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Al día siguiente, Paris de nuevo se encontraba sentada en el pasto fuera de la casa, la vista de ese pueblo la tenia encantada. Sus piernas completamente estiradas y un poco inclinada hacia atrás apoyando todo su peso en sus manos. Disfrutaba de la brisa y la tranquilidad del lugar. Vivir en una ciudad es un ambiente completamente distinto a la paz que lugares como este brindaban.

– Ah~ ¿cuando será el día en el que todo volverá a la normalidad? – suspiró, liberando lo que tenía en su mente. La chica no se sentía bien. O más bien, no quería sentirse así de bien. Estaba disfrutando de la compañía de los hermanos y ahora de la familia Rockbell demasiado para su gusto. ¿Que pasará en el momento que tenga que volver? ¿Extrañará su vida aquí? ¿Podrá volver del todo? Se ha involucrado mucho con las versiones paralelas de sus antiguos amigos, y sin poder evitarlo, su estúpido corazón le grita que se quede con ellos. Es decir, después de tantos años luchando y estudiando por volver a su hogar para así volverlos a ver; ¿y encontrarlos en Amestris? Era lo más cercano que tenía a las memorias de su antigua vida. A pesar de que solo sea ella la cual se sienta así.

Por su puesto, no había espacio a discusión; ella va a volver a penas tenga la oportunidad. Pero, ¿se le iba a ser difícil? Si. ¿Extrañaría la pequeña vida que había formado en Amestris? Lo más seguro. ¿Le dolería volver a dejar a los hermanos atrás? De nuevo, si.

Pero no lo podía evitar. Su mente le dice que se aleje de ellos lo antes posible, pero el sentimiento de familiaridad que obtiene con su compañía la hace ciega a la lógica.

– Hey.

La chica volteó hacia la voz proveniente, dándose cuenta de que Edward estaba lentamente acercándose hacia en donde ella estaba sentada.

– Hey. – saludó igualmente. – ¿Winry sigue trabajando en el brazo? – preguntó curiosa.

– Pues... si. Al parecer no durmió la noche anterior solo por seguir trabajando – comentó mientras difícilmente se sentaba al lado de Paris, esa pierna de repuesto le dificultaba el movimiento.

– Vaya... sí que es dedicada – comentó la castaña mirando al frente.

– Si que lo es. – Edward mostró una pequeña sonrisa – Será tonta. Ella siempre se sacrifica por nosotros – dijo divertido, haciendo reír a Paris también.

– Eso solo significa que ustedes le importan mucho... – dijo con un sabor agridulce en su boca. Se sentía fatal por si quiera tener ese tipo de resentimiento. Alejó ese pensamiento de su cabeza y volteó a ver al rubio, quien se veía pensativo – Oh wow~ mírate. Pareces toda una modelo con ese cabello que tienes – comentó sarcástica señalando el cabello de Edward, el cual lo llevaba completamente suelto.

– ¡Cállate! – gritó molesto. Pero la chica no le prestó atención.

– Si es casi tan largo como el mío, ¿que acondicionador usas? – siguió bromeando, ahora al chico literalmente le salía humo por las orejas.

– ¡Silencio! – volvió a gritar, haciendo reír un poco a la chica quien volteó de nuevo hacia el frente. – Lo que estas es celosa... – comentó en un pequeño murmuró que Paris llegó a oír.

– ¡Eso no es cierto! – gritó ofendida, ahora sacándole una pequeña risa a Edward.

Hubo un largo silencio, en donde Edward se volvió a sumir en sus pensamientos. Paris lo vió desde el rabillo de su ojo y notó como jugaba con el pasto, ciertamente teniendo un debate mental. La castaña soltó un suspiro, para luego tensar sus puños, sin querer arrancando unas cuantas hierbas.

– Quieres decirme algo, ¿verdad? – preguntó la chica, sorprendiendo al rubio el cual no respondió, pues ella estaba en lo cierto.

– No te lo pregunté en ese momento porque realmente no le presté mucha atención – empezó a relatar. No había contacto visual de ningún tipo. – Pero... anoche me di cuenta de un pequeño detalle. Conocías el nombre de Winry. – concluyó.

Esto le tomó por sorpresa a la castaña. El rubio la había escuchado cuando ella había visto a Winry por primera vez. »Perfecto. Justo lo que faltaba« pensó frustrada.

– ¿Hmm? ¿A que te refieres? – preguntó inocentemente.

– No te hagas, Fahrenheit. Sé lo que escuché.

Una daga directa al corazón de la castaña. De nuevo ese nombre. Por alguna razón se sintió rechazada.

– No sé que quieres de mi, Edward.

– Es irónico. Esa debería ser mi línea.

Hubo un silencio incómodo. No sabían hacia donde estaba yendo aquella extraña conversación, ya que en realidad ninguno estaba molesto. Solo confusos y tal vez un poco asustados.

– Solo contéstame. ¿Como es que conocías mi nombre y el de Winry? Ni si quieras tenías idea de que era un alquimista estatal cuando nos encontramos por primera vez en Liore.

