XVIII. Dancing Queen
CAPÍTULO DIECIOCHO
REINA DEL BAILE
"And when you get the chance, you are the dancing queen. Young and sweet only seventeen"
La llegada de sus hermanos puso muy feliz a Arielle, sobretodo por ver a Damon, pues llevaba muchos días sin hablar con él. Y es que le echaba tanto de menos que en cuanto le vio no dudo ni un segundo en lanzarse a sus brazos para abrazarle.
—¿Desde cuándo estas tan cariñosa?—cuestiona el peli negro en medio de su abrazo—
—Desde que no te veo en una semana—le responde con obviedad—
—Hemos pasado más tiempo separados—le recuerda, confuso—¿Qué te pasa?
Arielle suspira y se separa de él para mirarles a ambos a los ojos.
—Necesito hablar con vosotros—anuncia con seriedad—
—¿Es urgente?—le pregunta Stefan, adentrándose en la casa—
—No mucho, ¿por qué?—cuestiona con confusión, siguiéndole al interior de la casa junto a Damon—
—Elena ha matado a una camarera—le responde—Asegura que si continuamos acosándola con la Cura y su humanidad seguirá matando a más personas.
—¡Vaya!—exclama con asombro—¿Estáis seguros de que es Elena y no Katherine?
—Katherine no nos habría advertido, habría matado a un montón de personas y punto—le responde Damon al servirse una copa de Bourbon—El caso es que no podemos hacer nada, así que... cuenta...
—¿Qué?—pregunta con confusión—
—Dijiste que querías decirnos algo—le recuerda—
—Oh, si, si, si. Eh...—murmura, rascándose la nuca de forma nerviosa—Es complicado... Veréis, es sobre...
Damon frunce el ceño con confusion por los titubeos de su hermana. Nunca la había visto tan nerviosa y mucho menos por decirles algo a ellos.
—Se trata de.... de... de Klaus...
Las muecas de confusión en los rostros de ambos hermanos se hacen aún mayores.
—¿Te ha hecho algo ese bastardo?—inquiere Damon, preocupado y enfadado—Porque aún tengo que devolverle el hecho de que te mordiera y casi te dejara morir.
—No... no me ha hecho nada. Es...
Arielle no consigue terminar la frase cuando unas repentinas náuseas la obligan a correr al baño más cercano para agacharse al lado de inodoro y vomitar. Las había estado sintiendo desde que se había levantado, pero hasta ese momento no había sentido miedo. Miedo por el hechizo de aquella bruja, el cual cada vez hacia más efecto en ella.
—¡Arielle!—exclama Stefan, apareciendo en el baño junto a Damon—¿Estás bien? ¿Qué te pasa?
Se agacha a su lado, agarrando su pelo con delicadeza. Arielle asiente levemente, agarrando un trozo de papel para limpiar sus labios. Stefan la ayuda a ponerse en pie.
Apoyándose en el lavabo, Arielle se aclara la boca mientras él tira de la cisterna. Damon camina hasta ella, sujetándola de las mejillas para poder observarla con detenimiento.
—Estas pálida—comenta, observándola con preocupación—¿Te encuentras bien? No me digas que Klaus a vuelto a morderte, porque...
—No. Él no ha hecho nada—le asegura, sintiendo un leve mareo—
—¿Otro lobo? ¿Tyler? ¿Luna?
—No me ha mordido nadie.
—¿Entonces que te pasa, Arielle?—cuestiona Stefan—
La chica suspira y se separa de su hermano para mirar su rostro en el espejo del lavabo. Si que estaba pálida y seguramente también tendría fiebre.
—Cuando fui a Italia y Rachel me contó que Lily no era mi madre, me dijo el nombre de quien si lo era—comienza a explicar, llamando la atención de ambos—Su nombre era Leah Parker. Y era bruja, de un aquelarre poderoso.
