre podía estar con ella para cuidarla de cualquier peligro.

En especial su cabeza, eso era lo que más le preocupaba. Su cabeza se había vuelto más frágil que un huevo desde el día del accidente y con cualquier golpe podría pasarle algo muy grave.

Supuso que la situación que estaba viviendo era la vida dándole su karma por no haber hecho lo que debía cuando pudo. Sin embargo, sólo podía esperar a que la policía no fuera tan inútil como él pensaba y que encontrarían a su hermana sana y salva.

Un puente en algún lugar, con Mirai.

La menor de los Hanma se encontraba parada en un puente nada transitado y completamente vacío, admirando todo lo que tenía enfrente de ella y, como es de esperarlo, muriéndose de hambre por no haber comido en dos días.

El 7 de noviembre recordó que había traído un poco de dinero con ella y logró conseguir algo para comer, pero ya no tenía nada y sentía que iba a desmayarse en cualquier momento.

Se distrajo al sentir algo frío en su piel, lo cual resultó ser nieve cayendo del cielo e indicando que había comenzado a nevar.

— ¿Es en serio? Apenas estamos en noviembre. — maldijo en voz baja su mala suerte. — Ahg, como sea. — le restó importancia al asunto, sabiendo que ya nada le podía salir peor pero aún desistiendo de la idea de regresar a su hogar; el orgullo le ganaba.

De pronto dejó de sentir los copos de nieve tocando su piel y notó una presencia junto a ella; era Mitsuya, quien estaba sosteniendo una sombrilla sobre ella y le sonrió de forma amable.

— ¿Te molesta si hablamos un momento?

— Está bien... — accedió sabiendo que él no se iba a rendir fácilmente.

— Tengo esto porque si lo quieres. — le ofreció un par de bolas de arroz, ya sabiendo que ella no había comido nada.

La reacción de Mirai fue inmediata al ver comida frente a ella, aunque trató de controlarse para no verse como una salvaje. Empezó a comer en silencio, esperando a que él dijera algo que, conociéndolo, muy probablemente era un regaño o algo por el estilo.

— ¿Qué haces afuera? — le preguntó él aún sabiendo la respuesta.

— Salí a dar un paseo.

— ¿Descalza y sin abrigo? A mí no me engañas; di la verdad.

— Me escapé de casa.

— ¿Puedo saber por qué?

— Estaba harta de mi estilo de vida y me fui. — evitó dar muchos detalles.

— ¿Alguna razón en específico?

— Tuve una discusión con mi hermano sobre mi mamá. — se dio cuenta muy tarde de lo fácil que Mitsuya le estaba haciendo confesar todo, o tal vez ella sólo no estaba pensando con claridad.

— ¿Tu mamá?

— Ella desapareció un día y no sé por qué; desde entonces yo me encargo de todo en casa porque nuestro papá nunca está. Me preguntaba por qué mi mamá nos había dejado tan de pronto, en especial considerando que ella me hizo la cicatriz que tengo, pero cada vez que le pregunto a mi hermano él se niega a decirme.

— ¿Ya le has preguntado por qué no te quiere decir?

— Sí, y dice que todo está relacionado, pero esa respuesta no me sirve. Al final me cansé y me fui.

— No deberías haber hecho eso; creo que tu hermano tiene una buena razón para no decirte.

— Sí claro, él apenas se preocupa por mí si es que lo hace.

— Estoy seguro de que sí lo hace.

— No puedes decirlo con tanta seguridad.

— ¿Sabías que la policía te está buscando? — ella arqueó una ceja.

— Pues no parecen estar haciendo muy buen trabajo.

— Te reportaron como desaparecida hace tres días. Mirai, aunque no lo creas, tú hermano te está buscando y ha de estar muy angustiado justo ahora.

— Pero aún así...

— No tienes por qué odiar la situación en la que naciste.

— No es que la odie, ni siquiera sé nada de la situación en la que nací. De mi infancia y mi mamá sólo la recuerdo a ella golpeándome y diciéndome que me calle, y todo lo demás es confuso; no recuerdo su cara ni su voz, pero sé que me odiaba.

— Y ya no está en tu vida; ¿por qué piensas tanto en alguien que te hizo daño?

— A veces me fastidia cuando tienes razón.

— Pero en serio, deberías regresar a tu casa. Yo no sé qué haría si un día una de mis hermanas pequeñas se escapa y no sé nada de ella durante cuatro días enteros. Sólo mírate, tienes la piel azul.

— Ya...

— ¿Vas a volver?

— Está bien.

— ¿Lo dices en serio? — se aseguró recordando que la enorme habilidad que tenía para mentir.

— Lo digo en serio.

— Entonces voy a confiar en ti; si me entero de que no volviste te seguiré buscando hasta que lo hagas.

🔮 Esta es la última vez que actualizo tres veces en un día, dios.

Sí quería que Mitsuya le diera su regañada a Mirai, lo sentí necesario dadas las circunstancias.

Por otro lado, MIREN ALGUIEN ME HIZO EL FAVOR DE DIBUJAR EL UNIFORME DE LA PANDILLA DE MIRAI Y QUEDÓ HERMOSO 😭💖✨💞💗✨.

Me sorprendió que fuera igual a como lo tenía imaginado, muchas gracias a la persona que me hizo el dibujo te amo <3

Dios mío, tengo que aprender a dibujar, ¿y así digo que quiero ser como Mitsuya? No no no. Por lo menos vi que el diseño sí quedó bien, tenía miedo de que no fuera un buen diseño.

El capítulo re sentimental y yo bien contenta.

Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.

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