⊶ 46


Avisos importantes al final del capítulo; por favor leer uwu

Por ahora, ¡disfruten!

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Luego de aquella fatídica persecución, la pareja que vivía en aquellas montañas hicieron pasar a los jóvenes al taller.

Mientras Winry había prácticamente secuestrado a Paninya para echarle un vistazo a sus piernas de metal, Edward, Alphonse y Paris estaban sentados en cajas de madera, extremadamente confundidos por lo que estaba pasando.

»¿Como terminamos siendo invitados en la casa de quien nos robó?« pensó Paris mientras miraba todo a su al rededor. Tenía una mano puesta en su mandíbula mientras abría y cerraba la boca, ya que había una pequeña sensación que la molestaba.

Edward quien estaba sentado al lado suyo, notó lo inquieta que estaba – ¿Te dolió el golpe eh hielitos?

Paris volteó le dió una mirada de advertencia, a lo que él solo encogió sus hombros en signo de paz. La castaña soltó un suspiro cansado – Creo que me ha dislocado la mandíbula o algo por el estilo. Pero cada vez que abro la boca hasta cierto punto, algo hace click... – explicó, viendo cómo el rubio temblaba del asco. Había entendido muy bien lo que la chica le decía hasta el punto de sentirlo el mismo. – Pero no duele... es raro. Es solo un pequeño click en mi mandíbula, es molesto.

– Para lo fuerte que te dió, más bien saliste ilesa – comentó el rubio viendo de reojo a a la morena, quien seguía siendo retenida por Winry al seguir revisando sus piernas con fascinación.

Paris soltó un bufido que sonó más bien como una risa, y luego volteó a ver a Paninya – Por cierto... aún tiene nuestras cosas, ¿verdad? – preguntó retóricamente, a lo que Edward y Alphonse asintieron confundidos. Ninguno quería interrumpir a Winry en medio de su fanatismo por los automails de la morena.

– ¡Realmente respeto su trabajo! ¡Ser capaz de hacer un automail como este es simplemente maravilloso! – exclamaba la rubia mientras a pequeños saltos y giros se acercaba al hombre que los había invitado a pasar.

El hombre puso su mano en su nuca, avergonzado – Ah... no fui yo quien hizo esos automails. – explicó un poco nervioso ante la "brillante" personalidad de la rubia.

Winry se le quedó viendo confusa, hasta que una nueva presencia llegó a la habitación – Fui yo quien hizo esos automails. – dijo un hombre visiblemente mayor, de piel un tanto morena y con cara de pocos amigos. Aquel era el dueño de ese taller, Dominic.

Paris al ver al hombre instantáneamente enderezó su espalda, sentándose correctamente. Su cara le daba miedo.

•••

El recién llegado a la habitación se había ofrecido para echarle un vistazo a los Automails de Edward. El rubio se había vuelto a quedar en calzoncillos mientras el hombre analizaba sus prótesis con sumo cuidado. Al lado de estos dos se encontraba Winry, atenta a los movimientos del señor y esperando ansiosa por algún tipo de comentario.

– ¿No son un poco pesados? – comentó el señor tomando el brazo de Edward.

Winry al oír esto se encogió en su lugar – S-si... si lo son.

Dominic se cruzó de brazos – No es para nada bueno poner ese estrés en las articulaciones. Es por eso que este niño es tan pequeño, ¿verdad?

– ¡¡¡NO ME DIGAS PEQUEÑO!!! – gritó el nombrado a la par que su antenita se torcía. Pero su expresión cambió inmediatamente a una sorprendida – Espera. ¿Me estás diciendo que si me ponen Automails más ligeros, creceré?

– ... Es posible. – contestó tranquilo Dominic.

El rubio empezó a sonreír como un idiota mientras se perdía en sus ilusiones.

»De seguro está imaginando lo bien que se vería si fuese más alto« pensó Paris, quien seguía sentada en la misma caja un poco más atrás de los demás.

Winry se lo pensó un poco y se enderezó en su lugar. – Muy bien. Lo he decidido. ¡Dominic-san! – llamó la rubia, a lo que el nombrado volteó a verla – ¡Por favor acépteme como su alumna!

– No.

Aquella respuesta había sido tan inmediata y directa que dejó a Winry desconcertada. – Por lo menos tómese un tiempo para considerarlo, ¿no...? – comentó en voz baja, derrotada.

