III. Werewolf's Venom


CAPÍTULO TRES
VENENO DE HOMBRE LOBO

"Much later, baby, you'll be saying never mind. You know life is cruel, life is never kind"


Arielle suspira con pesadez al sentarse en el pupitre del aula de historia, justo delante de su hermano. Ella no tenía pensado volver al instituto, sobretodo después de la muerte de Alaric, pero Stefan le había insistido en que le ayudara a vigilar a Elena durante las clases.

Eso solo la molesto más, pues no le apetecía perder su tiempo en ser la niñera de Elena Gilbert. Pero tampoco quería que su hermano se enfada con ella. Ya había suficiente drama en la familia con toda la situación con Damon.

No tenía pensado atender a la clase, así que abrió su libreta de dibujos y comenzó a trazar líneas sin sentido alguno para poder despejar su mente.

—Es la primera vez que volvemos a la clase de Alaric—comenta Stefan a sus espaldas—

—La primera clase y ya estoy a punto de llorar—señala Elena a su lado—

—Buenos días a todos—saluda Rebekah, entrando en el aula—

Ante su presencia, Arielle levanta su mirada, viendo como la rubia se encontraba repartiendo una especie de folletos entre los alumnos de la clase.

—Mira por dónde. Se me acaba de pasar toda la pena—comenta Elena con irritación—

El enfado de Elena con Rebekah era justificado. La Original había hecho que ella y Matt cayeran por el puente, lo cual acabó con ella muerta y trasformada en vampiro. Pero aún así, a Arielle le parecía ridículo. Sobretodo teniendo en cuanta que, antes de eso, Elena había apuñalado a Rebekah por la espalda, literalmente.

—Voy a dar una fiestecita antitoque de queda en mi casa nueva—anuncia la rubia—Empieza a quinta hora y acabará a las mil. Que corra la voz—le entrega un folleto a Arielle—Estas invitada, Elena. Enterremos el hacha de guerra.

—Es muy grande para enterrarla.

—Bueno, pero hoy me siento generosa.

—Casa nueva. ¿Por fin te ha echado tu hermano?—cuestiona, mirando el folleto de la fiesta—

—Klaus no me ha echado. Me he ido yo.

—¿Has dejado a la única persona en el mundo a la que le gustas?—cuestiona con incredulidad—

La sonrisa de Rebekah desaparece ante su comentario. Golpe bajo por parte de Elena.

—Elena, recuérdame a quien le gustas tú—le pide Arielle con molestia, recibiendo una mala mirada por su parte, pero una sonrisa agradecida por parte de Rebekah—

—A tu novio le gusté una vez—recuerda Rebekah entonces—De hecho, mucho más de una vez.

—¿Por qué sigues en el pueblo, Rebekah?—cuestiona Stefan, intentando calmar el ambiente—¿No tienes otro sitio adonde ir?

—Historia es mi clase favorita—le responde con una sonrisa—¿Dónde se ha metido el señor Saltzman? Ah, es verdad. Yo le maté.

—Rebekah—le advierte Arielle con molestia—

No le gustaba que usara eso para molestar a Elena. Pues Alaric también era su amigo.

Elena mueve un lápiz con rapidez antes de lanzarlo contra la Original, quien lo para en el momento justo antes de devolverle el lanzamiento, clavárselo en el hombro izquierdo.

Elena se lo saca y, cuando el timbre suena, abandona la clase, siendo seguida por Stefan.

Rebekah suspira y se sienta delante de Arielle, quien le dedica una mirada de molestia por su comentario sobre Alaric. Vuelve su vista a su libreta y se da cuanta de que los dibujos abstractos que había estado haciendo en realidad tenían forma y ella no se había dado cuenta. Se trataba del anillo Gilbert de Alaric.

Era como si su espíritu la estuviera persiguiendo. Recordándole que ella no había podido hacer nada por ayudarle.

Soltó aire con frustración y cerró la libreta de un golpe antes de salir de la clase sin mirar atrás.


La casa de Tyler Lockwood se encontraba vigilada por híbridos, cosa que provocó que Arielle frunciera el ceño confusa. Sobretodo cuando Luna le había dicho que James también se encontraba ahí.

Cuando llego al porche de la casa, la puerta fue directamente abierta por Tyler Lockwood, quien la miro con confusión.

—Arielle, ¿qué haces aquí?—cuestiona, confuso—

—Buscó a James. Su hermana me dijo que estaba aquí.

—Si, le avisó. Es que creía que eras Caroline—le explica—Pasa, no creo que James tarde en venir.

—Gracias—le dice, entrando en la casa—Caroline estaba en el instituto. Supongo que vendrá cuando acabe. No lo sé, ya sabes que Thomas está raro.

