IV. Invisible Tattoos


CAPÍTULO CUATRO
TATUAJES INVISIBLES

"This is not another story, this is not another drill. I refuse to be another number now. Never staying down. This is something real"


—¿Qué demonios es todo esto?—cuestiona Arielle al ver el desorden de la biblioteca de la casa—

—Objetos personales que mangué de la caravana del cazador de vampiros—le responde Damon, cargando con una caja entre sus brazos—Que descanse en paz.

A su lado se sitúa Stefan, quien observa una de las estacas cuyos grabados eras exactamente iguales a los de las balas con las que el cazador había disparado a Tyler.

—Estoy buscando un manual sobrenatural.

—¿Cómo sabes que era sobrenatural?—pregunta Stefan con confusión—

—Porque no era natural—responde con obviedad, mientras saca cosas de la caja—Aparece por arte de magia, vuela por los aires al Consejo de Fundadores y tiene un tatuaje que, sorprendentemente, solo es capaz de ver Jeremy Gilbert. Klaus mencionó algo de que era uno de los Cinco. Y luego se suicida con explosivos. ¿Os parece natural?

—¿Qué es eso de los Cinco?—cuestiona Arielle, frunciendo el ceño—

—Espero que esté en el primer capítulo del manual.

La rubia rueda los ojos cuando el teléfono de su hermano mayor suena, anunciando una llamada.

—Liz Forbes, mi sheriff favorita—saluda al contestar la llamada—

Mientras tanto Stefan y ella observan las pertenencias del difunto cazador.

—¿Qué? Eso es... inquietante. Mantenme al día.

Acto seguido cuelga el teléfono, encontrándose con las miradas confusas de sus hermanos pequeños.

—¿No vas a contárnoslo?—cuestiona Stefan—

—No puedo, es privado. Y estamos peleados.

—Estas peleado con él no conmigo—se queja Arielle—

—No. Es él el que está enfadado conmigo. Yo ya lo he superado—asegura Stefan—

—¿No estás picado por lo de Elena?—inquiere Damon—

—Le diste tu sangre. Nunca te lo perdonaré. Pero no estamos "peleados".

—De acuerdo—suspira—No encontraron restos después de la explosión.

—Connor sigue vivo—asume Arielle—

—Eso parece. Necesito que os encarguéis de esto. Yo me llevo a Elena a la facultad.

—Perdona, ¿qué has dicho que vas a hacer?—cuestiona Stefan, algo desconcertado—

—Enseñarle a comer—responde de forma obvia—Ahora más que nunca, tiene que aprender a lanzarse, comer, borrar—Stefan frunce el ceño, molesto. Damon le mira con una sonrisa, interrumpiéndole antes de que pueda decir nada—No estamos peleados.

Abandona la biblioteca, dejando a Stefan con la palabra en la boca.

—Ha usado tus palabras en tu contra—comenta Arielle con diversión—La próxima vez ten más cuidado, Stef.

—Si, gracias por el consejo—suspira con frustración, observando como ella se dispone a seguir a Damon—Oye, ¿me ayudaras con Klaus?

Arielle usa su velocidad vampírica, colocándose delante de él con una mueca en la cara.

—¿Por qué haría eso?—cuestiona, confusa—

—Bueno, tiene debilidad por ti. Nos vendría bien para sacarle información. Tenemos que encontrar a Connor antes de que intente matarnos. De nuevo.

—Eres un idiota, Stef—suspira Arielle, dejando caer sus brazos a cada lado de su cuerpo. Stefan frunce el ceño ante su afirmación—Si Connor está vivo, Klaus lo tendrá retenido. Él le está sacando información.

La expresión de Stefan cambia radicalmente. Ella tenía razón.

—¿Ves? Le lees la mente.

—No le leo la mente a nadie—se queja ella—Solamente es lo que haría yo. Si conociera a una familia de brujos, por poner un ejemplo, y encontrará a uno después de mucho tiempo, lo encerraría para sacarle información. Sobretodo si eso me da una ventaja, una recompensa o si simplemente es una amenaza para mi. Y ahora que lo veo. Después de esta estupida conversación y explicación, iré contigo. Porque no sé que mierda vas a sacarle a Klaus si ni siquiera sabes crear estrategias o anticiparte a las suyas.

Le dedica una mirada de fastidio y se da la vuelta para salir de la biblioteca, esta vez definitivamente.

—Siempre has sido la lista de la familia.

—Lo que tú digas, Stef.


Una hora mas tarde, Arielle y Stefan habían conseguido adentrarse en la casa de Klaus sin ser vistos por nadie y habían encontrado a Connor atado a una especie de máquina de tortura antigua.

Al oír los pasos del Original, ambos se escondieron para observarlo todo, aunque sabían que él les notaría nada más entrara a la sala.

—Voy a tener que reforzar el dispositivo de seguridad—comenta Klaus, dándose la vuelta para mirarles—

—Íbamos a llevárnoslo, pero hemos pensado que te habrá costado mucho atarlo en tu habitación roja del dolor—comenta Arielle, observando al cazador—

—Es de la inquisición—señala, refiriéndose al sitio donde Connor se encontraba atado—Me parecía que tenía su punto.

