XVII. Anchors


CAPÍTULO DIECISIETE
ANCLAS

"Maybe you ran with the wolves and refused to settle down, maybe I've stormed out of every single room in this town. Threw out our cloaks and our daggers because it's morning now"


El dolor que estaba sintiendo Klaus en ese momento era insoportable. Y es que después de que Arielle se fuera, dejándole con las doce tumbas de los brujos, Silas le atacó con la estaca de roble blanco. Claro estaba que no le había matado y que su ataque se había producido pillándole desprevenido. Pero aunque no le había matado, un trozo de la estaca continuaba en su interior, y él era incapaz de quitárselo, pues se la había clavado por la espalda.

Lo había intentando con sus manos, con unas pinzas e incluso dislocándose el hombro para llegar mejor a su espalda, pero nada funcionaba y el dolor era cada vez más fuerte.

—Klaus, tenemos que hablar—declara Arielle, entrando al salón, pero al verle en ese estado, frena en seco—¿Qué te ha pasado?

—Silas. Me apuñaló—le responde con dificultad mientras ella se acerca a él—Con la estaca de roble blanco. Y me dejó un trozo clavado.

—¡Madre mía!—exclama asustada—Podría haberte matado.

—Me siento como si me estuviera muriendo.

—Oye—murmura, acariciando su pelo y sus mejillas para obligarle a levantar la vista hasta sus ojos—A pesar de que me encantaría verte morir todavía no me has conseguido la Cura.

—¡Silas!—exclama, intentando empujarla—

Arielle le observa con pena al verle caer al suelo sin apenas fuerzas en su cuerpo.

—Exacto. Anoche adopté la forma de Shane. Hoy la de Arielle. Y mañana, ¿quién sabe?

—Muéstrame tu verdadero rostro—le exige Klaus—

—¿Por qué iba hacerlo, pudiendo adoptar la forma de quien quiero que veas?—señala—

Klaus la observa detenidamente, intentando controlar el dolor de su espalda cuando ella se coloca frente a él y le mira con desprecio.

—Resístete cuando quieras, Klaus, pero hasta que me consigas la Cura solo te causaré sufrimiento—le asegura antes de desaparecer ante él—


—Entonces, la decisión de no venir conmigo es definitiva, ¿no?—cuestiona Stefan, subiendo una pequeña mochila a su coche—

—Si, tengo cosas que hacer—insiste Arielle, cruzándose de brazos—

—Vale. Solo espero que no sea por lo que paso con las brujas—comenta, dedicándole una pequeña mirada llena de preocupación—

—No voy a negar que me siento mal por eso. Pero me quedo porque Thomas y Luna necesitan mi ayuda—le asegura, soltando un pequeño suspiro—

Stefan asiente y se coloca delante de ella para mirarla a los ojos.

—Volveremos lo más rápido posible. Te lo prometo, Beth.

—Lo sé—asiente con tranquilidad—Y deja de llamarme Beth.

—Siempre te he llamado así—señala, frunciendo el ceño—

—Nunca me gustó mi segundo nombre. Mamá me llamaba así.

—Te llamaba Elizabeth, no Beth—recuerda—Y a mi me gusta tu nombre.

—Si, a Carina también le gustaba.

—¿Ves? No la conocía y ya me cae bien—sonríe divertido, haciendo que ella ruede los ojos—Oye, prométeme una cosa.

—¿Qué?

—Cuando vuelva, explícame que demonios te pasa con Klaus—le pide—

—¿De qué estás hablando?—Arielle frunce el ceño, sintiendo como su corazón latía con más rapidez—

—Sabes de lo que hablo—le asegura con incredulidad—Siempre ha mostrado un interés raro en ti. Después te muerde para dejarte morir, pero al final te salva la vida. ¿Y ahora sois amigos? No tiene sentido.

—Lo que tú digas, Stef—suspira, separándose de él—

—Piénsalo, porque Damon suele fijarse en esas cosas y no será tan amable como yo. Solo señaló cosas, no he intentando nada en su contra.

—Has intentado cosas contra él desde antes de que llegara al pueblo—le recuerda—Ambos lo habéis hecho.

—Ya, bueno, tú me entiendes—suspira, subiéndose a su coche—Te iré avisando de todo.

—Vale. Tened cuidado con Rebekah, Elena sin humanidad y la perra de Katherine.

—Tranquila. Sabemos lidiar con ellas.

—Ya, claro—suspira con sarcasmo—

Stefan rueda los ojos y arranca su coche, alejándose de la casa. Arielle suspira y observa su móvil por décima vez en la mañana. Con Stefan fuera del pueblo se decide a, por fin, hacer caso a todos los mensajes y utiliza su velocidad sobrenatural para llegar a la casa.

