◊ Capítulo 6 ◊

[Aconsejo poner multimedia más abajo]

22:00

Resulta que son ninjas. A ver, a ver. NIN-JAS. TORTUGAS NINJA MUTANTES. ¿Puede ser más surrealista esto? ¡Dios mío!*

*(Textualmente: ¡Dios mío!, en castellano original. [Recordad que habla portugués])

Pero, por muy raro que suenen esos tres nombres juntos, a mí me parecen que son como personas normales y corrientes. En serio, he compartido con Donatello mi fascinación por cómo unas tortugas han podido desarrollar tal cerebro. Porque me han explicado que antes eran tortugas normales. ¡Simples tortuguitas! ¡Y ahora hablan, hacen ninjutsu y tienen unos músculos envidiables! Solo les falta pelo. Y encima, la inteligencia de Donatello es muy superior a la del resto. Resulta maravilloso. ¿Qué clase de sustancia hará que el cerebro se desarrolle de esa forma a tal ritmo descabellado?

Por lo demás, no han querido ir más allá. Les he preguntado muchas cosas, como de dónde procede el mutágeno o sobre esos alienígenas de los que habían hablado antes. No he podido sacar respuestas. Está bien. Por ahora, lo acepto. Las comprendo, está bien. Me contento con ser una amiga. Ojalá todos las personas fuesen como yo en ese aspecto. La humanidad no está preparada para acoger a unos mutantes, y por eso siento lástima por que estos niños diferentes tengan que vivir en las sombras.

No obstante, sí que tienen algún que otro amigo humano. Se tratan de April y Casey, dos adolescentes. Me alegro entonces.

Hemos pasado un rato divertido, y parece que el señor Murakami estaba encantado por complacernos. Me siento un poco mal, porque no hemos pagado nada, aunque hemos comido en su casa y no en el restaurante ¡Y las pizzas gyozas están riquísimas! Sin embargo, casi todas las ha arrasado el pillín de Mikelo...

El hombre que escuché antes gritar, por suerte se despertó y creyó que fue un lapsus suyo. Menos mal, todo bien. He tomado la excusa de que voy al baño para escribir rápidamente todo esto. ¡Es que no puedo esperar a contarlo! Pero como no puedo contárselo a nadie, esto es a lo que puedo recurrir. Quien lea este diario debe comprenderme.

Mejor salgo ya, llevo más de dos minutos.

- Voy a marcharme ya- anuncio con una voz que me ha salido en tono dulce mientras recojo mi bolso de la silla.

- Te acompaño a tu casa- me dice Leonardo.

Le sonrío y acepto.

- Está bien.

-¡Mikey, esa es mía!

-¡Yo la he visto antes!

-¿Queréis estaros quietos de una vez?

- Raph, Mikey, Donnie, ya basta.

-¡Pero si ha sido él!

-¿Porqué me echas las culpas a mí? ¡Siempre igual!

-¿Me acabas de lanzar una pizza al caparazón? Ya te la has cargado, majadero.

-Agh, desde luego...¡Sois unos críos!

-Cállate Don, a ti nadie te ha llamado. Y tú, Mikey, me las pagarás.

-¡Basta ya!

Sin venir a cuento, los cuatro se enzarzan en una pelea verbal con algún que otro lanzamiento de comida. Es entonces cuando aprovecho para despedirme del señor Murakami (y de su tierno perrito) e irme. Estoy tan segura de que los volveré a ver, que no me preocupo por esta separación. Desde luego, a parte de la apariencia, son exactamente como unos adolescentes normales. Increíble.

22:08

Vaya, que noche tan tranquila y apacible. Tal y como aquella otra. No siento un miedo especial por encontrarme de nuevo con los mutantes peligrosos, simplemente regreso a mi piso acompañada del frescor de la noche después de pasar un buen rato.

Mientras camino, de repente siento un pequeño sonido agudo bajo mis pies.

- ¡Ay, el pendiente!- exclamo al darme cuenta de que se me acaba de caer de la oreja.

¡Vaya con la perlita! Al tener la calle un poco de cuesta, ha salido rodando hacia la parte baja, y me siento como un payaso torpe persiguiéndola. Cuando por fin para de rodar al borde de una esquina y me agacho a recogerla, mi cabeza choca con alguien al hacerlo.

- Perdone, se me ha escapado...- al mirar a ese alguien, mis ojos se salen de sus órbitas. Los de él también.

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Ni grito. Mis piernas salen a correr como si la misma muerte me persiguiese. No he corrido tan rápido en mi vida, pues me encuentro invadida por el puro instinto natural de sobrevivir y de huir ante el peligro. Si tan solo tuviera algo para defenderme, le plantaría cara...¡Ni hablar! ¡Eso debe de pesar tres veces más que yo!

Y de pronto, un rugido. Y comienza la persecución. Mi persecución.

Intento correr más y más rápido mientras unas lágrimas se me empiezan a escapar de las pestañas. Tengo muchísimo miedo, como me coja estoy perdida. Y al forzar tanto mis piernas poco acostumbradas a la acción, las mismas se enredan y caigo. No pasan ni cinco segundos, y ya estoy corriendo de nuevo. ¡Menos mal que no me puse tacones...!

-¡Aaah!

Varios gritos me hacen mirar hacia atrás mientras sigo huyendo: una madre con su hijo que caminaban por la acera. El tigre se ha descubierto. Y justo en ese instante, ¡mi perseguidor también cae al suelo en plena carretera al igual que lo hice yo!

