Resurección

Advertencia: Contenido explicito.

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Los pasos de ambos pilares eran tan livianos e inexistentes al caminar sigilosamente mientras seguían al chico que se adentraba cada vez más al bosque. Tenían un entrenamiento para no ser percibidos hasta que fuera demasiado tarde para los demonios. Shinobu más que nada tenía una facilidad absurda por su tamaño, parecía volar en algunas ocasiones, lo cual le brindaba aún más ventaja al no ser detectada.

Ante los ojos de los pilares los arboles dieron paso a un pequeño claro en lo más profundo del lugar, con una cabaña vieja y con apariencia abandonada. Estaba deteriorada y el techo tenía un par de agujeros. La maleza ascendía por las paredes, haciendo un camuflaje natural.

Takeshi llegó hasta la puerta de la cabaña con cierto alivio de haber encontrado el lugar y tocó tres veces seguidas. Miraba hacia todos lados inquieto, como temiendo que algo se apareciera de la nada o... tal vez como si fueran a atacarlo.

Shinobu consideró el hecho de si aquel chico era el causante de todo lo que estaba pasando, el que ellos estuvieran ahí o posiblemente solo era una ficha en ese tablero. ¿Qué es lo que se suponía que pensaba hacer con ese cuerpo y como lo había obtenido? Recordó haberlo visto en el cementerio rondando con inquietud. ¿Lo había extraído de ahí cuando nadie veía? Algo bastante arriesgado.

Tomioka siguió cada uno de los movimientos del chico, como su pie se movía inquieto y su mano libre parecía temblar ligeramente. Estaba asustado, temeroso y había un toque de esperanza en todo esto. ¿Qué era lo que había ido a buscar en ese lugar?

La puerta se abrió en ese momento, atrayendo la atención de ambos pilares en el sitio. De la puerta brotó un anciano, robusto y con el rostro demacrado. Una sonrisa siniestra se extendió por su rostro cuando vio a chico enfrente suyo.

―Lo he traído conmigo, ahora usted hágalo.

El anciano veía el bulto que tenía cargando en su hombro con todo el cuidado que podía ponerle.

―Quiero verlo primero.

El chico en un movimiento rápido descubrió la parte superior del cuerpo, mostrando el cadáver del que antes había sido como un hermano. Cuando la sabana se corrió un sentimiento de asco y culpa invadió al chico. El anciano sonrió satisfecho de lo que tenía enfrente de él, evitó a toda costa lamer sus labios.

― ¡Por favor, tiene que salvarlo, no merecía este final, él ha muerto por mi culpa! ―Habló con fuerza el chico, con tintes de desesperación presentes en su voz.

Takeshi Todoh, en aquel fatídico día, había estado regresando de sus lecciones de espada con el samurái Satori Tanaka con rumbo a sus hogares. Reían a la par de un mal chiste, cuando ambos escucharon el grito estridente femenino y un continuo forcejeo.

Sin detenerse a esperar, Satori salió corriendo hacia la dirección del ruido, seguido con un confuso Takeshi ante lo abrupto de todo esto. Al llegar vio como el samurái golpeaba a uno de aquellos hombres mientras otro lo sujetaba por la espalda para poder retenerlo. Una mujer estaba en el suelo, viendo la escena. Vio al recién llegado y eso pareció motivarla para levantarse y salir de ahí rápidamente. Muy seguramente aquellos hombres, en total cinco, estaban intentando hacer algo con ella. El samurái la había defendido y la pelea había iniciado.

El rostro de Takeshi se contrajo en un gesto de ira contenida y decisión.

Satori había escapado del agarre, había tacleando a uno de los hombres y giró sobre sus pies para llegar a tiempo de golpear fuertemente al hombre que se aproximaba hacia él. Takeshi con la adrenalina en sus venas, viendo aquella batalla feroz donde el samurái no parecía darle tregua ni dejarle las cosas fáciles a esos hombres, decidió reaccionar. Se acercó hacia ellos listos para ayudar a Satori y poder terminar con todo esto de una vez por todas.

