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Primero pasó un año, y Bea nunca recibió noticias de Finnick, cada que se hacía una edición de los Juegos, hacía de todo por buscarlo, pero parecía que Finnick la estaba evitando, aunque esa era la realidad, el chico no quería que Bea sufriera por su culpa, así que para protegerla, decidió alejarse y perder todo contacto con ella, aunque por dentro se muera de dolor por no saber de su amada.

Pasaron después tres años, y para ese momento, Bea supo que Finnick no quería saber de ella, y si él había tomado la decisión de alejarla de su vida ¿Quién era ella para evitarlo?

Y así siguió, hasta que finalmente, pasaron diez años desde que Bea y Finnick se conocieron, diez años en los que Bea siguió con su vida, decidió apartar cualquier pensamiento del chico del tridente de ella, por su propio bien, no podía seguir llorando por una persona que no quiso buscarla después de tanto.

—Bea, ¿Sigues aquí?. —una de las chicas pasó la mano frente a los ojos de la chica

—Disculpa, perdí la concentración por un momento ¿Qué decían?—preguntó regresando la vista a su grupo de amigas

—Decíamos que pronto será el Vasallaje de los Veinticinco. —mencionó alegre una celebración especial de los Juegos—. ¿Tú que crees que elija el presidente para esta edición?

—No lo sé, sabes que yo no veo los juegos desde hace diez años. —se cruzó de brazos

—Oh querida, entonces te perdiste la emoción de conocer a los trágicos amantes del Distrito doce del año pasado. —una de las chicas le pasó una tablet con fotos—. Ellos son Katniss Everdeen y Peeta Mellark

Bea miró con atención la fotografía, y por un momento no los vio a ellos, si no a Finnick y ella a su lado, sacudió su cabeza unos segundos para alejar ese pensamiento, no tenía que pensar en él.

—Adorables. —fue lo único que contesto Bea alejando la imagen de ella—. Si me disculpan, tengo que irme, mi madre quiere darnos una noticia importante así que Lucas y yo tenemos que estar temprano en casa

—Salúdame a tu hermano, ya sabes que es un bombón ardiente—dijo una de ellas y Bea rodó los ojos levantándose y saliendo de la cafetería para ir a su casa

Al llegar a casa, se encontró a su madre con su novio llamado Samuel, llevaban algunos años saliendo, y a Bea le agradaba demasiado.

—Hola mamá, hola Samuel—saludó a ambos con un abrazo—. ¿No ha llegado Lucas?

—No tarda en llegar cariño. —tomó la mano de Samuel

Y justo en ese momento la puerta fue abierta dejando ver a Lucas en la entrada.

—Hola, ya estoy en casa—dijo Lucas llegando a la sala

—siéntense chicos—dijo Charlotte a sus dos hijos

Bea y Lucas se miraron confundidos, pero obedecieron, Charlotte y Samuel estaban nerviosos, por la noticia que les darían a los chicos.

—Miren, ustedes saben que Samuel y yo hemos salido desde hace muchos años, y como saben, nosotros nos amamos demasiado. —inicio a hablar Charlotte—. Y quiero decirles, que Samuel y yo hemos tomado la decisión, de casarnos

Lucas y Bea quedaron boquiabiertos ante tal noticia, obviamente saltaron de emoción a felicitar a ambos, la boda se llevaría a cabo dentro de unos meses para planear todo con cuidado y fuera una boda demasiado grande y glamorosa, como sólo los Mallory sabían hacer.

Mientras tanto, en el Distrito cuatro, Finnick se encontraba sentado a la orilla del mar, solamente observando y pensando, su mentora y segunda madre, Mags se acercó al ver la actitud tan apagada del muchacho.

—No hay segundo en que no piense en ella—dijo al ver que Mags se sentó a lado de él, la mujer le hablo con señas para tratar de comunicarse—. No puedo hacerlo, la estoy poniendo en riesgo también a ella

Mags pasó un brazo por el hombro del chico para que supiera que no estaba sólo, Finnick regreso su mirada al mar, imaginando si ella estuviera en estos momentos con él.

—La amo, la amo demasiado

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