—¿Qué le has sonsacado?—cuestiona Stefan—

—No lo suficiente. No habla de la explosión del Consejo y no suelta prenda sobre ese mal mayor que nos tiene que hacer temblar a todos—le responde, observando al cazador—¿Qué hacéis fisgoneando?

—Verás, no podemos decírtelo delante de él. Como te imaginarás, a nuestro amigo no se le puede obligar.

—Estas lleno de misterios, ¿no?—comenta Klaus, dedicándole una sonrisa de superioridad a Connor—

—Ye te he dicho que no sé nada—le dice él—

—Por suerte, yo sé mucho—amplia su sonrisa y se aleja de él para salir de la habitación—¿Vamos?

Stefan le dedica una última mirada a Connor mientras que Arielle simplemente suspira y sigue al híbrido hasta el salón de la casa.

—Veo que te encuentras mejor, amor—le sonríe, mirándola a los ojos—

—Si, bueno, un poco de sangre de híbrido y todo solucionado, ¿no?—suspira ella, cruzándose de brazos—

Klaus le dedica una sonrisa y, cuando Stefan por fin abandona la sala donde se encuentra Connor, él cierra la puerta.

—¿A qué viene este allanamiento?—les pregunta—

—Damon dice que sabes algo de ese tío—explica Stefan—Debí sospechar de ti cuando curaste a Elena y a Arielle del veneno de hombre lobo sin pedirnos nada a cambio.

—Me sentía benevolente—explica, sin darle importancia—

—Nunca has sido benevolente—se queja Arielle, mirándole a los ojos por primera vez en el tiempo que llevaba en esa casa—

—¿Quién es este tío? ¿Qué son los Cinco?—cuestiona Stefan, interrumpiendo su intercambio de miradas—

—Demasiadas preguntas—se queja Klaus, dirigiendo su mirada hasta él—

—Pero, por suerte, hoy no tenemos nada que hacer excepto sacarte repuestas—responde, sentándose en uno de los sillones—

—Bien—suspira—Podéis serme útiles para convencer a mi hermana de que coopere. La Hermandad de los Cinco era un grupo de cazavampiros sumamente expertos. Nuestros caminos se cruzaron en el siglo XII, en Italia—Arielle suspira con pesadez al saber el lugar donde ocurrió todo. Con frustración, y demasiados recuerdos en su mente, decide sentarse junto a su hermano para escuchar la historia—Mis hermanos y yo seguimos a los normandos cuando conquistaron el sur. Alimentándonos y convirtiendo a gente a nuestro paso. Pero el derramamiento de sangre nos expuso.

—Espera, ¿esos cazadores existen desde hace 900 años?—cuestiona Arielle—

—Eso parece—suspira, sentándose en el sillón frente a ellos—Pero nuestro amiguito es el primero que veo desde entonces. La pregunta es dónde se han metido todos estos años.

—¿Y Rebekah tuvo algo con alguno de ellos?

—No solo tuvo algo. Se enamoró de él. Él le contó sus secretos. Y los compartiré encantado con vosotros, a cambio de que hagáis algo por mi.

—¿Qué quieres?—cuestiona Stefan—

—Que me traigáis a Rebekah. Es testaruda y rencorosa. Necesito hacer las paces con ella. Quiero que me dé una información de suma importancia sobre el cazador y no lo hará a menos que crea que nos hemos reconciliado.

—Y... ¿Qué ganamos con esto?—cuestiona Stefan, levantándose—

—Traedla aquí y os lo contaré—le asegura—¡Ah! Y Stefan, créeme cuando te digo que ese cazador es la respuesta a tus plegarias.


Arielle abre los ojos con confusión, encontrándose en su habitación. Un dolor en el cuello hace que se queje, pero también le revela lo que había pasado para que todo estuviera en negro después de salir de la casa de Klaus.

Stefan le había roto el cuello para mantenerla alejada de todo.

Bufa con frustración y se levanta de la cama, coge su chaqueta de cuero y sale de la casa sin mirar atrás para buscar a su hermano y devolverle lo que le había hecho.

Sin embargo, a mitad de camino hacia el Grill, Jeremy Gilbert la aborda con miedo en su rostro.

—¿Qué te pasa, Jer? ¿Qué a pasado?—cuestiona, confusa y preocupada por el chico—

—Lo siento, no podrá responderte—le responde otra voz antes de morderle el brazo—

—¡Arielle!—exclama Jeremy con miedo—

—Híbridos—se queja ella al ver la mordida de su brazo—

El hombre le dedica una sonrisa y los sujeta a ambos de los brazos para llevarles hasta la casa de Klaus. Más específicamente hasta el comedor de la casa, donde Stefan, Rebekah y el propio Klaus se encontraban compartiendo una cena.

Nada más verles, el hermano de la chica se levanta para acercarse a ellos, pero Klaus es más rápido y se coloca delante para impedírselo.

