CAPÍTULO ÚNICO

«¿Cómo alguien puede ser capaz de dañar a un ángel?»

Esa pregunta invade la mente de Jeon mientras acaricia la foto de su querido novio.

Pasa los dedos delicadamente por sobre su rostro, trazando cada pequeño detalle,
imaginándose su suave piel en lugar del papel, imaginándose su sonrisa bajo su mirada y sus suspiros ante sus caricias; imaginándose que está allí, con él, con vida.

Pesadas lágrimas recorren sus mejillas tal como los riachuelos recorren los bosques. Fríos sollozos salen de su boca y siente su pecho quemar.

Arde, duele, lo hiere y lo destroza, pero no lo puede evitar.

¿Qué puede hacer ante la pérdida de todo lo que quería? Él era su vida; el oxígeno carecía de importancia si lo comparaba con él.

Y es que, Park Jimin era la persona más grandiosa que alguien podría encontrar, siempre ayudando en todo lo necesario, siendo un sol en la vida de quienes lo rodeaban, sonriendo aún en los días de tormenta e iluminando a Jungkook en medio de la oscuridad.

Daba la impresión de que sus almas habían sido unidas en una sola, complementándose a la perfección, haciendo un perfecto equilibrio que, ahora, estaba roto.

Sollozó nuevamente con la foto del azabache entre sus brazos, sintiendo como una mano se posaba en su hombro.

—Lo lamento tanto Jungkook —su mejor amigo lo intentaba consolar sin éxito —. Tienes que ser fuerte, por ti — apuntó su pecho y seguido la imagen de Jimin —. Por él.

Jungkook negó fuertemente. Sus lágrimas caían a la par de la tierra cubriendo el ataúd de su amado.

—N-No puedo Yoongi —sorbió su nariz y abrazó con más fuerza la foto —. Jimin era mi vida, mierda. —su voz salía entrecortada, estaba rota, haciendo juego con su corazón —. L-Lo amo tanto.

Y volvió a quebrarse.

Yoongi lo sostuvo, lo abrazó brindándole todo su apoyo, intentando decirle con acciones que siempre estaría allí para él.

Había pocas personas allí. Jimin era huérfano y los únicos tíos que tenía lo despreciaban desde que se enteraron de su orientación sexual, por lo que ahora, en su entierro, sólo estaban sus amigos.

Un peligris observaba con ojos vacíos la escena algo alejado de ellos. Parecía nervioso, confundido, desorientado. Sin poder creer que su mejor amigo estuviera bajo tierra.

—¿Qué haces aquí Taehyung? —preguntó Namjoon quien recién llegaba de su trabajo en la editorial.

—No quiero ir allá.

Namjoon miró hacia donde se encontraban todos y asintió.

—Entiendo. —acarició sus cabellos —. Pero tienes que enfrentarlo. Necesitamos superar esto juntos, f-fue algo que nos sorprendió a todos —tragó —. Pero tenemos que salir adelante.

El peligris asintió cabizbajo, limpió sus silenciosas lágrimas y alzó su mirada.

—¿Quién crees que haya sido?

—¿Quién? —lo miró sin entender.

—La persona que lo mató.

Namjoon negó repetidamente mientras metía sus manos a los bolsillos de su abrigo en señal de respuesta.

—No tengo idea —suspiró —. Es todo muy extraño, que yo sepa Jimin no tenía enemigos.

Taehyung asintió.

—Exacto. —bufó —. No es normal lo que pasó, coño. —limpió una traicionera lágrima que resbalaba por su mejilla —. ¿Por qué lo harían?, ¿qué mierda ganaban con eso?...

—Quizá Jimin sabía algo que no debía saber. —pensó Namjoon en voz alta —. Últimamente actuaba extraño.

—Lo sé —concordó Taehyung y volvió su vista nuevamente a sus amigos —. Quien más está sufriendo es Jungkook —siguió hablando con tono frío, sin vida —. Quisiera ir a consolarlo pero sé que lloraré. —sonrió sin gracia, ahogando un sollozo con eso último.

—Igual.