Raro era decir poco. Thomas estaba triste. La misma noche de la ceremonia en la Iglesia y de los farolillos, Marie había aparecido en su casa para decirle que se iba del pueblo.

—Si, lo sé—suspira, caminando hacia el salón—

En ese mismo momento, James abandona ese salón y se acerca a ella con una sonrisa en su rostro.

—¿Qué haces aquí?—cuestiona, confusos—

—La pregunta correcta es ¿qué haces tú aquí?—le corrige ella con una sonrisa—Es la casa de Tyler Lockwood, rodeada de híbridos ni más ni menos.

—Están aquí para proteger a Tyler del cazador—explica, acercándose a ella—Y, bueno, les han ordenado protegerme a mi también.

—¿Ordenado? ¿Klaus?

—Ha vuelto. Y sinceramente me alegro de que Marie ya se haya ido, así no la utilizara—suspira, acariciando uno de sus brazos—

Arielle sonríe levemente. Aún no sabían muy bien cómo llamar a la relación que tenían. James quería besarla, pero no sabía si ella quería lo mismo. Así que Arielle decidió dar el paso, uniendo sus labios.

—Rebekah da una fiesta—anuncia al separarse, mirándole a los ojos—Y creo que me vendría bien para despejar la mente. ¿Quieres venir?

—Me encantaría, pero estoy bien aquí, y no estoy de humor para fiestas—admite, encogiéndose de hombros—

—Como quieras—suspira—Pero te vendría bien. Y así te olvidarías de los híbridos y del malvado Klaus. O, como decía Ric, de Voldemort.

—Muy graciosa—sonríe, dándole un rápido beso en los labios—Nos vemos luego.

Y así como había llegado, Arielle se fue de la casa de los Lockwood para emprender su viaje hasta la fiesta de Rebekah. Mientras que James volvía al salón de la casa de Tyler, donde, antes de la llegada de la rubia, se encontraba hablando con Hayley.

Pero, esta vez, al adentrarse en el salón, James no se encontró con ella, ni con Tyler. Klaus era quien le esperaba, sentado en una de las sillas, con las piernas apoyadas en el escritorio. Una sonrisa en su rostro mientras le observaba detenidamente.

—Es atractiva, esa Hayley.

—¿Dónde está?—cuestiona, preocupado—

—Ha tenido que irse—le responde Klaus, sin darle importancia—Pero tranquilo, la eché por detrás para que Arielle no la viera.

—No sé que estás pensando...

—No sé nada—le interrumpe—Pero se me ocurre una versión bastante convincente. ¿Por qué no me dices si mi imaginación se desvía de la realidad?—quita sus piernas del escritorio en un rápido movimiento y se levanta para acercarse a él—Antes de venir aquí, Hayley y tu manteníais una relación. Cortasteis y llegaste a Mystic Falls por tu hermana. El día después de convertirte en híbrido, la buscaste, como persona en la que mas confías y mientras Arielle estaba en mi casa, os reencontrasteis y reavivasteis la pasión. Acababas de ser convertido y, bueno, las emociones crecen, la inhibición disminuye...

—Ya basta—le interrumpe James con frustración—

—Y entonces, en un momento de debilidad, la enorme tensión sexual se convierte en algo más real—continúa Klaus—

—¡He dicho que basta!—exclama, mirándole a la cara—

—Y Arielle no tiene ni idea.


Llegar a la fiesta de Rebekah había sido una decepción. En serio Arielle creía que después de mil años a la chica se le daría mejor organizarlas, pero la casa estaba casi vacía.

Los vasos de plástico estaban tirados por el suelo, pero una chica, a la que reconoció como April Young los estaba recogiendo con tranquilidad, mientras las últimas personas se iban del lugar.

Arielle suspira con pesadez al coger un vaso de plástico rojo y llenarlo de la cerveza del barril para llevárselo a los labios mientras se adentraba en la casa, donde se sorprendió al ver a Thomas.

—Hey, ¿Qué haces aquí? ¿Estás bien?—pregunta al llegar a su lado—

—Necesitaba despejar mi mente—suspira, mirándola—Caroline iba a venir, pero no lo ha hecho y la fiesta a sido una decepción.

—¿Por qué? ¿Qué a pasado?—cuestiona, confusa—

—Stefan y Elena se fueron después de armar un alboroto con Rebekah, quien minutos después se encerró en su habitación sin decirle nada a nadie. Fue en ese momento cuando la gente empezó a irse, yo me he quedado por el alcohol—le explica, señalando el vaso entre sus manos—¿Tú donde estabas?

