∅ 51 |¡Maratonaso! 2/3|


Greed miró lo que restaba de su extremidad, aún incrédulo – O-oye... ¡¿Pero que clase de anciano eres tú?! – exclamó angustiado, retrocediendo unos pasos. Su brazo aún no se empezaba a regenerar, cuando Bradley empezó a atacarlo de nuevo con sus espadas.

Greed no tuvo la oportunidad de reaccionar a estos ataques, recibiendo todos los cortes de Bradley. El de parche por último golpeó el estómago del azabache y lo mandó a volar al otro lado de la corriente de agua, aterrizando en la pared de concreto y rompiéndola a su alrededor, causando un gran estruendo.

– ¡¿Greed-san?! – exclamó preocupada Martel, queriendo salir para saber que era lo que estaba pasando.

– ¡Shhh! – Alphonse reaccionó y la mandó a callar. Aquel hombre era de temer, no era posible saber lo que podría hacer.

Bradley saltó hasta donde el azabache había aterrizado, listo para seguir atacándolo.

– O-oye... esto es una batalla unilateral... ¡no sé si se le pueda llamar una batalla incluso! – tembló Paris. Greed estaba siendo frenéticamente cortado por las espadas del Führer sin tener ni un chance de recuperarse o de defenderse.

– ¡MALDITO! – vociferó Greed furioso, por fin viendo una oportunidad para atacar de vuelta, pero solo fue una trampa del Führer para romper la defensa de su oponente. Bradley apuñaló al contrario con ambas espadas en su cuello, y estas sobresalían de la nuca de Greed.

– No tengo la defensa absoluta como tú, y tampoco la lanza absoluta que puede atravesar todo... – empezó a relatar de manera espeluznante con voz rasposa. Greed empezó a vomitar sangre de su boca, mientras era torturado al intentar regenerarse pero no ser capaz ya que las cuchillas atravesadas en su cuello se lo impedían – Pero, ¿sabes como sobreviví todas esas balas en el campo de batalla, serví meticulosamente mis deberes y ahora estoy en este rango tan alto? – preguntó amenazante.

Greed movió difícilmente su cabeza, para poder enfrentar la mirada del Führer – T-tu eres... – vomitó más sangre en el proceso.

Bradley movió hacia los extremos sus cuchillas, haciendo dos huecos en cada lado del cuello de Greed, quien cayó al piso hecho un mar de sangre.

– Entonces... ¿cuantas veces más puedes regenerarte antes de que mueras? – preguntó cínicamente.

Al otro lado de la corriente de agua, se encontraban Paris, Alphonse y Martel esperando pacientes a que uno de los dos retornase. Aquella aparición los había dejado a todos en shock, y las ganas de moverse y escapar se habían esfumado. Bradley había mandado a volar a Greed tan lejos que los jóvenes los habían perdido de vista por la mala iluminación, y solo podían escuchar algunos murmullos que no se entendían a lo lejos.

– ¿Donde está Greed-san? – preguntó Martel luego de unos minutos, harta de esperar.

– No lo sé... está muy oscuro y no puedo ver más allá... – respondió el menor volteando su cabeza en todas las direcciones.

– Al, pasos. – avisó Paris al escuchar atentamente como distintos pasos venían de ambas direcciones de las alcantarillas.

Voltearon a los pasos más cercanos, y luego de unos segundos pudieron divisar el cuerpo moribundo de Greed acercándoseles, le faltaba un brazo y tenía múltiples cortes en todo su cuerpo. Cayó sin energías al piso, revelando que detrás de él venía el Führer, quien clavó de nuevo su espada en la nuca del azabache, haciéndolo vomitar sangre una vez más.

– ¡¿Greed-san?! – al escuchar esos preocupantes sonidos de ahogo, Martel se asomó por el cuello de Alphonse.

– ¡No! ¡Quédate allí dentro! – el menor volvió a cerrar su casco, manteniendo a la mujer allí dentro, pero no se calmaba, pataleaba por todas partes ya que exigía salir a ver.

– Has muerto unas 15 veces ya... ¿cuantas más tomará? Me estoy cansando. – comentó Bradley mientras sacaba su espada de la nuca de Greed, y con un movimiento le quitó toda la sangre que había sido esparcida en esta.

Los rayos rojos emanaban de las heridas del azabache, pero ya no salían de la misma manera, esta vez parecían estar reduciéndose en tamaño e intensidad.

Los pasos del lado contrario por fin llegaron hasta ellos, revelando la imagen de Roa y Dolcetto seriamente heridos.

