▀▄▀▄▀▄ Capítulo 7 ▀▄▀▄▀▄
Abro los ojos precipitadamente. En el acto me acuerdo de lo que estaba ocurriendo a mi alrededor antes. No sé cuanto tiempo ha pasado de ello. Y la mosca gigante. ¿Era verdad o la habré soñado?
Ni me da tiempo a pensar en eso. Esta vida mía se está volviendo demasiado crazy. Resulta que por más que miro, solo veo blanco y negro. El techo, el suelo. Parece un largo túnel de rayas negras y blancas. Oh, si ya me mareo con los efectos ópticos, ahora es como si estuviese dentro de uno. Tampoco se se escucha el menor sonido. ¿Dónde demonios estoy?
- ¡Stockman, ¿qué es esto?!
Me sobresalto al escuchar la voz del tigre detrás mía. En guardia, me pongo de pie, y observo que solo está él, mirando hacia arriba. OH-NO. ¿Dónde están los ninjas para protegerme? Estoy perdida, tanto literal como metafóricamente. ¡Sola con el asesino! ¡SOLA CON EL ASESINO! Viviendo los últimos segundos de mi vida en un universo paralelo que no entiendo sin poder despedirme de mis seres queridos. Ah, ¡el móvil! Meto mi mano en el bolsillo trasero del pantalón vaquero. No me da tiempo a sacar nada cuando algo exclama:
- ¡Bienvenido s-sséais a mi laberinto! (Pensado esspecíficamente para ti, querido amigo Garra de Tigre).
Profiero un grito al escuchar esa voz venida de ninguna parte. Es como si hablara por altavoces, pero aquí donde me encuentro solo hay rayas. Y además, suena muy raro...como un...zumbido. ¡Zumbido! ¿No será la mosca esa? ¿Se trata de otro mutante? Creo que es el mas horripilante que he visto hasta ahora, seguido por Cara de Pez. Es totalmente natural que me hayase desmayado al verlo. Oh, y para colmo no poseo mi teléfono móvil. Estaba en el bolso.Chikusho!*
*(Chikusho: ¡maldición!)
El tigre a mi lado no para de apretar los dientes y en todo momento puedo escuchar su gruñido de gatito grande. Esto quiere decir que no es su amigo. ¿Otro...enemigo?
- ¡Un placer teneross-s aquí esta noche! ¡Os presento El S-ssuper Laberinto Mortal De La Fatalidad Número Doss*! En el cual competiréiss por vuestrass misserables vidass-s.
*(Recordad que ya lo había usado antes en la serie.)
Suelto un grito ahogado. ¿QUÉ ACABA DE DECIR? ¿POR QUÉ ME PASA ESTO A MÍ?
- ¡Madura Stockman, y deja de jugar! ¡Juro que al salir de aquí te arrancaré las alas pedazo a pedazo y haré que grites de dolor! ¡Estas loco!
Joder, que miedo. Por un segundo me lo he imaginado desmembrándome viva a mí. ¡Oh, no! ¿Y si le entra hambre? ¿Y SI LE ENTRA HAMBRE? Además de satisfacerse con mi muerte, aprovechará mi carne hasta no dejar nada de mí. No quiero ni pensarlo. Comienzo a alejarme a paso rápido de su lado. Él no presta atención en mí y mis pequeñas lágrimas de agobio que empiezan a aflorar de mis ojos ante semejante situación. Permanece concentrado en la voz, la cual oigo decir:
- ¿Loco? ¡Esstoy megaloco! Ss-ss-ss.
¿Eso último era una risa? Lo que fuera, ha colmado al tigre, quién ha desenvainado su sable. Al ver esto ahogo una exclamación y me alejo corriendo, pero en mi marcha choco con una pared transparente, lo que me hace rebotar y caer. En otro momento hubiese sido cómico. Ahora estoy aterrada.
-¿Porqué haces esto, insecto?- grita el mutante.
-¿Qué porqué? Esstoy harto de que no se me dé el resspeto que meresssco. Deberías a ver s-sseguido mis consejos y quedarte repossando, pero no, no puedess ni acatarlos ssolo porque s-ssoy yo quién te lo manda, y vass en bussca de essa muchacha que tieness en todo momento en la mente para acabar con ella sin hacerme caso. ¡Puess ya me he hartado! Assí que he aprovechado tuss ansias de assessino para emprender esste fantássstico plan. En esste lugar, ssi matass a la chica, ¡tú morirás también! Ss-ss. De echo, tienes que protegerla para garantizsar tú propia ssupervivencia. Ss-ss-ss-ss. ¿Pordráss contener essa furia que te domina, amigo? Me parece que no. Ss-ss-ss.
Entonces, el tigre se percata de mi presencia, y me mira estremecido. Me dan ganas de decirle, "holi". Decido levantarme precipitadamente para no perder el poco poder que tengo sobre él y verme aún más débil, y lo miro a los ojos. Pero no con furia ni desafío, sino con las cejas levemente arcadas en un "¿qué hacemos ahora?" Es lo único que me sale.
- Cada uno portáis un cinturón ssensible a las pulssaciones del corazón. Ssi el corazón de uno se para por mass-s de cinco ss-segundoss, sseñal de su fin, ss-ss, el otro cinturón explotará, acabando con la vida del otro.
