Día 3

Oscuridad y un pequeño ronquido solo se escuchaba. La habitación era cálida y el chico de cabellos negros que yacía en cama dormía con toda tranquilidad.

Su calmado gesto lo demostraba y su respiración suave no se vería alterada por nada o eso se esperaría. Algo cayó sobre él y su mente que antes estaba serena, rápido cambio a una de confusión y quizá algo de sobresalto. Luego otro más cayó contra su mejilla y se sentía aún más pesada. No asimilaba qué podría ser, se sentía grueso, caliente y algo viscosa; algo le goteaba.

Sin siquiera abrir los ojos, instintivamente pasó una mano sobre su rostro queriéndose quitar lo que sea que le había caído, más no imagino que tan espesa sería, por lo que se embarró más.

-¡Ugh! – Exclamó apenas sus cuerdas vocales despertándose al igual que su mente. Difícilmente abrió los parpados y de nuevo esa extraña cosa cayó cerca de una de sus comisuras. – ¿Pero qué? – Profirió y se incorporó no viendo con claridad, entonces sintió un aliento solido frente al rostro.

Tenía a alguien en frente, además de su respiración y su salivar abundante. El silencioso gruñido que desprendía le hacía erizar la piel e indisputablemente le era familiar.

No podía ser otra vez, era la quinta esta semana...

– Huh, Fugo... - Se talló los ojos con cansancio.

El joven un poco más despejado, tomó parte de la sabana con la que dormía queriéndose quitar la baba de su cara, entonces luego miró directamente a los ojos dorados de aquella alma que no dejaba su posición de querer vigilarlo.

La mirada de aquel era perdida y a pesar de haberlo visto ya varias veces, eran siempre diferentes a esas noches de vigía, al igual que su ronca respiración. El stand de Fugo; Purple Haze, mostraba una inquietud que no podía descifrar.

Tendría que hacer lo de siempre, levantarse de su desordenado lecho, tomar de la mano al ser y llevarlo junto a su usuario.

No tenía opción, por lo que puso ambos pies descalzos sobre el suelo de manera, siendo seguido por la misma mirada dorada. Luego tomó una de las manos caídas de Purple Haze con cuidado y lo jaló hasta su puerta guiándolo al pasillo.

Claro el ser no se resistió, incluso al tacto su tensión bajó y ahora estaba más erguido siguiendo el paso somnoliento del chico.

¿Por qué Purple Haze siempre aparecía en medio de la noche en su habitación? Era una cuestión que ya llevaba días queriendo responder, pero Fugo no parecía querer dar una clase de explicación y se preguntaba más esa parte.

¿Qué ocultaría?

Llegando a la habitación del susodicho, no se molestó en tocar pues no era alguien que pondría seguro. Abrió la puerta y se encontró todo a oscuras como se esperaba. Aun teniendo al ser entrelazando su mano y casi a sus espaldas, caminó hasta la amplia cama de Fugo donde se veían sus cabellos dorados brillar gracias a la luz que provenía de la ventana.

-Fugo – Llamó queriéndolo despertar para volver a la cama lo antes posible, el sueño lo estaba matando. Más el otro no respondió, puesto que estaba totalmente sumido en el hechizo de Morfeo.

Siendo insistente y desesperado, quiso moverlo hasta que supiera que nuevamente su stand lo había despertado, pero al acercarse vio algo que no esperaba; el rostro de Fugo se encontraba de un aspecto aperlado, su pecho se subía y bajaba de manera agitada, y sus gestos se endurecían de cuando en cuando. ¿Estaba teniendo una pesadilla?

Después sintió una gran presión en el agarre que tenía con el ser y sus oídos percibieron la entrecortada voz del durmiente.

-Na-Narancia... - Pronunció el nombre del de cabellos azabaches apretando los puños.

En ese momento Narancia se preocupó. En seguida dejó de palpar a Purple Haze y en vez de tener su mano, los brazos del ser le rodearon de forma protectora y apesadumbrada.

