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"A veces... el destino puede ser una perra.
Una perra mala.
Sin piedad ni sentimientos.
Pero otras veces...
Puede que te de una segunda oportunidad.
Pero claro, sin nunca olvidarnos de que no puedes obtener nada sin dar nada a cambio.
Es una regla básica, ¿no?"
•••
Paris se sentía exageradamente mal. Mareada al punto de no poder mover ni un músculo de su cuerpo. Se sentía tan ligera y vacía que tenía el miedo de que si se movía, tal vez se rompería.
Una arcada la obligó a moverse de su posición, apoyó un codo en lo que era una superficie plana y dura para voltearse y expulsar todo lo que tuviese en el estómago. Un sabor metálico le quedó en la boca, así que supuso que lo que vomitó, fue sangre. Sus ojos cerrados en todo este proceso ya que sus párpados estaban demasiado pesados como para intentar abrirlos. Sentía como perdía toda su energía de nuevo, y que se desmayaría. No sabía ni en donde estaba, ni que había pasado. No tenía idea ni de quién era por un sólido minuto.
– ¿E-está viva? – escuchó la voz temblorosa de un hombre cerca de ella, pero ésta se empezaba a escuchar mucho más lejana a medida que ella iba perdiendo la conciencia.
"¡Paris!"
La chica escuchó su nombre siendo llamado cerca de ella, tomando lo último de atención que quedaba en su débil cuerpo.
"¡Paris por favor! ¡Despierta!"
Ella reconocía esa voz, esa voz que la llamaba, ella estaba tan acostumbrada a ese griterío.
Extrañamente, esa voz, no se sentía que venía de donde quiera que ella estaba. Se sentía... lejana.
•••
En alguna parte del extenso mundo, se encontraba una pequeña niña de cabellos blancos como la nieve, con leves ondulaciones que le daban volumen y brillo. La pequeña se encontraba en una cama, y parecía dormir muy profundamente. Sus largas pestañas adornaban su cara con rasgos infantiles, con cachetes regordetes y tintados con un pequeño rastro de rubor. Haciendo de esta niña, una imagen tierna e angelical al solo mirarla dormir.
La puerta de la habitación donde la niña dormía pacíficamente se abrió, revelando a un hombre de tercera edad con un maletín en mano. Detrás de él, venía un muchacho relativamente joven, de cabellos ceniza y ojos marrones. Tenía una mirada de preocupación y anticipación.
El hombre de tercera edad, tomó una silla que se encontraba en el escritorio que se encontraba cerca de la cama en donde la niña descansaba, y la colocó al lado de esta, de modo de quedar sentado al frente de la pequeña. De su maletín, sacó un estetoscopio y lo colocó en sus orejas. Seguido de esta acción, empezó a escuchar el latido del corazón de la pequeña, el cual se escuchaba que latía perfectamente.
– Sus latidos son un poco lentos, pero nada fuera de lo normal, ya que seguramente está terriblemente cansada ésta chiquilla – el doctor informó al joven que se encontraba detrás de él, de brazos cruzados viendo muy cuidadosamente todo lo que hacía. El joven asintió y dejó que el señor siguiese con su trabajo.
El doctor tomó el cuerpo de la chiquilla y la sentó en su posición. Pasó su mano con el estetoscopio por debajo de la camisa de la chiquita y lo posó en su espalda.
– Su respiración también se escucha bien, no hay señales de algún tipo de bloqueo o de irregularidad al respirar – informó el doctor.
Volvió a posar el cuerpo de la pequeña en la cama y la tapó con su sábana, dejándola descansar tranquilamente.
– ¿Entonces? – Preguntó el joven.
– No hay nada de que estar preocupado señorito Collins, su hermana se encuentra de maravilla – informó el hombre, guardando su estetoscopio y levantándose de la silla – solo recomiendo que la deje descansar, después de todo, recuperarse de una caída como la que la señorita Collins tuvo; requiere de bastante energía – el señor devolvió la silla de donde la obtuvo en primer lugar – es normal que duerma por largos periodos de tiempo, ya que la mayoría de su energía se va en reparar su cuerpo – terminó de explicar el doctor, mientras el joven asentía a todo lo que el experto decía.
