Catorce

¿Cuántas cosas tuvo que enfrentar para llegar a una conclusión acertada y sensata?

Muchas. Muchas ideas malas que su cabeza maquinaba y le provocaban un alto grado de incertidumbre, pero no escondían la verdad absoluta que había estado empecinado en negar durante todo ese tiempo.

No supo desde que momento, si fue antes o en medio de sus encuentros sexuales. Para empezar, ¿desde cuándo empezó a ver en Chuuya un atractivo sexual? ¿En qué momento se había hecho tan atractivo a sus ojos?

¿En qué momento había empezado a doler su distanciamiento?

De pronto se encontró pensando en que no le importaba si el sexo con Chuuya no terminaba llenando todo el hueco de sus expectativas porque solamente pensaba en su silueta desnuda enredada entre las sabanas y durmiendo con tanta paz. Y ni siquiera tenía una connotación morbosa.

Justo como ahora, observando el cuerpo de Chuuya descansando en una de las camillas de la enfermería de la mafia. Luego de su pequeña batalla, realmente dejó de lado el objetivo inicial de la misión y puso como prioridad la atención medica para Chuuya. Mori no replicó y después de la llamada les otorgó la ayuda necesaria para regresar.

Reía sutilmente ante el pensamiento de que Chuuya llegara a enterarse de su pequeño enamoramiento y en como lo mandaría a la mierda en cinco idiomas diferentes; pero, por dentro realmente le aterraba la probabilidad de que eso ocurriera en algún futuro cercano. Aaah, hasta podía escuchar las palabras e insultos que usaría.  

—Tengo la certeza de que estamos mucho mejor así, Chuuya, sin toda ese embrollo problemático de romance y eso. Menos problemas, menos incomodidad, ya sabes —decretó observando la figura del pelirrojo dormitar tranquilamente—. Aún si enserio me gustas, maldito enano. — Suspiró una última vez y camino hacia la salida con paso lento, sintiendo la dolorosa punzada en su tobillo las veces que asentaba el pie.

—Detente ahí, inútil. —La voz de Chuuya, cansada y rasposa, se hizo notar y paralizó a Dazai justo en el umbral de la puerta.

—¡Chuuya! —canturreó con exagerada emoción—. ¿Ya despertaste? ¿Dormiste bien? ¿Soñaste conmigo?

—Oh, cállate —espetó esta vez notablemente con más energía—. Ven, repíteme lo que acabas de decir.

—¿Si soñaste conmigo? --Fingió inocencia, sonriendo ligeramente.

—No te hagas el imbécil. Quiero que me repitas lo que dijiste cuando creías que estaba dormido —exigió, incorporándose con lentitud, aun sintiendo algo de cansancio arrastrando su cuerpo hacia la camilla.

—¿Dije algo? No lo recuerdo. Debes haberlo soñado, enano —respondió con el mismo tono burlesco y de inocencia fingida.

—Sé que no era un sueño, pero está bien si no quieres decirme nada. Te di la oportunidad, ahora ya vete —espetó impaciente, mirando a Dazai con el ceño fruncido, quien abandonó su semblante de bufón para dar paso a la seriedad.

—Dije que me gustas, Chuuya, lo cual sí, es ridículo y bastante tonto; pero ya sabes, no es la clase de cosas que uno puede controlar. —Su tono de voz era sosegado y despreocupado.

—¿Por qué piensas que es ridículo? —Chuuya inquirió observándolo hermético y atento a todas sus expresiones.

—Se nota que no piensas —comentó en medio de un suspiro exasperado—. ¿Dónde crees que estamos? ¿En la escuela? Chuuya, aquí no hay lugar para esas cosas. Incluso podríamos manchar la reputación de la Port Mafia.

—Ya, como si eso llegara a importarte tan siquiera. —Chuuya se cruzó de brazos.

Dazai formó en sus labios una media sonrisa que delataba: "me conoces".

—¿Entonces cual es tu maldito problema? ¿Qué te guste un chico?

Osamu guardó silencio durante unos minutos, en los cuales fue reacio a buscar la mirada del pelirrojo.

—No, Chuuya. El problema no es que me gusten los chicos —respondió casi en un murmullo, pero sin cabida a vacilaciones—. El problema es que me gustas tú.

—Bueno, ese problema resultó más grande de lo que crees. —Chuuya soltó una risa avinagrada—. Porque a mí también me gustas tú.

La habitación se fundió en un silencio tenso y ninguno de los dos se atrevió a decir algo al respecto. Únicamente clavaban su mirada en cualquier punto del suelo para no tener que mirar a los ojos del otro.

—No tengo ni puta idea de que se hace después de declararse —Chuuya admitió con notable pánico en su voz.

—Tampoco yo --secundó Dazai, luciendo una expresión tímida genuina que quizá era la primera que Chuuya lograba atestiguar—. ¿Nos besamos o algo?

—Has visto muchas películas —Nakahara rio. Sorpresivamente un sutil rubor apareció en las mejillas del contrario—. Pero, supongo que no estaría mal.

Dazai asintió y llegó hasta el borde de la camilla, donde se sentó a escasos metros de Chuuya. Sin embargo, una especie de pánico nervioso los invadió a ambos y les impidió moverse correctamente.

Ya se habían besado muchas veces antes, se supone que ya sabían todo el proceso e inclusive pequeños gestos que sabían que al otro le gustaba; sin embargo, esa vez se sintió tan diferente, casi como si se tratara de su primer beso y no tuvieran una sola idea exacta de como moverse para acomodar sus labios correctamente.

¿Por qué se sentían tan avergonzados? ¿Por sus respectivas declaraciones? ¿Por ser conscientes de los sentimientos del otro?

Después de algunas vacilaciones, finalmente unieron sus labios. No fue un beso húmedo y lascivo como acostumbraban, este fue más delicado, más suave, más casto y definitivamente más satisfactorio, a pesar de que no hubo ninguna insinuación de por medio.

No fue su primer beso, pero sin duda fue el mejor de todos.

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