XXI. Authentic Beauty
CAPÍTULO VEINTIUNO
AUTÉNTICA BELLEZA
"You say my name like I have never heard before. I'm indecisive, but this time I know for sure. I hope I'm not the only one that feels it all"
Sus labios bailaban al compás de los del otro, hasta que los labios de James empezaron a bajar por su cuello provocando que leves gemidos salieran de su boca ante el tacto del chico. Sus manos se enredaron en su pelo con delicadeza para luego tirar de él para volver a besarle en los labios. Las manos de James acariciaban y sujetaban su cintura con delicadeza a medida que se tumbaban en su cama sin dejar de besarse.
Arielle sabía que lo que estaba haciendo estaba mal. Ella en realidad no sentía lo que James sentía por ella, solo necesitaba una vía de escape, una forma de olvidarse de todo lo que pasaba en su vida en aquellos momentos. Una persona a la que no aferrarse. Una persona por la que no sufrir.
Pero era injusto para James y era injusto para ella.
La vibración de sus móviles les hizo separarse. James cogió el suyo a regañadientes, mientras que Arielle lo cogió con miedo a recibir otra mala noticia. Como si no fuera suficiente que Alaric hubiese muerto.
Pero ese era el problema. Según Damon, Alaric no había muerto del todo.
—Joder—se queja al leer el mensaje de su hermano mayor—Tengo que irme.
—Si, yo también—habla James observando como ella se levanta de la cama—Luna, Marie y Rachel están en la cabaña en la que vivíamos antes, la vamos a arreglar para irnos de aquí, no queremos molestar más.
—No molestáis—le asegura Arielle, colocándose las botas negras—Nos vemos luego. ¿Vale?
—Claro—le sonríe él antes de besarla como despedida—
Arielle le sonríe y coge su chaqueta de cuero antes de desaparecer con su velocidad vampirica.
—¿Cómo es que completo la transición?—cuestiona, entrando a la casa de Elena—¿No te quedaste vigilando?
—¡No es culpa mía!—exclama Damon al verla entrar—Bonnie es el banco de sangre. Le alimentó ella.
—No sabía lo que estaba pasando, ¿vale?—se queja la aludida, mientras Stefan le entrega un trapo para limpiar la sangre de su cuello—Los brujos me guiaron allí. Querían que mi sangre le convirtiera.
—¿Y donde está la estaca?—cuestiona Stefan—
—¡Ah! ¿La que puede matar a un Original y aniquilar a todo un linaje de vampiros?—cuestiona Damon—No lo sabemos.
—Si tanto me desprecias, ¿por qué me diste tu sangre para salvarme la vida?—cuestiona Bonnie al sentir su mirada en ella—
—¡Porque hago estupideces, Bonnie! Como dejar morir con dignidad a un amigo cuando debi matarlo.
—¿Y, ahora, cómo le matamos?—cuestiona Arielle, refiriéndose a Alaric—
—He intentando averiguarlo—asegura Bonnie—Una bruja no crea a una criatura inmortal. Siempre se puede deshacer el hechizo.
—Y bien... ¿qué truquito propones?—pregunta Damon—
—Es es el problema. No lo sé.
—Genial—suspira Arielle con sarcasmo—Si lo averiguáis, llamadme, ¿vale? No sois los únicos que me habéis llamado con urgencia.
Abandona la casa de nuevo para poder dirigirse al instituto de Mystic Falls. Donde los pequeños tacones de sus botas provocaban eco en los pasillos a medida que caminaba por ellos en busca de su amiga.
—¿Bekah? ¿Bex?—exclama, confusa—Oye, tenemos problemas, no tiene gracia. ¿Qué pasa? ¿Por qué me has dicho que viniera?
Un ruido a sus espaldas la hace girar con brusquedad.
—Ric—murmura al verle—¿Qué...?
No le da tiempo a terminar su frase, pues todo se vuelve negro en el momento en el que él le rompe el cuello.
Klaus camina hacia la entrada de la casa de los Gilbert con un periódico en llamas y un barril de gasolina para obligar a Bonnie, Damon, Stefan y Jeremy a salir de ella.
—Apaga eso—le pide Stefan—
—Sal y oblígame a hacerlo—le reta él—
Stefan le mira a los ojos y, sin miedo, cruza el umbral de la puerta, saliendo así de la casa. Esta acción sorprende al híbrido, quien le observa con atención.
—Alaric tiene a Elena, a Caroline y a Arielle—le informa—Y las va a matar a las tres a menos que vayas y te entregues.
