VI. Your Colors


CAPÍTULO SEIS
TUS COLORES

"As we live a life of ease every one of us has all we need, sky of blue and sea of green in our yellow submarine"


—¿De verdad crees que Bonnie podrá con Klaus?—cuestiona Damon, preocupado—

—Dice que puede canalizar suficiente poder—contesta Stefan—Y Elijah creía que funcionaria y era un Original, así que...

—Pero hay que encontrarle—les recuerda su hermana—

—Ya...

—¿No puede haber un hechizo de seguimiento?—cuestiona Damon con cansancio—

—No. No sin algo que pertenezca a Klaus—contesta Arielle, cruzándose de brazos—Se lo he preguntado.

—¿Creéis que la a matado?—inquiere, tras soltar un bufido—

No era difícil saber sobre quien estaba preguntando. El tono de preocupación era evidente en su voz, aunque también sonaba algo aliviado.

—¿A Katherine?—cuestiona Stefan, confuso. Damon asiente—Es probable.

—Era cuestión de tiempo.

—No es como si no se lo mereciera—señala Arielle, haciendo que ambos la miren—Aunque me hubiera gustado hacerlo yo.

La puerta de la casa se abre, dejando que el notario se vaya del lugar. Elena les mira con una sonrisa mientras ellos le hacen un gesto de despedida al hombre y se disponen a entrar de nuevo en la casa, a excepción de Arielle, quien se acordaba de que ahora que la casa estaba a nombre de Elena, ninguno podía entrar hasta que ella les invitara.

—Lo siento—se disculpa la chica, mirando a Stefan y a Damon—Se me había olvidado. Stefan, ¿te gustaría entrar en mi casa?

—Será todo un honor, gracias—asegura él—

Ella le sonríe mientras él se adentra al salón.

—Adelante Arielle—le dice a la rubia, quien sonríe de lado y sigue a su hermano mientras Elena y Damon discuten sobre algo que no le importa—

Se sirve una copa y se sienta en un sofá. Damon no tarda en llegar a su lado y Elena y Bonnie se colocan sus chaquetas, confundiendo al pequeño de los Salvatore.

—Espera, ¿a dónde vas?—le pregunta a su novia—

—A clase—responde ella con obviedad—

—¿Qué?

—No, no. No te hemos dado un refugio para que salgas de él—le dice Damon antes de tomar un trago de su copa—

—Si. Klaus está ahí fuera. Lo sabemos—señala Stefan—

—Ya. Pero ¿dónde?—cuestiona ella, incrédula. Damon intenta responder, pero ella le interrumpe—Nadie lo sabe. Escuchad, os agradezco lo que estáis haciendo. Y podré dormir sabiendo que aquí estoy a salvo, pero me niego a ser una prisionera.

Arielle no estaba segura de si aquella decision era valiente o estúpida, pero admiraba la determinación de Elena.

—Tú decides, Elena—suspira Damon, claramente en desacuerdo con su elección—

—Tranquilos, estoy preparada—habla Bonnie entonces—Si aparece, puedo desarmarle. Sé cómo.

—Si lo pensáis, al lado de Bonnie es el sitio más seguro en el que puedo estar—señala Elena, agarrando su bolso—

—Iré con vosotras—anuncia Arielle, sorprendiendo a todos los presentes—¿Qué? Necesito salir de esta casa. Y quiero apuntarme a las clases de arte. Aunque tenga que pasar por el resto de horas aburridas que ya he dado otras veces. Haré de niñera.

—Si, yo también iré—anuncia Stefan, siguiendo sus pasos—


Arielle traza dibujos al azar en su libreta de historia mientras Elena intenta convencer a Stefan de ir al baile de la década de esa noche. Estaba claro que aquella idea no le entusiasmaba mucho, pero finalmente tuvo que aceptar a regañadientes bajo la presión de Bonnie y Elena.

—Hola, clase—habla Alaric, adentrándose al aula—¿Qué vamos a estudiar hoy?

Abre el libro y comienza a pasar páginas, algo confuso.

—Como hoy es el baile de la década, está semana tocan los sesenta—le recuerda una chica de la primera fila, lo que hace que Arielle preste algo más de atención—

—Claro, los sesenta—murmura Alaric, mirando a Elena de forma extraña, aunque solo Arielle parece notarlo—Los sesenta... ojalá pudiera decir algo bueno de ellos, pero fueron un asco. Salvo los Beatles, que lo hicieron llevadero. ¿Qué más hubo? Los misiles de Cuba, la llegada a la luna, lo del Watergate...

—Eso fue en los setenta, Ric—le recuerda Elena, llamando la atención de toda la clase—Digo, Señor Saltzman.

