XIV. Crack The Code


CAPÍTULO CATORCE
DESCIFRA EL CÓDIGO

"A thousand skeptic hands won't keep us from the things we plan. Unless we're clinging to the things we prize"


El sol adentrándose por las ventanas fue la causa de que Arielle se despertará. Klaus se había separado de ella para sentarse en otro sillón por la presencia de Caroline y Thomas en la casa.

—Buenos días, amor—la saluda Klaus con una sonrisa—

Caroline rueda los ojos antes de mirar a su amiga.

—Stefan ha estado llamando—le informa, lanzándole su teléfono—Dice que quiere hablar contigo.

Arielle asiente aún algo aturdida por los últimos acontecimientos y marca el teléfono de su hermano con rapidez.

—Stef, ¿qué pasa?—cuestiona, levantándose del sofá—

—Caroline me ha contado lo que ha pasado. ¿Estás bien?—le pregunta él, ignorando su pregunta—

—Si, no te preocupes. Cuéntame que ha pasado.

—Jeremy desapareció anoche y no le encontramos, Damon y Bonnie se quedaron con el profesor Shane, pero...

—Dime que no hablas en serio—pide con frustración—

—Ya me gustaría—le asegura él—Cuando Rebekah, Elena y yo volvimos de buscar a Jeremy, Shane y Bonnie también habían desaparecido. Shane necesita a Bonnie para hacer el hechizo del tatuaje de Jeremy. Y se los ha llevado a los dos delante de nuestras narices.

—¿Y dónde está Damon?—cuestiona, preocupada, viendo como Thomas y Caroline salen de la casa—

—Discutió con Elena. Se fue y hemos visto signos de forcejeo—le explica—

—¿Qué quieres decir?

—Que es probable que alguien lo atacara y se lo llevara.

—¿Crees que ha sido ese tal Shane?

—Imposible, él solo no podría con Damon ni aunque lo pillara por sorpresa—le asegura Stefan—Necesitaría la ayuda de por lo menos varias personas más.

—Ojalá estuviera ahí para ayudaros—se queja, saliendo del salón bajo la atenta mirada de Klaus—

—Puedes ayudarnos desde casa.

—Lo que sea. Dime.

—Shane está buscando la Cura. Podríamos localizarle, tenemos fotos del tatuaje, pero no podemos descifrar el mapa—le explica—

—Necesitáis la espada del cazador de Klaus—asume, posando su mirada en el aludido, quien le dedica una sonrisa—

—Exacto—afirma Stefan al otro lado de la línea—

—No entregará la espada—Arielle consigue oír la voz de Rebekah a lo lejos—

—Ya, pero si alguien puede convencerle, es Arielle—asegura Stefan—¿Cierto, Beth?

—No estoy tan segura de que lo vaya hacer—le responde Arielle, viendo la sonrisa en la cara del híbrido—Cree que usaremos la Cura para hacerlo mortal.

—Pero no puede moverse—le recuerda su hermano—No hay muchos sitios donde ocultar una espada de un metro.

—La encontrare—le asegura—Enviadme por mail las fotos del tatuaje. Y en cuanto lo tengamos, os llamo.

—Gracias, Beth.

—Adiós, y ten cuidado Stef—le pide antes de colgar el teléfono—

Un suspiro sale de su boca mientras agarra su chaqueta de cuero.

—¿Puedo servirte de ayuda, amor?—le pregunta Klaus con una sonrisa—

—No—le responde de firmeza, dirigiéndose a la puerta—


Un cazador de los Cinco era el culpable de haber alejado a Damon del resto de sus amigos. Le había disparado, roto el cuello y atado con cuerdas llenas de verbena.

—¿Hay algo que te inquiete?—el cazador se gira hacia Damon al oír varios quejidos de dolor—

La verbena estaba abrasando su piel al estar atado contra un árbol sin poder moverse.

—¿Me crearás si te digo que los mosquitos?—le responde con sarcasmo—

—Pues si, te creo. ¿Qué se siente cuando esas máquinas de succionar te chupan la sangre?—inquiere, tomando un bocado de la comida que acababa de cocinar al fuego de una hoguera—

—Picor.

—¿En Mystic Falls te consideran gracioso, Damon?—le pregunta entonces—

—Sabes quien soy y de dónde vengo—observa—¿Me has estado espiando?

—Pues si. Lo he hecho—admite—Aunque con algo de ayuda.

Damon entrecierra los ojos con confusión.