Klaus parpadea con sorpresa. Alaric no solo tenía a su doppelgänger, sino que también tenía a Arielle. Aprieta la mandíbula con enfado y deja caer el periódico y el barril al suelo.
—¿Cómo sé que no me estás enviando a una muerte segura?
—Ojalá pudiera—le asegura—Pero si te mata, hay una entre cuatro posibilidades de que muramos contigo.
—Yo me arriesgaría—comenta Damon, colocándose a su lado con uno de los trozos de madera que Klaus les había lanzado—
—Y lo que es seguro es que Tyler y James morirán—añade Stefan, mirando a su hermano mayor—
—Aún así.
—No son solo ellos—les informa Klaus, llamando su atención—
—¿Perdón?
—Arielle. Vuestra querida hermana fue convertida por un chico llamado William, al que yo mismo convertí—explica, haciendo que ambos hermanos se tensen—
—¿Y si buscamos la forma de acabar con Alaric?—cuestiona Stefan, intentando ignorar aquella nueva información—
—Vale—suspira Klaus—Damon distrae a Alaric mientras Stefan va a por Elena y la lleva a un lugar seguro.
—Una idea genial—comenta Damon—¿Qué le va a impedir matarme al instante?
—Nada.
Stefan bufa ante su respuesta.
—Arielle está allí. Y, aunque me fastidie, ¿no tenías algo con ella?—la pregunta de Damon hace que Klaus suavice su mirada al pensar en la chica. Era una mierda que Damon tuviera sus mismos ojos—¿O te rechazó demasiadas veces?
—No creo que esto nos ayude mucho—comenta Stefan—
—Acabo de tener una idea—anuncia Bonnie, saliendo de la casa para reunirse con ellos—Mi madre usó un hechizo de desecación con Mikael que lo inmovilizó quince años. Si lo consigo, podría usarlo con Alaric.
—"Si lo consigo"—repite Klaus con molestia—Tus palabras inspiran mucha confianza.
—Lo conseguiré. Pero necesitamos la fuerza de muchos vampiros para derribarlo. Incluida la tuya.
Klaus suspira, apartando su mirada de ella.
—Para que quede claro. El sol se pondrá dentro de unas ocho horas. Si no lo conseguimos antes, Elena morirá, yo me iré y el resto quedaréis abandonados a vuestra suerte.
Cuando el aire volvió a entrar en sus pulmones, Arielle abrió los ojos de golpe. Frente a ella se encontraba Elena, cuya mirada demostraba lo angustiada que se encontraba. Caroline se encontraba sentada a su lado, atada a uno de los pupitres con una soga llena de verbena en su boca y dos lápices de madera clavados en sus manos.
Es entonces cuando Arielle se da cuenta de que ella también se encontraba atada a una silla. Las cuerdas de verbena quemaban su piel, pero en el fondo sabía que el dolor que sentía no era nada comparado con el de Caroline, cuyos ojos asustados se encontraban humedecidos, luchando por no llorar.
—¿Por qué estás haciendo esto?—se queja Elena, con una mezcla de odio, tristeza y decepción hacia Alaric—
—Porque me necesitas—le responde él—Porque eres una cría de dieciocho años sin padres, ni nadie que la oriente en lo que está bien o mal.
—Mírate—señala, observando a Caroline y a Arielle—¿Crees que esto está bien?
—Son asesinas—argumenta él—Ella me dijo que había matado a alguien. Y ella es una Salvatore, ¿de verdad crees que no ha matado a nadie en 150 años? Y les gusto. ¿Cómo puede estar bien eso? Escucha, Elena, tus padres dirigían el Consejo. Dedicaron su vida a mantener el pueblo a salvo. Y meses después de su muerte, te lo cargaste todo.
—Tú no sabes nada de ellos—se queja entre dientes—
Arielle les observa y comienza forcejear con las cuerdas de sus manos.
—¿Por qué? ¿Me equivoco? ¿De verdad crees que estarían orgullosos? Si no te pones del lado de los humanos, eres tan mala como ellos—extiende la estaca de roble blanco hacia ella—Mátalas. O lo haré yo por ti. ¡Levanta!
La obliga a colocarse delante de Caroline y a coger la estaca, pero Elena intenta apuñalarle a él.
—Creía que te había enseñado mejor.
—Lo hiciste—asegura ella antes de romper un vaso lleno verbena en su cara—
Alaric se queja de dolor mientras Elena le quita los lápices y la soga a Caroline. Arielle sin embargo consigue quitarse las cuerdas y salir del aula sin mirar atrás.
Se de la vuelta y observa como Caroline sale del aula detrás de ella, pero alejándose por el otro lado del pasillo. Sus oídos escuchan como Alaric impide que Elena se vaya con ellas y, entonces, unos brazos la rodean y le tapan la boca.
