†22
El Coronel Mustang junto con la teniente Hawkeye, el sargento Havoc y militares habían bloqueado toda una calle, intimidando a Scar.
– Te llevaremos preso por el asesinato de distintos alquimistas estatales. Te recomendamos que vengas sin resistirte – decía el Coronel con orgullo.
Scar se enderezó, alejando su mano de Edward – Los alquimistas son aquellos quienes toman algo de su forma natural, y lo transforman en algo grotesco – empezó a defenderse – Esto es un claro insulto a Dios, ¡El creador de todas las cosas! – exclamó mientras explicaba su punto de vista – Como un discípulo; soy yo quien tiene que juzgar a las personas que van en contra de las creaciones perfectas de Dios. Si interfieren en mi camino, los enviaré de vuelta al cielo – amenazó.
– Hmm... esto debería ser divertido – el Coronel Mustang le entregó su arma a la teniente Hawkeye, quien la tomó confundida. – No se acerquen, de este me encargo yo.
– P-pero... Coronel...
– El alquimista Flame... veamos que tienes – comentó Scar, poniéndose alerta.
– Roy... – llamó Paris, pero el Coronel no la escuchó.
Scar empezó a correr directamente hacia el Coronel, quien se ponía sus guantes con una sonrisa orgullosa – ¿Sabes quien soy y aún piensas retarme? Tienes agallas – decía, también acercándose rápidamente a Scar.
– ¡I-idiota! – gritó Paris.
Cuando Roy chasqueó sus dedos, ningún fuego fue creado, dejándolo incrédulo. Aún así, la mano de Scar estaba a centímetros de su cara, y hubiese sido asesinado de no ser por la rapidez de la teniente, quien le dio una patada a las partes de atrás de sus rodillas, haciéndolo caer hacia atrás. Rápidamente Riza apuntó las dos armas que tenía hacia Scar y no dudó en empezar a disparar. Scar se vió obligado a retroceder mientras esquivaba los disparos de la rubia.
– ¡¿P-porque hiciste eso teniente?! ¡¿Está loca?! – exclamó el Coronel quien había caído de culo al piso.
– Usted es completamente inútil en los días lluviosos, así que por favor retroceda – respondió de lo más tranquila del mundo. Pero esto derrumbó la torre de orgullo que el Coronel había construido en cuestión de segundos.
»Riza... te amo« pensaba Paris, mirando aquella escena desde su lugar. Aún adolorida, pero mucho más tranquila al saber que tenían ayuda.
Scar, quien había retrocedido, escuchó el comentario de Riza – Es bastante conveniente que el Coronel no pueda utilizar sus flamas... ¡Enviaré a todos devuelta con Dios! – amenazó, pero una enorme y musculosa sombra apareció detrás de él.
– ¡Me gustaría verte intentarlo! – exclamó Armstrong, lanzando un poderoso golpe hacia Scar, quien lo esquivó.
– Siguen apareciendo uno tras otro... ¿será esto un mensaje de Dios? – comentó el hombre con una sonrisa socarrona. Empezaron a pelear, literalmente destrozando todo a su paso ya que ambos tenían un inmenso poder destructivo.
Mientras esto, el sargento Havoc corrió hacia Edward y lo ayudó a sentarse.
– ¿Quién es ese? – preguntó el rubio, viendo la pelea que se desataba al frente suyo.
– Scar. El es quien mató a Tucker – respondió Havoc, sorprendiendo a Edward.
– ¡¿Fue él?? – preguntó incrédulo.
Siguieron viendo la fiera batalla que Armstrong y Scar desataban. El sargento Havoc básicamente le gritaba al Mayor Armstrong que por favor no destruyese la ciudad.
Edward veía fijamente la técnica que Scar utilizaba. Era alquimia, pero no completamente. – Es un alquimista... las fases de la alquimia son la comprensión, descomposición y reconstrucción. Pero él para el proceso en la fase de descomposición... básicamente lo destruye... – pensaba en voz alta.
El sargento Havoc escuchó esto – Espera... si el también es un alquimista.. ¡¿eso no significa que el también traiciona sus propias creencias?! – cuestionó confundido.
– No es solo eso... – a la distancia, el Coronel Mustang se levantaba de su lugar – ¿por qué solo va en busca de alquimistas con certificado del estado? – preguntó, dejando una duda en la cabeza de los presentes.
El Mayor Armstrong le estaba dando buena pelea a Scar, lo acorraló contra una pared. Los militares aprovecharon esta oportunidad y lo rodearon, dejándolo sin salida. En esto, la teniente Hawkeye aprovechó y disparó, atinándole una bala en su hombro, y otra bala lo rozó, quitándole los lentes oscuros que llevaba, revelando que Scar tenía ojos rojos.
– Eres... de Ishval... – suspiró el Coronel al darse cuenta de la identidad del hombre.
Scar chasqueó su lengua – estoy atrapado...
– No te muevas. Te tenemos rodeado y no tienes lugar hacia donde escapar – avisó el Coronel mientras que todos los presentes le apuntaban al hombre. Pero Scar pensó rápido, y destruyó el suelo debajo de el, creando una enorme nube de humo.
