XVIII. What Family Means


CAPÍTULO DIECIOCHO
LO QUE SIGNIFICA LA FAMILIA

"You and me got a whole lot of history. So don't let it go, we can make some more, we can live forever. All of the rumours, all of the fights but we always find a way to make it out alive"


Unos golpes en la puerta principal del apartamento de Alaric obligan a Damon a abrirla, encontrándose con Elena, quien esperaba poder ver a su tutor y profesor de historia.

—Buenos días—le saluda el ojiazul—

—Hola. ¿Cómo está Alaric?—cuestiona, intentando entrar en la casa, pero Damon se lo impide—

—No está visible, pero bien.

—¿O sea que anoche no hubo ningún problema?

—No. Ha dormido como un bebé—le asegura—Hoy no está poseído y no la han palmado más miembros del consejo.

—¿Y por qué me da que hay algo que estás ocultándome?

—Pues porque eres una paranoica, entrometida y controladora—le responde Arielle, asomándose detrás de su hermano—

—¿Arielle está aquí?—cuestiona Elena con confusión—Creía que Alaric no estaba visible.

—Si... eh... ¿Qué me has traído?—Damon cambia de tema con rapidez, mirando la bolsa que Elena sostenía entre sus manos—Magdalenas de chocolate. Como dicen: "Al psicópata se le conquista por el estómago"

—No son para ti—se queja Elena—

—Vale. Sigue fingiendo que estas cabreada conmigo. Pero Ric no va a poder atenderte. El pobre tiene que quedarse aislado.

—Si, así que dámelas a mi—pide Arielle, empujando a su hermano hacia un lado para poder agarrar la bolsa de dulces—

—Vale, dáselas de mi parte—le pide Elena—Y dile que le echo de menos, ¿vale?

—Con mucho gusto—le asegura Arielle, cerrándole la puerta en las narices—

Alaric y Stefan la miran atentamente mientras deja la bolsa de magdalenas en la encimera de la cocina.

—Baja la escaleras—anuncia Damon, escuchando los pasos de Elena—Abre la puerta de abajo y... se ha largado.

Esa es la señal que Alaric necesitaba para volver a activar la máquina que estaban utilizando para cortar trozos de la madera del cartel del puente de Mystic Falls. El arma para matar a los Originales.

—Esta hay que afilarla más—le indica Stefan a Damon—

—Vale.

—Por fin podemos matar Originales. No voy fallar porque talles mal.

—He dicho que vale. No seas tan marimandón—se queja Damon, tallando la estaca—

—Como veo que lo tenéis todo controlado, voy a llamar a la sheriff—anuncia Ric, colocándose la chaqueta—Quiero entregarme.

—Ni de coña—le responde Damon—

—Tengo un álter ego homicida. Y, a diferencia de otros, quiero asumir la responsabilidad por lo que he hecho.

—Pero es eso Ric, no lo has hecho tú—le insiste Arielle—

—Si quisieras entregarte, no nos lo habrías dicho—señala Damon, sin dejar de tallar—

—No eres el más indicado para psicoanalizarme—le responde Alaric—Maté al padre de Caroline y Thomas. Y casi mato a Meredith. Todo ha cambiado.

—No vas a entregarte, Ric—le insiste Arielle, colocándose delante de él—

—Las hierbas de Bonnie funcionan, y tenemos que matar Originales—apunta Stefan, apoyando a su hermana—

—Su ética es cuestionable cuando se pone vengativo—explica Damon al ver la mirada confusa en el rostro de su mejor amigo—

—Klaus debe morir, y ahora podemos matarlo. Así que de entregarte, nada.

Arielle suspira con pesadez al oír de nuevo esas palabras "Klaus debe morir". De alguna forma hacían que su cuerpo se estremeciera y un nudo se instalase en su garganta. Como si no fuera correcto.

—Toma tu anillo—las palabras de Damon la hacen volver a la realidad—Póntelo.

—Ese anillo es lo que me ha llevado a matar—le recuerda Ric—

—También te ha devuelto la vida. Vas a cazar vampiros, Ric. Póntelo.

Alaric lo observa detenidamente antes de hacerle caso. Colocándose el anillo bajo la atenta mirada de los tres Salvatore.


—¿Dónde está Bonnie?—cuestiona Stefan al llegar al bosque junto a sus dos hermanos—También le mande el mensaje.

—Su madre la ha abandonado. Otra vez—les explica Caroline—O sea que... Mejor no contemos con ella.

—¿Qué hacemos aquí?—les pregunta Matt—

—Tenemos roble blanco—responde Damon—Es una larga historia. Falta la escena de acción.