– Ah, mierda... ¿Hasta el mismísimo Führer esta aquí? – comentó irónicamente Dolcetto, visiblemente cansado.

– Hehe... puedes ocultar la cola y huir si quieres – se burló Roa, a pesar de que estaba en un estado deplorable, con sangre en su cara y al parecer un hombro dislocado. Ambos empezaron a caminar hacia Bradley.

– Me gustaría hacer eso, ¿sabes? Pero no subestimes la lealtad de un perro – comentó gracioso, intentando ocultar el hecho de que estaban caminando hacia su propia muerte.

De un parpadeo, Dolcetto movió su katana y cortó las cadenas de Alphonse y Paris sin esfuerzo. Ambos jóvenes miraron sus manos, incrédulos. Dolcetto los miró a ambos con media sonrisa – Por favor sáquenla de aquí...

Martel se tensó.

– Te lo encargamos... – siguió Roa.

– ¡Roa! ¡Dolcetto! – exclamó la mujer aterrada, seguía buscando la manera de salir desesperadamente de la armadura.

Alphonse, esta vez con sus manos libres mantenía su cabeza en su lugar – No... quédate allí Martel-san... por favor...

– ¡QUÍTATE DEL CAMINO! ¡DÉJAME SALIR!

Paris observó como los dos recién llegados se abalanzaron en contra del Führer, y su corazón se estrujó. Ella sabía lo que pasaría, y ellos también. Pero aún así no dudaron en ir a ayudar a Greed.

– Al, vámonos. – sentenció la castaña, levantándose de su lugar mientras acariciaba sus muñecas, lastimadas por las cadenas.

– Pero...

– ¡AHORA! – exclamó. Alphonse se encogió en su lugar, pues nunca había visto a Paris con esa expresión.

Miedo. Miedo que te cala hasta los huesos.

– ¡No tengo tiempo para estar aquí perdiendo el tiempo con ustedes! ¡Déjame salir! – la rubia golpeaba frenéticamente los adentros de la armadura, su voz se empezaba a quebrar – ¡¿Me estás diciendo que solo me quede aquí sentada sabiendo que están matando a mis amigos?!

Paris volvió a ver la escena, y sus ojos solo lograron captar el momento exacto en el que Dolcetto era cortado en dos. Sangre e intestinos salían por todos lados.

Volvió a apartar la vista, tomando a Alphonse del hombro para intentar levantarlo del piso – ¡Al! ¡Es en serio! ¡M-muévete! – volvió a exclamar con voz temblorosa, pero debido a lo aterrada que estaba en ese momento, sus fuerzas fueron completamente drenadas.

– ¡No puedes salir! ¡No te dejaré salir! Ellos me pidieron ese favor... – respondió Alphonse concentrándose en proteger a la mujer dentro suyo. No se movía de su lugar, ya que toda su atención estaba concentrada en retener a Martel.

– ¡DOLCETTO! ¡ROA! – su voz se quebró por completo al escuchar los incontables cortes de carne humana en aquellas alcantarillas.

Paris ahora no podía quitar sus ojos de aquella escena. Bradley había cortado el rostro de Roa en cuatro pedazos, dejándolo caer al piso completamente irreconocible.

Todo aquello lo hacía sin esfuerzo, sin duda alguna estaba acostumbrado a acabar con las vidas de sus oponentes, y hasta ir a ciertos extremos para hacerlo. Todo aquello no era necesario, ¡todo ese sufrimiento no era necesario! ¡Toda esa sangre! ¡Esas lagrimas!

Paris apretó sus dientes y tomó varias bocanadas de aire. Esa imagen no se iría de su cabeza en un largo tiempo. Pero no se podría llamar una alquimista estatal si no podía actuar en los momentos que de verdad importaban.

– Al, ¿no te puedes mover? – preguntó en voz baja, apoyándose del hombro de la armadura que seguía en el piso.

Alphonse al parecer estaba en un estado peor que ella. Si, casi no se podía mover por estar reteniendo a Martel, pero al parecer también se debía al shock por semejante escena. No podía separar su vista de la masacre que estaba presenciando.

La castaña chasqueó su lengua y tomó a Alphonse de los hombros, y en un intento casi inútil, empezó a arrastrarlo por el piso para alejarse de allí cuánto antes.

– Espere un momento viejo Bradley... – Greed tuvo suficiente tiempo para recuperarse, y se levantó de nuevo de su lugar, aún lentamente regenerando su mano. – ¿Como puedes hacerle eso a mis hombres?