― ¡No, Takeshi!

El mencionado se detuvo en seco cuando estaba a medio camino. Satori levantó su rostro luego de haber sometido a un hombre en el suelo. Tenía el cabello largo despeinado, con algunos mechones cubriendo sus ojos verdes feroces.

― ¡Ve por alguien, rápido!

Todoh se quedó detenido unos segundos, considerando aquella orden. El samurái era siete años mayor y sabía lidiar con ese tipo de situaciones sin problemas. A pesar de que su especialidad era el dominio de la espalda, tenía grandes habilidades de pelea cuerpo a cuerpo. Por todo esto era que él lo veía como un hermano, tenía muchas cosas que aprender de él. Pero justo en ese momento, no entendía sus órdenes. Él podía ayudarle con esos malnacidos y podrían terminar con todo esto pronto ¿Por qué quería que buscara a alguien más?

― ¡Ve! ― El grito lo hizo dar media vuelta y salir corriendo hasta alcanzar la posada que estaba cerca, por algo de ayuda.

Una vez que un par de hombres captaron su petición y decidieron ir con él, cuando llegaron, solamente yacía el cuerpo inerte de aquel que consideraba como un hermano. Satori Tanaka estaba muerto. Y él había sido el culpable.

Si había hecho aquello que sus instintos le decían con fiereza, adentrarse a la batalla para poder frenar a esos malditos, si no hubiera huido y habría hecho algo al respecto, él seguiría aún con vida. Dedicándole esa sonrisa cada que realizaba con éxito sus lecciones con la katana. Todavía comerían bollos de carne y frijoles dulces al terminar el entrenamiento y nadando en el mar buscando sus propios peces.

Si él no se hubiera ido, nada de eso hubiera pasado. Su muerte era su culpa, su mayor calvario.

―Por favor ― Su voz suplicante y rota salió de sus labios.

El anciano buscó entre sus ropas desgastadas algo en particular. Cuando sus dedos lo tomaron, sonrió mientras a sujetaba con su palma abierta. Takeshi dejó el cuerpo en el suelo, retirando toda la sabana para dejar a la vista el cadáver.

Tomioka abrió los ojos sorprendido al ver aquello que estaba en las manos de aquel hombre. Algo que solo había sido una leyenda hasta este momento, aquello que lo había obligado a venir al lugar.

La flor de la resurrección.

Shinobu agudizó su vista para poder detallar aquella curiosa flor con hojas grandes y negras, con pistilos amarillos y un contorno dorado que daba un aire como si estuviera brillando en medio de la oscuridad.

El anciano acercó la flor hacia el cuerpo del samurái, hasta que la colocó encima del pecho inmóvil. Sorpresivamente unas raíces brotaron de aquella flor, que comienzan a crecer a una velocidad sorprendente por el cuerpo. Una vez que cubrió cada superficie, se clavó en el pie, metiéndose dentro. La flor en todo ese tiempo brillaba cada más intensamente y parecía aumentar de tamaño. Las raíces desaparecieron de la superficie, donde solo podía verse la flor clavada en su pecho.

El cuerpo comenzó a convulsionar de forma extraña, retorciéndose con violencia. De forma súbita aquellos movimientos desquiciados se detuvieron y todo quedó en silencio. Los cazadores vieron curiosos como el torso del cadáver comenzó a levantarse hasta que estuvo sentado, pero con la cabeza hacia atrás.

Takeshi sonrió soltando un gemido al ver el cuerpo sentado. Aquel organismo que había visto tirado sin vida en el suelo, con varias puñaladas en el abdomen y la sangre sin dejar de brotar. Aquella escena se convirtió a lo que era hoy.

―Satori ― Expectante dio un paso hacia el cuerpo.