—Espera. ¿Roble blanco? ¿Tenéis un arma para matar a Klaus?—inquiere Elena con confusión—

—No. Tenemos una cada uno—apunta Stefan, lanzando la mochila llena de estacas al suelo—

Matt, Caroline, Elena y Thomas bajan la mirada hacia la mochila, observando su interior con asombro.

—Klaus siempre ha ido un paso por delante. Pero ahora tenemos ventaja. Estamos armados y ellos conectados. O sea que solo tenemos que matar a uno—explica Stefan, agarrando una de las estacas—Y para aprovechar la mejor oportunidad tenemos que prepararnos para todas las que se presenten.

—Escenario número uno—señala Damon acercándose a Elena y sujetándola de los hombros—Tú vas a hacer de Klaus.

—Suelta—le pide ella con incomodidad—

—Rebekah es el objetivo—comenta Stefan—La distraemos y la pillamos por sorpresa. Y para eso hay que tener a Klaus lejos y ocupado.

Las miradas de todos se posan en Arielle, quien les mira confusa.

—Arielle—sonríe su hermano pequeño—

—¿Por qué soy yo el cebo de Klaus?—cuestiona, confusa—

—Está obsesionado contigo. Y aunque no me guste, es lo que hay—le responde Damon—Caroline, tú harás de Rebekah. El deportista la distraerá. Habla con ella.

—¿Cómo?—cuestiona Matt—

—Muestra interés. Está sola. Desesperada.

—Mucho—asegura Caroline—Se acostó contigo.

—Mientras el cachitas la distrae, yo me acerco por detrás y la agarro de los brazos así—Caroline se queja ante su agarre—

—Lo que me da tiempo para un intento—añade Stefan—¿Lo pilláis? Bien. Todos llevaremos una estaca escondida y esperaremos a que se presente la oportunidad.

—No quiero ataques de pena en el último momento—señala Damon, mirando a su hermana—

—No te preocupes por mi—habla Elena, sintiéndose aludida—No con lo que le pasó a la madre de Bonnie.

—No me refería a ti, Elena.

—No voy a clavarle esa estaca a nadie—asegura Arielle—Así que no me deis ninguna. Haré de cebo y todo lo que queráis, pero eso es todo.

—Bien—suspira Damon—¿Barbie?

—Contad conmigo—responde Caroline—Lo que sea para romper el vínculo de Tyler con Klaus.

—¿Ken?

—Estoy cabreado por lo de mi padre, haré lo que sea—asegura Thomas—

—¿Y el pinche?

—¿Tengo elección?—cuestiona Matt—

—Pues no—le asegura Damon—

—Hay 12 estacas. Doce opciones de matar a un Original. Podemos hacerlo.—asegura Stefan—Vale, ensayemos otro escenario. Elena, coge la ballesta. Thomas, tú haces de Klaus.


El hecho de que Rebekah hubiese secuestrado a Damon hizo que Arielle se cabreara y no escuchara las peticiones de Stefan de ayudarles a ellos a matar a Finn. Ella simplemente fue a la casa de los Mikaelson y, sin preguntar, busco a su hermano, pero lo primero que se encontró fue a Bonnie y a Klaus en una de las salas de la casa.

—Bonnie—la llama, pero ella estaba tan concentrada en hacer un hechizo que no parecía escucharla—

Klaus, sin embargo, usa su velocidad sobrenatural y la acorrala contra la pared.

—¿Qué haces aquí, amor?—cuestiona, apretando la mandíbula—

—¿Qué está haciendo?—cuestiona ella, mirando a Bonnie de reojo—¡Bonnie!

La bruja abre los ojos de golpe y deja de pronunciar el hechizo.

—Ya está—anuncia la bruja, mirando a Klaus—

Éste suspira, soltando a Arielle, quien observa a Bonnie con confusión.

—Los has desvinculado—asume entonces—

—Han amenazado a Jeremy, Arielle. No tenía opción—le asegura Bonnie con lágrimas en los ojos—

—Una pena que vuestro plan para matarme haya sido un fracaso, ¿no?—señala Klaus, conectando sus ojos azules con los de la rubia—Estabas ansiosa por verme muerto.

—Solo quiero encontrar a mi hermano, sano y salvo—le asegura ella—

Klaus le mantiene la mirada, lo que por alguna extraña razón hace que ella se estremezca.

—Bien, venid conmigo—les pide, apretando la mandíbula con frustración—

Bonnie asiente, aún con frustración por haber tenido que ayudar a Klaus. Mientras que Arielle simplemente hace lo que él le pide, mientras se cruza de brazos intentando olvidar lo que su mirada provoca en ella.