El Führer frunció su ceño en disgusto – ¿Te has enganchado con tus peones? Que idiotez – volteó a ver al azabache.

– ¿Enganchado...? Eres estúpido, ¿o que? ¿Por quien me tomas? – respondió frustrado el azabache – Soy Greed el codicioso, ¡dinero, mujeres y subordinados son todos de mi posesión! – sonrió ampliamente, a pesar de estar furioso – ¡Por eso mismo es que no puedo abandonar mis posesiones! ¡MI AVARICIA LLEGA A NIVELES QUE JAMÁS COMPRENDERÁS!

– ¿Avaricia? No tienes ningún sentido. – gruñó, para luego volver a lanzarse en contra del azabache, quien pudo resistir por unos segundos bloqueando las espadas de Bradley con su endurecimiento, pero como era de esperarse, no duró mucho y fue asesinado una vez más, esta vez el Führer había enterrado cuatro espadas que traía guardadas en su espalda en el pecho de Greed. El azabache cayó al suelo, una vez más, y los rayos de regeneración no salían por ningún lugar.

– H-hay que huir de aquí... – tembló Alphonse, al fin empezando a salir de su trance.

Paris, quien seguía intentando arrastrarlo por el piso, intentó ayudarlo a levantarse.

– Detén eso ahora mismo Fahrenheit. – llamó Bradley, helando la sangre de la castaña en el proceso.

Paris se quedó inmóvil, observando como el Führer se acercaba lentamente con ambas espadas en mano. Al presenciar lo que acababa de hacer, no pudo evitar temer por su vida, a pesar de que aquel hombre estaba técnicamente de su lado.

– S-señor por favor...

– Y aléjate del hermano menor de Edward Elric. – ordenó. Paris tembló por un momento, y dudosa separó las manos de los hombros de Alphonse, retrocediendo dos pasos. – ¿Estas bien? ¿Estás herido? – preguntó hacia la armadura.

Alphonse en un manojo de nervios, negó varias veces – A-ah... ¡si! Es decir... ¡no! ¡Estoy bien! ¡No estoy herido...! P-puedo ir a casa solo...

Paris tenía sus manos detrás de su espalda, y sin darse cuenta sus puños estaban cerrados con tal fuerza que sus propias uñas se enterraban en su piel. Los nervios la controlaban por completo en ese momento.

De la nada, vió como Alphonse alzó su mano y tomó el cuello de Bradley, empezando a ahorcarlo.

– ¡¿AL?! – exclamó confundida. Cuando estaba apunto de acercarse a detenerlo, el Führer la miró directamente a su ojo. Ese pequeño gesto bastó para que la muchacha se congelase en sus pies. Con una sola mirada, Bradley le había ordenado que se quedase en su lugar. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo.

– ¡No! ¡Detente Martel-san! – exclamó Alphonse difícilmente. Allí la castaña entendió que era Martel la que estaba ahorcando a Bradley, y no Alphonse.

El Führer a pesar de estar siendo elevado en el aire por el cuello, y asfixiado, se veía inafectado por ello.

– ¡¡¡BRADLEY!!! – gritó Martel, y por como sonaba, se notaba que estaba hecha un mar de lagrimas.

La inexpresividad del Führer era lo que más preocupaba a Paris. Esa no era la expresión de una persona normal al ser ahorcada. Ese hombre no era normal, estaba en otro nivel completamente fuera de su imaginación.

Y como si hubiese sido en cámara lenta, Bradley alzó su espada hasta el cuello de Alphonse, y la introdujo por un pequeño hueco entre su casco y el hoyo de su cuello. Un estruendoso sonido de carne siendo perforada y huesos siendo rotos resonó desde los adentros de la armadura.

Chorros de sangre empezaron a caer en mares desde el pecho de Alphonse, y se escurría hasta sus piernas y pies, bañándolo por completo en ese líquido carmesí.

– ... ¿eh? – murmuró en un hilo de voz al percatarse que su brazo cayó a su lado, y no había ninguna presión dentro suyo forzándolo a moverse.

El Führer cayó en sus pies, sacudiendo su espada cubierta en sangre para luego guardarla en su funda. Empezó a acomodarse los pocos mechones de cabello que se habían desorganizado al momento de aquellas frenéticas batallas.

Alphonse cayó de rodillas al piso. No decía ni una sola palabra.