Edward pareció volver en si mismo y aprovechó aquella oportunidad para por fin arreglar su estatura – ¿Podría por lo menos considerar enseñarle cómo hacer automail que sea más ligero para que yo pueda ser más alto~? – ronroneó mientras juntaba sus manos.

Dominic lo vió de reojo y puso su mala cara usual – Tch. Silencio piojo.

»¡¿PIOJO?!« pensó el rubio dejando de respirar por un segundo mientras caía de su asiento lentamente.

– Uff... esa es una nueva – pensó Alphonse en voz alta. Paris logró escucharlo y volteó hacia el.

– ¿Una nueva? ¿A que te refieres?

Alphonse se cruzó de brazos mientras casi veía el alma de su hermano abandonar su cuerpo – Un nuevo insulto sobre su altura. Ahora se lo tomará muy a pecho y será inservible como por... la siguiente media hora.

Paris volteó a ver a Edward de nuevo y no pudo hacer más nada que darle la razón a la armadura. El rubio estaba completamente tirado en el piso, derrotado, posiblemente en depresión y murmurando la palabra "piojo" por lo bajo.

Luego de aquello, Dominic se levantó de su asiento y se adentró aún más al taller; desapareciendo del campo de visión de los jóvenes.

Winry se quedó viendo la puerta por la cual el señor se había ido. Aún tenía ganas de ser su aprendiz.

– Lo lamento. Mi viejo es bastante terco – comentó el hijo de Dominic al ver la expresión de Winry.

•••

Una lluvia torrencial había empezado a azotar el techo de aquel taller. Los jóvenes decidieron quedarse hasta que el mal tiempo pasase.

El hijo de Dominic los había invitado a pasar a su casa, la cual estaba conectada con el taller.

Alphonse tuvo que arrastrar a Edward del cuello de la camisa, ya que el rubio seguía sin reaccionar.

– Vaya que tenías razón. Está completamente ido. – comentó Paris quien caminaba junto a la armadura por el pasillo que conectaba el taller y la casa de Dominic. Dió un pequeño vistazo hacia atrás para presenciar a Edward siendo arrastrado por el piso. Una pequeña idea pasó por su cabeza – Oye... ¿y si insultan su altura mientras está en ese estado? ¿Se doble ofende? ¿Se doble deprime...? ¿O intentará matarme?

Alphonse rió un poco debido a las ocurrencias de la chica – No lo sé, pero por favor no lo intentes... P-por tu propio bien.

Paris volvió a mirar al frente, sintiendo un leve picor en sus manos; ansiosa. – Me tientas, Al. Me tientas.

Siguieron caminando hasta que llegaron a una pequeña sala, en donde solo había una estantería, tres puertas y dos sillas de madera juntas.

En una de esas sillas se encontraron a la mujer que previamente los había invitado a pasar al taller. La nuera de Dominic. Dicha mujer se encontraba descansando un poco en la silla, debido a que era normal para ella cansarse rápidamente al estar de pie por mucho tiempo.

Alphonse se le quedó viendo fijamente – Este... usted tendrá un bebé, ¿no es así? – preguntó inocentemente, a lo que la mujer asintió con una leve sonrisa. Alphonse se acercó hasta ella con curiosidad, aún arrastrando a su hermano. – ¿M-me dejaría sentir su panza? – preguntó tímido.

– Por su puesto, adelante – accedió la mujer, mientras alcanzaba la gran mano de Alphonse y la acercaba hasta su abultado abdomen.

Cuando el menor sintió la panza de la mujer, no pudo evitar soltar un suspiro de asombro.

Paris se acercó hasta quedar al lado de estos tres, observando lo fascinado que estaba el menor por aquel pequeño ser siendo formado.

Edward al escuchar a su hermano menor en aquel estado, salió de su trance y se levantó de su lugar. Cuando estaba apunto de preguntar que estaba pasando, la embarazada también tomó su mano izquierda y la posó suavemente en su abdomen. Edward no tuvo tiempo ni de reaccionar, pero volvió a quedar embobado.

Ambos hermanos parecían estar en un trance al sentir lo maravilloso que es la vida humana. Y lo impresionante que es como se forman.

– ¿Tu también quieres sentir? – preguntó suavemente la mujer mirando a Paris, quien estaba apunto de negarse, pero al pensarlo una segunda vez, no se pudo resistir tampoco. Apoyó una mano en sus rodillas y la otra la acercó suavemente hasta tocar el embarazo de la mujer. Sintió sus mejillas tiñarse de rojo al darse cuenta de que gracias al silencio de aquella habitación y la concentración dada, juraba que sentía los pequeños latidos del corazón del bebé.