—Yo no lo haría—le advierte—Por suerte para todos, el joven Jeremy tiene dotes de artista.

—No pienso ayudarte a nada—se queja el aludido—

Klaus le sonríe y el híbrido que les había levado hasta allí suelta a Arielle para quitarle el anillo Gilbert al chico, el cual le lanza a Klaus mientras Arielle cae en los brazos de su hermano.

—Me temo que lo harás—le sonríe a Jeremy antes de mirar a los dos hermanos—Y vosotros tranquilos. En cuanto el chico termine el dibujo, curare ese mordisco de tu precioso brazo, amor.

Arielle le dedica una mala mirada y se suelta de los brazos se Stefan con la poca fuerza que le quedaba.

—Que te den—le responde entre dientes—Y a ti, ni se te ocurra volver a romperme el cuello para apartarme de todo. Tú me pediste ayuda, ¿recuerdas?

Sin nada más que decir, y sin ni siquiera mirar a Rebekah, quien estaba preocupada por ella, simplemente sale de la casa con el mordisco de híbrido aún en su brazo.


El tiempo le estaba pasando factura a medida que pasaba con la mordida de híbrido en su brazo. Había vuelto a su casa, negándose a pasar más tiempo en la casa de Klaus. Su hermano podía cuidarse solo, y también cuidaría de Jeremy, así que Arielle no tenía nada de que preocuparse más que de el mordisco.

Por eso se encontraba leyendo libros de brujería en su habitación. Libros que había guardado a lo largo de los años, en busca de una forma de curarse el veneno de hombre lobo sin la ayuda de la sangre Klaus.

Pero no había nada, ni si quiera un hechizo con posibilidad de modificarse. Además, Bonnie, la única bruja a la que conocía en ese pueblo, se encontraba en la universidad con Damon y Elena, y no llegaría antes de que el mordisco la matara.

Sus sentidos empezaban a deteriorarse y los escalofríos llegaban a su cuerpo. Con esfuerzo volvió a guardar los libros y se tumbó en su cama, esperando su muerte, o la estupida y ahora deseada llegada de Klaus para salvarle la vida. Ella no quería morir, y mucho menos por un estupido mordisco de híbrido.

—Siento que estes así—hablan a sus espaldas—

Le reconoce al instante. Ese estupido acento.

—No te lo tomes como algo personal, amor. Solo eres un daño colateral.

—Creía que no merecía sufrir por las acciones de mis hermanos—recuerda las palabras que le había dicho el día anterior, cuando la curo del veneno de la bebida de la fiesta de Rebekah—

—Siempre te acuerdas de todo, ¿no es así?—inquiere con una sonrisa—

—De lo importante.

—Acabó de clavarle una daga a mi hermana—admite, mirado hacia el piano de su habitación—

—Has conseguido lo que necesitabas de ella—suspira Arielle. Él nota rápidamente que no se trataba de una pregunta, sino de una afirmación—Y supongo que también de Jeremy.

—Él está bien, le he devuelto el anillo a tu hermano—le explica, sin apartar la vista del instrumento—

Arielle asiente y tose al notar la sangre en su garganta. Cierra los ojos con fuerza y un escalofrío le recorre el cuerpo cuando cree ver la figura de Alaric en el sofá situado al lado de la ventana. Las alucinaciones estaban empezando.

—El híbrido no tenía la orden de morderte—admite Klaus entonces—Debías volver con tu hermano a mi casa. No pensé que fuera a romperte el cuello.

—Ya somos dos—suspira sin dejar de mirar el sofá—

—El caso es que Jeremy te encontró y el híbrido creyó que lo correcto era morderte para que no impidieras la orden que le di de traérmelo a la casa.

—Hizo bien, le habría matado—asegura ella, sacándole una sonrisa—Le habría arrancado el corazón o incluso le habría cortado la cabeza por simplemente tocar a Jeremy.

—Te importa—murmura—

—Me importan todos.

—Aunque te sorprenda, quiero ayudarte, Arielle—su mirada se posan en sus ojos, provocándole otro escalofrío—Quiero cumplir mi promesa sobre Carina. Tengo que irme a Italia a por una espada para descifrar el tatuaje del cazador cuando esté completo. Quiero que me acompañes.

—Será complicado si me muero.

—No lo harás. Voy a curarte.

Se dispone a acercarse a ella para dejarle su muñeca, pero ella niega, estirando su brazo hasta la mesita de noche donde reposaba un vaso de cristal. Lo agarra y se lo entrega.

Tal acción sorprende a Klaus, quien sonríe y, sin decir nada, simplemente se muerde la muñeca y deja caer su sangre en el recipiente.

—¿Eso es un si a venir a Italia?—cuestiona—

—Si me prometes que ni tú, ni ninguno otro de tus híbridos volverá a morderme. Ni a mi, ni a mis hermanos.

—Te lo prometo—le asegura, entregándole el vaso lleno de su sangre—

Arielle suspira y se traga el líquido escarlata sin dejar de mirarle a los ojos.




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