Finalmente Satori levantó el rostro y Takeshi se quedó de piedra mientras su cerebro intentaba comprender que era lo que estaba viendo. Retrocedió asustado, mientras una lágrima salía sin permiso de sus ojos. El rostro del que había sido su maestro estaba contraído en una mueca desquiciada, como si fuera un depredador. Aunque lo más significativo fueron sus ojos. Vacíos, sin aquel verde vivo que los representaban. En cambio tenía una especia de membrana encima de ellos, que le daban una apariencia nebulosa, como si estuvieran nublados.

Súbitamente, Satori saltó directamente hacia Takeshi, con el fin de romperle el cuello.

Sus pies se movieron con una velocidad sobrehumana, saltó y tomó al chico con fuerza, se alejó lo suficiente para resguardar al chico detrás de un árbol. Tomioka visualizó a lo que tenía ante sus ojos. Era la misma criatura que había visto en el bosque horas antes y lo había atacado.

Era un no-viviente.

Aquella criatura saltó hacia el pilar del agua, él llevó su mano hacia su katana y justo cuando iba a moverla, una katana recorrió el cuello de aquella criatura, dispersando el veneno de glicinas. Shinobu aterrizó alado de Giyuu, viendo como el cuerpo caía al suelo.

Shinobu sonrió al darle fin a aquella pelea de forma rápida.

Aunque una risa rompió con el silencio del lugar, que se convirtió en gutural. Tomioka vio como aquel anciano había adquirido otra apariencia. Más desagradable, con los dientes terminados en puntas filosas, sumamente alto con las manos y pies terminando en punta, con los ojos grises, como si tuviera una membrana encima de ellos y calvo. Tenía unos símbolos en todos los brazos.

―Kochō, no te confíes, ellos son resistentes.

Shinobu fue consciente de como aquel demonio movió los dedos de forma extraña y como uno de aquellos símbolos brilló en respuesta. Esta acción originó el ver como aquel cuerpo que parecía que había sucumbido se levantó lentamente.

La Hashira del insecto curvó sus labios en una mueca al ver aquella cosa aproximarse de nuevo hacia ellos. Esquivó brincando en el aire pero al aterrizar se percató de como tres de aquellas criaturas surgían de la cabaña, acercándose con rapidez hacía ellos. Ambos pilares se dieron a la tarea de esquivar los ataques feroces de aquellas criaturas que buscaban alcanzar su yugular.

Shinobu mismo se percató, con cierto pesar, como una de aquellas criaturas era la chica que su madre buscaba con desesperación en todo el pueblo durante el festival. Ese era un destino más cruel que la muerte. El que aun cuando yaces muerto, eres usado como un títere en conveniencia con el demonio. Aquella idea la hizo enfurecer. Ella iba a darles un descanso adecuado a cada uno de ellos.

Ambos eran los más rápidos cazadores pertenecientes al Cuerpo de exterminio de demonios, por lo que esquivar no era un problema. Pero a este paso la batalla sería eterna y según Tomioka, aquellos seres podían estar bajo la luz. A fin de cuentas no eran demonios. Recordó las palabras de su compañero, de cómo eran bastante resistentes. Que la decapitación ni el sol eran efectivos. Y lo único que pudo detenerlos es resumir su cuerpo en pedazos. Shinobu no contaba con la fuerza suficiente para poder despedazar un cuerpo.

Sus ojos grises buscaron a los del pilar del agua que saltó hacia atrás, esquivando a dos de aquellas cosas. Ambos ojos se encontraron y pudieron comunicarse sin decir una sola palabra. Solo eso bastó para entender cuál era el rumbo de la situación y como podrían manejarse de acuerdo a las circunstancias.

Kochō dio un brinco aterrizando delicadamente en medio de aquellas criaturas. Desenvainó su espada y se concentró.

Gokō no mai: Hyakusoku Jabara

Desapareció de la vista del ojo humano, confundiendo por completo a los muertos vivientes. Ella no podría cortarlos pero daría el tiempo suficiente para poder hacerlo. Corrió usando toda su velocidad en zigzag por el área, apuñalando con el aguijón de su katana a las criaturas, quienes se quedaron petrificadas.