– Es... casi milagroso algo como esto... – comentó Edward mientras apartaba su mano. A pesar de que aún se veía visiblemente embobado.

Alphonse le siguió la acción y asintió energéticamente – Y pensar que nosotros en algún momento estuvimos dentro de la panza de mamá...

– ¡Es asombroso! – exclamó la castaña ganando la atención de todos – No sé como explicarlo pero... ¡creo pude sentir sus latidos! – comentó mientras apartaba su mano y se enderezaba. Su sonrisa iba de oreja a oreja. – Definitivamente el ser humano es perfecto. Pensar que pueden hacer cosas como crear vida...

– ¿A que si? – Alphonse le siguió la emoción al enderezarse.

La castaña asintió varias veces, ahora intentando calmarse un poco.

– Me alegra verlos tan animados por una nueva vida – sonrió cálidamente la mujer, conmovida por la actitud de los jóvenes.

De la nada, la mujer puso una expresión de incomodidad, a lo que los tres alquimistas reaccionaron. – ¿Se encuentra bien? – preguntó Edward mirándola preocupado.

La mujer asintió – Si... a veces me dan calambres.

•••

»¡CALAMBRES MIS JODIDOS DEMONIOS!« pensaba una alteradísima castaña mientras corría a lo largo de aquella complicada casa, buscando por dos personas en específico. Iban abriendo de puerta en puerta, pero no las conseguían.

– ¡No están aquí! – apuntó su acompañante.

– ¡¿En donde se pueden haber metido esas dos?! – se quejó la chica. – ¡¿Y SOY SOLO YO O ESTÁ CASA PARECE UN JODIDO LABERINTO?!

– ¡Que voy a saber yo! ¡Deja de quejarte y busca!

– A este paso nos tomará décadas... ¡¡¡WINRYYYYYYYY!!!

Unos pasos apresurados se escucharon en la habitación del fondo. La puerta se abrió apresuradamente mostrando a la rubia con su ceño fruncido, visiblemente confundida por el alboroto. – Hey, aquí estoy, ¿se puede saber que está pasando? – atrás de ella se asomó Paninya quien tomaba tranquilamente una taza de té.

Edward se apresuró hasta ellas con la respiración pesada y entrecortada– E-el bebé...

Winry enarcó una ceja – ¿El bebé?

– ¿El bebé? – repitió Paninya.

– El bebé. – afirmó Edward.

La rubia, aún confundida por la pobre explicación hecha por Edward, miró a Paris en busca de una mejor respuesta, a lo que la castaña contestó;

– El bebé.

Winry infló sus pulmones, rezando por paciencia. – El bebé. ¿Que pasa con el bebé?

– Y-ya viene... – tembló el rubio.

La de orbes azules parpadeó detenidamente, procesando la información – ¿Ya viene...?

– Ya viene. – Afirmó Paris.

– Ya viene. – repitió la morena.

Winry puso sus ojos en blanco. – El bebé... ya viene...

– Ya viene...

– El bebé...

Un pequeño click sonó en la cabeza de la rubia, al fin conectando las piezas – ¡¿YA VIENE EL BEBÉ?! ¡¿POR QUÉ NO ME DIJERON ANTES?! – reaccionó e instintivamente debido a la costumbre, le lanzó una llave inglesa a Edward quien ahora yacía en el piso con un creciente chichón.

Paninya escupió el té que bebía en ese momento debido a la sorpresa – ¡PENSABA QUE ESTÁBAMOS JUGANDO A REPETIR LAS PALABRAS!

Winry ignoró olímpicamente el hecho de que casi todo el té había sido rociado en ella y avanzó unos cuantos pasos hasta quedar al frente de Paris – ¡¿En donde está?!

La castaña apuntó al casi no visible final del pasillo – En la última sala. Está al otro lado del mundo – explicó cansada. No exageraba. Por alguna razón aquella casa era exageradamente larga con demasiadas puertas.

Winry asintió y empezó a correr seguida de Paninya.

Mientras Paris aún recuperaba su respiración, vió de reojo lo casi noqueado que estaba el rubio. Sus ojos daban vueltas y probablemente alucinaba con piojos que tuviesen su propia cara. Su peor pesadilla.