Ambos siguieron bajo ese árbol, viendo desde lo lejos como el nublado cielo cubría la triste escena en el cementerio, queriendo imaginar que eso no había pasado, intentando convencerse a sí mismos que todo estaría bien, que Jimin no había sido asesinado.

Mientras, el castaño seguía deshaciéndose en llanto, quebrándose bajo la atenta mirada de sus amigos.

—Tienes que descansar Jungkook. —Insistió Jin —. No has dormido casi nada desde ese día.

—No puedo —soltó aún en los brazos de Yoongi —. No puedo dormir sin Jimin, ¿ahora quién velará por mis sueños? —sorbió la nariz —. Joder, ¿quién se asegurará de que los monstruos no salgan de debajo de mi cama y me dañen? ¿quién me abrazará susurrándome al oído lo mucho que me ama? ¿a quién le responderé un "yo te amo más" para luego acariciar sus cabellos y corromper sus belfos con los míos? —las miradas de sus amigos demostraban tristeza e incertidumbre al no poder contestar aquellas dudas —. Simplemente sin Jimin no soy nada, pues él era mi todo.

Se quedaron callados mientras intentaban asimilar todo aquello que les esperaba, y es que, ninguno de ellos podía imaginarse una vida sin el azabache.

—Ahora tenemos un ángel que nos guarda y nos juzga, que nos corrige y nos protege. Jimin fue, es y será un pilar en nuestras vidas, la muerte es parte del ser humano, pero nuestra amistad iba más allá y podrá traspasar cualquier frontera —Hoseok habló por primera vez en aquella noche, rompiendo aquel silencio en el que se veían envueltos y aumentando el sentimiento de culpa en Jungkook al no poder proteger a su ángel de las manos de aquella malvada persona.

[...]

La noche llegó y con ella, la hora de partir a sus casas y descansar un poco de ese fatídico día.

Hoseok y Taehyung se ofrecieron a llevar a Jungkook a su hogar, pues su casa quedaba camino a la ciudad donde ambos vivían.

La carretera estaba sola, iluminada tan sólo por las luces de los pocos vehículos que pasaban a través de ella. Ni siquiera las estrellas se podían ver, pues el cielo estaba lleno de nubes que anunciaban el pronto comienzo de una tormenta.

—¿Seguro que no quieres quedarte con nosotros Jungkookie? —preguntó el peligris por tercera vez en el día, una vez se detuvieron frente a su casa.

—Gracias Tae, pero de verdad que necesito estar solo por unos momentos —esbozó una leve sonrisa que tranquilizó a la pareja.

—Bueno, cualquier cosa no dudes en llamarnos.

—Está bien, adiós chicos.

—Hasta pronto, Jungkook, cuídate.

Se despidió de ellos y entró a su casa mientras escuchaba el auto marcharse por la carretera.

Se derrumbó en cuanto cerró la puerta.

Mierda, mierda y más mierda.

¿Por qué?

¿Por qué Jimin?

Joder, de todas las personas en el mundo, ese bastardo tenía que matar a Jimin, a su ángel, la única persona en el mundo que lo aceptaba como era, que conocía cada uno de sus defectos y aún así lo amaba con todo su ser.

Tiró una silla rompiendo el espejo que se encontraba en el pasillo. Lloró, su corazón ardía de tristeza, de dolor, de rencor hacia esa maldita persona que había acabado con la vida de su novio.

Todavía recuerda cuando llegó a su casa después de trabajar, con un ramo de flores en su mano derecha, una caja con un regalo en su mano izquierda y sus belfos formando una sonrisa. Feliz al imaginar el brillo en sus ojos al ver lo mucho que se había esforzado para sorprenderlo en su aniversario.

Jamás imaginó encontrarlo en el suelo, con un corte casi perfecto en su estómago.

Recuerda la desesperación en los ojos del azabache al toparse con los suyos, los entrecortados suspiros que salían de sus labios al verlo llegar con esa caja que jamás logró abrir.

Pero la memoria que se clava cual daga en su corazón, es la sonrisa que le dio en cuanto notó las lágrimas en sus ojos.

"Todo está bien"

Modularon sus labios antes de que una última lágrima saliera de sus ojos.