– Muchas gracias por sus cuidados – agradeció el joven mientras le daba la mano al doctor – venga, lo acompaño a la puerta – ofreció amablemente y el doctor aceptó.
Ambos salieron de la habitación, dejando a la pequeña nuevamente sola. Pasaron unos minutos en donde lo único que se escuchaba en la habitación, era el cantar de los pájaros, una brisa veraniega entraba por la ventana haciendo que las cortinas blanquecinas se mecieran suavemente.
La habitación estaba llena de juguetes desparramados por algunos lugares, el escritorio que se encontraba al lado de la cama tenía un espejo en donde cual la pequeña seguramente hacia sus peinados y se arreglaba.
Las paredes estaban pintadas de un rosa pastel muy femenino, mientras que el piso era de madera y estaba extrañamente limpio, para ser el cuarto de una niña de 5 años.
La puerta de la habitación se abrió de golpe, mostrando al joven de antes, solo que esta vez, se veía notablemente agitado.
Entró agresivamente a la habitación cerrando la puerta de golpe detrás de él, para luego asomarse por las cortinas para asegurarse de que no hubiese nadie cerca.
Luego de esto, se acercó al cuerpo de su hermana la empezó a sacudir.
– ¡Emma! – la pequeña empezaba a hacer presión en sus párpados, rehusándose a dejar de dormir. El joven al ver esto, se desesperó y le dio una cachetada a la pequeña la cual abrió los ojos de inmediato luego de esta acción. La cachetada fue tan fuerte que hizo que el pelo de la pequeña le tapase media cara – No tengo tiempo para tus juegos Emma. – el chico la tomó de los hombros para que lo viese fijamente. Ésta con sus ojos llorosos, lo miró fijamente. – Necesito saber que valió la pena – habló secamente el joven. – Necesito saber que papá y mamá no murieron por nada – exclamó. La niña lo seguía viendo sin decir una palabra, el chico pudo sentirla temblar bajo el tacto de sus manos. Se desesperó y empezó a sacudir su pequeño cuerpo sin piedad alguna, a tal punto de empujarla y hacerle caer al piso. – ¡RESPÓNDEME EMMA!
– ¡No se de que me hablas! – exclamó la de pelos blancos, mientras se alejaba de el joven arrastrándose por el piso. No tenía las energías suficientes ni para levantarse en sus propias piernas.
El chico muy claramente no estaba para juegos, así que rápidamente tomó el tobillo de la niña la cual no dejaba de patalear y gritar que la soltase. – ¿Como no vas a saber? ¡Eres una maldita desagradecida! – exclamó el chico cuando la tomó de los brazos y logró inmovilizarla. – ¡¿Estás feliz ahora Emma?! – empujó el pequeño cuerpo de la niña al piso, y ésta se quejó del dolor, ya que el chico estaba siendo, por todos los medios posibles, agresivo a más no poder. – ¡TE LLEVASTE LA VIDA DE LOS QUE MÁS AMO! ¡¿Y TE ATREVES A DECIR QUE NO SABES DE LO QUE HABLO?! – el chico gritaba con desesperación y lágrimas en sus ojos, notablemente dolido; culpando a la pequeña de algo de lo cual, ella en realidad no tenía ni idea.
– ¡Suéltame por favor! – lloriqueaba la de cabellos blancos.
– ¡Solo necesito que me digas que no fue en vano! ¡Maldita sea Emma respóndeme! – el chico seguía balbuceando sobre cosas que la pequeña no entendía.
– ¡No se de que me hablas! – se defendió la chica, para luego dejar totalmente desconcertado el joven, ya que este notó que el ojo izquierdo de la pequeña no era del usual color marrón, si no que era de un violeta intenso – No sé de que me hablas, ni sé quien eres – habló temblorosa.
– N-no... – el chico se había quedado sin palabras viendo fijamente a los ojos de la niña.
– Y mi nombre no es Emma – sentenció la chica – Es Paris. Paris Bennet.
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Ajá.
Dejen todas sus preguntas aquí, porque, mind blown lol HAHAHAHAHAA
Por qué soy así lol
Denle amor a la sexy estrellita, que se puso bonita para ustedes lector@s ❤️
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