XV. Trust Is Earned
CAPÍTULO QUINCE
LA CONFIANZA SE GANA
"Go ahead and regret me but I'm beating you to it, dude"
Tras comprobar que James, Luna y Marie no se encontraban en sus habitaciones, Arielle decide ir en su busca.
—Debéis saber que Esther pretende matar a toda su familia—las palabras de Elena llegan a sus oídos y la hacen frenar de golpe—Ha unido a sus hijos con un hechizo. Lo que le pase a uno, les pasará a todos.
—¡De lujo!—celebra Damon—Klaus la palmara de una vez. Perfecto. ¿Por qué me miras como si hubiera matado un panda?
—Porque para matar a Klaus, tendrá que matarlos a todos. Incluido Elijah y él no se merece esto.
—Me importa un pimiento Elijah.
—¿Tampoco te importa Rebekah?—le recrimina, con claros celos—
—Hace dos segundos estabas cabreada porque te atacó—le recuerda, acercándose a ella—Son dos pájaros de un tiro.
—Dirás cinco pájaros—interrumpe Arielle, adentrándose en la sala, llamando así su atención—
Damon la observa confuso, pues no se había dado cuenta de que ella les estaba escuchando. Arielle le dedica una mirada de decepción y se da la vuelta con la intención de salir de la casa, pero Damon se coloca delante de ella con rapidez.
—No hagas nada que lo estropee, hermanita—le advierte, mirándola a los ojos—
—No tienes derecho a decirme lo que tengo que hacer—le reprocha ella, bajo la atenta mirada de Elena—Elijah, Rebekah. No merecen morir.
—Lo dices porque son tus amigos—suspira él con frustración—
—Si, exacto. Son mis amigos. Y yo no traiciono a mis amigos.
—Ni a tus hermanos—le responde él—Ahora me dirás que también quieres salvar a Klaus.
—¿Por qué haces esto, Damon?—pregunta, cabreada—
—Damon tiene razón—interrumpe Stefan, entrando al salón—Klaus debe morir. Él y todos.
—¿Ves? Así es la democracia, hermanita—sonríe el mayor de los tres—
Arielle suspira al pasa por su lado, para llegar a la puerta. Su hombro golpea bruscamente con el de su hermano mayor, haciendo que el líquido de su copa acabe en el suelo.
Sus respuestas sobre el paradero de sus amigos, se ven rápidamente contestadas al salir de la casa. Pues Thomas se encontraba allí, apoyado en su coche, esperándola.
—¿Qué haces aquí? ¿Estas bien?—cuestiona, preocupada—
—Si, estoy bien—asegura, dedicándole una pequeña sonrisa tranquilizadora—James me a pedido que te lleve a un sitio. Sube.
Arielle observa el coche y decide hacerle caso, aun queriendo quedarse para estar pendiente de sus hermanos. Odiaba admitirlo, pero no solo no quería que Rebekah y Elijah murieran, en el fondo no quería que le pasara nada a Klaus. Porque también sabía que si el plan salía mal, él acabaría matando a Damon y Stefan. Y ella no podia permitir eso.
Los pensamientos sobre eso hicieron que se mantuviera en silencio durante todo el viaje.
—¿Estas bien?—cuestiona Thomas al frenar el coche—
—No lo sé—admite, observando el lugar a través de las ventanas del coche—
Se trataba de una casa a las afueras del pueblo de Mystic Falls. James, Luna y Marie se encontraban sentados en el porche, esperándoles.
—Lo encontraste—oye a Thomas murmurar—
—¿Qué?
—El anillo—señala su mano izquierda—Lo encontraste.
Arielle observa su mano, donde el anillo de Andrew estaba colocado en uno de sus dedos.
—Si, lo encontré. ¿Por qué estamos aquí?—cuestiona, saliendo del coche—
—Hay luna llena—le recuerda James al verles bajar del coche—Tenemos que estar vigilados.