Tomioka dio un salto en el aire a continuación y sin esperar tiempo para que pudieran recuperarse.

Roku no kata: Nejire Uzu

El vórtice de cortes alcanzó a cada uno de las criaturas, con tal rapidez que no fueron conscientes hasta que intentaron moverse y su cuerpo quedó resumido en pedazos. Takeshi sollozó ocultó y observando desde un árbol, el final y la única esperanza de recuperar a su hermano Satori.

El demonio rió mientras varios otros no vivientes salían de la casa, mientras varios de sus tatuajes eran iluminados. ¿Cuántos más cuerpos tenía bajo su poder? Dudaba que fueran pocos, por lo cual esa lucha sería eterna si no hacían algo al respecto. No iban a ganar si se enfrentaban con los títeres, debían ir directamente por el titiritero.

Buscó con la mirada a Tomioka, que la vio con gran intensidad. Reaccionó a tiempo para esquivar algo. Se fijaron como una de aquellas flores había intentado alcanzarlo, sin éxito. Se desató una pelea, aunque la tarea de ambos pilares era esquivar a las criaturas a la par que a las flores. Entendía que aquello parecía solo funcionar con cadáveres, pero ¿y si no fuera así? ¿Y si aquel demonio tenía la facultad de controlar cualquier cuerpo, sea vivo o muerto? Tal alternativa era escalofriante.

Tomioka sujetó a un par de esas criaturas, tirándolas hasta que se estrellaron en los árboles, mientras que Kochō se escabullía de dos que intentaban pescarla. Una flor pasó casi rozando su mejilla. Debían actuar pronto. Sino todo esto podía escalar a niveles que ni ellos mismos podrían controlar, una vez que tomara al poblado. Su poder de expansión podía ser sorprendente.

Shinobu saltó en el aire saliendo de las manos de una de aquellas criaturas y vio como una flor venía hacia ella expandiendo sus raíces. Giró en el aire suficiente para esquivarla y mientras caía hacia el suelo abrió los labios.

Gokō no mai: Hyakusoku Jabara. ― Su cuerpo se movió entre los diez cuerpos que estaban ahí intentando atraparlos, alcanzando sus cuellos y dándoles una dosis de veneno.

Tomioka levantó su katana y se adelantó con rapidez.

Roku no kata: Nejire Uzu

Una vez que terminó, cayendo al piso luego del ataque, los pedazos de los cuerpos cayeron a su espalda.

El demonio levantó la mano en un intento de sacar nuevamente un par de cadáveres, pero se sorprendió de ver a la pequeña cazadora a su lado, con una sonrisa despiadada en los labios. Él retrocedió estupefacto. Su habilidad le daba tanta seguridad y aseguraba sus batallas, que fortalecían su mayor debilidad, la fuerza física.

Intentó correr pero el pilar del insecto apareció enfrente suyo, apuntándole con su katana directamente al cuello. Una sombra se formó debajo de sus ojos, al disfrutar el terror dibujado en el rostro que tenía aquel demonio. Lo vio llevarse la mano al cuello, esperaba que lo decapitara.

― ¿Sabes? Hay peores muertes que ser decapitado. Esa es una muerte rápida, pero voy a tomarme mi tiempo contigo.

La aguja destacó de la punta y justo cuando iba a alcanzar su cuello, Tomioka apareció, tomando al demonio del brazo y lanzándolo contra un árbol con una fuerza brutal. Desenvainó su espada y se acercó hacía el demonio antes de que se levantara.

Hachi no kata: Takitsubo ―Un corte vertical alcanzó el lado derecho de aquel demonio que gruño al ver brotar la sangre.

Tomioka repitió el ataque una y otra vez, generando gritos grotescos del demonio. Shinobu se quedó de pie, a una distancia considerable viendo aquella escena. Tomioka estaba tan...agresivo y desalmado que no recordaba haberlo visto de esa forma antes. Era una faceta nueva para ella. Vio como fruncía el ceño mientras propinaba otro corte certero en el cuerpo del demonio. Parecía que su regeneración cada vez era más lenta.