—No lo entiendo—comenta Stefan con confusión—
—También me contó la historia de una familia de brujos tan antigua como los Originales. Una de ellos, Raven Bluemoon, parece que va tras de mi—continúa explicando—Creo tres anillos para sumir en un sueño profundo a tres de sus sobrinos. Y uno de esos anillos es este—señala su mano—Esa bruja me está buscando y me ha lanzado un hechizo. Soy fuerte y rápida, como un vampiro, y necesito la sangre para vivir, pero soy tan débil y mortal como un humano cualquiera.
—¿Estas querido decir que estás enferma?—Damon frunce el ceño—
—Eso parece—suspira, frustrada—
—Pero ¿por qué te ataca ahora? No tiene sentido.
—No lo sé, ¿vale?—se queja, saliendo del baño y caminado hacia el salón—
Damon y Stefan comparten una mirada preocupada antes de seguirla.
Los días pasaron y Arielle no conseguía encontrarse mejor. Tanto era así que había decidido quedarse en el interior de su casa, obligándose a no poner ni un pie fuera. Lo único bueno de aquello era que sus hermanos la estaban mimando más que de costumbre, sobretodo cuando la veían vomitar en los baños de la casa.
Era extraño para los tres y aunque intentaban buscar una forma de arreglarlo, ellos no podrían hacer nada. Marie se ofreció a investigar, por mucho que Arielle le pidiera que se mantuviera alejada de eso porque no le daba buena espina. Pero Marie siempre le recordaba que ella le había salvado la vida y ahora le tocaba devolverle el favor, aunque no quisiera.
—¿Cuánto lleva ya? ¿Ocho, nueve días?—pregunta Damon—
—Si, ocho o nueve—asiente Stefan, recogiendo el balón de fútbol que le lanza—He perdido la cuenta, pero desde que Arielle está enferma.
Si, hablaban de la situación de Elena y de la de su hermana mientras se pasaban un balón de fútbol en el salón principal de la casa.
—Hemos perdido la cuenta de los días que lleva Elena Gilbert sin matar a nadie. Vamos progresando, hermanito.
—¿Y vais a seguir lanzándoos la pelota otros 150 años, hasta que ella recupere la humanidad?—cuestiona Arielle desde el sofá—Mola la idea.
—No quiere la Cura. Y si se entera de que seguimos tras ella, empezará a cargarse a gente—le recuerda Damon—
—Bueno... Siempre podemos hacer que la quiera—señala Stefan—
—Ya. ¿Y cómo conseguir que un vampiro sin emociones quiera algo?
—Haciendo que recupere su humanidad—le responde su hermana con obviedad—
—¿Y qué propones? ¿Rollo Lexie? ¿Acribillarla a sentimientos hasta que reaccione?
—Si, y si no funciona, pasar al plan B. Encerrarla y dejarla al margen hasta que tengáis un plan C.
—¿Y qué pasará cuando se dé de morros con todo el dolor que ha reprimido?—cuestiona Damon al recibir la pelota—
—Bueno, que tú, hermanito, vas a estar a su lado para ayudarla a superarlo—señala Stefan, dedicándole una sonrisa forzada—
—Claro, porque tú no quieres revivir la historia. Y cuando todo esto acabe, saldrás de su vida—Damon recuerda las palabras que el propio Stefan le había dicho días atrás—
—Bingo—suspira—
—¿Y yo por qué no sabía esto?
—Por la misma razón por la que no quieres contarnos eso de Klaus que ibas a decirnos el día que te pusiste enferma—contesta Damon con una falsa sonrisa—
—¿Quieres saberlo?—pregunta, levantadose del sofá y cruzándose de brazos—
—No insistiría si no quisiera saberlo.
—Vale—suspira frustrada—Pues el día que me mordió y me salvo la vida...
—A pesar de casi dejarte morir—recuerda, interrumpiéndola—
—Si no quieres escucharlo me largo.