—Haré un hechizo para que nadie encuentre este lugar durante esta noche—informa Marie—Les encadenaremos a los árboles.
—Y yo estoy aquí, por qué...
—Damon y Stefan me pidieron que te alejara de Mystic Falls—responde Thomas, sorprendiéndola—Quieren que estes lejos porque hoy van a...
—Matar a Klaus y a sus hermanos—suspira, frustrada—
—Mira el lado bueno, Ari—le pide Luna, acercándose a ella—Cuando mueran recuperarás el anillo, y James y yo no tendremos que preocuparnos por lo que nos pueda hacer Klaus. Solo hay que aguantar una noche más.
—El anillo ya lo tengo—les enseña su mano—Y Klaus no os iba a hacer nada porqué yo no iba a dejarle.
—Confías demasiado en él—le recrimina James—Es un monstruo, y tú no le importas. Nos haría daño igualmente.
—Puede, pero no tenéis derecho a alejarme del pueblo porque ellos me importen aunque sea un poco. ¿Desde cuando hacéis caso a mis hermanos?—cuestiona, incrédula—Marie haz el hechizo, pero no contéis conmigo esta noche.
—Espera—le pide James, pero ella ya se a alejado de ellos con su velocidad vampirica—
Chicago, IL
1920
—Tu hermano está buenísimo—susurra Rebekah al llegar a su lado—
—Por favor, no me digas esas cosas—le pide Arielle, con clara incomodidad—
—Venga, Elle, ambas sabemos que te gusta mi hermano Nik—le reprocha, bebiendo de su copa—Te dejare hablar de él si yo puedo hablar de Stefan.
—Tu hermano es un inmaduro, orgulloso, arrogante y paranoico. No me gusta.
—Lo que tú digas—suspira Rebekah, observado a Stefan en la pista de baile—¿Sabes? Siempre he querido enamorarme, pasar la eternidad junto a alguien.
—Crees demasiado en el amor, Bex.
—Y tú demasiado poco—le recrimina ella. Arielle rueda los ojos—Creo que Stefan podría ser ese amor que he estado tanto tiempo buscando.
—¿Por qué crees eso?
—Es bueno conmigo.
—¿Solo eso?—Arielle eleva sus cejas, observándola con detenimiento—Eso no es amor.
—Pero podría serlo—señala—En el futuro.
—¿Por qué él?
—Porque eso significaría que tú y yo seríamos familia—contesta, posando su mirada en ella—Eres mi amiga, Elle, y la hermana que siempre he querido tener.
Mystic Falls, VA
Actualmente
Al volver al centro de Mystic Falls, Arielle decide adentrarse en el Grill, para poder olvidarse de todo lo que estaba pasando con la ayuda de una copa de bourbon. Pero eso parecía ser imposible, pues Klaus y su hermano Kol se encontraban en la barra, bebiendo.
—Arielle está aquí—un murmullo de Alaric llega a sus oídos—
Su mirada le busca con rapidez. Se encontraba en una esquina del bar, hablando por teléfono.
—¿Qué?—oye que pregunta su hermano al otro lado de la línea telefónica—Esos lobos son idiotas, les dije que la alejarán de esto.
—Pues está aquí—repite Alaric al conectar sus ojos con los de ella—
Arielle suspira y se acerca a la barra, ignorándole. No quería formar parte de todo lo que estaba pasando.
—Recuerdo a esa chica de anoche—comenta Kol al verla acercarse—Está para comérsela.
—Di una palabra más y te arranco el hígado—le amenaza Klaus, observándola—¡Arielle!
—Hola—le saluda al pasar por su lado—
—Te invitamos—le sonríe el híbrido—
—No, gracias. Creo que voy a pasar de la bebida—suspira, al notar la mirada de Alaric puesta en ella—Pero gracias.
Sonríe y se da la vuelta para salir del local.