– Hey, levántate, hay que regresar también. – pero el rubio no respondió, seguía embobado y murmuraba cosas que no lograban entenderse. La castaña suspiró cansada y apoyó sus manos en su cadera. Pensó qué tal vez aquel golpe lo había devuelto a su estado depresivo y ahora no había tiempo para eso. Pero recordó su pequeña hipótesis que había hablado con Al hace unos minutos – ... Piojo.

La antenita del rubio se estiró a su punto máximo, devolviéndole la conciencia milagrosamente. Se sentó en el piso con una mirada siniestra – ¿Que has dicho...? – gruñó lentamente a la par que una aura sombría lo rodeaba.

Paris puso una mano en su barbilla – Oh, interesante. Quieres matarme. – confirmó su hipótesis con sumo interés.

– ¡POR SU PUESTO QUE TE VOY MATAR! ¡¿A QUIEN LE DICES PIOJITO TAN PEQUEÑO Y MOLESTO QUE NO SE PUEDE VER NI CON UN JODIDO MICROSCOPIO DE ELECTRONES?!

– Ese microscopio ni si quiera existe en esta époc-

– ¡¿Y A MI QUE ME IMPORTA?! – se levantó de su lugar listo para hacer rodar cabezas.

– Que has roto la cuarta pared.

– ¡YO NO HE ROTO NADA...! – exclamó, a la par que veía al rededor dudoso – ¡...A-AL MENOS NO AÚN!

Paris estaba apunto de seguir con su argumento, pero cierto grito desgarrador les mandó escalofríos por sus espaldas.

– Oh, cierto. El bebé.

•••

– Dominic-san fue a buscar a un doctor. Con esta lluvia no podemos llevarla al pueblo – explicó Paninya cuando Edward y Paris regresaron a la escena.

Ambos se asomaron por el marco de la puerta que daba a la habitación en donde la mujer estaba reposando en cama, visiblemente sufriendo. Al su lado estaba su esposo, tomándole la mano e intentando calmarla con dulces palabras.

– Pero con esta lluvia también se le hará difícil traer al doctor – añadió Alphonse, quien repetía esa misma acción pero al otro lado de la puerta.

Otro grito más de sufrimiento provino de aquella habitación, asustando a todos los presentes.

Paris se encogió en su lugar – Oigan... no creo que haya tiempo para esperar ayuda médica...

Winry salió de la habitación con su ceño fruncido, preocupada – Tienes razón... creo que vamos a tener que hacerlo nosotros.

Edward abrió los ojos como platos – ¡¿Huh?! ¡¿Que dices?! – exclamó preocupado.

Winry infló sus pulmones, buscando calmar sus nervios – ¡Vamos a recibir a ese bebé! ¡Quiéranlo o no! – decidió. A lo que los demás empezaron a gritar cosas incoherentes, presos del pánico. – ¡MÁS LES VALE TRANQUILIZARSE, ¿DE ACUERDO?!

Los jóvenes presentes se congelaron en sus lugares. Winry molesta era una Winry que nadie quería ver.

– ¿Como piensan hacer eso? ¡Son solo niños! – exclamó preocupado desde la habitación el hijo de Dominic. Por su puesto dudaba de poner la vida de su esposa y su hijo en manos de unos críos.

– Edward, Alphonse, traigan bastante agua hervida. – los nombrados se tensaron, pero inmediatamente fueron en busca de lo pedido – Paninya, trae todas las toallas que encuentres. Paris, busca agua potable. Suficiente. – ambas mencionadas asintieron y acudieron a la orden.

Winry había crecido leyendo todo tipo de libros relacionados con la medicina. Si alguien allí presente tenía alguna idea de que hacer, era solo ella.

Los gritos provenientes de la habitación empezaban a ser más consistentes. Se quedaban sin tiempo. Era ahora o nunca, realmente no iba a poder esperar por ayuda médica. Tenían que actuar.

Una vez que todos llegaron con las cosas que la rubia pidió, las posaron en la habitación y volvieron a salir.

– Muy bien. Edward y Alphonse se quedarán aquí afuera. – avisó Winry mientras se colocaba un delantal que Paris había encontrado en la cocina mientras buscaba agua potable. Pensó que lo necesitaría para no ensuciar tanto su ropa. Los dos nombrados asintieron. – Paris y Paninya, me van a tener que ayudar. – La morena asintió y entró a la habitación, mientras Paris se quedó de piedra en su posición. Ella sabía que debía ayudar, pero sus nervios se apoderaron de ella. Winry la observó y suavizó su mirada – Hey... todo saldrá bien. Tenemos que hacer esto por ella – apunto a la mujer en agonía, haciendo todos sus esfuerzos por aguantar aquellas contracciones. Paris tragó duramente y asintió dudosa.