– ¡¿Al?! – esta vez Paris avanzó sin importarle la presencia de Bradley justo al frente de ella, pues ahora Alphonse parecía necesitar ayuda. Se arrodilló a su lado a pesar de ensuciar todas sus piernas con la sangre siendo derramada y buscó la mirada del menor, pero ésta estaba clavada directamente al suelo en donde el charco de líquido carmesí iba creciendo más y más. – Al, respóndeme. ¡Al!

Bradley carraspeó su garganta – Fahrenheit. – llamó, tensando al instante a la nombrada. – ¿usted tenía conocimiento del cuerpo de Alphonse Elric? – preguntó directamente.

Paris tragó en seco, y a pesar de estar aterrada, enfrentó la dura mirada del hombre – No, señor. Me enteré recientemente. – contestó de la manera más convincente que pudo.

– Hmm... por favor le pido que no hable de esto con absolutamente nadie. – avisó.

Paris asintió, volviendo a mirar preocupada a Alphonse – De acuerdo.

– Y tampoco diga nada sobre lo ocurrido aquí abajo sin mi consentimiento.

La castaña abrió los ojos de par en par. »¿No decir nada...? ¿Es que acaso planea ocultar todo esto? ¿O planea modificar la historia?« pensó inquieta.

– ¿Entendido, soldado? – habló duramente al no escuchar la respuesta de la chica.

– S-si, señor... – asintió de nuevo, mirándolo de reojo.

Luego de ese extraño intercambio de palabras, el Führer se ofreció a cargar a Alphonse hacia el bar. Debían salir de allí para reencontrarse con los demás.

Paris seguía a Bradley con unos pasos de distancia detrás de él. Su vista iba clavada en Alphonse, quien seguía sin reaccionar. Se podía ver los pequeños puntos brillantes rojos que denominan las pupilas de Alphonse, así que estaba consiente, pero de seguro estaba en un shock masivo. De seguro no reconocía nada de lo que pasaba a su alrededor, estaba encerrado en su propia mente repitiendo la escena anterior, víctima de sus propios pensamientos.

Una vez llegaron a lo que parecía ser el Devil's Nest de nuevo, caminaron por unos cuantos pasillos, encontrándose con más cadáveres por el lugar. Los hombres de Greed, todos fueron masacrados en este lugar.

– ¡Führer! – exclamó El Mayor Armstrong al percatarse de la presencia de su superior.

»¿Armstrong también está aquí? ¿En qué se convirtió todo esto?« pensó la castaña haciendo el ademán de cruzarse de brazos, pero en realidad solo buscaba un poco de calor, sus manos se sentían increíblemente frías.

El nombrado puso en el piso a Alphonse, y se volvió a enderezar. – Abran su pecho y saquen el peso muerto. – ordenó, a lo que tres soldados obedecieron inmediatamente.

Paris los miró a todos atentamente, vigilando que no hiciesen nada extraño. Se acercó hasta quedar al lado de Alphonse, quien seguía sin reaccionar y se agachó hasta quedar a su nivel.

– Al... por favor reacciona... – suplicó, la chica posó su mano en el hombro de la armadura y lo zarandeó levemente, esperando a que eso hiciese alguna diferencia, pero a pesar de que un cadaver estuviese siendo extraído de su interior, no se inmutaba.

– Señorita Fahrenheit, ¿usted también esta metida en todo este problema? – comentó Armstrong al notar la presencia de la castaña.

Paris volteó en dirección del hombre y asintió levemente – Así es, como lo sabe, fui asignada como la escolta de Edward Elric...

Armstrong llevó su mano hasta su bolsillo trasero, y de él sacó los guantes de transmutación de la castaña. Paris al verlos, abrió los ojos ligeramente, por un momento se había olvidado que no los tenía con ella. – Consiguieron sus guantes, creo que están intactos. – dijo el rubio, pasándole los guantes a la chica quien los aceptó amablemente y los miró por unos segundos en sus manos. Chasqueó la lengua y los estrujó fuertemente. »¿De que sirven si no puedo darles uso?« pensó frustrada. Los guardó en su bolsillo y volvió a mirar a Alphonse con su ceño fruncido.

– Muchas gracias... – agradeció por lo bajo.

Armstrong observó el estado deplorable de ambos, cubiertos de sangre y exhaustos mentalmente. – Disculpa que te diga Paris-san pero... ¿no será ésta una tarea muy difícil para ti?

Y allí estaba. La duda que había empezado a crecer en su cabeza desde hace unos días. Porque para ser sincera, nada le estaba saliendo bien. No importa que intentase, o que tanto se esforzase, los hermanos siempre salían gravemente heridos, y ella nunca ha podido evitarlo.