—Arrebatadora, ¿eh?—murmura Klaus hacia su hermano pequeño—
—Si, está preciosa huyendo de ti—le responde Kol, sacándole una sonrisa a Arielle—
—Me lo tomaré como un reto—le responde antes de caminar tras ella—
Arielle sale del Grill y camina hacia la plaza principal del pueblo, situada frente al bar.
—¡Arielle!—exclama Klaus, siguiendo sus pasos—
—¿Qué quieres?—cuestiona, dándose la vuelta para mirarle—No estoy de humor.
—No te enfades, amor. Solo fue una riña. A mi ya se me ha pasado.
—Pues a mi no—le asegura, cruzándose de brazos—No creas que por regalarme un dibujo y devolverme el anillo voy a olvidarlo todo.
—¿Y cómo puedo compensarte?—cuestiona al llegar a su lado—
—No puedes, Klaus, ¿no lo entiendes?—se queja—Da igual lo que yo quiera si sigues en esa lucha con mis hermanos y mis amigos.
—Son ellos los que...
—Sé como son mis hermanos—le interrumpe—Y te juro que yo intento frenarles, pero si tú no pones de tu parte...
—Haré lo que me pidas, pero arriésgate, Arielle—le pide, inclinando su cabeza hacia un lado—Habla conmigo—se sienta en un banco con una sonrisa en la cara—Al menos, conóceme. Arriésgate y te contaré la historia de ese anillo.
Sus ojos azules le observan con curiosidad y sorpresa ante su petición.
—Está bien—suspira, sentándose a su lado—¿De qué te apetece hablar?
—Quiero hablar de ti—le responde, recibiendo un suspiro por su parte—De tus sueños, tus esperanzas. De lo que quieres en la vida.
—Que te quede claro, no importa que nos hayamos acostado, no soy tan tonta como para dejarme seducir.
—Por eso me gustas—le asegura con una sonrisa—
A pesar de intentar evitarlo, una sonrisa se forma en sus labios en el momento en el que baja la mirada para mirar el anillo en su mano.
—¿Me hablaras del anillo?—cuestiona—
—Cumplo mis promesas—le asegura, observando su perfil con delicadeza—
—No tengo sueños—suspira, sorprendiéndole—Todos los que alguna vez tuve, se han ido. Tengo que procurar que mis hermanos no acaben muertos. Y... desde la muerte de Carina... yo he perdido la esperanza en.... en todo.
—Eso es muy triste, amor—murmura, acercándose a ella—No deberías perder la esperanza, alguien como tú merece ser feliz.
—Ya, bueno... puede que yo no lo merezca.
—Te llevaré al lugar donde está Carina—sus palabras provocan que ella le mire con confusión—A su tumba. Te lo prometo.
—¿Por qué? ¿Por qué harías eso por mi?
—Porque necesitas pasar pagina—responde con sinceridad—
Arielle le observa con detenimiento. Odiaba admitirlo, pero en ese momento ya no solo quería salvar a Elijah y Rebekah del plan de Esther. Quería salvarle a él también.
Antes de poder decir nada, Klaus forma una mueca de dolor, levantándose del banco con brusquedad.
—¿Qué pasa?—cuestiona ella, levantándose con preocupación—
—¿Qué has hecho?—cuestiona, posando su mirada en ella—
—Nada.
—¡¿Qué es lo que has hecho?!—insiste, sujetándola de los hombros, alterado—
—Yo no he hecho nada—repite, nerviosa—
Klaus la mira a la ojos con detenimiento. Le estaba diciendo la verdad. Algo en su mirada le aseguraba que lo que decía era verdad. No le estaba mintiendo. Arielle no tenía nada que ver con lo que estaba pasando.
—Tus hermanos, tus amigos han hecho algo—murmura, soltándola—Kol.
—Yo no lo sabía, te lo juro—le dice ella—Pero, por favor, no les mates, Klaus. No te lo perdonaré nunca.
—¿Por qué me iba a importar tu perdón?—cuestiona, incrédulo—
Arielle le observa un segundo antes de fruncir el ceño.