– Hay muchos Edwards y Winrys en el mundo, ¿sabes? Solo fue una coincidencia que acertara sus nombres.

– No juegues conmigo Fahrenheit.

Su corazón se encogió una vez más. Empezaba a odiar su título como alquimista estatal.

– No estoy jugando.

El rubio perdió su paciencia. No solía llevar una conversación como esa sin empezar a gritar por tanto tiempo. Chasqueó su lengua y en un movimiento rápido se apoyó en su única mano y pateó el estómago de la chica con su pierna derecha. Paris tosió y cayó completamente al suelo, no se esperaba eso. Rápidamente el chico se montó en el abdomen de la muchacha dejando una pierna a cada lado. Con su única mano tomó ambas muñecas de la chica y las presionó en el piso justo arriba de su cabeza. Paris no se resistió, primero por la sorpresa, y segundo no quería hacerle daño.

– ¿Crees que soy idiota? – vociferó acercándose al rostro de Paris, quien veía como el semblante del rubio se convertía rápidamente en uno molesto. – ¿Quien eres? ¿Por qué nos conoces? Apuesto que también conocías a Alphonse pero no lo reconociste por su armadura. – hablaba duramente. Su mirada penetraba intensamente el único ojo visible de la chica. Quería respuestas.

La chica no sabía que decir, la tenía contra la espada y la pared, literalmente. Su respiración se aceleró, su corazón empezaba a latir con fuerza en su pecho, ya que no veía salida de esta situación.

– Por favor muévete – pidió la chica.

– No hasta que respondas mis preguntas.

– Edward, no estoy jugan—

– ¡Yo tampoco! ¡Contéstame!

– ¡Maldita sea Edward! ¡No te quiero hacer daño! – amenazó. Si el chico no se quitaba por su propia voluntad, ella no tendría problema en simplemente mandarlo a volar. Con una pierna defectuosa y faltándole un brazo, por su puesto el no estaba en ninguna condición de ganar un forcejeo.

– ... Y eso es lo que más me molesta. – su mirada se suavizó, pero aún seguía irradiando desconfianza. Paris enarcó una ceja sin entender a que se refería – Tengo la maldita sensación de que no nos quieres hacer daño. Pero al mismo tiempo siento que te traes algo entre manos. ¿Me equivoco?

La chica suspiró. Presionó sus labios con fuerza y seguía sosteniendo el contacto visual, indecisa – No es exactamente eso...

– ¿Entonces que es? ¿Tengo que vigilarte acaso?

– N-no... – Paris desvió la mirada. Sentía que lloraría. ¿Por qué no podía simplemente contarle y ya? ¿Todo se resolvería? No. En realidad se haría muchísimo más complicado. Tenía que soportar mentirle al rubio. – Por favor suéltame. – pidió en un hilo de voz.

Edward se dió cuenta del cambio de actitud repentino de la chica. Suavizó un poco el agarre de las muñecas – Solo respond—

– Por favor. – Paris de nuevo enfrentó la mirada de Edward, pero esta vez sus ojos se veían perlados, hundidos en lágrimas que se rehusaba a soltar. A Edward se le encogió el corazón. Rápidamente se apartó de encima de la chica, dejándola libre.

Paris se sentó en su lugar y secó sus ojos fuertemente, haciéndose daño en el proceso. La piel al rededor de sus ojos quedó roja y un poco irritada. Volteó en la dirección contraria que estaba el rubio viéndola expectante. No quería que el la viese así.

– Lo siento. Me iré lo antes posible y no los volveré a molestar. – dijo mientras se levantaba de su lugar y limpiaba su trasero y espalda de cualquier rastro de césped – Lamento haberles causado problemas. No era mi intención. – hizo una pequeña reverencia y empezó a caminar hacia la casa.

– Espera... Paris... – murmuró Edward inconscientemente. Pero, la castaña no llegó a escuchar ese pequeño llamado de arrepentimiento, ya que iba caminando a grandes zancadas.

Una vez que la castaña desapareció del campo de visión de Edward, este lanzó una maldición al aire. No sabía si eso había sido lo correcto, pero ahora no se estaría preocupando por posibles intrusos... ¿verdad? Llevó su mano a su cien la masajeó. A pesar de eso, no obtuvo respuestas a sus dudas.

Unos minutos más y Paris volvió a aparecer en el campo de visión de Edward. Llevaba consigo su pequeña maleta y sin mirar atrás, se alejó de la casa, dirigiéndose a la estación de trenes.

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And I oop—

Ahora, antes de que me maten, no, aún no he terminado mis trabajos lol. Solo quería subir este capítulo porque tampoco me gusta que la serie esté tan abandonada ;;-;; algo que me trae tanta felicidad de escribir y publicar, no puedo simplemente dejarlo de lado y ser una adulta responsable jajsjahsjahjs entiéndanme, coño xdxd

Ya extraño mucho publicar esta wea todos los días y ver sus bonitos comentarios ;;-;; love ya'll so much ❤️

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