Vio como Tomioka abría los labios diciendo un par de palabras y finalmente, con un corte limpio y certero alcanzó su cuello, decapitando al demonio. La cabeza giró en el suelo, hasta que fue resumida en cenizas.

Shinobu se acercó hasta su compañero, que guardaba su katana una vez que había limpiado la sangre. Lo miró curiosa y con muchas preguntas para hacer, sobre su actuar y sus acciones. Observó los cuerpos humanos que tenían alrededor o al menos lo que quedaba de ellos. Debían regresar los que pudieran a sus tumbas y dar sepulcro a aquellos que no lo tenían.

De entre los árboles se asomó Takeshi, con el rostro transformado en el más puro dolor y sollozando.

―Este es el resultado de tus acciones. ―Shinobu lo atacó sin piedad, señalando los cuerpos alrededor.

―Yo solo quería verlo una vez más. ―La voz apagada del chico, e impresionado sin poder creer que es lo que había sucedido.

―Has sacado su cadáver y lo has convertido en nada. Remplazando su digna muerte.

Era mejor pensar que habías muerto por una buena causa, protegiendo a los más débiles y recordado con afecto; que haber muerto por haber sido utilizado como un insulso títere de carne. Era repugnante de solo pensarlo.

El chico inclinó su cabeza, mirando hacia el suelo y presionando sus puños con fuerza, mientras contenía las ganas de llorar que lo superaban.

―Honra su sacrificio. ― Su tono de voz se suavizó, lo cual logró que el chico levantara el rostro anonadado por el cambio. ― Ten una vida larga y vive como él quisiera que lo hicieras.

El chico sollozó mientras ocultaba su rostro entre sus manos y asentía repetidas veces en señal de entendimiento ante las palabras de Kochō.

La noche se alzaba aún más lúgubre que momentos antes, al ser manchada brutalmente de sangre y vida humana. Todo esto mientras las lámparas de aceite recorrían el mar abierto, guiando finalmente a las almas hacia donde deberían, una vez que varias almas por fin podían descansar en paz.

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Una vez que el sol comenzó a ascender por el cielo, ambos cazadores de demonio salían del pueblo. Habían terminado de dar sepultura a los cadáveres en sus respectivos ataúdes. No podían decirle a la familia, no en las condiciones en las cuales habían dejado los cuerpos.

Todo permaneció en completo silencio mientras caminaban. Shinobu no quiso sacar el tema a colación, porque su compañero parecía especialmente irritado. No sabía que había hablado con aquel demonio, pero parecía bastante afectado por todo este caso. Desde el inicio pareció tener una conexión especial y aún después de cumplir con su misión, no había logrado saber que era aquello tan importante.

Tenía un par de días de viaje para poder obtener la información. Aunque ahora no era el momento indicado y quería dejarlo tranquilo al menos ese día. Caminaron deteniéndose en varios pueblos para tomar un poco de comida. Cuando cayera la noche debían encontrar algún lugar para poder descansar.

Llegaron a una posada rodeada de glicinas donde pudieron tomar una cena bastante llenadora, pudieron limpiar y destensar sus cuerpos de aquella misión. Ahora mismo no tenían prisa y decidieron tomarse el tiempo para cada una de sus actividades.

Shinobu enjuagó su cuerpo con el agua caliente que fue una tregua a su cuerpo. No habían salido heridos, pudieron resolver todo con facilidad. Sin embargo el trabajo de investigación y el trasfondo de toda la situación fue agotante.

Suspiró mientras se hundía en el agua, trayendo a su mente aquel beso que se habían dado momentos antes de adentrarse al bosque. Aún se sentía avergonzada para poder mirarlo a los ojos y más cuando el mismo no parecía decir nada respecto a ese tema. Tal vez él estaba pensando en otras cosas o simplemente se había dejado llevar, por lo que no le había tomado importancia.