—Tienes razón. No te importa. Y tú a mi tampoco deberías de importarme. Así que... por qué no nos olvidamos el uno del otro, ¿eh?—declara, alejándose de él—
Arielle sabía que Klaus estaba en todo su derecho a estar enfadado con ella y con sus hermanos. Al fin y al cabo lo que estaba pasado era culpa de ellos, Elena y Esther. Pero es que Damon, Stefan y Elena también tenían motivos para quererle muerto a él.
Arielle debía elegir de que lado estaba de una vez por todas.
Tras un largo paseo, Arielle llega al bosque de los alrededores de la casa de los Forbes, donde Luna y James estaban siendo retenidos para no dañar a nadie durante la luna llena. Marie había hecho un hechizo de encubrimiento, así que no encontraría la casa, ni aunque se esforzara un poco.
Agotada, decide apoyar su espalda contra uno de los árboles y sentarse en el suelo.
Chicago, IL
1920
Klaus la hacía girar con gracia al bailar en el bar de Gloria. Arielle sonreía como nunca lo había hecho antes. Stefan podía notarlo desde la mesa en la que se encontraba sentado con Rebekah. Su hermana nunca había sido tan feliz.
La mano de Klaus se aferra a la suya y tira de ella hasta que sus cuerpos chocan de nuevo el uno con el otro. En ese momento, sus miradas conectaron y el mundo a su alrededor pareció desaparecer mientras bailaban.
—Tengo un regalo para ti—murmura el rubio—
—¿Y qué es?—cuestiona ella con una sonrisa—
Klaus se separa de ella y la guía hasta una de las mesas. Busca en el interior de su traje y le entrega una caja de terciopelo negro. Arielle la observa con detenimiento antes de abrirla bajo su atenta mirada. En su interior se encontró con una preciosa pulsera plateada de diamantes.
—La he pedido especialmente para ti—le explica él—Es casi tan hermosa como tú.
—Gracias, Nik—sonríe antes de acercarse a él para besarle—Me encanta.
Mystic Falls, VA
Actualmente
Arielle no fue consciente de cuánto tiempo había pasado allí sentada, en medio del bosque, hasta que unos pasos la devolvieron a la realidad.
—Arielle—la voz de James la obliga a ponerse en pie, dándose cuenta de que ya había amanecido—¿Estas bien?
—James—murmura al verle llegar a su lado—
—¿Estas llorado? ¿Qué a pasado?
Confusa por sus pregunta, Arielle se lleva una mano a una de sus mejillas, notando así como está se encontraba humedecida. Ni siquiera se había dado cuenta de que estaba llorando. Era una estupidez llorar por alguien como Klaus, y aún así lo estaba haciendo.
Una mezcla de emociones la obligan a lanzarse a los brazos del chico. El cual se sorprende en un principio, pero que no tarda en corresponderle el abrazo, rodeando así la cintura de la chica para acercarla más a él.
—Siento no haberme quedado esta noche—murmura en medio del abrazo—
—Está bien—le aseguran él, acariciando su rostro tras separarse del abrazo—No importa.
Arielle asiente dudosa mientras observa sus ojos marrones. Se sentía enfadada, frustrada, triste... Pero sobretodo, se sentía desesperada. Desesperada por olvidarse de Klaus y de los sentimientos que alguna vez tuvo hacia él. Por eso, cuando la mirada de James bajo hasta sus labios, Arielle no duda en besarle. Aquel acto toma al chico por sorpresa, pero no tarda en seguirle el movimiento. No podía mentir, James llevaba tiempo deseando que aquello pasara. Arielle le había gustado desde el mismo momento en que la había conocido.
Pero Arielle solo buscaba una distracción, una que, para su sorpresa, le gustó. Se sentía bien besar a James, no iba a negarlo. Pero no lo hacia por gusto. Lo necesitaba. Necesitaba olvidarse del idiota de Klaus Mikaelson.
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