Las tres jóvenes entraron a aquella habitación, y cerraron la puerta detrás de ellas.

Edward y Alphonse fueron los únicos que quedaron afuera. Ambos estaban nerviosos y por su puesto había cierta incertidumbre en ellos. No estaban del todo seguros si todo saldría bien, pero demás está decir que eso era lo que esperaban.

Minutos que parecían horas, y horas que parecían días pasaban. Los hermanos solo podían oír desgarradores gritos de dolor provenientes de aquella habitación. Con el sonido de la lluvia azotando afuera, el ambiente había sido transformado a uno oscuro y de preocupación pura.

– Sabes... – empezó a hablar Edward. Los hermanos se encontraban sentados en el piso, apoyados de la pared de la habitación en donde estaba el resto de las personas. El rubio tenía sus rodillas al nivel de su cara mientras las abrazaba fuertemente – Es realmente patético... entrenamos y entrenamos, todo el tiempo que podemos. Creyendo que siendo fuertes podremos con todo. – soltó un suspiro pesado. – Pero cuando realmente importa y la ayuda es más necesitada; no somos capaces de hacer nada... – presionó sus piernas aún más fuerte contra su torso. Su corazón se estrujaba con impotencia cada vez que a sus oídos llegaba el sonido de gritos combinados con truenos por parte de las densas nubes. – Es gracioso... No creo en Dios, pero lo único que puedo hacer ahora es rezar para que todo salga bien.

Alphonse no se atrevió a decir nada. Pues sentía lo mismo que su hermano. Ambos también estaban angustiados debido a el tiempo olímpico que se estaba tomando el señor Dominic en traer ayuda.

Hubo un punto indefinido en donde los gritos cesaron. Lo único que era audible eran voces sutiles al otro lado de la pared, y el sonido de la lluvia.

La puerta se abrió lentamente, alertando a los hermanos quienes se levantaron rápidamente de sus lugares, divisando a una mareada Paninya desplomarse en el piso exhausta.

– ¡¿Paninya?! ¡¿Que pasó?! ¡¿Está todo bien?! – se acercó la armadura.

– D-demasida sangre... – murmuró la morena temblando.

– ¿Sangre...? – Edward al escuchar esto se apresuró a entrar a la habitación, para por fin poder ver el panorama.

Winry estaba sentada sobre sus piernas en el piso respirando pesadamente. Su delantal estaba cubierto de sangre y también habían ciertas manchas a lo largo de sus manos y brazos. Miró hacia delante y la mujer estaba postrada en su cama respirando débilmente. Su mirada se desvió hacia la izquierda y divisó a Paris alejando los rebeldes mechones de cabello fuera de su frente perlada por el sudor.

Un fuerte llanto llamó la atención del rubio, volteó hacia la derecha y por fin pudo ver al bebé siendo lavado por su padre con el agua (ahora tibia) que el y Alphonse habían traído.

Una sonrisa se plasmó en la cara de Edward – ¡Todo salió bien! ¡Que alivio! – exclamó felizmente sin poder apartar su mirada del pequeño bebé.

– Si... es todo un milagro – respondió débilmente Winry desde su lugar, esbozando una pequeña sonrisa.

Alphonse entró a la habitación luego de escuchar a Edward y tuvo la misma reacción. – ¡Que bien! ¡¿Está bien el bebé?!

El padre mostró al pequeño niño ahora envuelto en una toalla y limpio. Mientras el niño lloraba con todos sus pulmones, sus padres parecían realmente felices.

– Vengan, hay que dejarla descansar. – avisó Paris mientras empezaba a caminar hacia la salida de la habitación. Edward y Alphonse asintieron.

– ¡E-esperen! – exclamó tímidamente Winry, a lo cual los tres voltearon – Alguien por favor ayúdeme, mis piernas no me responden... – murmuró.

Edward puso los ojos en blanco pero milagrosamente no se quejó. Cuidadosamente tomó a Winry e hizo que se montara en su espalda, para así llevarla afuera de la habitación.

Una vez que todos salieron, Paris cerró la puerta detrás de ella e inmediatamente se dejó caer en el piso recostando su espalda en la puerta. Soltó un suspiro largo, como si hubiese estado reteniendo su respiración por todo ese tiempo.