—A ti, a Stefan, a Elena. Y a tu bruja Bonnie. La que hará el hechizo a partir de la marca de vuestro amigo Jeremy. Un tatuaje exactamente como éste—señala su brazo—

—Si hay algo que no sepas, pregúntamelo—le invita Damon con un tono sarcástico—

—He matado vampiros durante toda mi vida. Sin embrago, esto nunca se había dignado a aparecer. Y hace tres días se completó por arte de magia, sin razón aparente.

—¿Y a mi qué? ¿Tengo pinta de saber algo de tatuajes? Mira mi piel. Esta intacta.

—Vale, no me estás tomando en serio—observa—No te culpo. No me conoces. Así que deja que me preste—le clava la punta de una estaca de madera en el cuello. Damon intenta ocultar el dolor que aquello provocó en él—Me llamo Galen Vaughn. Y será mejor que empieces a hablar.


Al final Caroline, Thomas y Tyler habían sido los encargados de ir a buscar la espada mientras Arielle se duchaba y se cambiaba de ropa en su casa. Por suerte no les fue muy difícil dar con ella y una vez la tuvieron en sus manos, Arielle cogió el portátil de su habitación y juntos volvieron a dirigirse a la casa de Elena y Jeremy.

—¡Anda!—exclama Klaus al verles entrar—Si es el huerfanito Lockwood. ¿Vienes a que te recuerde lo indefenso que estás ante mi?

—Intento ayudar a mis amigos a encontrar la Cura—le responde, ignorando sus comentarios—

—Esto estaba en tu desván—comenta Thomas, mostrándole la espada—

—¿Y creéis que tener la espada os acerca más a la Cura?—inquiere, entrecerrando los ojos—

—Dínoslo tú—le pide Caroline—Jugando con la empuñadura de camino hacia aquí, hemos encontrado esto.

Thomas sonríe, y con cuidado desenrolla el trozo de tela que cubre la empuñadura, para mostrarle los símbolos ahí escritos.

—¿Y qué creéis que es?—cuestiona, poniéndose en pie para verlo de cerca—

—Se llama criptex—contesta Arielle, llamando la atención de todos los presentes—Según lo giras aparecen distintos símbolos que van combinando significados.

—Y con la magia de internet, Elena nos ha enviado esto—sonríe Caroline, enseñándole las fotos del tatuaje de Jeremy—Así que solo tenemos que desencriptarlo.

Arielle asiente y vuelve a mirar a Klaus.

—Si te apetece echarnos una mano, no te lo impediremos.

—Bien, amor—le devuelve la sonrisa—Permitirme que os sugiera que utilicéis la magia de internet para comprar un diccionario de arameo en la tienda más cercana.

—¿Qué es arameo?—cuestionan Thomas y Tyler con confusión—

—Una lengua muerta—les responde Arielle con frustración—Está en desuso desde los tiempos de la Biblia.

—La lengua nativa de Qetsiyah, supongo—comenta Klaus con una sonrisa—Veréis, aún teniendo el mejor diccionario del mundo harían falta días para traducirlo. Puede que semanas. "In vesu tintu ara maigt"

—¿Qué significa eso?—cuestiona Caroline—

—"Qué pena que no habléis arameo"—responde con su típica sonrisa de superioridad—

Arielle rueda los ojos ante eso y observa las fotos del tatuaje de Jeremy.

Sin recibir ningún comentario más por parte de Klaus, los cuatro se disponen a intentar descifrar el tatuaje, símbolo por símbolo.

—Vale, ya está—suspira Caroline después de un par de horas de trabajo—Hemos traducido todos los símbolos del tatuaje.

—"Pasadizo interior... requiere un senador joven... y una bonita flor"—repasa Arielle, mirando los símbolos—

—¡Esto no tiene ningún sentido!—se queja Thomas a su lado—

—"La sim sida, asin ta, osaita yo con ye"—habla Klaus antes de traducirlo—Requiere una bruja poderosa y un cazador floreciente.

—¿Qué estás haciendo?—se queja Tyler con confusión ante su repentina ayuda—

—No tengo por qué contarte mis razones—le responde, ocultando sus manos en su espalda—Arielle, acércame la espada.

La chica suspira antes de decidir hacerle caso. Le muestra la espada y él comienza a traducir los símbolos.

—"Silas descansa en el otro extremo con los medios para su destrucción al alcance de la mano".

Aparta la mirada de la espada y observa las fotos del tatuaje situadas en la mesa donde se encontraban Caroline, Thomas y Tyler.