—Oh, ¿os marcháis ya?—cuestiona Rebekah al ver a Bonnie y a Klaus. Sus ojos se encuentran entonces con Arielle, observándola con confusión—Arielle, ¿qué haces aquí?

—Hermanita, se amable—le pide Klaus—

—Gracias, Bonnie. Te veo en clase de física.

Rebekah se mueve hacia un lado haciendo que tanto Bonnie como Arielle puedan ver a Damon, quien se encontraba atado a unas trampas de oso en la sala de al lado.

Arielle se mueve incomoda intentando acercarse a él, pero Klaus la sujeta de la cintura con fuerza.

—Suéltame—le pide entre dientes—¡Damon!

—Madre mia—murmura Bonnie al observar al mayor de los Salvatore—

—Si, perdonad por la sangre—se disculpa Klaus—Damon hirió sus sentimientos.

—¿Y solo por eso le hacéis eso?—cuestiona Arielle, enfadada—

—No te lo tomes a mal, amor. Tú ibas a matarnos porque yo herí los tuyos—le recuerda, provocando que ella le mire con sorpresa. Tenía razón, aunque quisiera negarlo, Klaus tenía razón—

—Arielle—la débil voz de Damon llega a sus oídos—Bonnie.

—Venga, ayúdale—Klaus observa a Bonnie—Salva al hombre que convirtió a tu madre en vampiro.

Bonnie observa al herido Damon y se debate en que hacer. Salvarle o dejarle ahí.

—Bonnie—le suplica Arielle—

La chica se niega a mirarla a los ojos ante su petición.

—Sácame de aquí—le pide a Klaus—

—Cómo no.

—¡Bonnie! ¡Bonnie, no!—le suplica Arielle cuando las manos que la sujetan pasan a ser las de Rebekah—¡Bonnie!

—Lo siento mucho, Elle—susurra Rebekah en su odio—Pero ibais a matarnos. Y tu hermano hirió mis sentimientos.

Ella no le responde, simplemente se deja llevar por la Original hasta una silla, donde está la ata con cuerdas llenas de verbena. Una mueca de dolor se forma en su rostro mientras sus ojos observan a su hermano.

—Damon—susurra—

Su voz sonaba como una súplica, pero Rebekah la ignoro por completo mientras abandonaba la sala, dejándoles a solas. Es entonces cuando la silueta de Stefan se hace presente en la casa. Ambos hermanos le miran confusos.

—Me lo había imaginado de otra forma—murmura Damon al ver a su hermano pequeño acercándose a él—

—¡Klaus!—exclama Stefan—¡Estoy aquí! Acabemos con esto.

—Míralo. El héroe—comenta Klaus, adentrándose en la sala junto a su hermana—¿Qué quieres?

Como respuesta, Stefan deja caer la mochila llena de estacas frente a ellos.

—Proponerte un trato—le dice—

—Stefan, ¿qué estás haciendo?—cuestiona Damon con debilidad—

—Ocho estacas de roble blanco—indica, ignorando a su hermano mayor—Hay una parte del puente que olvidasteis quemar.

Klaus mira a su hermana ante tal afirmación.

—Es imposible—asegura ella—

—Te aseguró que no. Finn ha muerto.

—¿Has matado a mi hermano?

Stefan lleva su mirada hacia su hermana mayor antes de acercarse a Klaus.

—Damon y Arielle a cambio de las ultimas ocho armas que pueden mataros—le propone—

—¿Y cómo sé que no escondéis ninguna más?—señala el hibrido—

—Porque no las hay.

—Asegurémonos. Rebekah, trae a nuestro invitado—le pide a su hermana—

Stefan frunce el ceño, confuso, compartiendo una mirada con Arielle y Damon. Rebekah abandona la sala, volviendo segundos después, pero esta vez acompañada.

—James—murmura Arielle al reconocer al chico junto a ella—

Klaus le sujeta del brazo y se acerca a ella.

—¿Hay más estacas?—cuestiona, mirándola a los ojos. Ella no responde, si no que se limita a intentar zafarse de las cuerdas empapadas de verbena—Bien, preguntaré otra vez—suspira, mordiéndose la muñeca y obligando a James a que beba de ella—¿Hay más estacas?

—No—responde con seguridad—

Klaus la mira a los ojos con duda, antes de hacer un pequeño movimiento con su mano, indicándole a Rebekah que lo compruebe. Ella asiente y se acerca a Damon, quien por fin había expulsado toda la verbena de su organismo.