-Fugo. – Llamó una vez más, pero seguía sin responder. – ¡Fugo despierta! – Era aprisionado por su stand, la saliva caía con un poco más de ímpetu sobre su cabeza. – ¡Fugo, despierta con una mierda! – Narancia pateó la cama de manera tal que hizo temblar al rubio, este fue vuelto a la realidad gracias a eso o eso creyó. – ¡Fugo!

-¡Ah, Narancia! – Gritó Fugo levantándose y con una mano en el pecho. En ese instante Purple Haze lo abrazaba con más fuerza, pero sin lastimarlo.

-Fugo. – Ahora que estaba despierto, esperaba que le ordenara a su stand que lo soltara. Luego el rubio le miró.

-Narancia. – Dijo en alivió, pero después dio cuenta de la realidad. – ¡Narancia!

La imagen que tenía en frente le había descolocado, pero después supo lo que sucedía. Había tenido una pesadilla que involucraba al de hebras negras y su alma; Purple Haze, lo había buscado...

Otra vez.

-Fugo, dile a Purple Haze que me suelte. – Pidió un poco harto, pero teniendo el sueño encima ni siquiera se molestaba en gritar o manifestar su molestia.

El rubio apenado, pidió a su stand que lo dejase, más tardó en que le hiciera caso. De a poco Narancia pudo sentirse liberado sacando un largo suspiro.

Fugo no tenía idea de qué decir, si noches antes su stand había estado como loco últimamente, era de suponerse que Narancia ya se encontrara harto, más no creyó lo que haría el joven después.

El otro se sentó al lado de Fugo y prendió la lámpara que se encontraba a un lado para después mirarlo detenidamente como si le analizara. El rubio estaba extrañado, aunque imaginaba que le cuestionaría como días anteriores, del comportamiento de Purple Haze.

-¿Por qué no me dijiste que tenías pesadillas, Fugo? – Preguntó en amonestación y algo lastimoso. Narancia se le veía preocupado y se pensaría que el rubio se molestase, pero en vez de eso, apartó el rostro con pesar.

-No sé de qué hablas. – Aun teniendo el semblante afligido, volvió a ser el necio y malhumorado de siempre. – Sabes que no tengo el control total de mi stand. Pudiste solo dejarlo aquí e irte. – Volteó a verlo nuevamente ahora siendo más autoritario. – Por favor vete que tengo que levantarme temprano, hablaremos de esto en la mañana. – Apagó la lámpara queriendo dar por terminada la charla, pero Narancia la volvió a prender. Ya estaba cansado de la situación y si no aclaraba las cosas ahora, no lo haría nunca.

- Lo habría hecho de no ser que estabas sudando, tenías una pesadilla. No quieras verme la cara de idiota. ¡Por favor dime qué sucede! Detesto tener que despertar a media noche con el tonto de Purple Haze babeándome la cara. – Tomaba una postura que pocas veces se le veía junto con el otro.

El chico no quería ser insistente o tal vez estaba cansado, realmente no lo sabía, pero en verdad quería saber el porqué de aquel asunto. No lo diría, pero también el rubio le preocupaba.

Fugo suspiró y en realidad, era un problema que ya llevaba sobrellevando desde hace tiempo, hasta que se fue dando fuera de su control y la invocación de su stand sin que se diera cuenta, era prueba de ello.

Quizá ya era justo de hablar.

-Desde hace semanas que... - Comenzó con su explicación, Narancia estaba atento y notó la tensión que tenía. Fugo aún estaba dudoso de decirlo. – Tengo pesadillas y en la mayoría de ellas estas tú. – Por fin admitió haciendo que el arqueando una ceja.

-¿Qué? ¿Yo? – Narancia quiso pensar en una posible razón, mas no la encontró. Su amigo lucia afligido. – ¿Por qué?

