18
No sabía con exactitud cuantas semanas habían pasado desde que Bea y los demás fueron secuestrados por el presidente Snow, diario había por lo menos dos o tres torturas; ya sea descargas, usar veneno de rastrevispula o golpes.
Peeta y Bea estaban siendo los más afectados, ya que, para Snow, ellos eran piezas clave para acabar con Katniss y la rebelión.
—Buenos días chicos—saludó uno de los guardias que había sido encargado de las torturas—. Espero estén listos para su sesión de hoy
Bea y Peeta estaban en la misma habitación, ya que como les estaban implementando el mismo tratamiento, necesitaban tenerlos juntos.
Los chicos estaban tan desnutridos, tan débiles y tan torturados que ya no oponían resistencia, así que ya era fácil su camino hacia la sala de torturas, los dejaron amarrados a sus sillas y salieron para ir por los utensilios del día.
—Veneno de rastrevispula—dijo Peeta con voz ronca
—¿Le avisaste?—preguntó Bea alzando su mirada, aunque lo verde de sus ojos se habían perdido hace días, reemplazándolo por oscuridad
—Si, ellos están a salvo—dijo Peeta antes de que entrarán nuevamente los guardias
—Hoy ocuparemos más cantidad que otros días. —avisó el guardia y los doctores se acercaron con jeringas e inyectaron a ambos el veneno de rastrevispula, aunque ahora con una dosis mayor a la que normalmente ocupaban
La tortura inició, pasaban las imágenes que diario les pasaban, para aumentar sus miedos, pero ahora que necesitaban volverlos aún más agresivos, decidieron agregar otro método.
—Finnick—dijo Bea al ver el vídeo del chico, en el Vasallaje de los Veinticinco
Pero esas imágenes no duraron mucho, luego fueron reemplazadas por imágenes de mutos, criaturas horrendas y demasiado peligrosas para las personas.
—Ellos son el peligro, Katniss Everdeen y Finnick Odair los trajeron hasta este lugar—decía el guardia mientras ambos chicos veían las imágenes
Con Peeta comenzaban a reemplazarle sus recuerdos con miedo, miedo por Katniss Everdeen, la chica que amaba.
—Claro que no, Finnick no es malo—decía Bea tratando de alejar el miedo de ella—. Peeta, esto no es real, Katniss no es eso que ves—decía con lágrimas hacia el chico
—Denle una dosis más fuerte. —ordenó el guardia y le inyectaron un poco más de veneno
—¡Finnick!—gritaba con lágrimas en sus ojos
El veneno comenzó a hacer efecto en ella, al igual que en Peeta, el amor que sentía por el chico, fue transformado en miedo y odio hacia ellos. Rompieron cada pedazo de ambos y los hicieron a su manera, destrozando la personalidad y mentalidad.
Ahora ambos tenían dos frases más que grabadas dentro de ellos:
"Por culpa de ellos están aquí, siendo torturados" y "Ellos son el verdadero enemigo, y tienen que eliminarlos, tienen que asesinarlos"
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