Cuando la nube de humo se disipó, se dieron cuenta de que un hoyo conectaba con los pasajes subterráneos de agua. Se les había escapado.
– Se fue por las alcantarillas...
– No lo persigan – avisó el Coronel, para luego voltearse hacia el Mayor Armstrong – Lo lamento... luego de que nos comprases tanto tiempo, se nos escapó.
Armstrong negó – No se preocupe, por lo menos pudimos evitar que matase a alguien más.
Paris empezó a levantarse de su lugar. Si, su abdomen dolía como el demonio pero necesitaba asegurarse de que los hermanos estaban bien.
Lenta y dolorosamente caminó hacia Edward, quien al verla acercarse tambaleante, también se levantó de su lugar.
– Serás idiota... – dijo Paris mientras ponía una mano en el hombro del rubio, apoyándose de él – No me vuelvas a asustar así. ¿Es que tienes un deseo suicida acaso? – preguntó burlona, a lo cual Edward solo desvió la mirada con una pequeña sonrisa.
– ¿Y tú? Mírate en un espejo, ni si quiera puedes caminar propiamente, hielitos – atacó, para luego tomar la mano que Paris había apoyado en su hombro, pasarla por detrás de su cuello, y con su brazo izquierdo tomó la cintura de la chica pegándola a él, para así ayudarla a caminar.
Paris decidió ignorar lo avergonzada que se sentía debido al contacto directo – ¿H-hielitos? – preguntó incrédula.
– Te queda – respondió Edward simplemente, para luego empezar a caminar junto con Paris hacia donde habían dejado a la armadura – ¡Al! – exclamó, pero Alphonse no respondió, estaba apoyado en la pared del callejón, no se movía.
– ¿Alphonse? – llamó la castaña, pero tampoco respondió.
Cuando ambos jóvenes llegaron al lado de Alphonse, Edward suavemente dejó en el piso a Paris, quien se arrodilló al lado de la armadura. Edward luego se agachó al frente de Alphonse para quedar hasta su altura.
– ¡Al! ¡Al! – exclamaba el rubio mientras tanteaba la armadura quien en un abrir y cerrar de ojos, le dió tremendo golpe a Edward.
Paris se encogió del susto.
– ¡Al! ¡¿Por qué me golpeas?! – exclamó Edward sobando su mejilla.
– ¡Eres un idiota! ¡¿Por qué no huiste cuando te dije que lo hicieras?! ¡¿Es que acaso quieres morir?! ¡¿Quieres que yo vea a mi hermano morir al frente mío?! ¡Eres un estúpido! ¡Egoísta! ¡Tonto! – gritaba la armadura notablemente molesto.
– ¡No podía huir y simplemente dejarlos a ustedes aquí para morir! – se defendió el rubio. Pero solo se ganó otro golpe por parte de Alphonse – ¡Al!
– ¡Eso te hace aún más idiota! ¡¿Piensas que a Paris-san y a mi nos hará felices saber que simplemente te dejaste matar?! – preguntó, sin esperar una respuesta – ¡Por su puesto que no!
– ¡Necesitaba asegurarme de que por lo menos no te iba a hacer daño! – respondió. Pero, ¿adivinen qué? Otro golpe. – ¡¿QUIERES PARAR?! – Alphonse tomó el cuello de la camisa de Edward, acercándolo a él.
– Vive, sobrevive, haz lo que sea necesario. Después, investiga más sobre la alquimia, busca por una manera de obtener nuestros cuerpos de vuelta. Hazte más fuerte, vive y protege a niños como Nina – Edward veía sorprendido por lo que su hermano le decía – ¡No te voy a permitir que tires todas esas posibilidades a la basura! ¡¿Me oíste?! – el brazo con el que aguantaba a Edward se rompió, dejándolo libre – ¡AH! ¡Ahora mi otro brazo también se rompió! ¡Todo es tu culpa! ¡Hermano idiota! – se quejaba, ya al borde del estrés. El rubio solo veía de abajo hacia arriba, analizando el cuerpo hueco de Alphonse.
– Alphonse tiene razón, Edward... – interfirió la castaña quien tuvo la suerte de presenciar esa discusión en primera fila – Por lo menos podrías haber peleado, ¿no crees? Rendirse nunca es la respuesta – explicó, viendo al rubio con una sonrisa comprensiva.
El de orbes ámbar soltó un suspiro, para luego bajar su vista – Estamos hechos un desastre... ¿no es así? – se rió.
– Pues... dímelo a mi – respondió la armadura irónicamente.
– Pero por lo menos seguimos vivos... – siguió el rubio, sacando una sonrisa en la castaña.
– Unos más que otros... – añadió Paris, también irónicamente.
Y por fin, luego de casi un día entero, la lluvia paró. Las nubes se despejaron, mostrando el sol resplandeciente de la mañana.
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HIELITOS FOR THE WIN!!!
Todo bien, todo correcto por aquí? Como nos encontramos? 😅
Anyways chingus, denle amor a la sepsi estrellita que no muerde ❤️
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