—Gira el criptex a la derecha—le pide a Arielle, quien le hace caso sin dudarlo—Para. La parte superior revela la clave de una carta náutica. Gíralo a la izquierda. Ahora gira la otra pieza. Hay algo más.

Arielle frunce el ceño ante sus palabras.

—"Va sin vesiles be ja taa. In les gadern mag"

—¿Qué significa?—cuestiona ella con confusión, pero él solo le dedica una sonrisa—Klaus, dime que significa.

—Solo haya una dosis.


—Si me vuelves a tocar...

—¿Qué harás? ¿Amenazarme?—cuestiona, incrédulo—¿Te has cabreado por lo de la cura, Damon? Pues aún queda mucho camino.

—A mi me da igual la cura. No entiendo que alguien quiera dejar de ser vampiro. Porque si yo no fuera vampiro no podría hacer las nueve cosas que te haré cuando esté libre—sonríe con arrogancia—

Vaughn, el cazador, le empuja levemente para que aumente la velocidad de sus pasos.

—Que sean diez—murmura con molestia—

—Muy bien.

—Bueno, vale, lo reconozco—suspira, apoyándose encontrándose el tronco de un árbol con cansancio—Mis amigos quieren la cura y yo quiero que la consigan. Me cabrea no poder echarle un cable a la gente que quiero. Pero, oye, si la única que te interesa es Bonnie, la brujita adolescente, ¿por qué salvaste ayer a Jeremy y a Elena?

—¿De qué los salve?—cuestiona, confuso—

—Del tío grande con pintura blanca. Le lanzaste un hacha a la espalda.

—¿Me tomas el pelo o qué?

Tira de la cuerda para obligarle a continuar andando, pero Damon se resiste a pesar del escozor que la verbena causaba sobre la piel de su cuello y muñecas.

—En esta isla perdida estamos tú, yo y cuatro isleños antipáticos. Así que, ¿no esperarás que me crea que alguien más se cargó a la bestia humana que intento matar a Jeremy y a Elena?—señala, acercándose a él—

—Te estoy diciendo que no fui yo—insiste, obligándole a continuar andando—

Sin embrago no consiguen dar muchos pasos más hasta que ambos se topan con el cuerpo sin vida de un hombre.

—¿Has sido tú?—cuestiona Damon, mirando al cazador—

—No—niega—¿Y tú?

—No.

—Pues creo que hay alguien más en esta isla.


—¿Hola?—la voz de Rebekah llega a sus oídos a través del teléfono—

—Rebekah, soy Arielle—le responde ella—Tenemos la traducción del tatuaje. Os estamos mandando las fotos del mapa y las instrucciones.

—Recibido, gracias—responde la Original—

—En realidad, he sido yo—habla Klaus—

—¿Les has ayudado, Nik?

—Te noto muy sorprendida, hermanita. Y he ayudado a Arielle, no a estos incompetentes—le explica él—

—¿Y qué quieres?—cuestiona con confusión—No quieres que sea humana. Que ninguno sea humano. ¿Por qué nos ayudas a encontrar la Cura?

—Puede que por fin haya comprendido que cuanto más me oponga a lo que quieres, más tiempo me odiaras—le contesta—Puede que quiera que mi hermana conozca, al fin, la felicidad.

—Si me engañas una vez, la culpa es tuya, si me engañas cien veces....

—No más engaños—asegura, interrumpiéndola—Ni más juegos. Espero que consigas vivir y morir como deseas.

Sus palabras no solo sorprenden a Rebekah. Arielle le mira confusa, estaba segura de que ocultaba algo bajo sus palabras.

—Yo también—admite Rebekah—

—Oye, una cosa más, Rebekah—le dice Klaus—Solo hay una dosis de la Cura. Debes ser la primera en encontrarla y tomártela.

Arielle no es capaz de reaccionar, pues en cierto modo estaba de acuerdo con él, por lo que Caroline corre y le quita el teléfono de las manos para poder colgar la llamada.

—¡Arielle!—le recrimina—

La aludida la mira confusa y luego posa su mirada en Klaus, quien sonríe y estira sus brazos celebrando su victoria al decirle a su hermana la información más importante.

—Lo... lo siento—se disculpa Arielle con Thomas, Tyler y Caroline—

—¡Joder!—se queja Tyler con frustración—

Acto seguido él y Caroline salen de la casa para poder hablar en el porche.

—Thomas—le llama Arielle—¿Puedes salir un segundo?

El chico la observa confuso antes de posar su mirada en Klaus, quien le sonríe victorioso.

—De acuerdo—suspira, rendido—

La puerta se cierra detrás de él. Arielle suspira con pesadez y mira a Klaus, quien acababa de sentarse en uno de los sillones del salón.