Como si fuera bipolar, paso de las lágrimas a la risa, frenando un poco mi spring. Algo que no le gustó nada a él. Mientras se apoyaba con las manos en el suelo, alzó la cabeza y clavó su único ojo lleno de odio en mi. MENUDO-MIEDO. Esas pupilas amarillas desprenden vida propia, jurado.

Sigo corriendo. ¡No voy a esperar a que se levante!

Llego a mi calle y me dirijo hacia mi piso. Estoy tan despavorida que las llaves se me escapan de las manos y caen por los escalones de la entrada hacia la carretera. Bajo todo lo deprisa que puedo, pero ante mi nerviosismo, ni atino bien a recogerlas. Pero las atrapo.

Y aparece el tigre, impulsado ante mi sorpresa por una especie de cohete a sus espaldas. Se postra en en el suelo firme y me dice:

-Ha llegado la hora de hacerte pagar.

Adiós mamá, adiós papá.

No sé por qué, pero ya no corro. Siento que no podré escapar. Simplemente dejo que se acerque a mí, y acepto que ha llegado mi hora.

Tiger Claw

22:15

Sabe que voy a matarla. Pero, ¡no escapa! ¡Ahí permanece! No baja la mirada, no pide piedad. Como la otra vez, no intenta evitarme. Esa actitud es digna de mi admiración, a la vez que me deja perplejo, pero ahora no hay elogios que valgan. Por fin tomaré mi venganza.

A medida que avanzo, medio cojeando, ella me sigue aguantando la mirada de una forma alucinante y no da el menor paso hacia atrás. Es un comportamiento inaudito. Puede que tan solo sea ignorancia ante lo que estoy a punto de hacerle aún sin tan siquiera sacar un arma. Quiero saborear esto, por eso la estrangularé con mis propias manos. Esta vez no tiene ningún arma con la que cogerme por sorpresa. Esta vez, el resultado está escrito.

Me veo en el placer de arruinar este silencio, para decir no otra cosa que lo que pienso.

- Tu insensatez es admirable, mujer. Aún puedes escapar si te das prisa, como ves- le digo refiriéndome a mi cojera.- ¿Puede saberse porqué no huyes?

Espera, ¿le estoy diciendo que escape? ¿Qué estoy haciendo? Elegí mal mis palabras. Estaba a punto de rectificar cuando ella se me adelanta, posicionándose con un timbre de voz el cual no parece admitir temblor alguno:

- Me da igual, no tengo miedo. Además, ¿qué más da huir? No descansarás hasta tenerme entre tus garras, ¿no?

- Muchacha lista...

- Aceptaré la muerte, porque de alguna manera me parece justo tu sentimiento de venganza, por lo que te hice. Pero también me parece justo a mí el motivo de la cual: tú intentaste matarme a mí primero. ¿Pretendías que no me defendiese? Sā! Dime, ¿a cuántas personas has matado? No quiero ni imaginármelo. ¡¡Eres repugnante!!

No puedo pasar desapercibido que ha formulado una expresión procedente de Japón, lugar del que vengo, pero eso no me detiene para que cada vez esté más y más cerca de ella, avanzando lentamente sin quitarle la vista de encima. Es mi presa. Alcanzarla será cuestión de unos cinco pasos más. Y mientras llego hasta la chica, me atrapan sin quererlo sus palabras al saber que, aunque mi orgullo me cueste admitirlo, lleva la razón. Pero mi ira está por encima de ella.

- ¿Unas últimas palabras?

- Hijo de puta*- escupe en tono asqueado alzando su mentón.

*(Textualmente: motherfucker)

No puedo reprimir una sonrisa.

- ¡Aaaah! ¡¡Boyakashaaaa!!

- ¡Déjala en paz!

¡¿Qué...?!

En cuestión de un instante me veo tumbado en el suelo.

-¡Makui!

Tortugas. No las he visto venir. ¡¡Aaaggh!! ¡Siempre arruinándolo todo! ¡Ya la tenía! ¿Dé dónde han salido? ¡Las odio!

- ¡Levántate y lucha como un hombre!

Raphael me está tentando. Intento levantarme, pero me invade un punzante dolor en el muslo que me hace volver al suelo. Maldición...Se han dado cuenta de mi debilidad.

- Con que el minino está herido, ¿eh?

22:21

- ¡No vuelvas a acercarte a ella!- le grita Leonardo interponiéndose delante mía.

Ahora termino de entender que éstos eran los héroes a los que se refería el señor Murakami. ¡Qué alegría!

Leonardo no tarda en lanzarse contra el tigre antropomorfo, recién reincorporado en la batalla. Cuatro contra uno. ¿Es justo? ¿Por qué razón todo se resume en lo que es justo o no con este personaje?

Cualquiera diría que está herido en una pierna. ¡Se ha quitado a las cuatro tortugas de golpe!

Mientras siguen sumergidos en la pelea, yo me dirijo hacia un lugar seguro. Pero el llamado Garra de Tigre no quiere dejarme escapar, y viene hacia mí. Soy su principal víctima.

No puedo explicar cómo, pero Garra de Tigre y yo quedamos uno al lado del otro, pero él no puede ocuparse de mí porque mis nuevos amigos lo mantienen muy ocupado, así que ni siquiera llega a tocarme aún estando tan cerca de mí.

Y de repente, en medio de un remolino de ninjas verdes, me desmayo al ver una mosca gigante con camiseta rosa volar por encima de nosotros. Es demasiado.

Y cuando los abro...Continuará.

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