Lo preocupante es que para el Hashira insecto esto era en verdad importante. ¿Cómo debería comportarse? Tal vez lo mejor sería fingir que nunca había pasado, aunque sería difícil lograr algo como eso y más porque ella lo había disfrutado a niveles transcendentales. Aún su músculo cardiaco latía con violencia al recordar el momento y la intensidad de aquella mirada que le había dedicado el pilar del agua. Todo pareció tan natural.

¿Había significado algo para él?

Hundió toda su cabeza cuando se vio abrumada por todos esos pensamientos. Debía dejar de intentar comprender todo esto. Tomioka no diría nada a continuación, así que podría descartarlo. Él hablaba tan poco, aún en pelea. Ellos no necesitaban comunicarse en palabras o mediante mensajes, con una sola mirada ellos podían saber qué es lo que el otro tramaba o pensaba realizar. Sus mentes estaban sincronizadas, entendiendo el Ubuyashiki de pensamiento de la otra persona. Su forma de pelear hasta era complementaria, a pesar de que ella no cortar un cuello, siempre buscaba aprovechar su poder.

Tomioka estaba tan familiarizado con sus habilidades, parecían encajar y más porque nadie más podía entenderse como ellos. Siempre se sentía de esa forma, el hecho de comprender a su compañero Hashira más que cualquiera. Aunque en muchas otras cosas no podía entender que era lo que quería o pensaba.

En peleas estaban coordinados, pero en cuestión de sentimientos solía tener varias dudas al respecto. Sobre que pretendía o que podía significar un silencio con algo tan importante como lo que habían hecho en el lago. Era frustrante y sabía que debía tener paciencia, pero poco a poco lo entendía mejor.

Salió del baño, secando su cuerpo y poniéndose un kimono que jugaba completamente con el color de las puntas de su cabello. Al llegar a la habitación se encontró con la puerta que daba al patio corrida y en la orilla a Tomioka degustando un té. Sonrió al verlo tan tranquilo y pacífico, como siempre solía hacer y decidió sentarse a su lado. Tomó la otra taza de té y dio un pequeño sorbo. El calor del líquido recorrió su garganta y fue delicioso en contraste con el viento frío que soplaba esa noche.

La mirada del masculino parecía más tranquila, por lo que ante ese momento, decidió decir aquello que la había motivado a ir a esa misión.

―Tomioka-san ¿me dirás por que estabas tan interesado en esta misión?

El pilar del agua dio un largo trago, mientras miraba el lago pequeño que tenía el lugar, con una fuente de bambú. Shinobu dejó el tema por la paz al ver que el Hashira no había abierto la boca y no pensó que lo haría.

―La flor de la resurrección era la última esperanza de gente que había perdido a alguien especial. ― La voz masculina la sorprendió, lo miró a ver mientras escuchaba sus palabras.

Tomioka había reconocido el cuerpo sin vida de aquel doctor que había salvado en el bosque semanas atrás y que había estado recorriendo todo el sur para poder encontrarla. Para poder salvar a su esposa muerta. Ambos cuerpos lo habían atacado en el bosque. Recordaba la desesperación y agonía del doctor, el querer recuperar al que había sido el amor de su vida.

―Aquel demonio estaba jugando con las esperanzas de la gente, con tal de tener carne fresca para comer. ― Se quedó callado un momento. ― Si no hubiera sido un cazador de demonios, yo...

Dejó la frase al aire, sin concluirla. Pero no fue necesario porque Shinobu entendía perfectamente hacia donde iban sus palabras. Tomioka había perdido a su hermana y a su amigo Sabito en manos de demonios. Si él hubiera escuchado de esa flor, hubiera ido a buscarla y posiblemente perecido como toda la gente que había decidido creer en aquella leyenda.

Cualquier persona con esa información se hubiera arriesgado, por que a fin de cuentas la esperanza es lo ultimo que muere y la gente se aferraba con ella en sus momentos más desesperados y donde no veía ninguna otra alternativa.