—Fui a ver a James a casa de Tyler—le responde, sentándose en la encimera de la cocina—No preguntes. Creo que es más confuso cuando preguntas.

Sus palabras le sacan una sonrisa al chico, quien deja el vaso sobre una mesa y se acerca a ella.

—¿Bailas?—cuestiona, estirando su brazo hacia ella—

La mirada azulada de Arielle se posan en su mano y después de unos segundos decide aceptarla. Se baja de la encimera de un salto y deja el vaso de plástico en su lugar.

Thomas sonríe y la hace girar para luego atraerla hacia él.

No había música, pero eso no les molesto. Se sentían tranquilos el uno con el otro. Thomas ya había olvidado lo que una vez sintió por ella y ahora solo necesitaba divertirse e intentar olvidar la marcha de Marie. Y Arielle se encontraba feliz porque nunca pensó que encontraría a una persona que le recordara a William y a Andrew a la vez, una persona con la que sentirse cómoda. Un mejor amigo.

Sin embargo la diversión y tranquilidad no duró mucho. Ni siquiera debería ser una sorpresa que eso pasara, pero no era una interrupción normal de un cazador o de otro vampiro. No, esta vez fue provocada por un mareo por parte de la chica.

—Hey, ¿qué pasa?—cuestiona Thomas, ayudándola a mantenerse en pie—

Ella no le responde y simplemente se mira el brazo, donde sus venas comenzaban a tornarse más rojas de lo normal mientras su visión se nublaba.

—¿Qué es eso? ¿Qué te pasa?—cuestiona con nerviosismo—

Arielle no responde y sus piernas empiezan a fallarle. Thomas no duda ni un segundo en cargarla sobre sus brazos para llevarla hasta su coche y dirigirse a la casa de los Salvatore. Necesitaba ayuda, y estaba seguro que tenía que ser ayuda sobrenatural. Necesitaba a Damon y a Stefan, y puede que a una bruja. Lo cual solo le recordó de nuevo que Marie ya no estaba en Mystic Falls.


Para sorpresa de Thomas, Elena también estaba enferma. Al parecer ambas tenían veneno de hombre lobo en su organismo. El cazador se lo había cogido a Tyler y lo había metido en la bebida de la fiesta de Rebekah.

En ese momento, Arielle se encontraba en la cama de su hermano Damon, mientras que Elena estaba tumbada en la de Stefan. Thomas no se había separado de Arielle, a pesar de que podía ser peligroso si empezaba a tener alucinaciones.

La puerta de la habitación fue abierta por Stefan, quien nada más recibir el mensaje de Thomas había corrido para ver a su hermana. Le había mandado multitud de mensajes a Klaus, pero al saber que su hermana también estaba enferma, comenzó a llamarle con desesperación.

—Te vas a poner bien—le asegura, cogiéndole la mano con delicadeza—

Arielle lo observa con cansancio y entonces le ve. Entrando por la puerta de la habitación con su típica expresión de superioridad.

—Has venido—murmura Stefan con sorpresa—

—Si. Y de cara al futuro, un mensaje de voz es igual de eficaz que 20–le responde—

Arielle se queja de dolor al sentir como su cuerpo comenzaba a temblar.

—¿Qué pasa, amor?—cuestiona Klaus, mirándola con confusión y algo de preocupación—

—Tiene veneno de hombre lobo—le responde Thomas—Eres el único que puede curarla.

—Si, a ella y a Elena—añade Stefan con fastidio—Por favor.

—¿Y qué habrías hecho si ya no estuviera aquí?—cuestiona Klaus—¿Y si tú y tus amigos hubierais librado al mundo de mi? Pongámonos en esa tesitura.

—Lo que quieras de mi...

—¡Yo no necesito nada de ti!—le asegura, antes de acercarse a Arielle—Pero hablemos de ellas. A Arielle la curare, por supuesto, no merece ser castigada por tus acciones. Pero de haber sabido hace unas horas que Elena moriría por el veneno de hombre lobo, no me habría preocupado nada—se muerde la muñeca y coge un vaso de cristal de la mesita de noche par poder llenarlo—Pero ahora mismo puede serme útil después de todo.

Termina de llenarlo y se lo extiende a Stefan, quien lo agarra, confuso.

—Ahora tú, amor—murmura, sujetándole la cabeza a Arielle para acercarla hacia él y que muerda su muñeca—

Ella observa como Stefan sale de la habitación para darle la cura a Elena y, sin pensarlo más, le muerde la muñeca a Klaus, sintiéndose mucho mejor al instante.

—Eso es... te pondrás bien—le asegura él, acariciandole el pelo bajo la atenta mirada de Thomas—




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