†13
Los tres jóvenes alquimistas se encontraban caminando por los pasillos de aquellos cuarteles militares. Se dirigían hacia una oficina en concreto, en donde su superior los esperaba. Habían tres reacciones diferentes en esos tres jóvenes.
A uno, no le interesa.
Al otro, le sale humo de las orejas.
Y a la última, más bien está feliz.
Ya se pueden imaginar quién es quien.
Siguieron caminando en silencio hasta que llegaron a la puerta que buscaban en concreto. Paris iba a tocar como una persona normal lo haría, pero los hermanos Elric se adelantaron y entraron sin más.
– ¡Oigan! ¡¿Están locos?! – susurró la chica en un intento de reprocharlos, pero ellos ya tenían pie en la habitación.
Los miembros de la unidad de Mustang se encontraban tan ocupados haciendo papeleos que no se dieron cuenta de las nuevas presencias en la habitación.
Edward notó como el sargento Fuery estaba intentando arreglar lo que parecía ser una radio, así que para llamar su atención, juntó sus palmas y luego puso una en la radio, la cual de la nada; se arregló por completo.
Fuery apenas notó esto alzó la mirada, y los vio. – ¡Edward! ¡Alphonse! – exclamó con emoción, llamando la atención del resto de los presentes.
»Espera. ¿Acaba de hacer una transmutación sin un círculo?« pensó Paris notablemente sorprendida. No dijo nada ya que al parecer eso había sido acto de todos los días para todo el mundo allí presente.
Detrás del sargento Fuery se asomó una cabeza rubia con una pequeña sonrisa en sus labios. – Bienvenidos muchachos. Por favor pasen adelante, el Coronel los está esperando – habló sutilmente pero demandante; solo como la teniente Hawkeye sabía hacerlo. Pero pronto su visión se reparó a la persona detrás de los hermanos Elric. – ¡Paris! – exclamó, ahora teniendo una gran sonrisa en su rostro.
La nombrada sonrió de vuelta y no esperó para acercarse a Riza y darle un abrazo.
– ¿Cómo te fue? No te esperábamos ahora, fue demasiado rápido – preguntó la teniente al separarse de la joven.
– Si lo sé... – rió nerviosa la castaña – digamos que estos dos – señaló a los hermanos detrás de ella – se adelantaron.
La teniente se imaginó lo que pudo haber pasado y soltó un bufido que sonó más como una pequeña risa. – Bueno, después me cuentas todo. El Coronel los espera. A los tres. – avisó, y los jóvenes asintieron. Se adentraron más en aquella oficina hacia una puerta que estaba al lado, la abrieron, y se encontraron con la atenta mirada del Coronel Mustang en su escritorio.
Los hermanos Elric entraron primero, y seguidos de ellos entró Paris, cerrando la puerta detrás de ella.
– Vaya... no te esperaba de regreso tan pronto, Fahrenheit – comentó el Coronel con aires de grandeza. La chica no respondió y se sentó en uno de los sillones que se encontraban al frente del escritorio principal.
– Como digas, Coronel – dijo al sentarse. Cruzó sus piernas y estiró sus brazos por encima del espaldar del sofá, bastante cómoda.
Los hermanos siguieron a la chica y se sentaron en el sofá al frente de ella.
– ¿Ya se conocen? Eso haría las cosas más fáciles – empezó a hablar Roy, al notar que los jóvenes habían llegado juntos. Los tres asintieron y siguió hablando – El caso de Liore fue controlado gracias a ustedes, así que, les doy mi gratitud.
– Ni lo menciones, tampoco lo hicimos por ustedes – respondió el rubio desinteresado.
– Entonces... ¿esa piedra también era falsa? – preguntó Roy ahora más serio.
Edward lo miró fijamente con un semblante pensativo – La piedra era falsa. Pero su poder seguía siendo impresionante – puso una mano en su barbilla – incluso era capaz de transmutar una quimera enorme. Era bastante fuerte también. – explicó.
Paris miraba y prestaba atención a lo que decían, ya que ella no había sido participe de los eventos que pasaron dentro de la iglesia de Liore.