-¿QUÉ?- Exclamo sin poder evitarlo, y empiezo a intentar quitarme el cinturón, el cual no había notado que tenía antes por culpa del shock, sin éxito.
-Ess-s inútil, muchachita. Ese cinturón seguirá adherido a vuestros cuerposs hasta que salgáiss-s del laberinto. Cosa improbable. Ss-ss-ss.
- ¡STOCKMAN, TE MATARÉ!
-Ahí oss esspera mi ssuper laberinto mortal, que oss-s diviertáiss...
-¡VUELVE, MALDITO!
-¡Aahh!
Suelto un grito al notar como el suelo se mueve detrás de mí, y corro para ponerme a salvo en la dirección del tigre. Que irónico. Ambos vemos cómo el suelo de esa parte se levanta. Tantas rayas negras y blancas hacen que me maree, así que cierro los ojos. Cuando no siento más movimiento, los abro. En frente de nosotros se cierne una pared redondeada que nos corta el paso en esa dirección. Noto que también el suelo ha cambiado algo, ahora los cuadrados son más pequeños. ¿Y ahora qué? ¿Ando para el otro lado? ¿Hacia dónde? Me giro.
¡Oh, veo una especie de luz al final! ¡Debe de ser la salida! ¿Ya está? ¿Sin ninguna trampa?
- La salida...-murmura el tigre, que también se ha dado cuenta.
No pienso esperar a que me desgarre los intestinos. Sin previo aviso corro hacia ella.
-¡NO!- me grita. ¡Que le voy a hacer caso! Tengo que salir de esta locura cuánto antes. Pero algo me retiene por el pie y no me deja avanzar. Al mirar hacia abajo me doy cuenta de que es un...¿látigo? Y justo entonces escucho un ruido sobre mi cabeza. No me da tiempo a mirar para ver qué es, porque el látigo me arrastra hacia atrás, haciéndome caer al suelo. Termina parándome en frente de su portador, mi sweet compañero.
Cuando quito la mejilla del suelo y miro hacia adelante...Oh my god. Hay una fila de...especies de hachas de rayor lásers. ¡Si el tigre no me hubiera salvado a tiempo, estaría frita!
- El campo de batalla es un sitio inesperado. Todo soldado debe saberlo.
-Oh, da la casualidad de que yo no soy soldado, sino profesora.
En seguida me arrepiento de haber soltado esa frescada a mi futuro asesino. Vuelvo la cara aterrada por su reacción, pero no veo el más mínimo sentimiento de frustración en su rostro. Y mirándome me dice:
-Escucha bien, muchacha. No siento el más mínimo deseo de piedad por ti. Tan solo quiero salir vivo de aquí, y cuando lo haga, primero me encargaré de la mosca, y luego de ti. Así que ahora mismo nos conviene a los dos que andes cerca mía, ¿entendido?
Paso de cara aterrada a ceño fruncido. El látigo ya no rodea mi pierna, así que me pongo de pie.
- ¿Quién te crees que eres? ¿Piensas que yo no puedo pasar esto sola? Soy rápida, que lo sepas. Además, ya lo has podido comprobar, ¿verdad?- digo refiriéndome a la anterior persecución.- Esas hachas me imponen, pero puedo pasarlas sin ningún problema, que lo sepas.
El tigre se me queda mirando y no me dice nada. ¿Que va a pasar ahora? Por fin, sus labios se abren:
-En condiciones normales me burlaría de ti diciéndote que adelante, pero ahora si cometes un error, yo lo pagaré en consecuencia, así que no repararé en ninguna palabra que me digas, niña.
- ¿Niña? ¿En serio?
Mientras digo esas palabras la bestia avanza hacia mí y rodea mi cintura con un brazo para llevarme como si fuera un bolso de Ágatha Ruiz de la Prada. Lo único que puedo ver ahora es el suelo: rayas negras y blancas una detrás de otra. Pero al mirar un poco hacia el lado...Descubro que al tigre le falta la cola. Se nota que se la han cortado. ¿Podría ser Leonardo con una de sus espadas? Se supone que la cola sirve para el equilibrio, pero veo que a este gato no le hace falta.
Conmigo a cuestas, cada vez avanza más velozmente hacia las hachas y yo cada vez me mareo más. Cierro los ojos. Noto como el tigre pega un salto. El oír el primer láser, el cual pasa exitosamente, no puedo evitar soltar un grito. Y así, salteamos los cinco y el tigre retoma la calma. No he visto nada, pero tampoco ha hecho falta para que me sienta peor que en la mejor atracción de feria. Abro los ojos, que están llorosos, respiro y expiro muy fuerte y mi corazón se me va a salir del pecho.
- ¿Demasiada acción para una profesora?- me pregunta el tigre, y me da la impresión de que va acompañado de una pequeña risa. Really? ¡Bajo ese escudo feroz tiene algo de sentido del humor! Bueno...ya que estamos, le contesto. De todas formas, sé que voy a morir, sino en este laberinto, después. Solo puedo hablar con él y no soy lo que se dice una antisocial. Entre jadeos, respondo:
-Tal vez- jadeo una vez más y le digo sin ocultar mi sentimiento de sorpresa: -¿Tú no estabas cojo?
Cojo o no, resulta el único que puede destruirme y a la vez, el único que puede salvarme.Continuará.
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