†14


Edward se encontraba fuera de los cuarteles militares junto a Alphonse. Ambos sentados en las escaleras de entrada al edificio.

– Tch. ¿Ahora nos tenemos que aguantar a que nos vigilen? – dijo el rubio como una pregunta retórica. Estaba notablemente estresado debido a la orden que el Coronel le dió a Paris.

– Ya verás que no tendrá nada de malo, nii-san. – dijo Alphonse intentando calmar a su hermano – ella no se ve como alguien malo.

Edward volteó su mirada hacia la armadura con un semblante serio – Al. Sabía mi nombre, pero no sabía que era un alquimista estatal – explicó, ahora formando una duda en la cabeza de Alphonse – Estoy casi seguro de que no la hemos visto nunca en nuestras vidas. – concluyó, diciendo esa última frase cada vez más bajo.

Alphonse no respondió nada, pues su hermano tenía razón. Tenía sentido lo que decía. Pero, a pesar de eso una corazonada le decía que Paris no era alguien de quien desconfiar. Se sentía un poco acorralado ya que, por su puesto debería tomar el lado de su hermano, pero tampoco podía simplemente ignorar lo que su instinto le decía.

– Solo intenta llevar la fiesta en paz, ¿no crees? – recomendó Alphonse – Tel vez esto también sea tedioso para Paris-san.

Edward sonrió de manera sarcástica – Si.. sobre todo – se rió, sin ninguna gracia.

Escucharon unos pasos detrás de ellos, ambos voltearon al mismo tiempo y sus miradas encontraron a la castaña bajando por las escaleras junto con el Coronel.

– ¿Listos? – preguntó el Coronel sin detenerse. Les pasó de largo junto con Paris dirigiéndose al vehículo que los esperaba a los cuatro al frente del edificio. Los hermanos se levantaron de sus lugares y caminaron hacia el vehículo también.

El automóvil era especialmente grande en la parte de pasajeros, y los asientos estaban uno al frente del otro, de manera que los pasajeros quedasen frente a frente. Paris se sentó junto al Coronel mientras que los hermanos se sentaron al frente de ellos.

El auto empezó su camino, y con esto, el Coronel también empezó a explicar unos detalles sobre Shou Tucker.

– Hace dos años, Tucker logró transmutar una quimera que entendía el lenguaje humano. Debido a esto, le entregaron su título como alquimista estatal, Sewing Life. – explicó Roy.

– ¿Entendía el lenguaje humano...? ¿La quimera? – repitió Edward, procesando la información recién dada – ¡¿Estás diciendo que podía hablar?! – exclamó sorprendido.

– Supuestamente, si. Podía hablar... Dijo solo una cosa – pausó, creando tensión en el ambiente. – "Quiero morir" – concluyó, dejando un sentimiento incómodo en los hermanos.

»Esa quimera suena como alguien a quien yo quisiera tener de amigo« pensó Paris, tomando el relato como una broma. Su humor era distinto al de las personas en Amestris, y ella lo había notado desde hace mucho tiempo atrás. Por eso, aprendió a guardarse sus pensamientos no muy aptos para las situaciones.

– Luego de eso, se rehusó a comer todo lo que le ofrecían y murió luego de unos días – continuó el Coronel.

La cara de Edward era todo un poema. Sorprendido y al mismo tiempo asustado. Iba a conocer a un científico que logró que una quimera hablase, tuviese un propósito y que lo cumpliese. A pesar de que el propósito haya sido tan oscuro...

Luego de unos minutos más en el vehículo, llegaron a su destino. Se bajaron y vieron que llegaron a una casa enorme, una mansión. Roy se adelantó y tocó la pequeña campana que había al lado de la puerta principal, avisándole a los residentes que estaban aquí. Detrás del Coronel estaban los hermanos esperando a que abriesen la puerta, y más atrás de ellos se encontraba Paris dándole las gracias al conductor por haberlos traído. Cuando volteó, vió una sombra enorme acercándose velozmente al rubio.

– ¡Edward! – gritó, llamando la atención del rubio, el cual no tardó en darse cuenta de que algo estaba apunto de caerle encima.

Se escuchó un golpe fuerte y todos centraron sus miradas en el rubio, quien estaba siendo aplastado por un perro enorme.

Alphonse se agachó al lado de el verificando que estaba bien – ¡Nii-san! ¿Estás bien? – preguntó, pero no obtuvo respuesta.

Paris al ver aquella escena no pudo evitar casi soltar una carcajada, así que llevó su mano a su boca para evitar reírse a pata suelta. Edward volteó a mirarla y al encontrarse con su vista divertida, se enojó y desvió la vista.

– ¡Waaa! ¡Mira papá! ¡Muchos visitantes! – una pequeña niña con dos largas trenzas y grandes ojos azules se asomó por la puerta de la casa.

Detrás de ella, apareció una figura de un hombre, tomándola de los hombros – Nina... te he dicho que no dejes a Alexander correr suelto – reprochó. El hombre se veía pálido, poco cabello y crecientes entradas en su cabeza. Usaba unos lentes redondos y se veía desaliñado, como si no hubiese salido a tomar un poco de sol en días.

Entraron a la casa y tomaron asiento en el comedor. La habitación estaba polvorienta y había pilas de libros al rededor en el suelo. Telarañas adornaban las esquinas en el techo de la habitación y la única iluminación era la de la ventana, que había sido apenas abierta por Tucker.