– Me pregunto cómo habrá utilizado la piedra para transmutar esa quimera... – empezó Alphonse – Es decir... nosotros no somos familiares con el area de transmutaciones de seres vivos – pensaba en voz alta.
– Pero aún así, es fascinante ¿no es así? – respondió Edward. – Si investigamos más sobre ese tipo de transmutaciones, tal vez seamos capaces de descubrir algo sobre... – paró repentinamente posando su mirada en la chica. Iba a decir algo que no quería que ella descubriese.
Ella también notó esto, pero no dijo nada. Si el rubio no quería contarle su razón para buscar la piedra filosofal, ese era su problema, no de ella.
– En ese caso... los puedo asignar a un experto en el tema – los tres jóvenes voltearon la vista al Coronel, quien buscaba unos papeles en las gavetas de su escritorio, y sacó una carpeta. La abrió y empezó a leer – Alquimista Sewing Life, Shou Tucker. Es un científico que dedica su investigación a las transmutaciones de quimeras. Tal vez sean capaces de descubrir algo con el. Les asignaré una visita – concluyó , cerrando la carpeta.
– ¿Enserio iría por todo ese problema por nosotros? – preguntó risueño la armadura.
Edward se levantó abruptamente del sillón y apuntó al Coronel, acusándolo. – ¡Sospechoso! ¡Eso es muy sospechoso! ¡Tiene doble intención! – exclamó incrédulo.
A Roy le llegó un pequeño tic nervioso en el ojo – ¡Por su puesto que no! Tomen esto como un agradecimiento por lo de Liore. Solamente eso – desvió su mirada con aires de grandeza – estar en deuda contigo se me hace repulsivo – dijo muy claramente para provocar al rubio, lo cual logró.
Paris veía esta situación un tanto graciosa. ¿Era así como trataban a su superior? Debían tener confianza o simplemente placer personal en molestarse mutuamente. Aunque ella tampoco podía juzgar mucho, ya que a ella también le gusta molestar al Coronel.
– Fahrenheit – llamó Roy y la nombrada se encontró con su mirada – necesito que vayas con ellos.
La chica abrió sus ojos de par en par, enderezando su postura – ¿Disculpa?
– Confío en ti para que me des todos los reportes de lo que hagan estos dos – explicó, de nuevo, molestando al rubio.
Paris miró de reojo a los hermanos los cuales tenían sus miradas expectantes en ella. Juraba haber sentido que ahora la molestia de Edward era dirigida hacia ella.
– P-pero... – iba a rechistar, pero el Coronel la interrumpió.
– Es una orden.
– ¿De que hablas viejo? ¡Nosotros no necesitamos que nos cuiden! – se quejó el rubio apoyando sus manos en el escritorio de Roy.
– Nii-san... – reprochó Alphonse, en un intento de calmar a su hermano.
El Coronel frunció su cejo y miró fijamente a los ojos de Edward, quien también lo miraba retándolo. – He dicho; Es. Una. Orden. – repitió hablando tranquilamente, pero todos los allí presentes sabían que ese era el fin de la discusión.
El rubio chasqueó su lengua y salió de la habitación rápidamente con su hermano detrás, llamando por el.
La chica se quedó sola con el Coronel en su oficina. Se levantó del sofá y también estaba apunto de salir.
– Espera – Roy la detuvo. Ella dejó de caminar y volteó para enfrentar la mirada de su superior – Lo digo enserio. No les quites los ojos de encima. A veces hacen locuras – explicó, descansando su espalda en su silla.
Paris asintió y sonrió un poco – No te preocupes Roy, seguiré tus órdenes – aseguró para luego volver a su camino.
– Te he dicho que no me llames así.
– Ya... – respondió con un fantasma de sonrisa en su boca para luego salir de la oficina y cerrar la puerta.
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I don't wanna be somebody, just wanna be me! Be me!
I wanna be me! Me! Me!
Amo esa canción ;-;
Also, llegamos a las 200 views! ;-; thank u chingus hermos@s ❤️❤️❤️
Anyways chingus, denle amor a la estrellita, que no muerde ❤️
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