—¡He recibido tus tropecientos mensajes! ¡Más vale que sea urgente!—exclama al llegar al interior de la casa del Original—Porque te recuerdo que necesitaba tiempo para asimilar lo de los brujos y...

—Lárgate—murmura Klaus con dificultad—

Arielle frunce el ceño.

—¿Klaus?—murmura, confusa mientras intenta encontrarle—¿Dónde estás?

Entonces le ve. Apoyado en el banco del piano de uno de sus salones. Sin camiseta, sudando y algo pálido.

—¿Qué te ha pasado?—inquiere, preocupada—

—Necesito más tiempo—murmura desde el suelo—¡Deja de agobiarme!

—¿Agobiarte "yo"?—cuestiona, incrédula—Tendría que estar en un coche con Stefan rumbo a Nueva York porque tu hermana y una Elena sin humanidad han dejado a Damon tirado. Y además te pedí tiempo por lo de las brujas y tú has empezado a acribillarme el móvil.

Klaus eleva su mirada hacia ella al notar el tono molesto de su voz.

—¿Arielle?—inquiere, confuso—¿Eres tú?

—Claro que soy yo. ¿Quién voy a ser? ¿Loki?—cuestiona con sarcasmo—

Klaus le dedica una mueca de dolor y, apoyándose en el piano, se levanta para poder sentarse en el banco del instrumento.

—Demuéstramelo—le pide—

—Oye, no sé si esta es una nueva técnica para ligar, pero es un asco. Y te recuerdo que yo ya no necesito que intentes esas cosas—comenta confusa, antes de darse la vuelta para irse—Además, tengo cosas importantes que hacer y como no quieres decirme lo que te pasa...

—Espera—le pide—Por favor. Silas me apuñaló con la estaca de roble blanco. Y aún tengo un trozo clavado dentro.

—¿Por qué iba a atacarte Silas?

—No estaba en situación de hacer preguntas. Creo que es obvio que estoy herido. Ahora entenderás por qué te he llamado.

—Lo entiendo, si. Pero aún así me sigue sorprendiendo toda esta situación—admite, cruzándose de brazos—¿Sabes? Puede que esto te sirva de lección para no matar a más amigos míos o dejar que les maten. Y para que no intentes nada contra mis hermanos.

—Si muero... tú, tus hermanos y todos vuestros amigos también moriréis—le recuerda—

Arielle le observa detenidamente, soltando un suspiro antes de acercarse a él. No iba a mentir, no le gustaba verle tan mal, pero no iba a negar que se lo merecía. Por James, Andrew, Jenna y las múltiples veces que apuñalo a sus propios hermanos con las dagas.

—¿Qué quieres que haga?

—En realidad es muy sencillo—le asegura—Necesito que me saques la estaca.

Su brazo se extiende, señalando el suelo. Arielle lo sigue con la mirada, encontrándose unas tenazas de jardinería. Quería que las usara para sacarle el trozo de madera que tenía dentro. Eso iba a ser un desastre.


Un quejido de dolor sale de su boca cuando Arielle comienza a hurgarle la herida de la espalda con las tenazas.

—¡Oh, Dios mío! Si tienes corazón—comenta ella con diversión—Oh, falsa alarma. Es una costilla sangrienta.

—Me alegra que verme sufrir te resulte divertido—comenta él con molestia y dolor—

—Te juro que aquí dentro no hay nada. Y si crees que me divierto, estás loco.

—Mataste a doce brujos por salvar a tu amiga Marie ¿y eres incapaz de ensuciarte las manos por mi?—cuestiona, incrédulo—Creía que empezábamos a ser amigos.

—Muy gracioso.

Continúa hurgandole la herida, pero entonces Klaus comienza a golpear el piano con dolor.

—Lo siento. Lo siento. Perdona.

Klaus se relaja y Arielle le observa la espalda con detenimiento. Sus ojos deteniéndose en el tatuaje de un triángulo situado en uno de sus hombros. Entonces suspira con pesadez y le saca las tenazas de la herida para hacer que la mire a los ojos.

—En realidad. No lo siento. A lo mejor esto te sirve de lección para no volver a morderme y dejarme morir—señala, cabreada—

—Creía que me habías perdonado eso—murmura entre quejidos de dolor—

—Hoy haremos las cosas a mi manera, Klaus. Si quieres mi ayuda, la cual estoy dispuesta a darte porque me importas, tendrás que asegúrame que no tocaras a ninguna de las personas que me importan. Y eso, por supuesto, incluye a mis hermanos. Porque cuando les cuente esto—se señala a ella y luego a él múltiples veces—Te aseguró que querrán matarte y torturate.

—Que encantadores—señala con sarcasmo—

Arielle sonríe sin gracia.