– Disculpen por el desastre – se disculpó al sentirse avergonzado por el estado de su hogar – Desde que mi esposa nos dejó, la casa se ha vuelto un desastre... no he tenido tiempo de limpiar nada – decía mientras ponía tazas de té en la mesa. Tomó asiento para así poder ver directamente a los visitantes – Bueno, un placer conocerte Edward-kun. Mi nombre es Shou Tucker – se presentó sonriendo amablemente.

– Edward está interesado en la transmutación de seres vivientes. Le gustaría echar un vistazo a tu trabajo – explicó el Coronel, quien estaba sentado al lado de Edward.

– Por su puesto... no hay ningún problema – aceptó Tucker, sonriendo. Edward instantáneamente sonrió y miró a su hermano, quien también estaba feliz – Pero... – los presentes voltearon hacia Tucker, quien aún no terminaba de hablar – Si van a ver lo que yo tengo bajo mis mangas... me gustaría por lo menos obtener lo mismo de regreso, ¿no es así? – Edward endureció su semblante, ahora luciendo muy serio. – Eso es lo que significa ser un alquimista. ¿Por qué estás interesado en la transmutación de seres vivientes?

– O-oh... lo qué pasa es que– Roy estaba apunto de explicar, y dar algo como una excusa, pero Edward lo detuvo.

– Coronel, está bien – interrumpió, indicando que él iba a decir su relato. Pero, tuvo la audacia de voltear hacia donde estaba Paris, quien estaba sentada al lado de Alphonse.

La chica al encontrarse con su mirada, comprendió lo que le estaba comunicando sin necesidad de ninguna palabra. Bajó la taza de té, sonriendo incrédula – ¿Es enserio? – preguntó aún con una sonrisa en su rostro, a este punto el rechazo por parte del rubio le parecía más bien divertido. Al no obtener respuesta y que Edward la siguiente enfrentando con sus orbes ámbar, chasqueó su lengua y desvió la mirada. Bruscamente se levantó de su asiento y dió grandes zancadas hacia la salida del comedor.

– Fahrenheit, no es necesario que te vayas – llamó el Coronel antes de que la chica pudiese salir, ella volteó y lo miró.

– Si que lo es Coronel, el está en todo su derecho – respondió notablemente ofendida. – Igual ni me interesa – comentó por lo bajo, para luego abrir la puerta del comedor, salir, y cerrarla suavemente detrás de ella.

»Eres un estúpido, Edward« pensó molesta. Tomó su orgullo consigo, y se aseguró de no enterarse de absolutamente nada de lo que iban a hablar en aquel comedor. ¿Él no quería que ella supiese ni una pizca de su vida? Pues así sería. Caminó por los pasillos de aquella casa hasta que salió al patio de al frente.

– Será idiota... – susurró por lo bajo de su aliento, intentando calmarse. Sabe que no puede molestarse por el hecho de que no quiera confiarle nada de su pasado, pero aún así no pudo evitarlo. Para Paris, Edward era alguien que ella de algún u otro modo pensaba conocer, no podía evitar sentirse cómoda en compañía de los hermanos. En cambio, para ellos, Paris es una completa desconocida que de la nada la van a tener que soportar a su lado, por órdenes de su superior. Eso la enfurecía. Pero tenía que acostumbrarse, por lo menos hasta que Roy le diga lo contrario.

– Oye... ¿Estás bien? – escuchó una dulce y aguda voz a su lado, cuando volteó, tuvo que bajar la mirada para así encontrarse con esas dos perlas azules que eran los ojos de Nina. Se veía un tanto preocupada por la castaña.

Paris suavizó su semblante y le sonrió amablemente a la niña – S-si.. estoy de maravilla. ¿Y tú? ¿Que haces aquí afuera? – preguntó agachándose al nivel de Nina.

– Alexander y yo estábamos jugando... – sus cachetes se tiñeron de un suave color rosa y juntó sus manos al nivel de su estómago, avergonzada – ¿T-Te gustaría jugar con nosotros? – preguntó desviando la mirada. Paris juró que su corazón se derritió ante tanta ternura.

– ¡Por su puesto! – respondió inmediatamente. Corrió hacia donde el perro descansaba y lo empezó a perseguir. El canino respondió juguetón y empezó a escapar de la castaña mientras ladraba y movía su cola felizmente. Nina al ver esto empezó a reír y a seguir los pasos de Paris.

En el patio de aquella casa, se podían escuchar risas, gritos y ladridos divertidos por parte de dos jóvenes jugando y correteando al rededor con un perro. Paris se olvidó por completo hasta de por qué se había molestado y ahora solo disfrutaba de aquel dulce ambiente.

Sin embargo, en una de las ventanas de esa casa, unos orbes ámbar observaban aquella escena.

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Pinshi edward allí todo 'yi ni quieri qui illi sipi' *le mete tres coñazos* rescata pa' que sea serio, nojoda >:v

¿VIERON OH MY GOD DE G-(IDLE)????? MARICO LAS AMOOOOOOOO Y EL ALBUM ME HACE JSBDKENSLWNZLQ

Anyways Chingus, denle amor a la sepsi estrellita que no muerde ❤️

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