Siempre que lo intenta, ella también sale con graves heridas, o incluso a punto de morir, según Michael. ¿Cual era el punto? ¿Por qué Roy la había puesto como su escolta si ella no estaba capacitada para esa tarea?

De seguro él confiaba en que ella podría hacerlo. De seguro él pensaba que ella era lo suficientemente fuerte. Pero dadas las circunstancias... al parecer eso no era cierto. Estaba decepcionando a todos, probablemente Roy le quite el cargo al volver a East City. Y bastante merecido que se lo tenia. Y más que nada, por su debilidad, los hermanos continuaban siendo heridos y expuestos a todo tipo de peligros. Eso era lo que más le dolía. Ellos también deben pensar que ella está allí sobrando, pues ni su trabajo podía hacer bien.

El mayor no dijo más nada, pues al ver que Paris se sumergió en sus pensamientos captó que había tocado una tecla delicada. El solo quería aconsejarla y tal vez ayudarla, pero por lo visto, ella ya estaba consciente de todo lo que el estaba por decir.

– ¡PARIS! – unos pasos apresurados se acercaban hacia ese lugar. Paris reconoció esa voz al instante, volteando con una pequeña sonrisa en su rostro, pero una vez más, fue como un golpe bajo.

Edward se acercaba a paso rápido al haber sido notificado que habían encontrado a su hermano y a Fahrenheit. Pero era su estado el que dejó a Paris sin aliento. Tenía varias vendas en su cabeza, sangre seca por los costados de su rostro junto con múltiples cortes, moretones en su brazo y quien sabrá cuantos más en sus piernas, pero no eran visibles por sus pantalones. Su automail estaba visiblemente roto. Su franela rasgada mostraba vendas sangrientas en su abdomen.

Paris se levantó de su lugar y encaró al rubio cuando ya estaba llegando – ¿Estás bien? – preguntaron ambos al mismo tiempo preocupados, cuando Edward se posicionó al frente de la castaña.

El rubio tartamudeó por las palabras dichas por ambos – A-ah... si, yo estoy bien... ¿y tú?

Paris achicó los ojos y apretó sus puños »Mientes.« pensó frustrada. El estado en el que él se encontraba no era sinónimo de "bien" – Pues... – suspiró cansada – Estoy mejor que otros al menos...

Edward notó el extraño comportamiento de la castaña, pero decidió pasarlo por alto en ese momento – ¿Al estaba contigo?

Paris asintió y dió dos pasos hacia un lado, dejando que Edward divisase aquella imagen tan preocupante de su hermano. Al ver esto, el de ojos dorados inhaló en sorpresa y se agachó al instante al frente de Alphonse, quien aún no reaccionaba y su pecho estaba abierto, dejando ver el enorme charco de sangre que había en su interior, en sus piernas y torso. – ¡Al! ¡Al! ¡Reacciona! ¡¿Que te pasó?! – exclamó preocupado.

– No ha reaccionado a ninguno de mis llamados. – comentó Paris, de nuevo volviendo a cruzar sus brazos al sentir una brisca fría, lo cual no debería ser normal ya que estaban a un nivel bajo tierra, y todos los demás parecían estar sudando. – Está como... ¿en shock? – explicó mirando al menor, también preocupada. Con la frágil situación de Alphonse, es difícil imaginar que podría pasar con su atadura de alma.

Edward zarandeó a su hermano varias veces, y siguió llamándolo sin descansar, hasta que por fin el menor empezó a dar señales de vida.

Levantó su cabeza levemente, enfrentando los ojos dorados de Edward – ... ¿nii-san?

– ¿Estas bien? – preguntó inmediatamente.

Alphonse se tardó un segundo en analizar el estado de su hermano – ¿Y-y tú? Estás todo cubierto de sangre... – Edward bajó la mirada ante ese comentario.

Alphonse miró a los alrededores, y se llevó una imagen aterradora. Su pecho descubierto y repleto de sangre. Inhaló en sorpresa y miedo.

El mayor Armstrong se arrodilló a la altura del menor – Tomamos la libertad de abrir tu torso y sacarla de allí... – explicó mirando de reojo el cadaver de Martel cubierto por una sábana blanca unos pasos más allá de aquel pasillo.

Alphonse llevó sus manos hasta su rostro y lo cubrió por completo, empezando a temblar – N-no fui capaz de salvarla... – su voz se quebró.

