XII. The Correct Dagger


CAPÍTULO DOCE
LA DAGA CORRECTA

"Your words cut deeper than a knife. Now I need someone to bring me back to life"


—Klaus a sacado a sus híbridos de Mystic Falls—anuncia Arielle al entrar a la cabaña de los Gómez—Es lógico pensar que no os hará nada.

—Pero no es seguro, así que seguiremos aquí—le responde James, colocándose sus botas—Y con el hechizo de ocultación activo.

—Esconderse no es inteligente—asegura ella, cruzándose de brazos—

—Bueno, tampoco confraternizar con el enemigo, pero qué le vamos a hacer.

Sus palabras llaman la atención de su hermana Luna, Marie y Thomas, quienes fruncen el ceño.

—¿De qué estás hablando?

—Venga, Arielle, no intentes ocultarlo.

—¿Ocultar el qué?—Thomas mira a Arielle con confusión—¿De qué está hablando?

—No tengo ni idea—miente, sin dejar de mirar al mayor de los Gómez—

Una sonrisa aparece un sus labios y se cruza de brazos.

—El otro día, después de irse de aquí, Arielle se fue a la mansión en construcción de Klaus. Y ambos se acostaron.

—¡¿Qué?!—exclaman Luna y Marie con asombro—

—¿Es eso cierto, Arielle?—pregunta Thomas en un susurro—

Los ojos azules de la chica se posaron en él. La decepción y la esperanza de que no fuera cierto era notable en el tono de su voz.

Su mirada bajo al suelo, dándole a Thomas la respuesta que más temía. Aunque no quisiera admitirlo, el hermano de Caroline sentía cosas por la chica Salvatore.

—Aunque eso fuera cierto. No tengo porque daros explicaciones—reprocha ella, volviendo a mirar a James—

—Pues yo creo que si. No creo que Carina se sintiera orgullosa de que te acostaras con tal bastardo.

Esas palabras la dejan paralizada.

—Tú no sabes nada de Carina—le recrimina—

—Te equivocas.

Se coloca delante de ella, desafiante.

—No conocí a Carina, pero si se parecía en algo a su hermana, estoy seguro de que no le gustaría en lo que te has convertido.

—Y, dime, ¿en qué me he convertido?—cuestiona, incrédula—Que te quede algo claro, James, no pienso permitir que otro hombre me trate de zorra. Yo decido con quien me acuesto.

Se da la vuelta y sale de la cabaña sin decir nada más.

—¡Arielle! ¡Arielle, espera!—grita Thomas, siguiéndola por el bosque junto a Luna—

—No pienso quedarme a escuchar como me insulta—se queja, dándose la vuelta para mirarle—

—Él no lo pretendía—murmura Luna—

—Si, si lo hacia. Pero ya no importa, Luna, solo quiero que tú estés bien. Si él puede ayudarte, pues bien. Pero si vuelve a insúltame...

—No lo hará—asegura, antes de alejarse de ella, volviendo a dirigirse a la cabaña—

—Arielle...

—Thomas, yo...

—No hace falta que me lo expliques—le corta él—Pero quiero que sepas algo. Quiero decírtelo. Porque quiero que sepas que tienes mas opciones que él.

Arielle abre la boca para interrumpirle, pero él es más rápido.

—No, déjame hablar—le pide, acercándose a ella—Me gustas. Me gustas mucho.

Su mano acaricia la mejilla de la chica con delicadeza, pero ella se separa rápidamente de él.

—Tengo que irme—murmura, bajando la mirada—

Thomas intenta frenarla, pero ella se aleja con su velocidad sobrenatural.


Arielle se adentra en su casa justo después de ver cómo su hermano Stefan lo hacía. La música sonaba por todo el edificio, haciendo que frunciera el ceño con confusión. Entonces se encontró con Klaus, sentado en uno de los sofás del salón principal.

—¿Qué haces aquí, Klaus?—cuestiona Stefan, bajando el volumen de la música—

—Disfrutar de nuestro empate—responde, bebiendo un trago de su copa de bourbon—

—¿Qué quieres?

—La pregunta es qué quieres tú—señala, posando su mirada en él—Mis híbridos se han ido, como pediste. ¿Qué más debo hacer para recuperar a mi familia?

—Bueno, verás, Klaus...—murmura, sentándose en el sillón situado frente al suyo—No pienso negociar.

—¿Y entiendes que retenerlos eternamente es lo mismo que lanzarlos al océano?

—No, no. Lárgate de Mystic Falls, aléjate de mi hermana, llámame dentro de unos años y hablaremos—le responde. Arielle frunce el ceño ante su mención. Stefan sonríe sin emoción, llevando su mirada hacia ella—No te sorprendas, hermanita. Tu querido amigo James, el lobo, me lo contó todo.