Lo tomó en brazos, lo abrazó, le suplicó que no lo dejara, le prometió la luna, el sol y las estrellas con tal de que no se alejara de él.

Todo fue en vano.

Esa persona le había arrebatado lo que más amaba, esa maldita persona había arruinado su vida.

Empuñó sus manos y golpeó la pared, a la vez que un trueno se hacía escuchar en el mar de sollozos que él había creado.

La golpeó hasta que sus nudillos sangraron, hasta que cayó al suelo con su mente y su cuerpo cansados.

Murmurando una promesa que sin duda alguna se encargaría de cumplir.

—Ese maldito bastardo pagará, seré valiente Jimin, te lo prometo.

Porque lo peor de todo, es que Jeon sabía quién había sido el asesino. Pero no tuvo el valor para contarlo, estaba aterrado.

[...]

Despertó sintiendo su espalda doler por la incómoda posición en la que había dormido.

Levantó su mirada, esperando encontrarse con aquellos ojitos sonrientes que le alegraban sus mañanas, esperando que todo lo que había pasado fuera una simple pesadilla.

Rompiendo en llanto una vez hubo comprobado que su adorado novio no estaba, y que todo se encontraba tal y como lo dejó la noche pasada. Los restos del espejo en el suelo, el florero roto, sus nudillos con feas costras.

Todo estaba mal. Todo era real.

Se levantó con pasos cansados, caminó hasta su baño y se lavó los dientes, su rostro y las heridas en sus nudillos.

Se cambió de ropa, tomó la pistola que tenía en su buró y, con la promesa que le hizo a Jimin en mente, salió de su casa en dirección al bosque.

Caminó un buen rato, hasta dar con el lugar donde habitaba aquel miserable ser.

—Te vengaré amor... —susurró al cielo antes de acercarse.

Golpeó la puerta sin escuchar respuesta alguna, así que giró la manija y se adentró en la casa.

Con sigilosos pasos se acercó hasta la habitación principal y entró de golpe.

Y allí estaba frente a él.

Aquel bastardo que odiaba con todo su corazón, aquella persona que había destrozado todo lo que amaba.

Aquella persona que había matado a su hermoso Jimin.

—Te encontré imbécil.

La persona frente a él sonrió en respuesta, haciéndolo gruñir.

—¿Por fin acabarás conmigo Jungkook?, tú sabes perfectamente que Jimin me amaba a mí, fue tan fácil arrebatártelo. —una estruendosa risa salió de sus labios —. Así que, ¿de qué serviría hacer esto?, Jimin ya no está, ya no tiene sentido lo que harás.

—Tú... no entiendes.

—Claro que entiendo —rió —. Aquel chico me engañó contigo, sus labios gimieron tu nombre mientras lo hacía mío.

—¡Jimin era mi novio, no tuyo, entiéndelo gguk!

—Jimin era de ambos, y lo sabía, ese era el problema. Pero ahora no será de nadie... —sonrió.

Tragó saliva y apuntó a su objetivo con la pistola, queriendo borrar aquella enferma sonrisa en cuanto antes.

—Muere maldito bastardo.

Susurró antes de caer muerto frente al espejo.



Hola (:

Bueno, espero que les haya gustado este Mini OS raro que se me vino a la mente mientras miraba un documental sobre trastornos y weas de la mente xd

(No está editado so... veamos que tal salió :/)

En fin, gracias por leer, bye~ <3



Explicación: Jungkook tenía identidad disociativa, él era Jungkook y a la vez Jeongguk. Jimin sabía esto, pero aún así salía con él porque lo amaba, amaba ambas personalidades y llamaba a cada una por sus nombres. Jeongguk encontró una carta donde Jimin nombraba a Jungkook y se llenó de celos, por lo que lo mató y salió de casa. Estando fuera, "se volvió" Jungkook y recordó que era el aniversario de ambos, compró un regalo para Jimin y lo encontró tirado en el suelo. Pero supo que era él quién lo había matado ya que Jeongguk dejó una nota firmada, y la firma era la misma (de ambos).
Por eso cobró "venganza" matando a su otra personalidad.

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