XV. Until We Find Our Way


CAPÍTULO QUINCE
HASTA QUE ENCONTREMOS NUESTRO CAMINO

"It was like shooting a sitting duck. A little small talk, a smile, and baby I was stuck. I still don't know what you've done with me, a grown-up woman should never fall so easily"


En esos momentos Arielle adoraba la velocidad vampirica y que sus hermanos no se encontraran en el pueblo para cuestionar dónde pasaba las noches si no era en su casa.

Y es que los besos de Klaus hacían que se olvidara de todo y de todos. Cada caricia y cada beso la llenaban a un nuevo nivel de excitación y felicidad. No creía haber sentido tantas cosas a la vez y de forma tan intensa en toda su vida.

Cuando llegaron a su habitación y sus besos comenzaron a bajar por su cuello Arielle ya no podía pensar en nada más que no fuera él. Sus chaquetas calleron al suelo mientras él no dejaba de besar cada centímetro de piel que se encontraba. Una vez volvió a unir sus labios a los de ella, Arielle rodeó su cuello con sus brazos y él la sujeto de la cintura haciendo que ella entrelazara sus piernas a su cuerpo para que la cargara hasta la cama.

En esos momentos nada existía a parte de ellos. Las manos de Arielle desabrochaban su cinturón mientras él le quitaba la camiseta y comenzaba a besarle el abdomen y el pecho.

Cada minuto que pasaba y cada beso que se daban era mucho mejor que el anterior. Esa noche, a diferencia de la primera vez que se habían acostado, la cual solo se había tratado de sexo, se estaban demostrando el amor que sentían hacia el otro. Cada caricia era una señal más de lo intensos que eran sus sentimientos. De lo mucho que el uno significaba para el otro. De lo mucho que se querían.


Su teléfono no paraba de sonar provocando que se despertara con confusion. Se encontraba en la cama de Klaus, completamente cubierta por las sabanas, y sola. A su lado se encontraba una nota la cual cogió con rapidez antes de empezar a buscar su teléfono, entre la ropa del suelo.

Cuando por fin lo encontró, entre sus pantalones, respondió a la llamada entrante sin fijarse de quien se trataba.

—Arielle, ¿dónde estas?—la voz de Stefan suena al otro lado de la línea—

—Ahh... ¿por qué? ¿Dónde estas tú?—cuestiona, sintiéndose como una idiota por los nervios en su voz—

—En casa de Elena, llegamos ayer, pero no respondías a mis llamadas—le responde sin fijarse en la falta de repuesta por su parte—Escúchame, Katherine tiene la Cura y a matado a Jeremy.

—¿Qué?—cuestiona sorprendida—¿Jeremy a muerto?

—Si, Elena no lo asimilaba, ella creía que volvería por el anillo, pero...

—Es sobrenatural y no lo ha hecho—completa ella, leyendo la nota entre sus manos—

"Volveré pronto, mi amor.
Tengo un asunto pendiente. Estas en tu casa"

—¿Qué puedo hacer?—le pregunta a su hermano después de soltar un suspiro—

—No mucho, mantén vigilado a Klaus—le pide—No queremos que moleste a Elena el día de hoy, solo faltaba eso. Ha apagado su humanidad y quemado su casa.

—¡Vaya!—exclama sorprendida—¿Y Damon?

—Llegó hace unas horas. Tuvo que quedarse en la isla para buscar a Bonnie—le responde—El problema es que Silas a despertado y no sabemos de lo que es capaz de hacer.

—Vale, tened cuidado. Nos vemos luego—le dice antes de colgar el teléfono—

Lo deja caer sobre la cama y comienza a vestirse. Hace la cama y recoge la ropa de Klaus del suelo, sonriendo al recordar la noche anterior. Entonces el sonido la puerta principal de la casa al ser abierta llega a sus oídos, por lo que usa su velocidad vampirica para bajar al piso inferior, pero, al escuchar la voz de su hermano mayor, decide mantenerse al margen y esconderse.

—Qué desagradable sorpresa—se queja Klaus al verle—

—¿Sabes? He hecho una lista—sonríe Damon, adentrándose en el salón—Con las cosas que se te dan fatal. Número uno: Hacer que mi hermana sienta algo por ti. Número dos: Encontrar a Katherine. De pena. Número tres: Ocultar tus conversaciones telefónicas con la traidora de Hayley.

Eso sorprende a Arielle, quien no tarda en sentir la presencia de la loba a unos metros de ella. Usa su velocidad vampirica y la sujeta del cuello, llevándose un dedo a los labios para indicarle que se mantenga en silencio. Hayley la observa algo asustada.