Klaus observa su reacción de reojo. La preocupación de Arielle no era James, si no su hermana Luna. Pero no entendía como el chico iba por la vida contándole a la gente, y a sus hermanos, lo que ella hacía con su vida sexual.

—Voy a darte otra oportunidad—habla Klaus, rompiendo el silencio—Solo una. Hagamos un trato razonable.

—¿O qué?—cuestiona Stefan—Si intentas algo, te aseguro...

La risa de Klaus le interrumpe.

—Es verdad. El loco de Stefan—comenta con una sonrisa—¿Cómo te está saliendo esto? ¿Te queda algún amigo? Porque creo que acabas de perder a la única que tenías.

Señala, mirando a Arielle de reojo. Stefan no responde, simplemente le mantiene la mirada con firmeza.

—Lo suponía—suspira, levantándose del sofá—

Arielle se cruza de brazos y se coloca delante de él.

—Le quedó yo—le asegura—

—¿Seguro?—eleva sus cejas—Es decir, James no es muy discreto, pero no creo que sea tan idiota como para revelarle nuestro encuentro a tu hermano. Stefan no tiene humanidad, sabía que James me investigaba desde hacía tiempo. Quería buscar información, le amenazó y descubrió lo nuestro.

—No hay un "nuestro".

Klaus aprieta su mandíbula con molestia, borrando la sonrisa de su rostro.

—Si, prefiero a mi hermano con humanidad. Pero aún me tiene a mi. No voy a abandonarle.

—Por supuesto, amor. La hermana leal—sonríe, pasando por su lado para poder salir de la casa—

Stefan aprieta su mandíbula con molestia, posando su mirada en su hermana mayor.

—Espero que amenazar a James para descubrir que me acosté con Klaus haya valido la pena, Stef—señala la rubia, mirándole con enfado—Aunque no entiendo que importa lo que yo haga o deje de hacer.

Stefan suspira mientras se pone en pie para acercarse a ella

—Deberías tener más cuidado a la hora de escoger amigos, Ari—le advierte, pasando por su lado para salir de la casa—

Arielle aprieta sus puños con frustración, se sirve una copa de bourbon y se la bebe de un solo trago. Una mueca aparece en su cara al sentir el líquido bajar por su garganta, pues está no solo llevaba alcohol, si no también verbena.

Intentando mantenerse cuerda y tranquila, decide sentarse frente al piano, pasando sus dedos de forma delicada por cada una de las teclas, pensado en que canción tocar. Pero, en ese momento, la puerta principal vuelve a ser abierta, esta vez por Thomas, quien se acerca a ella con rapidez.

—Mi padre y Caroline están ayudando a Tyler a deshacerse del vínculo de Klaus—le informa—Él cree que puede conseguirlo.

Arielle asiente levemente sin prestarle mucha atención. Entonces, Thomas se fija en la expresión de la chica. Sus hombros se relajan y la observa con cuidado.

—¿Estás bien?—cuestiona—

—Necesito recuperar algo—admítete con la mirada perdida en el piano—Algo que tiene Klaus. Por eso me acerqué a él.

Thomas la escucha con atención. No se esperaba que ella le fuera a dar explicaciones, Arielle no era de esas personas.

—No esperaba acostarme con él, pero me beso y yo le seguí el royo. Me gusto—admite con fastidio—Pero solo fue eso, algo divertido. Un daño colateral. Para acercarme a él y recuperar algo.

—¿El qué?

—Un anillo. Uno de eso que permiten a los vampiros andar bajo la luz del sol—le responde, mirándole por primera desde que había entrado a la casa—Pertenecía a Andrew.

—¿El anillo del que nos habló William?—inquiere, recordando la historia que él les había contado la noche en la que fantasmas se hicieron visibles. Ella asiente—Te ayudaré.

—Gracias—murmura—Y Thomas...

—No hace falta que digas nada. Piensa en lo que te dije. Solo eso.


Cuando la noche cayó sobre Mystic Falls, Damon entró a su casa, con una sonrisa arrogante en su rostro. Arielle no tardó en notarlo, observándole con confusión y algo de preocupación. Esa expresión en el rostro de su hermano mayor nunca auguraba algo bueno.

—¿Qué a pasado?—cuestiona, cruzándose de brazos—

—He tenido que entregarle los ataúdes a Klaus—responde mientras se sirve una copa de bourbon—

—Ya, y por eso estas tan contento, ¿no?—cuestiona, incrédula—

—Bueno. conseguí esconder uno de ellos antes de que él llegara.

—La caja fuerte—asume, recibiendo un asentimiento por parte de su hermano mayor—¿Y dónde está?

—En la cueva donde no pueden entrar los vampiros.