—Claro. Uno acaba mezclando los acontecimientos. Los sesenta, los setenta. Gracias, Elena.

Arielle rueda los ojos y continúa dibujando en su libreta, ignorando la clase por completo. Conocía muy bien la historia, no tenía razones para oír hablar de ella cuando ya la había vivido.

Cuando la clase llega a su fin, los alumnos salen del aula con rapidez, pero, por su despiste y entretenimiento con los dibujos, Arielle es la última en hacerlo.

—Los primeros premios Oscar trasmitidos a nivel mundial—comenta al pasar frente a la mesa de Alaric—

—¿Perdón?—eleva su mirada hacia ella, intrigado—

—1969. Los Oscar, edición 41.

—Cierto—sonríe—Amante del cine.

—Y de la música—asegura ella con una sonrisa—Estoy de acuerdo con lo de que los Beatles lo hicieron llevadero. Habría sido un calvario sino. Pero no te veía como un amante de ese grupo.

—Pues me encantan—asegura, mirándola a los ojos—

—Bueno, Ric. Nos vemos en el baile de la década—se despide de él antes de salir del aula bajo su atenta mirada—


—Hay que ir al baile a buscarle—declara Damon tras oír la historia que Elena les había contado sobre Klaus—

Al parecer había obligado a una alumna a trasmitirle el mensaje de que esperaba compartir un baile con ella aquella noche.

—¿En serio? ¿Y cómo lo haremos?—cuestiona Stefan—No sabemos cómo es.

—No será un niñato con granos, créeme.

—Puede aparecer en cualquier sitio y ya a obligado a alguien del instituto—recuerda Stefan, posando su mirada en Elena y Bonnie—No es tan fácil como pensabais, ¿eh?

La puerta es goleada levemente antes de ser abierta por Alaric, quien no duda en adentrarse en la casa.

—Ya era hora—comenta Damon al ver a su amigo—

—Siento llegar tarde—se disculpa, mirado a Arielle de reojo—

—Necesito que me inscribas como acompañante en el baile—le pide Damon—Klaus a movido ficha.

—Vale. Le encontramos y entonces ¿qué?—cuestiona Elena mientras Alaric se coloca al lado de la chica Salvatore—¿Cuál es el plan de ataque?

—Yo—responde Bonnie con obviedad—Yo soy el plan. No sabe cuanto poder puedo canalizar. Si le encontráis, puedo matarle.

—Venga ya, no puede ser tan fácil—habla Alaric, provocando que todos le miren—Es el vampiro más fuerte y más cruel.

—Alaric tiene razón, y si...—habla Damon antes de intentar atacar a Bonnie, quien no duda en usar su magia para lanzarle hacia el otro lado de la sala, provocando que se golpee contra una de las mesas—

—Estoy impresionada—comenta Arielle, formando una sonrisa con sus labios al ver la expresión en la cara de su hermano mayor—

—No importa que sea un Original—les asegura Bonnie—Puedo con cualquiera que venga a por mi. Puedo matarle, Elena. Sé que puedo.

—Y aunque seguramente eso funcione—habla Arielle, llamando la atención de todos los presentes—Yo me mantendré al margen. Seré como la caballería.

—Eso lo dices porque no quieres ir al baile—se queja Stefan—

—Exacto—sonríe—Pero me disfrazaré de los sesenta y estaré en el estudio de arte si me necesitáis. Será pan comido, ¿no?

—Si—afirmar Bonnie—


Mientras el baile tenía lugar en el gimnasio del instituto, Arielle se encontraba en la sala de arte, dispuesta a acabar de pintar el cuadro que había empezado en la clase de arte aquella mañana.

Estuvo un buen rato sola. Oía la música a lo lejos, pero en esa sala solo estaban ella, sus pensamientos y la pintura, hasta que unos pasos le hicieron saber que alguien se adentraba en la sala.

—Un poco cutre, ¿no?—comenta Alaric, observando el aula con detenimiento—

—Suficiente para olvidarse de Klaus, eso seguro—le responde de ella, sin molestarse en mirarle—¿Algo nuevo aparte de su dedicatoria?

—La has oído.

—Soy un vampiro, ¿recuerdas?—sonríe, posando su mirada en él—No me ha impresionado.

—Pues no. Aún no ha hecho más movimientos—les responde, tocando los pinceles de la mesa situada a su lado—¿Te han obligado a dibujar eso?

—Si, bueno, es un trabajo.

—Seguramente preferirías estar pintando otra cosa—murmura, observándola con atención—Aunque el caso es que no sabía que dibujaras.

—No voy diciéndoselo a todo el mundo como si fuera importante o se me diera bien.

—Se te da bien, amor.

Sus palabras, pero sobretodo el apodo que utiliza para llamarla, hacen que Arielle fuerza el ceño, confusa.