– ¿Paris-san? – preguntó Alphonse extrañado.

La castaña alzó una mano, pidiendo que le diesen un minuto para regular su respiración.

– Probablemente está igual de cansada que yo. – comentó Winry al por fin estar sentada en la silla de madera. Edward la había puesto cuidadosamente allí al saber lo cansada que estaba.

– ¿Hielitos se quedó sin energías? Vaya, que triste. – comentó el rubio sarcásticamente cruzándose de brazos. El aún no había olvidado que Paris lo había llamado pulga.

Y el no olvida a las personas que insultan su altura.

Paris alzó levemente la vista y esbozó una pequeña sonrisa, enfrentando los orbes ámbar del muchacho – ¿Sabes? Considerando que ahora sé que tanta sangre el ser humano puede perder sin ser realmente letal... no creo que a ti te haga falta tanta.

– Recuerdas que tu trabajo es escoltarme, ¿no? No intentar cometer homicidio.

– Los accidentes en batalla ocurren – comentó divertida, sacándole una pequeña carcajada a los presentes.

– Pero enserio... sí que fue todo un desafío, ¿no es así? – observó Alphonse cuando notó que las tres chicas estaban exhaustas. Paninya estaba completamente acostada a lo largo del piso, Paris sentada en el piso sin intenciones de moverse y Winry apenas había llegado a la silla solo por la ayuda de su hermano.

– No quiero hacer eso más nunca en mi vida – comentó la morena vagamente con sus ojos cerrados.

– Concuerdo – siguió la castaña – muy bonito el milagro de la vida y todo... pero no quiero ser parte del proceso, muchas gracias.

– Al menos ahora podrán decir que atendieron un parto. ¿No es cool? – Winry pensó en voz alta, a lo que las otras dos chicas asintieron tontamente.

– Ahora que lo pienso... ¿Por qué Dominic-san se tarda tanto? – comentó Alphonse, ahora plantando esa duda en la cabeza del resto.

– ¡¿Y MI NIETOOOOO?! – hablando del Rey de Roma, Dominic apareció corriendo desde el fondo del pasillo como un demonio. Paris tuvo que reaccionar si quería conservar su vida y se apartó de la puerta lo más rápido que podía. Dominic entró a la habitación de un portaso, y apenas pudo ver a su recién nacido nieto su actitud cambió de cielo a tierra. – ¡AWWWW! ¡COSHITA PECHOCHA! ¡Venga con el abue pa' que sepa lo que es amorsh, ¿shi?!

Los jóvenes afuera solo al escuchar los comentarios añiñados del señor mala cara, tuvieron que usar todas sus fuerzas para retener las carcajadas que querían dejar salir.

•••

Luego de que el doctor chequeara tranquilamente al recién nacido y a su madre, dió el diagnóstico de que ambos se encontraban sanos, y que Winry había hecho un gran trabajo.

Resulta que Dominic había traído el doctor consigo, pero lo dejó atrás en la entrada del taller, ya que el se adelantó a la velocidad de un rayo porque no se aguantaba las ganas de saber si su nuera y nieto estaban bien.

– De verdad que no sé como agradecerles por esto que han hecho. Tienen toda mi gratitud – comentó Dominic a la par que hacía una leve reverencia hacia Winry, quien ahora había recuperado las fuerzas suficientes como para estar de pie de nuevo.

La rubia se tensó y empezó a negar con sus manos – N-No se preocupe por favor... era algo que necesitaba ser hecho.

Edward al ver que Winry no se iba a aprovechar de la situación, intervino – Entonces... ¿Que tal si de agradecimiento la tomas como tu aprendiz? – suplicó.

– No.

A Winry la rodeó un aura depresiva, por aquella misma respuesta.

– Lo lamento chiquilla, pero en serio no tomo ningún aprendiz, eso no va conmigo.

Winry asintió tristemente – Ya veo... esta bien.

– Pero... puedo hacer que un mecánico muy reconocido y bueno de por aquí te tome como su aprendiz.

Winry al oír eso, su expresión cambió de una sombría a una alegre. – ¡Si! ¡Por favor y gracias!

– Felicidades amiga – comentó Paris detrás de ella, a lo que la rubia volteó emocionada y le respondió con una sonrisa aún más grande.

Winry, Edward y Paris salieron de la habitación para dejar a la familia con el doctor.