—Inteligente—admite—

—Pero no estoy contento solo por eso—señala, tomando un trago de su copa—

Arielle se dispone a pregúntale, pero, en ese momento, la puerta principal de la casa vuelve a abrirse. Se trataba de Stefan.

—¿Sigues vivo?—cuestiona el pequeño de los hermanos, mirando a su hermano mayor—Entonces Klaus no consiguió sus ataúdes.

—No te alegres tanto—le pide Damon—Solo conseguí sacar uno a tiempo.

—El cerrado—señala Arielle—

—La mejor elección—admite Stefan—

—Si. Pero la madre de Bonnie no va a poder abrirlo—comenta Damon—No tiene poderes.

—No me sorprende. Hoy no es nuestra noche.

—Ni nuestro día—murmura Arielle, recordando todo lo que le había pasado con James, Thomas y Luna—

—¿Elena está bien?

La pregunta de Damon la devuelve a la realidad, pero es el puñetazo que Stefan le pega el que hace que abra los ojos con asombro.

—Veo que habéis charlado—murmura Damon, frunciendo el ceño con dolor—Y que no quieres hablar del tema. Tomo nota.

—¿Sabéis? Quien no aprende de la historia, está condenado a repetirla—comenta Arielle, observándoles—

—Podríamos hablar de ti si quieres—responde Stefan, posando su mirada en ella—

—¿Por qué no hablamos de esto?—cuestiona Damon, interrumpiendo su pequeña lucha de miradas—

Ambos se giran hacia él, observando cómo sacaba una daga del interior de uno de los bolsillos de sus pantalones.

—¿Qué has echo?—cuestiona Stefan, observándola con detenimiento—

—Has despertado a uno—asume Arielle—

—Así es, solo espero que no sea un problema—señala el ojiazul, depositando la daga sobre una mesa—Aunque teniendo en cuenta como termino todo... Pero creo que me interesa mas hablar de ti, Arielle. ¿Qué ibas a decir, Stefan?

—¿No lo sabes?—cuestiona el aludido—Nuestra querida hermana se acostó con Klaus.

—Eso es, Ari, tú siendo discreta—comenta con sarcasmo—

—Al menos no me enamoro de la novia de mi hermano y la beso. O la intento tirar del puente donde murieron sus padres por simple venganza, como Stef—se defiende ella, acercándose a ellos—

Una sonrisa aparece en los labios de Damon antes de llevarse su copa de bourbon a la boca, tomando un trago.

—Hacedme un favor, no me juzguéis hasta que dejéis de enamoraros de una doppelgänger.

Sin nada más que decir, Arielle abandona el salón y sube a su habitación, aunque no sin antes agarrar la daga que Damon le había quitado a uno de los Originales.

Su chaqueta de cuero cae encima del sofá de la habitación, mientras guarda la daga en el cajon de su mesilla de noche. Su teléfono empieza a vibrar, así que, sin mirar de quien se trata, simplemente responde a la llamada.

—Klaus sabe donde estamos—habla Luna al otro lado de la línea—Ha amenazado a mi hermano con convertirle en híbrido. Ari, estoy muy preocupada, tienes que ayudarnos. Estamos de camino a tu casa, no sabemos que hacer.

—Luna, relájate, ¿vale?—le pide—Klaus no os hará nada. Ni a ti, ni a Marie, ni al idiota de tu hermano, ¿de acuerdo? Yo misma me encargaré de ello.

—Gracias—suspira más aliviada—¿Podemos quedarnos en tu casa? No tenemos a donde ir.

—Claro. Os espero—le dice antes de colgar la llamada—

Deja caer su teléfono sobre su cama. Suspira con frustración y se tumba a su lado. Su mirada se pierde en el techo de la habitación, hasta que el sonido de unos pasos en el pasillo llaman su atención. Segundos después la puerta de su habitación se abre, revelando a los hermanos Gómez y a Marie.

—Tus hermanos dicen que podemos quedarnos mientras no sea luna llena—comenta Luna, abrazándola—

—Siento lo que dije—suelta James de repente—Siento haberte llamado zorra.

—Si lo vuelves a hacer, te matare. Pero le prometí a tu hermana que os ayudaría, así que, de momento, acepto tus disculpas.

James asiente levemente, bajando la mirada al suelo.

—Bien. Tú y Luna podéis quedaros en la habitación de al lado. La de la derecha, la otra es de Rebekah. Y tú, Marie, puedes dormí aquí. Todo irá bien. Klaus no os hará nada.

—Thomas a dicho que quieres algo de él—recuerda Marie—Que por eso te acercaste a Klaus.

—Así es. Un anillo—le explica—¿Crees que puedes ayudarme?

Marie asiente, dejando caer su mochila al suelo.

—Todos podemos—asegura James—




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