—A ver... ¿Dónde está? ¿Y qué sabe de Katherine?—cuestiona Damon—

—¿Esperas que te ayude?—cuestiona Klaus con incredulidad. Damon asiente—¿Después de que matarais a mi hermano y me encerrarais en el salón de los Gilbert?

—Te conviene priorizar, Klaus. Tienes problemas mucho más alarmantes. Katherine tiene la Cura. Y me da que quiere metertela hasta la garganta. Ayúdame a encontrar a Katherine, tendré la Cura, se la daré a Elena y todos contentos. Déjame preguntarle a Hayley por Katherine.

Arielle posa su mirada en la loba, quien la observa confusa.

—Olvídate de Hayley, está fuera de tu alcance—le asegura Klaus a Damon, mientras se deja caer sentado sobre uno de los sillones del salón—Aunque quizá.... el caso es que me cruce con un vampiro que podría saber dónde está Katerina. Aunque le desgarré medio cuello de un mordisco. Seguramente no le quede mucho tiempo para charlar.

Damon le observa con una mueca de molestia antes de abandonar la casa sin percatarse de la presencia de su hermana, quien suelta a Hayley antes de que Klaus llegue a su lado.

—¿Qué hace aquí?—exige saber al tener al hibrido frente a ella—

—No estes celosa, amor. Es por Katerina.

Arielle le observa detenidamente, suspirando con cansancio.

—¿Qué haces tú aquí?—pregunta Hayley entonces, observándola a la Salvatore—

—Estoy de vacaciones—le responde sarcásticamente con una sonrisa falsa. Sus ojos vuelven a posarse en el híbrido—No quiero tener nada que ver con Katherine, ni con lo que sea que le pase a Elena Gilbert. Así que me mantendré al margen si a cambio me deje usar tu estudio de arte. Si no...

—Es todo tuyo, amor—sonríe, interrumpiendo sus palabras—

Arielle sonríe victoriosa, dedicándole una última mirada amenazante a la loba.


A pesar de llevar a penas una hora dibujando, sus manos empezaban a doler. Eso le resultaba extraño, ella era un vampiro, se curaba sola y nunca sentía dolor por cosas tan triviales. Algo raro le estaba pasando.

"Raven Bluemoon te está buscando. Te está buscando porque, al parecer, estás relacionada con una familia de brujas. Un aquelarre muy poderos. El aquelarre Géminis"

Las palabras de Rachel se repetían en su cabeza en un bucle antes de que la imagen de una mujer se hiciera presente en su cabeza, provocándole un extraño y agonizante dolor.

Parecían recuerdos volviendo a su mente como flases, pero entonces el dolor cesó y cuando por fin pudo abrir sus ojos se encontró con esa misma mujer, situada en una de las esquinas de la sala.

—Ryan Elizabeth Parker, la hija de la preciosa Leah Parker, al fin te encuentro—habla la mujer, observándola detenidamente—No debiste ir a Italia, querida. Cuando lo hiciste por fin pude tenerte cerca, lo suficiente para llevar a cabo mi hechizo. El hechizo que te hace tan vulnerable como a una humana. Y ayer, con el despertar de Silas, por fin puede terminarlo. Serás fuerte y veloz, pero ya no eres tan inmortal como antes.

Arielle frunce el ceño. Su presencia la había dejado paralizada, pero cuando por fin se dio cuanta de lo que estaba pasando se puso en pie, dispuesta a atacarla. Sin embrago, en ese momento la mujer desapareció por completo de la sala. Nunca había estado allí, se trataba de un hechizo de proyección.

En ese instante Hayley y Klaus se adentran en el estudio de arte. Arielle respira con pesadez, llamando así la atención de Klaus, quien la mira con preocupación.

El hibrido se dispuso a acercarse a ella y preguntarle qué era lo que ocurría, pero la voz de Hayley le interrumpió.

—No me gusta—comenta Hayley, observando uno de los cuadros—

Deposita su copa sobre una mesa y continúa observando el resto de cuadros.

—Demasiado. No lo entiendo. Y... Arielle.

La aludida la mira con confusión al ver como agarra uno de los cuadros entre sus manos para poder mostrárselo.

—Son tus ojos—señala entregándole el cuadro—Es el único que no me da ganas de vomitar. ¿Por qué lo has pintado?

—Pintar es una metáfora del control—le responde Klaus, bajo la atenta mirada de Arielle, quien seguía sorprendida por el cuadro de sus ojos—Cada elección es mía. El lienzo, el color. De pequeño no tenía conciencia del mundo ni de mi lugar en él. Pero el arte permite materializar lo que tienes en mente con la fuerza de voluntad. Lo mismo ocurre en la vida... siempre y cuando no dejes que nada se interponga en tu camino.