-¡No lo sé, créeme que quisiera saberlo, pero no lo sé! – Exclamó eufórico ya no aguantando la frustración. – ¡Es estúpido, lo sé! ¡Y créeme que yo también estoy cansado! ¡Es la maldita pesadilla una y otra vez donde tú...! – Paró en seco recordando aquellas imágenes. ¿Por qué lo soñaba así? Estaba volviéndose loco.

Se cubrió la cabeza con ambas manos, empezaba a dolerle.

El otro por su parte no lograba entender del todo, Fugo declaraba tener pesadillas constantes donde él era involucrado. No sé sentía capaz de preguntar más viendo su estado. Tan solo atinó en tomar sus manos quitándolas de su cabeza para después apartar un poco del sudor que tenía en la frente.

Narancia tomó las mejillas de Fugo para que le mirase y luego darle una cálida sonrisa.

-Oye, es raro que lo diga pero, tranquilízate, ¿Sí? – Dijo calmado cosa que logró que Fugo apaciguara sus nervios. – Creo que deberías de dejar de cenar los pastelillos tóxicos de Abbacchio. – Fugo no comprendió.

-Huh, ¿Qué?

-¡Confía en mí! A mí tampoco me ha favorecido si tengo que admitir. – Se sobó el estómago haciendo que Fugo hiciera una mueca. Pero después reparó en la inocente suposición del joven. – Además, son solo pesadillas, no son reales. – Dijo como si fuese lo más normal del mundo. – Pero creo que deberías creer un poco más en mí. – Aunque eso ultimo le hizo sopesar un poco más.

Fugo miraba con tristeza al joven recordando esas horribles imágenes, más prefirió no decir más. Y a decir verdad, Narancia tenía razón; debía confiar más en él, ¿Por qué su subconsciente le gritaba en querer protegerlo? El de hebras negras no era débil, era muy fuerte si le preguntaban.

-Narancia, yo... - Tuvo la intención de agregar algo, pero las palabras no salieron.

Sin previo aviso, Fugo tomó a Narancia en sus brazos haciendo que se sorprendiera, si bien el otro correspondió con gusto. Una sonrisa relajada se dejaron ver en sus comisuras y la idea de tener al otro les transmitía paz.

Era una conexión tal, que llegaban a preguntarse si realmente era amistad eso que sentían, pero jamás se animaban a decir algo al respecto.

El rubio le estrechó pasando por la cintura y el otro pasó sus brazos a su cuello para tener una mejor posición en su abrazo, ahora se le notaba más calmado Fugo.

Fugo no tenía motivos para temer...

...

Meses más tarde

Fugo se encontraba bien vestido con un traje negro y parado frente a una tumba con un ramo de flores en una de sus manos. Gruesas lagrimas caían de sus mejillas y presionaba con fuerza sus parpados no aguantando el punzante dolor en su corazón.

¿Cómo es que lo permitió?

Frente a él, la lápida grabada en oro se leía un nombre que se negaba a ver; Narancia Ghirga.

Sus piernas no aguantaron y cayó de rodillas para luego dejarse caer por completo donde yacía aquel joven de cabellos negros y poseedor de iris amatista.

¿Cómo no dio cuenta de la advertencia que su corazón intentó dar?

Luego de aquella noche donde Narancia le intercepto junto con Purple Haze a su lado, dejó de tener aquellas pesadillas. Pensó que solo sería su propia paranoia, pero no lo eran.

Aquellas donde se le veía a su amado Narancia nadando en un amplio canal y simultáneamente pasando a un extraño joven de cabellos dorados trenzados sosteniéndolo inerte.

¿Era una premonición o cómo es que lo vio en su mente?

De cualquier forma, Narancia se había ido y no pudo hacer nada para evitarlo...

-¿Dónde estarás tú? – Pronunció entre lágrimas. – Ahora estoy parado en la oscuridad y mi corazón no te pude entregar. 

_____

Aquí el tercer día, lamento la tardanza :'^ 

Quiero agradecer a mi amigo AlexReizen por ayudarme en mi bloqueo mental y a mi hermano, pero no tiene wattpad XD 

Gracias por leer <3 

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