—Por favor, continúa—le pide Stefan—Y tú cállate, Damon.
El aludido levanta las manos en señal de inocencia y paz.
—Bueno, ese día, él... eh... expresó sus sentimientos hacia mi y...
—¡¿Qué?!—exclama Damon, abriendo sus ojos como platos—No, no, no. Espera ¡¿QUÉ?! ¿De qué estás hablando?
—Yo... le expresé los míos y, bueno, ambos sentimos lo mismo—continúa, ignorando su ataque de locura, pero Damon la interrumpe, usando su velocidad vampirica para sujetarla de los hombros contra una pared—
—Te ha hipnotizado, ¿cierto?—inquiere, mirándola a los ojos—
—¿Qué? ¡NO! ¡Suéltame!—se queja, zafándose de su agarre—
—¡Ese maldito bastardo!—se queja Damon, llevando su mirada hacia Stefan—Ha usado su poder de Original y la ha hipnotizado.
—No creo que sea así, Damon—le responde él, con la pelota de fútbol aún en sus manos—
—Pero es imposible. Ese bastardo no siente nada. Y es imposible que nuestra hermanita se enamore de él—le responde antes de mirarla a ella de nuevo—Dime que estás bromeando, Lizzie.
—No, y no ha usado la compulsión. Tomo verbena.
—Vale, voy a matarle—anuncia, caminado hacia la puerta principal—
Arielle es más rápida y se solo impide, colocándose frente a él.
—Lo siento, pero no puede dejar que hagas eso. Y ahora, mientras asimilas que tu hermanita está enamorada y se ha acostado con el "enemigo", me voy a por un vestido para el baile de graduación.
Le dedica una sonrisa y abandona la casa, dejando a Damon en estado de shock. Stefan suspira y le tira la pelota, golpeándole en el hombro y devolviendole a la realidad.
—Se ha acostado con ella—murmura, indignado—
—Lo he oído—le asegura el castaño—Y también que está enamorada de él. Y lo he visto.
—¿Ver el qué, Stefan?
—Como se miran. Lo he visto—le responde—Y aunque me fastidie, nunca había visto ese brillo en los ojos de Arielle.
—¡Klaus! ¡Klaus!—exclama Arielle, entrando a la casa del híbrido—¡Klaus!
Camina hasta el salón y lo encuentra mirando el fuego de la chimenea con atención.
—¿Hola? ¿No me has oído?—cuestiona, indignada—
—Claro que te he oído, Arielle. Creo que te ha oído todo Mystic Falls—le asegura, dándose la vuelta para mirarla—No deseo tener compañía.
—Bueno, siento los problemas que tengas con tus hermanos, pero yo también los tengo, y estoy que me subo por las paredes—se queja con frustración—Damon me saca de quicio con su forma de juzgarme cuando ellos dos están enamorados de la misma chica. Oh, y no he tenido tiempo para comprarme un vestido para el baile porque me han tenido entretenida con sus soluciones al problema de Elena.
Sus últimas palabras hacen que él se ría, pues Arielle estaba demasiado alterada por un simple vestido y un baile, cosas que a ella no solían importarle.
—No tiene ninguna gracia—les queja, cabreada—
—Ya, lo sé. Lo sé—le asegura, soltando una última carcajada antes de cerrar sus labios, intentando evitar que la risa vuelva a escaparse por ellos—
—Pues deja de reírte.
Él asiente y la mira atentamente.
—Oye, ya sé que el baile no es importante para ti, pero si para mi, nunca he ido a un baile de graduación y llevo una semana encerrada en casa con mis hermanos.
—Bueno, creo que encontrar un vestido está dentro de tus posibilidades como vampiro—asegura, acercándose a ella—
—¡Es que no quiero cualquier vestido!—exclama, frustrada—Quiero molestar a Damon por su forma de juzgar lo que hago. Quiero estar ideal, mejor que Caroline y la estupida de Elena. Quiero lucir sexi y bonita—le explica, antes de acercarse a él—Así que ¿podrías, por favor, buscarme en tu tétrica vitrina de trofeos familiares con piezas de colección y prestarme algo digno de la realeza?