Hayley le mira atentamente antes de asentir levemente y volver a agarrar su copa.

—Así que está es tu técnica—comenta, alejándose de él—Le enseñas a una chica unos cuadros mediocres, lloriqueas sobre tu infancia, ¿y yo me derrito y te cuanto mis más sucios secretos? ¿Es lo que a funcionado contigo, Arielle?

La aludida le dedica una mala mirada. Sin embargo no estaba de humor para discutir, no después de lo que le acababa de pasar.

—Tengo muchos más encantos—asegura Klaus al ver la mirada de la rubia—Arielle no es una persona fácil como tú deseas insinuar. Pero, al margen de eso, disfruto de las cosas.

—Disfrutas a costa de lo que sea. Como matar a James sin pensarlo o acosar y perseguir a mi amigo Tyler durante el próximo siglo.

—Oh, no durará todo un siglo—le asegura Klaus—Solo hasta que le mate.

—Hablas mucho, pero la verdad es que dejaste que se fuera—le recuerda Hayley con una sonrisa—Sospecho que es porque si matas a alguien más de sus amigos, Arielle te odiará para siempre.

—Si me limitará a matarle, mi venganza culminaría en un momento, como con James—señala Klaus, sirviéndose una copa para él y otra para Arielle—Sentenciar a Tyler a toda una vida de miedo y paranoia es el verdadero castigo para él.

—No esperarías tener un futuro con él, como el que querías con James, ¿cierto?—Arielle decide meterse en la conversación, colocándose frente a Hayley—

—No lo sé—suspira—Puede que dejará a Caroline si yo usara la Cura para matar a Klaus.

—Si Tyler tiene la mitad de tu determinación quizá llegue vivo hasta final de año—comenta Klaus con diversión—

—Más que determinación se necesitan aliados. Una red de gente dispuesta a hacer cualquier cosa por ti. Como perseguir cabos sueltos hasta darles muerte. Así es cómo Katherine ha escapado de ti.

—¿Y no sabras tú por casualidad el nombre de esos colaboradores tan fieles?—cuestiona Klaus—

—Quizá sepa uno o dos. Hasta puede que os los diga—sonríe, tomándose el resto de su copa—

Arielle suspira frustrada y con su velocidad vampirica se lleva a Hayley hasta otra habitación para hablar a solas con ella.

—¿Qué quieres a cambio?—le pregunta—

—¿Por qué estás con él, Arielle?—cuestiona, alejándose de ella, sin responder a su pregunta—Mato a James.

—Sé lo que ha hecho. Ahora respóndeme.

—Solo quiero que Katherine no me maté y encontrar a mi familia, pero tú no puedes ayudarme en ninguna de las dos cosas.

Se da la vuelta y abandona la sala. Arielle aprieta sus puños, sintiendo un leve dolor de cabeza. Entonces sus ojos se fijan en la marca de nacimientos situada en el hombro derecho de Hayley, la cual llama su atención al instante.


Klaus se adentra en su habitación y la observa sentada en su cama con una block de dibujo entre sus manos. Sonríe al ver la concentración en su cara con cada trazo que hace.

Se sienta a su lado y observa el dibujo, sorprendiéndose al ver que se trata de una media luna perfectamente dibujada múltiples veces por toda la hoja.

—¿Por que dibujas eso?—cuestiona, apartandole unos mechones de pelo del rostro para poder verla mejor—

—Hayley tiene una marca de nacimiento con esta forma. Solo me llamó la atención—le responde, encogiéndose de hombros—

—Esa marca la he visto antes—asegura él—En mi longeva vida solo he visto esa marca a un grupo reducido de gente. Todos del mismo linaje. Un clan de hombres lobo que en su día próspero en lo que ahora llamamos Luisiana.

—Hayley decía que buscaba a su familia—recuerda Arielle, mirando sus dibujos—¿Crees que...? ¿Que son su familia?

—No mentira sobre eso, mi amor. Los asuntos de familia son sagrados—le dedica una sonrisa—Lo que me recuerda, que la tuya debe de estar preguntándose dónde estás y aunque no quiera que te vayas.

—Tranquilo, solo te estaba esperando. Me voy a casa. Pero cuéntale a Hayley sobre esto, ¿vale?

—Dalo por echo, amor.

Arielle le dedica una pequeña sonrisa y se agacha para besarle los labios como despedida antes de salir de la mansión y dirigiese a la suya.



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