A pesar del dolor, Klaus se negó a dar su brazo a torcer. Él nunca pedía ayuda, y sin duda nunca iba a acceder a loas exigencias de nadie, incluida Arielle.

Fue por su negativa por la que Arielle decidió acomodarse en uno de los sillones del salón, esperando a que se rindiera. En sus manos un block de dibujo, por el que pasaba su lápiz de forma distraída.

—Siento como las astillas se acercan a mi corazón—se queja, intentando sacarse la astilla el mismo—¡Ayúdame!

—Encantada. Dame tu palabra—le pide, sin molestarse en levantar la mirada de su dibujo—

—¿Qué te hace pensar que no romperé mi palabra?—cuestiona, incrédulo—

—¿Quieres que sigamos con lo nuestro?—le pregunta, levantando la mirada—Relación, fase uno. Demuestra que puedo confiar en ti.

—Te salve la vida, múltiples veces.

—Y varias de esas veces fue porque tú mismo la pusiste en peligro—le recuerda ella—¿Por qué no haces algo decente por una vez?

—Porque tus hermanos han intentado matarme—se queja con rabia—

—¡Todos lo hemos intentado!—exclama, levantándose del sofá—Hasta tus hermanos, Rebekah y Elijah. Y tú has intentado matar a la mayoría. ¿Quieres algo conmigo sin haber hecho nada para que confíe en ti?

—¡No pienso dar mi brazo a torcer por ti ni por nadie!—exclama, poniéndose en pie frente a ella—

—¡¿Qué pasa contigo?! Te he tendido la mano a pesar de todo lo que has hecho. Te he expresado mis sentimientos y sigues queriendo salirte con la tuya—se queja, frustrada—¡Dios! ¡Lo tuyo no tiene remedio!

Se da la vuelta para irse, pero él usa su velocidad para colocarse de nuevo frente a ella.

—¡A mi no me des la espalda!—exclama, cabreado—

—¡Y tú no me grites!—le responde de la misma forma—

Entonces, de un segundo a otro, ambos parecen tranquilizarse un poco cuando vuelven a mirase a los ojos.

—Se ha ido—murmura Klaus entonces—

—¿Qué?—cuestiona ella, confusa—

—El dolor—responde, aliviado—Ha desaparecido. Nunca... nunca fue real. Estaba en mi cabeza. Silas... entró en mi cabeza.

Arielle le observa confusa antes de que él sujete sus manos con delicadeza para acercarla más a él y mírala a los ojos.

—Lo has sacado de mi mente. Me has traído de vuelta, Arielle.

Un suspiro sale de la boca de la chica antes de levantar sus manos y entrelazar sus dedos con los de él.

—Puede que si que tengas corazón al fin y al cabo—comenta, formando una pequeña sonrisa, observando sus manos entrelazadas—

Sus palabras le sacan una sonrisa al híbrido antes de sentir como ella se separa de él para caminar por el lugar con las manos en su cabeza.

—Si Silas es capaz de hacer creer a alguien como tú que se está muriendo... ¿qué puede hacernos a los demás?—inquiere, asustada—


Arielle lavaba sus manos y la tenaza en uno de los baños de la casa mientras Klaus hablaba con sus hermanos, Elijah y Rebekah, sobre el estado de la Cura, la cual parecía tener Elijah, quien se la llevaría a Mystic Falls a cambio de un par de peticiones.

Damon y Stefan, por su parte, no habían informado a su hermana de nada. Ella supuso que era para dejarle espacio después de lo de los brujos, pero empezaba a estar cansada de ser la última en estar al tanto de todo. Aunque ella no era precisamente abierta con lo que le pasaba.

Aún no le había dicho nada a nadie sobre la bruja que la perseguía y que le había hecho un hechizo para volverla tan vulnerable como un humano. Pero tenía más cosas en la cabeza. Como decirles a sus hermanos lo que pasaba entre ella y Klaus.

—He gastado toda la lejía—comenta al adentrarse de nuevo en el salón—

—Oye—la llama Klaus, sujetando su codo con suavidad—Gracias, por ayudarme.

—Ya. No es como que tuviera muchas opciones, ¿no?—comenta con diversión—Si tu mueres yo muero. Eso si es digno de Shakespeare. Además de las familias enemigas.

La sonrisa del rubio se amplía ante su comentario.

—Y si necesitas algo más... no me llames—le pide, empujándole del pecho con suavidad y diversión—Tengo que hablar con mis hermanos.

—¿Amigos, entonces?—pregunta—

—Ambos sabemos que somos más que eso—le responde, con una sonrisa que él le devuelve con rapidez—Adiós, Nik.

—Adiós, mi amor—le responde, sacándole una sonrisa—



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top