—Te buscaré el mejor vestido y te lo regalaré, Arielle. Pero tú ya estás más guapa y sexi que Caroline o Elena—le asegura, acercándose a ella—Eres deslumbrante y digna de la realeza, a diferencia de ellas.
Una sonrisa sale de sus labios y le mira con diversión antes de soltar un suspiro.
—Les he contado a mi hermanos lo nuestro—suelta entonces sin pensarlo—Damon no se lo ha tomado bien y Stefan no ha dicho mucho. Pero no me importa su opinión, y lo sabes, pero Damon quiere matarte.
—Bueno, ya habíamos llegado a esa conclusión hace tiempo. Puede intentarlo, amor, pero no lo conseguirá.
Arielle suelta un suspiro al entrar al gimnasio del instituto. Los ojos de sus hermanos no tardan en posarse en ella, ambos con una toque de sorpresa y felicidad.
—¡Vaya!—exclama Stefan llegando a su lado—Estas preciosa, hermanita.
—Gracias—sonríe, mirando el vestido—Klaus me lo ha regalado.
Damon pone una mueca y la observa de arriba abajo. Los tres sabían que Klaus tenían buen gusto, aunque les fastidiara ya lo habían visto en el baile que organizó Esther y en el que Klaus también le había regalado un vestido a la chica.
—Estas hermosa—admite Damon—Y sería un placer si me concedieras un baile.
—Si te disculpas por lo de hoy y le das una oportunidad a Nik...
—¿Nik? ¿Ahora le llamas Nik?—cuestiona, incrédulo—
—Damon—insisten Arielle y Stefan—
—¿Qué? ¿Te pones de su lado?—observa a Stefan con indignación—
—Solo ha pedido que le des una oportunidad—señala con tranquilidad—Vamos a su casa, hablamos con él y solucionado.
—¿Solucionado? ¿En serio?
—Damon—insiste Arielle con frustración—
—Vale. Baila conmigo. Cuando terminemos aquí vamos a su casa y me plantearé escucharle—acepta, apretando la mandíbula—
—Gracias—le sonríe, cogiendo su mano para poder bailar con él—
Al finalizar la noche y tener por fin a Elena encerrada después de que intentara matar a Bonnie. Damon y Stefan accedieron a ir a casa de Klaus para hablar con él por la relación que mantenía con su hermana.
—Klaus—le llama Arielle, adentrándose en su estudio de arte, donde lo encuentra leyendo una carta—Klaus.
—Hola, Arielle. Estas hermosa, ambos lo sabemos, y me alegra que vengas a verme, pero no estoy de humor—se queja, soltando la carta para prestarle toda su atención—Al parecer Silas tiene la Cura y... ¿Qué hacen aquí?
Su mirada viaja hacia los dos hombres situados tras ella.
—Te recomiendo que seas más amable, Klaus. O no volverás a ver a mi hermana—le advierte Damon con una mueca de molestia—
—Creo que tu hermana es capaz de decidir por si misma—señala, molesto—
—Oh ¡venga ya!—se queja Damon—Sé de lo que es capaz mi hermana, no soy yo el que la ha hipnotizado...
—Que no me ha hipnotizado—insiste Arielle con irritación—
—Si, ¿sabes, yo pienso que también te ha hipnotizado para que no sepas que te ha hipnotizado.
—Menuda chorrada—se queja, cruzándose de brazos—
—No sé de que te sorprendes, Arielle. Tus hermanos siempre piensan lo peor de mi.
—Porque siempre haces lo peor que podemos pensar—señala Damon—
—Sé que no debería pedirte esto delante de ellos—habla Klaus, mirando a la chica—
—No deberías ni mirarla—le interrumpe Damon—Te acostaste con ella, no volverás a verla.