Shinobu colocó su mano encima de la de Tomioka, en un gesto de comprensión. Ella era la persona que más podía entenderlo, ella misma hubiera ido a buscar aquella flor de haber estado desesperada por recuperar a sus padres y a Kanae. Jugar con algo como la esperanza era asqueroso.

Impulsada por aquel momento, Shinobu se acercó acortando la distancia entre ellos. Alargó su mano, hasta que tocó con el dedo índice la mejilla izquierda del hombre. Una vez que comprobó que se había quedado quieto y que su simple caricia lo hizo estremecer, tomó el rostro masculino con su palma y lo giró hasta que hizo que la mirara. Y sin esperar más, atrapó aquellos labios de los cuales no había tenido suficiente antes. Probó su textura, sabor, suavidad y como parecía encajar perfectamente con los suyos.

Desde que habían llegado a la posada no había podido dejar de lado los recuerdos pasados que habían tenido y como sus acciones impulsivas habían originado sensaciones agradables. Quería volver a repetir eso hasta culminar.

Un aleteo en su estómago se potencializó cuando el cazador rodeó su cintura, atrayéndola más hacia él. E intensificando el beso, cuando ambas lenguas se encontraron. La necesidad, anhelo y obsesión por los labios contrarios era latente.

Tomioka presionó la yema de sus dedos encima del kimono en un intento de sentirse más cerca de la fémina. De poder sentir aquella calidez que solo ella podía otorgarle. Soltó sus labios y comenzó a besar su mejilla bajando por su mandíbula, dejando un camino de besos hasta que llegó al cuello femenino. Ahí sintió el aroma representativo de Kochō destilar más fuerte y succionó la piel, provocando un ligero gemido de la mujer.

Sus manos comenzaron a recorrer el cuerpo, por encima de la ropa. Sus dedos alcanzaron la piel tersa de sus piernas desnudas y un golpe de electricidad golpeó su zona baja. Sus labios siguieron bajando hasta que alcanzaron los hombros femeninos donde fue dejando pequeños besos y succiones.

Las manos femeninas lo alejaron de su cuerpo y fue visible como la mirada azul estaba nublada de placer, anhelando probar un poco más de ella. Kochō, con toda la voluntad, se levantó, tomando de la mano al pilar del agua e ingresando al cuarto, hasta que alcanzaron los futones. Lo empujó hasta que lo vio caer y se sentó en sus piernas, mientras volvía a demandar aquellos labios tan adictivos. Lo tomó de su cabello suelto y jugó con el, mientras Tomioka recorría sus piernas con sus manos.

Kochō sonrió coquetamente mientras se alejó un poco, lo suficiente para tirar de la cinta que cerraba el kimono por la cintura y lo deshacía, liberando a la tela, que descendió por sus hombros hasta que llegó hasta abajo. Fue consciente de como él se quedó ahí, observándola con un brillo en los ojos, excitado por lo que estaba viendo.

Sin esperar un segundo más, la atrajo hacia él, volviendo a atrapar sus labios mientras su mano derecha aprisionaba su pecho, presionando y enviando descargas de placer al sexo femenino.

Tomioka, tan inexperto en ese tema, vio como aquellas caricias parecían enloquecer a su compañera pilar. Por lo que, impulsado por la excitación que lo dominaba y guiado por los sonidos femeninos, atrapó el pezón libre entre sus labios, succionando y mordiendo un poco. La sintió contraerse en sus piernas, dejando salir gemidos satisfechos y fuertes ante sus acciones. Escucharla gemir lo calentaba aún más, verla morderse los labios en un intento de evitar que los gemidos salieran.

Se sobresaltó cuando la mano femenina se metió entre su kimono y acarició superficialmente su miembro que estaba erecto. Lo hizo un par de veces hasta que lo rodeó con su palma y comenzó a masturbarlo con ayuda de la lubricación de su líquido pre-seminal. Una gran descarga de placer lo llenó por completo y un sonido grave salió sin permiso de sus labios. Estaba enloqueciendo al sentir tantas cosas en cada partícula de su cuerpo. Y aun así su organismo parecía exigirle aún más.