Su respiración se acelera por miedo a que Alaric la hubiese vuelto a pillar, pero el aroma que le llega le hace saber que no es así.
—Shhh. Tranquila. Tranquila. Soy yo—le susurra al oído—Ya estás a salvo, mi amor. Estás a salvo.
—Klaus—murmura, relajándose—
—Vete directa a casa y no salgas, ¿queda claro?—le pregunta con dureza antes de obligarla a que le mire a los ojos—¿Queda claro?
Arielle le mira con sorpresa. La mirada de Klaus mostraba genuina preocupación por ella.
—Gracias—murmura, mirándole a los ojos—
Él la observa y acaricia un mechón de su pelo rubio antes de desaparecer de ahí.
Arielle observa el pasillo ya vació y sale del instituto para hacer lo que le había prometido a Klaus que haría. Y, por primera vez, solo pensó en ella y en su seguridad. Por primera vez fue egoísta y dejó de lado a sus hermanos.
Entrar a su casa nunca la había hecho sentir tan aliviada y segura como en ese momento. Sobretodo cuando sus ojos se toparon con los de Rachel. ¡Dios! Eran igual de tranquilizadores que los de Carina, a pesar de ser de otro color.
—Arielle... Arielle—la llama, pero ella no parecía oírla, pues aún seguía en estado de shock—
Entonces una mano le acaricia la mejilla con suavidad, lo que la devuelve a la realidad. Por un segundo pensó que se trataba de él. De Klaus.
—¿James?—cuestiona, confusa, al verle delante de ella—
—¿Estas bien?—cuestiona él, abrazándola con fuerza y alivio. Arielle asiente aún sorprendida y confusa por todo—
Al abrazarle se da cuanta de la presencia de Marie y Luna al lado de Rachel. Entonces James se separa de ella y vuelve a mirarla a los ojos.
—¿Y tus hermanos?—cuestiona Luna, entregándole un vaso lleno de sangre—
Sus hermanos. No se había parado a pensar en sus hermanos. Por primera vez solo había pensado en ella.
—Mis hermanos... no... no lo sé—murmura, agarrando el vaso con delicadeza—
—Seguro que están bien, están con Bonnie—habla James, empujándola levemente por la parte baja de su espalda, dirigiéndola hacia el sofá—Volverán pronto.
Arielle asiente y se sienta en el sofá para luego dirigir el vaso a su boca y tomarse el líquido de su interior en un rápido trago.
—¿Quieres algo más?—cuestiona Marie—
—Quiero... quiero estar sola y... y ducharme—responde, dejando el vaso de cristal en la mesa situada a su lado—
—Claro.
—¿Quieres que te acompañe a tu habitación?—cuestiona James, mientras ella se levanta del sofá—
—No, está bien—le asegura, dirigiéndose al pasillo—
Una vez se adentra en su habitación, Arielle suspira con tranquilidad al saber que por fin se encontraba a solas. Cierra la puerta de su habitación detrás de ella y se da la vuelta dispuesta a tumbarse sobre su cama, pero, al voltearse, se encuentra con una sorpresa.
—Nik—murmura al verle al lado de la ventana—
Él no dice nada, simplemente la observa. Pero ella no tarda en lanzarse a sus brazo para poder envolverle en un abrazo. Klaus se lo corresponde rápidamente. Sorprendido por su acción y por el nombre por el que le había llamado.
—Tengo que irme—le dice, inhalando el olor de su pelo—Todo irá bien.
—¿Mis hermanos?—cuestiona ella, preocupada—
Klaus la mira a los ojos cuando ella separa su cara de su cuello para mirarle, pero sin soltarse de su agarre.
—Están bien—le asegura, juntando su frente con la de ella—
Ambos se miran a los ojos transmitiéndose tranquilidad el uno al otro. Arielle los cierra con lentitud al sentirse de nuevo relajada, como si nada hubiese pasado.
Klaus la observa con delicadeza y se acerca a ella para depositar un suave beso en su mejilla. El agarre de su brazo se hace más suave, aunque sus manos seguían entrelazadas.
—No te vayas.
Esas palabras salen como una súplica susurrada. Ninguno de ellos sabía bien de dónde habían salido. Arielle no entendía porque las había dicho. Pero las sentía. No quería que él se fuera.
—Nos volveremos a ver—le asegura él, acariciando su rostro—
Arielle vuelve a cerrar sus ojos, sintiendo como sus pieles dejan de tocarse. Y, al volver a abrirlos, la soledad vuelve a envolverla. Él había desaparecido.
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