—Damon, por favor, cállate—le pide Stefan con cansancio—Klaus tampoco es mi persona favorita, pero Arielle tiene derecho a escoger con quien quiere estar y lo que quiere hacer.
—No, es mi hermanita pequeña. Es Lizzie y él es Klaus, el híbrido que a intentado matar a Elena unas diez veces, eso sin contarnos a nosotros. Te ha intentando matar a ti, Elle, más de una vez.
—Pero no me dejo morir—le recuerda ella—
—Pero no porque le importes, Arielle. No lo entiendes a él no le importa nadie. Mete a su familia en ataúdes cuando se cansa de ellos.
—Y como uno de esos familiares, te aseguro que si a Niklaus no le hubiera importado, ella estaría muerta cuando volvisteis de buscar esa Cura—asegura Elijah, apoyándose en el umbral de la puerta—
—Ugh, Elijah, no te metas en esto—le pide Damon con frustración—
—¿Qué querías pedirme, Nik?—Arielle se gira hacia el hibrido, ignorando las quejas de su hermano mayor—
—Ven conmigo, déjame mostrarte el mundo, Arielle Salvatore. Ven a mi lugar favorito en el mundo. Acompáñame a Nueva Orleans.
Sus palabras hacen que Damon, Elijah y Stefan le miren con atención.
—Una vez te dije que merecías ser egoísta y elegir tu propio camino. Ahora estoy ofreciéndote una alternativa—continua diciéndole sin dejar de mirarla a los ojos—Es tu decisión. Pero ahora sé que la tomarás con todas las opciones en la mesa. Y si decides quedarte aquí, lo entenderé. Si decides quedarte, no volveré a molestarte. No insistiré en lo nuestro. Solo quiero que seas feliz.
—Nik...—murmura, recordando la apalabras que le había dicho Carina—
"Me prometiste ser egoísta el día que encontraras el amor verdadero. No fue William. No fui yo. No fue James. Pero tú, tu corazón sabe quien es. En el fondo lo sabes."
—Si—responde entonces, mirándole a los ojos—
—¡¿Qué?!—exclama Damon—¡NO!
—Si—repite Arielle, acercándose a Klaus—
—No, no, no y no. Oh y por si a caso, NO.
—Damon, cállate—le pide con frustración—Puedo ser ambas. Puedo ser una Salvatore y una Mikaelson. No tengo que escoger.
—Claro que tienes que hacerlo. ¿No lo entiendes, Elle? Él no te merece.
—Damon. Cuando era pequeña tú siempre me decías que debía ser capaz de tomar mis propias decisiones. Que debía plantar cara a la gente que me hacia daño. Plantarle cara a nuestro padre—le recuerda, mirándole a los ojos—Pues ahora te planto cara a ti. Porque es lo que quiero. Quiero irme a Nueva Orleans, quiero estar con Klaus. Y lo que más deseo es que me apoyes. Y que si me equivoco estés ahí.
—Si te equivocas siempre estaré ahí—le asegura, sujetándola de los hombros—Stefan y yo lo estaremos. Pero no quiero que te hagan daño. Y si ese bastando te hace daño...
—Lo matarás, lo sé—le interrumpe—Pero tú tranquilo, yo le mataré antes.
—Ves, Damon, Arielle sabe cuidarse sola—señala Stefan, formando una pequeña sonrisa orgullosa—
—Bien, vale. Tú decides, Lizzie. Siempre te apoyare.
—Te quiero, Damon—sonríe la rubia, envolviéndole en un fuerte abrazo—
Damon la recibe en sus brazos y acaricia su cabeza con delicadeza. Arielle le sonríe y se separa de él para mirar a Klaus.
—Haré las maletas—le sonríe—Estoy en tu puerta. ¿Me mostrarás el mundo?
—Te mostrare lo que quieras, mi amor.
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