– Por cierto... – empezó a comentar Edward mientras caminaban por el pasillo. – Paninya aún tiene nuestras cosas... ¿verdad?

Paris se encogió en su lugar al recordar ese pequeño detalle – Pues... así parece ser.

– Yo sé en donde están sus cosas. – comentó Winry de pronto, ganándose las miradas confusas de los otros dos – Ah... es que antes de que nos avisaras sobre el bebé, logré que Paninya dejase de robar. Sus relojes y tus guantes los dejó en una habitación mientras hablábamos de eso.

– ¿En donde están? Me pone ansioso solo saber que no lo tengo conmigo – preguntó Edward.

– Última habitación a la derecha.

– De acuerdo. – Edward empezó a correr hacia la habitación indicada, dejando a las chicas atrás.

– ¡Ten cuidado con mis guantes por favor! – exclamó la castaña.

– ¡Ni que los fuese a traer! – respondió el rubio, disfrutando molestar a la chica.

– Ese idiota... – gruñó Paris por lo bajo.

Winry se detuvo abruptamente, con la mirada baja. Paris al notar que la rubia no caminaba a su lado, también detuvo su caminar y volteó a verla confusa – ¿Winry?

La nombrada le costó responder. Pues juntó sus manos tímidamente y se negaba a mirar a la contraria. – Este... ¿Paris?

– ¿Está todo bien? – preguntó la castaña acercándose hasta la chica, ahora empezando a preocuparse un poco por su comportamiento.

– ¿Te puedo hacer una pregunta? – murmuró.

– Claro, lo que sea.

Winry carraspeó un poco su garganta – B-bueno... digamos que he visto algo que no debía haber visto. – empezó a redactar, desconcertando un poco a Paris – ¿Debería decirle a esa persona lo que ví? ¿O debería solo... ignorarlo y quedarme callada?

Paris apretó sus labios, intentando entender un poco la situación. Por su puesto no llegaba a enterarse del todo, ya que Winry tampoco quería darle los detalles completos. Soltó un suspiro pesado y se cruzó de brazos, pensando – Pues... supongo que depende.

Winry al escuchar eso, alzó su mirada y enfrentó el orbe de Paris. Ésta notó que su mirada era indudablemente triste. – ¿Depende? ¿Como así?

– Hmmm... si es algo por lo que esa persona se avergonzaría, yo te recomendaría no decir nada. – Winry asintió, escuchando atentamente – Pero por otro lado... creo que en lo más profundo de ti sabrías si tienes que decirle o no. Quiero decir, el simple hecho de que estes dudando ya es suficiente evidencia de que quieres decirle lo que viste. ¿O me equivoco...? – preguntó retóricamente, a lo que la rubia luego de unos segundos, negó levemente – ¿Ya ves? No es tan difícil.

Winry asintió varias veces – Ya veo... gracias, Paris-san – sonrió levemente, y luego empezó a correr en la misma dirección en la que Edward se había ido.

»Supongo que el asunto es con el piojo... huh« pensó curiosa. Una leve picazón empezó a aparecer en sus manos, dando señales de ansiedad. Una parte suya quería saber de que se trataba el asunto, pero por su puesto no sucumbió ante dichos pensamientos.

Bajó sus brazos de nuevo y dió media vuelta.

•••

Al día siguiente, era hora de que Paris, Edward y Alphonse tomaran el tren que los llevaría hasta Dublith.

– ¡CORRAN! ¡SI PERDEMOS ESTE TREN NO PODREMOS TOMAR OTRO SI NO HASTA MAÑANA!

Los cinco jóvenes (incluyendo a Paninya) corrían por la estación de trenes, persiguiendo el tren que ya estaba en movimiento.

Edward se adelantó y lanzó su maletín a la última parte libre del vagón. Luego, saltó hasta donde el maletín había aterrizado. Alphonse fue de segundo en dar aquel salto de fé, y gracias a sus largas piernas no le fue problema. Para cuando era el turno de saltar de Paris, el tren ya había tomado bastante aceleración, y de no ser por los hermanos la muchacha hubiese caído en los rieles. Ambos atraparon sus brazos en el aire al último momento y la ayudaron a subir.

Winry y Paninya luego de correr junto a ellos, se quedaron en la orilla de la estación, viendo como sus amigos se alejaban.

– ¡Más les vale regresar aún más fuertes! – gritó Winry con una sonrisa en su cara mientras movía sus brazos de arriba a abajo, despidiéndolos.