―Tomioka-san, por favor, hazlo.

El masculino soltó el pezón que sujetaba entre sus dientes y miró a la mujer que lo miraba con los ojos entrecerrados y con un gesto suplicante.

La colocó sobre el futon y tiro de su propio kimono para deshacerse de él. Se puso encima de ella y su mano tocó su sexo, descubriendo con sorpresa que estaba completamente mojada. Colocó su miembro en su entrada y lo deslizó varias veces, sintiendo como se movía con facilidad por la humedad. Lo posicionó en su cavidad y sin esperar más, se adentró en ella.

Ella contrajo el rostro al sentirse invadida por primera vez y agradeció que Tomioka se haya quedado quieto para que pudieran acostumbrarse. Luego de unos instantes comenzó a moverse lentamente, en penetraciones suaves que ayudaron a la fémina a acostumbrarse a los movimientos. Estaba tan llena que cuando él comenzó a moverse más rápido, pensó que perdería la cabeza. Los gemidos salían sin permiso ni contención de su boca.

Tomioka la sentía tan húmeda, caliente y estrecha que debía intentar mantener la cordura un poco, para hacer placentero el momento. Las embestidas cada vez fueron más rápidas, provocando gemidos más fuertes de la chica, que se sujetaba a su espalda con las uñas y rodeaba su cintura con sus piernas. La escuchó decir su nombre entrecortadamente y eso pareció excitarlo aún más.

Sus caderas se movieron sin control, penetrándola más fuerte, hasta que sintió algo fuerte aproximándose, algo que no podía detener y que avanzaba con rapidez. Se acercó hasta ella, besándola con desenfreno y succionando aquellos labios rosas que siempre lo habían enloquecido. Estaban hinchados por los besos pero aún así eran tan apetecibles que no pudo soltarlos.

Eyaculó a la par que ella soltó un gemido más fuerte. Ambos sintiendo las contracciones del orgasmo en su cuerpo. Tomioka salió de ella, recostándose a su lado en un intento de recuperar la respiración. La cual dominaba perfectamente cuando se trataba de demonios y peleas, pero una actividad tan carnal era imposible de controlarla y más cuando las sensaciones eran tan dominantes.

Shinobu cubrió sus ojos con su antebrazo, respirando rápidamente y sintiendo como la debilidad dominaba sus piernas. Una vez que los latidos de su músculo cardíaco regresaron a la normalidad, dio media vuelta para mirar al pilar que estaba a su lado. Al abrir los ojos lo encontró viéndola con tanta intensidad, que sintió que iba a sonrojarse.

¡En una situación como esa era absurdo!

Habían intimado, nada de eso debería avergonzarle más. Tomioka la atrajo hacia él y besó su frente con ternura. La abrazó entre sus brazos y sin más levantó su rostro para volver a besarla con intensidad.

Estaba siendo tan afectivo que era abrumante, no pensó que fuera de esa forma. Pero le agradó de sobremanera descubrir esa faceta del pilar del agua que solo ella conocía.

Sus pezones hicieron contacto con el pecho desnudo masculino. Se sentía tan expuesta y quiso levantarse para recuperar su ropa, pero la calidez que desprendía el cuerpo masculino la obligó a mantenerse ahí, recostada en su pecho sin volver a pensar en levantarse. Y más por que Giyuu le acariciaba la espalda con la yema de los dedos, en pequeños círculos. Una caricia tan burda pero que ahora mismo tenía un significado más profundo.

Shinobu sonrió satisfecha en todos los sentidos posibles, ya que después de esta misión había logrado comprender un poco mejor a su complicado e indiferente compañero pilar.

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¡Y con esto llegamos al final de la historia! Bastante corta en capítulos pero cada uno extenso. Espero que la disfrutaran tanto como yo al escribirla y como la persona de la comisión.

Aún tengo abiertas las comisiones por si a alguien le interesa, manejo una gran variedad de series, animes y personajes, anímate a preguntar.

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