—¿Tú dibujas?—pregunta entonces, curiosa—

—Como hobbie—responde, sin darle importancia—No mejor que tú, eso seguro. Debo volver al baile. A sido un placer ver tus creaciones, amor.

Otra vez el apodo.

Arielle aprieta el pincel en su mano, sintiendo como se dispone a salir del aula. Tenía un mal presentimiento. Así que, de un movimiento rápido, lo detiene, reteniéndole contra una de las paredes, sujetándole del cuello.

—Tú no eres Ric—asegura, observándole con detenimiento—

—Muy lista, amor—sonríe él—Más que tus hermanos, y eso que ellos le conocen de más tiempo.

—Klaus—murmura, sintiendo el miedo apoderarse de su cuerpo—

—Lo que he dicho. Lista.—le vuelve a sonreír—Siento esto.

Se suelta de su agarre y rompe su cuello, dejando que caiga al suelo, inconsciente. La observa con detenimiento y pasa sus dedos por su mejilla con delicadeza. Tenía que admitirlo, además de lista era guapa.

Arielle no fue consciente del tiempo que transcurrió, pero cuando empezó a recuperar la conciencia, sintió una mano acariciando su mejilla con suavidad para intentar despertarla. Sus ojos se abren con confusión, observando a Jeremy Gilbert agachado junto a ella.

—¿Qué a pasado?—le pregunta el chico, confuso y preocupado—

—Klaus—responde, poniéndose en pie—Tienes que llevarme con Damon.

El chico asiente y la guía hasta la salida del edificio. Ambos caminan de forma nerviosa, observando el lugar a su alrededor hasta llegar al coche del mayor de los Salvatore.

—Damon. He recibido tu mensaje. Solo he encontrado a Arielle.—anuncia el chico Gilbert al llegar a su lado—¿Dónde están Elena y Bonnie?

Damon se dispone a responderle, pero los brazos de su hermana rodeando su cuello le impiden hacerlo. La chica tiembla al abrazarle.

—Era él, Damon. Era Klaus—murmura, sintiendo como él corresponde su abrazo, envolviéndola con fuerza contra su cuerpo—

—Todo irá bien—le asegura, depositando en besos sobre su pelo con cariño antes de mirar a Jeremy—Tenemos que hablar.

La chica se separa de su hermano y se adentra en el coche, dejando que ambos pudieran hablaran a solas. No quería oírles hablar sobre lo ocurrido.

Después de dejar a Jeremy y el cuerpo de Bonnie en la casa donde habían quemado a las brujas, Damon y Arielle se adentraron en su casa, donde Elena les recibe entre lágrimas, junto con Stefan.

—¿Qué has echo con ella?—pregunta, nerviosa—

—Puedes calmarla, por favor—le pide Damon a su hermano—

—No hables como si yo no estuviera delante.

—Por favor, cálmate un poco—le insiste él—

—Lo sabias, ¿no?—le pregunta con tristeza—Sabias que si utilizaba todo ese poder acabaría muerta, ¿verdad?

—Si. Lo sabía—le contesta, recibiendo una bofetada por su parte como respuesta—Tienes que escucharme y prepárate para lo que te voy a decir. Bonnie tenía que morir. No esperábamos que Klaus usara el cuerpo de Alaric. No estaba preparada para eso. No iba a parar, y no íbamos a poder detenerle hasta que supiera que Bonnie estaba muerta. Tenía que creerlo. Así que hizo un hechizo. Bonnie está bien.


Ni un baño relajante, ni su música favorita habían hecho desaparecer el miedo y la angustia que Arielle había sentido aquella noche. No solo se había enfrentado a Klaus, si no que éste estaba dentro del cuerpo de uno de sus amigos. Tal vez conociera a Alaric de poco tiempo, pero eso no quitaba que le importara.

Se sorprendió al ver a Elena llamar a su puerta, deseando hablar con ella. La joven Gilbert se la encontró sentada sobre su cama, su cabello mojado y su mirada perdida en lo que parecía ser una caja de recuerdos.

—Siento molestarte—habla con delicadeza, observándola con atención—Pero creo que solo hay una forma de acabar con esto sin que nadie más salga herido.

—Queries despertar a Elijah—asume, cerrando la caja para poner toda su atención en la chica—

—Si.

Arielle ya había pensado en eso. Había accedido a matar a Elijah porque creía que su hermano estaba en lo cierto al no confiar en él, pero llegados a ese punto, él era el único que conocía a Klaus y sabía cómo acabar con él.

—Bien, hagámoslo—habla, poniéndose en pie. Elena la observa con sorpresa, no pensaba que fuera a estar de su parte—Hoy he pasado miedo, y no quiero volver a sentirme así.



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