El corazón de Paris se partió en mil pedazos. Quiere llorar, Alphonse quiere llorar y no es físicamente capaz de hacerlo, le es imposible dejar salir todas esas emociones. Cuanto daría para que pudiese desahogarse normalmente. Apretó sus puños y se mordió el interior de su mejilla, aguantando la molesta piquiña en sus ojos.

Ver a Alphonse así le afectaba, y ya estaba al borde con sus propias dudas y pensamientos negativos.

– Al... sea lo que sea que haya pasado... no fue tu culpa – respondió Edward siendo compasivo con su hermano menor. Al ver que Alphonse no quitaba sus manos de su rostro, decidió dejar todo aquello atrás – Vámonos a casa, ¿si?

El menor dejó de temblar poco a poco, para luego bajar sus brazos y mirar a su hermano – De acuerdo... – respondió en un hilo de voz.

– Esperen un momento. – se escuchó la voz del Führer acercarse a lo largo del pasillo, ya que el se había ido momentáneamente a otro lado. – Hay algo que debo preguntarles, a los tres.

Los tres jóvenes se tensaron en aquel momento. Paris y Alphonse revivieron en sus mentes todo lo que aquel hombre era capaz de hacer, y sin poder evitarlo sus instintos defensivos se activaron.

– ¿Alguno de ustedes conocía a la mente detrás de todo esto? Un hombre que va por el nombre de "Greed" – preguntó directamente con sus manos firmes en su espalda.

Paris abrió los ojos levemente. Miró a Alphonse y notó como el menor la miraba a ella disimuladamente.

»Por favor... confía en mi...« rezó para sus adentros.

Edward se levantó de su lugar con un semblante serio – No. – dió la cara por los tres.

Paris, quien en ese momento tenía vista plena de la espalda de Edward, por un momento sintió como el frío en sus manos desaparecía. 

– ¿Obtuvieron alguna información importante de él? – preguntó de nuevo Bradley.

– No. – volvió a negar Edward. – Nada que vaya a beneficiar a la milicia de todos modos...

– No me malentiendas, Edward. – se apresuró a decir el hombre – No lo digo por la milicia. – explicó duramente – Si ustedes han hecho algún tipo de trato con él, dependiendo de lo que sea... – dejó al aire las siguientes palabras, la cual todos se podían imaginar. Miró fijamente a Edward, quien se no se veía afectado por ser retado por el hombre más poderoso del país. – ¿Han iniciado algún tipo de tregua con esos que dañarían el centro de la milicia?

– No. – respondió Edward inmediatamente. – ¿Alguna otra pregunta? – apresuró al hombre.

Bradley miró seriamente al rubio, frunciendo un poco el ceño – Tu brazo de acero y el cuerpo de tu hermano... ¿están de alguna manera relacionados?

Esta vez, Edward no pudo ocultar su reacción y abrió sus ojos levemente, pues pensó que habían sido descubiertos. No sabía que responder a aquello.

Bradley al ver la reacción del rubio, suavizó su semblante y hasta sonrió levemente – Que chico tan honesto... – comentó para luego darse media vuelta y volver por donde había venido. – Nos vamos. – avisó el hombre, y los soldados al rededor acudieron – Tú cuida bien de tu hermano...

Los jóvenes presenciaron la ida del Führer con un sabor amargo en sus bocas. Aquella pesadilla de secuestro y batalla había acabado... pero por alguna razón el ambiente no se sentía de esa manera.

Algo estaba apunto de pasar, la última cuerda sosteniendo la tranquilidad se empezaba a quebrar...

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ALPHONSE VEN PA CAH QUE YO LLORO POR TI Y TE DOY TODOS LOS ABRAZOS QUE QUIERAS 😭😭😭😭

(Espero que se note mi amor por alphonse a través de Paris, esta niña se encariñó con Al de una manera que ni ella misma entiende, como si fuese su propio hermanito menor)

Paris; AL IS BABY.

Tod@s los del fandom; SMOL BEAN MUST PROTECC

Si~ ya sé que esta historia es EdwardxOC PEEEERO a mi me gusta que la prota desarrolle relaciones verdaderas con todos, y eso incluye a Alphonse. Para que la cosa se sienta real, situaciones así son necesarias n.n sé que no he avanzado mucho con el ParisxEdward pero todo va fluyendo exactamente como quiero e.e

Alv ya mañana se acaba el maratón :'vvvvv no duró nada xdxd

Anyways, denle amor a la sepsi estrellita, que no muerde 💖

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