– ¡Cuenta con ello! ¡Y espero que tu seas la mejor mecánica cuando regrese! – replicó Edward, empezando a perder de vista a la rubia.

Winry les había respondido algo, pero ninguno fue capaz de escucharlo.

Unos minutos luego de que los tres se quedasen allí, apoyados de los barandales y apreciando la vista, una pregunta los dejó helados.

– Chicos... ¿acaso es legal la manera en la que nos subimos al tren...? ¿A-alguien pagó por los boletos...?

Nada.

Solo silencio.

– Genial...

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¡Hola! :D

*Le lanzan piñas*

AHHH YA VAAAAAA ESPERENSEEEEE

Lector@s: ¡¿EN DONDE COÑO ESTABAS?!

En sus corazones ahr

Okay, empecemos de nuevo.... ¡Hola! :D

Ha sido bastante tiempo ya ¿no? :'v los extrañaba un huevo :'v

Ahora, lo importante;

1. Este ha sido un capítulo demasiado experimental... este es mi intento de comedia, y lamento haberles dado cancer de ojos al leerlo JAHSJAHS (prometo no hacerlo de nuevo, este sólo fue el fruto de mucho café hahsjahsjahs) también me costó demasiado entender como estaba construida esa casa cuando vi el capítulo de nuevo. No tenía sentido en mi cabeza, así que exageré todo un poquito lmao

2. Los horarios de actualización cambiarán. No me veré capaz de seguir actualizando diariamente de nuevo. En donde yo vivo, la cuarentena ya está empezando a ser casi nula. Pronto regresaré a mi trabajo y no seré físicamente capaz de actualizar diariamente. Lo que tengo planeado es que podré actualizar cualquier día en un periodo de 7 días. ¿A que me refiero con esto? No significa que necesariamente cada 7 días habrá capítulo, si no que en el rango de esos siete días, cual quiera que sea; habrá capítulo. ¿No sé si me explico??? xdxd

2. a) 👆🏻 el punto de arriba también ayudará con lo siguiente; los capítulos serán un poco más largos y (en mi opinión) tendré más tiempo para editarlos y narrarlos mejor uwu

3. El libro llegó a 4k leídas y 700 estrellitas en mi ausencia. O sea... ¿que les puedo decir? Venganse todos a mi casa, que les ofrezco pansito dulce con café con leche como agradecimiento 😭😭😭 C PAZAN WEY COMO QUIEREN QUE MI POBRE CORAZÓN SOBREVIVA ESTOOOOOO?!!!?!?!,!?!???(2&:@1:!@-!. GRACIAAAAAAAAAAAAAAAAS

4. Man, el amor que recibí cuando dije que me daría una pausita no fue normal. O sea, man. Man. M A N. *deceased*

Así me van a ver por el resto del libro, regresándoles todo el amor que pueda;

5. Paris tuvo la audacia de colarse en el mundo de las rayitas. La muy mamona de Paris Bennet vió a las Rayitas pasandola de puta madre y dijo "YO QUIERO!!!! >:'v" Y utilizó sus habilidades ninja para colarse en el grupito jahsjahsjahs

Hecho por Happier_Mod  ❤️


Hechos por GBWrites300  ❤️

(En esta última, ella analizó que tipo de relación sería la de Paris con Edward... y pues... creo que la atinó bastante la verdad 😂)

O sea... ¿ustedes están viendo el nivel de arte que estas dos tienen? Yo no entiendo. O sea yo no entiendo como la gente tiene tanto talento wey. No me cabe en la cabeza como es físicamente posible hacer obras de arte así. Gracias, por bendecir mis ojos con los dibujos :'v (y espero que hayan curado el cancer que fue leer este capítulo HAHSJAHSJA)

En la mayoría de los dibujos aparecen las OC's de ambas escritoras y artistas. Apoyen sus historias, que ambas son de FMA y me obsesioné con ellas ¿okay? Okay. (Que en vez de escribir FN más bien leía sus historias jajdajjsak)

y bueno.... Oof. Fueron bastantes cosas que decir, pero supongo que se acumularon en mi ausencia e.e

Por ahora, solo puedo decir que los amo todo un mundo. Muchísimas gracias por toda la paciencia que me tienen. De corazón. ¡SE SIENTE GENIAL VOLVER! :'D

Denle amorsito a la sepsi estrellita, porque ella también los extrañó todo un mundo ❤️ ¡Nos vemos hermos@s!

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