—No puedes matar a Tyler—le pide Arielle entonces, mirándole a los ojos—

—No solo puedo, tengo que hacerlo—le responde con seguridad—Para mantener mi reputación. Y además, deseo hacerlo.

—¿Y luego qué? ¿Matarás a mis hermanos?

—Here lo que tenga que hacer, amor.

—No te pido que perdones a Tyler. No es mi persona favorita tampoco y lo entiendo, pero Caroline me importa y James era su amigo, no puedo dejar que lo mates. Solo te pido que le permitas vivir. En algún sitio lejos de aquí.

Klaus la observa con detenimiento y se levanta del sillón para estar a su altura.

—¿Para que pueda tener una vida feliz después de poner a todos mis híbridos en mi contra?—cuestiona incrédulo—¿De intentar matarme y de convertir la búsqueda de la Cura en la misión de su vida solo para usarla contra mi?

—¡Todos queremos la Cura!—le recuerda—

—¿Todos? ¿Tú también?—su voz se vuelve más suave—

—No—responde segura—Tú lo sabes. Te lo dije. Solo desearía ser humana para tener hijos, pero ya no me importa porque la persona con la que quería pasar mi vida esta muerta. Además no voy a conseguirla de todas formas.

—Pero si pudieras... Tampoco lo harías, ¿verdad?

Arielle baja la mirada al suelo, odiando que Klaus supiera leerla de tal manera.

—Prefieres ser quien eres ahora a la chica que eras antes. Te gusta ser fuerte, enfrentarte a tus hermanos y te hubiera gustado poder hacerlo antes, con tu padre—asegura, dando en el clavo con cada palabra—Vivir sin envejecer. Sin miedo.

Da un paso adelante y se coloca a pocos centímetros de ella.

—Tú y yo somos iguales, Arielle.

—Demuéstramelo—le pide—Sabes muy bien cuánto quiero a mis hermanos. Sabes el dolor que es perder a un hermano. Tyler lo ha hecho, a perdido a James, al igual que Luna. Si tú y yo somos tan iguales, demuéstrame tu compasión. Muéstrame la clemencia que yo mostraría por ti.

—Clemencia, ¿para Tyler?—cuestiona con molestia—Muy bien. Dile que se vaya del pueblo de inmediato. Aunque dile que eche a correr y que se esconda donde no puede encontrarle nunca.

—Claro—suspira Arielle, caminado hacia la puerta—

—Dile que esta es la clemencia que le muestro solo por ti—le pide, cabreado—Que es la ventaja que le concedo hasta el momento en el que le maté.

Arielle se da la vuelta para mírale de nuevo a los ojos.

—Es lo único que le daré, Arielle. La clemencia que me pides se la daré a tus hermanos, a los que dejare vivir en este pueblo sin tocarles ni un pelo.


La noche ya había caído en Mystic Falls cuando Caroline y Tyler habían recibido la repuesta de Klaus ante la petición de Arielle. Ambos habían decidido irse para poder tener una despedida íntima. Thomas por su parte había dejado a Arielle en el porche de los Gilbert para volver a su casa. Ella se lo había pedido, necesitaba estar sola.

Llevaba unos minutos con la cabeza perdida en sus pensamientos, balanceándose en el banco colgante del porche cuando la puerta principal de la casa fue abierta por Klaus, lo que la hizo sobresaltarse.

—¿Cómo has salido?—cuestiona, confusa—

—Me temo que a vuestra amiga Bonnie le ha pasado algo terrible—le contesta, mirándola con atención antes de acercarse a ella. Arielle se pone en pie, alerta—No te preocupes, amor. Sabes que nunca te haría daño.

—Ya has hecho suficiente.

—He hecho más que suficiente—asegura, apretando su mandíbula—He mostrando bondad, compasión, perdón. Y lo he hecho por ti, Arielle. Lo he hecho solo por ti.

Su respiración se vuelve difícil ante sus palabras. Con lentitud se acerca a él sin dejar de mirarle a los ojos.

—Yo... todo lo que te dije era cierto. No deliraba—admite en un susurro—

Klaus la observa con atención y sin pensarlo ni un segundo une sus labios a los de ella en otro tierno, pero más necesitado beso. Coloca sus manos en su cintura y la acerca a su cuerpo mientras ella enreda sus dedos en su cabello.

—Déjame ser la persona con la que pases tu vida inmortal. Déjame amarte, Arielle Salvatore—le pide, mirándola a los ojos—




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