—Aparte de la estaca que mató a mi hermano, ¿cuántas más estacas quedan que puedan matarnos?—cuestiona Rebekah, usando la compulsión—

—Once—responde—

—¡Once!—exclama Klaus—¿No me digas? O sea que no son ocho. No has debido mentirme, amor.

Acto seguido le rompe el cuello a James, quien cae al suelo a los pies de la chica.

—¡No!—exclama—¡James!

—Traeré las otras tres—asegura Stefan entonces, cerrando los ojos con frustración ante el grito de dolor de su hermana—

—Sería un detalle. Aunque por mentir puede que obligue a tu hermano a tragarse su propia lengua.

—¿Qué problema tienes?—se queja Stefan—Ya has castigado a Arielle por mentir.

—¿Qué problema tienes tú?—se queja Klaus—¿De verdad no me tienes ningún aprecio? Te he dado alguien a quien detestar, a quien odiar. ¡Un objetivo para toda tu ira! Para que no la descargues contigo mismo. Te he dado un propósito en la vida. Soy tu amigo. Creo que deberías agradecérmelo.

—¡Basta!—exclama Stefan, acorralándole contra la pared con una de las estacas en su mano—

—Dame eso o moriréis los tres—le asegura Klaus, mirándole a los ojos—

Stefan le observa detenidamente. No podía matarle, no sin saber algo antes. Así que decide hacerle caso y entregársela.

—Ahora solo tienes que darme las otras dos.

—Esto es ridiculo—se queja Rebekah, soltando a Damon—

—¿Qué haces?—se queja su hermano—

—Yo lo he traído. Puedo soltarlo si quiero—le responde ella antes de mirar a Stefan—Ahora mando yo. Tráenos las estacas, soltaremos a Arielle y os salvaréis. Llévatelo como prueba de confianza.

Acto seguido, Rebekah agarra la mochila llena de estacas y abandona la sala.

—Danos las estacas—insiste Klaus—Todas. Y llévate al lobo de aquí. Te recomiendo que le des sangre de tu novia.

—No... no nos iremos sin Arielle—se queja Damon con dolor—

—Arielle es la garantía de que volveréis—le responde Klaus—Porque si no lo hacéis, la matare y declararé la guerra a todos los vuestros. ¿Os ha quedado claro?


—No puedo creer que Finn esté muerto—murmura Rebekah atando a Arielle a otra silla de la casa, situada en el salón donde Bonnie había hecho el hechizo—

—Que se pudra—responde Klaus sin darle importancia—Era una vergüenza, Rebekah.

—Aún así era tu hermano. Un respeto.

—Bien—suspira con fastidio—Recemos una oración por Finn que pasó más tiempo en un ataúd que fuera. Era un enfermo de amor. Está mejor muerto.

Arielle le observa confusa, mientras Rebekah la observa a ella con un pequeño brillo de pena en sus ojos, colocando su cabello con delicadeza.

¿En serio Klaus no amaba a nadie? ¿No sabía lo que era que le rompieran el corazón? ¿Que le quitarán parte de su vida? ¿Por eso había convertido a James en híbrido? ¿Por qué nadie le importaba?

—¿Así es como hablarías de mi si muriera?—cuestiona Rebekah, poniéndose en pie, mirándole a los ojos con dolor—

—Has soltando a los Salvatore con dos estacas que pueden matarnos. No tardarás en saberlo. ¿Y desde cuándo tienes debilidad por ellos?

—Los Salvatore pelean como perros, pero morirían los unos por los otros—le asegura ella, mirando a Arielle de reojo—Ellos siempre anteponen la familia. Tú destruiste la nuestra.

—Yo quería una familia. Pero no fui correspondido—Arielle nota la tristeza en su voz y en sus ojos al decir aquellas palabras—Y rota la unión ya no dependemos los unos de los otros.

—Entonces, ¿te marchas?

—En cuanto tenga mis estacas, me voy. Me llevaré a Elena y, con su sangre, crearé una nueva familia de híbridos.

—¿Y si decido quedarme?—cuestiona Rebekah—

—Serás tan patética como Finn—le responde antes de abandonar el salón—

Rebekah le sigue con la mirada, notando una punzada de dolor en su pecho.

—Siento mucho todo esto, Rebekah—la voz de Arielle atrae su atención—Yo nunca te quise muerta. No a ti. No a Elijah.

—Eso ya no importa—le asegura, posando su mirada en ella—Ayudabas a tus hermanos para protegerles. Lo entiendo. Pronto te irás de aquí, estoy segura de que ellos vendrán a buscarte.




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