26
No era de extrañar que estuviéramos atrasados en comparación con Lay. Él tuvo todo el tiempo del mundo para poner en marcha su única carta, la que tuvo en su poder y que siempre, en los momentos más desesperantes, supo utilizar.
El comandante era consciente de las complicaciones que tenía su venganza; de la cual en ningún momento nos hizo participe. Un odio tan profundo no podía sanarse, sin cobrarse otro a un precio mucho mayor.
—Taemin no está aquí —le dije, arriesgándome a quien sabe qué. Obtuve toda su atención, pero no sabía hasta qué punto.
—Comandante Choi —le escuché decir a Kai.
—¿Cuánto tiempo... —Ninguno de los dos tenía una respuesta para él—. ¿Cuánto tiempo pasó? —Kai aguardó en silencio, pero de sus labios salía un murmullo, estaba contando.
—Cinco, tal vez seis años. —Se puso junto a mi y esperó la reacción.
—Y... ¿Taemin? —Sus ojos eran fríos, como si estuviera anticipando un desastroso final.
—Está con vida.—No me escuchó; solo veía a Kai.
—Está con vida —repitió el comandante Kim. Entonces, su cuerpo se retorció sobre el esqueleto de la silla hasta que todo cayó en pedazos.
El terror me invadió por un momento, hasta que pude recuperar la respiración y el deseo de vivir. Mi primer, y lamentable, instinto fue cubrir mi vientre, como si mis manos pudieran detenerlo. ¿Se puede adquirir una fuerza sobrehumana cuando la crisis explota?
La postura de Kai era inconfundible, estaba listo para derribarlo, si era necesario. Dos hombres que fueron criados y entrenados bajo el mismo escudo.
—Quítate del medio. —Las sogas colgaban de sus manos.
—Es muy arriesgado. —Los pasos se adelantaron peligrosamente, en el fondo, no estaba preparado para ver como esos dos se destruían y le dejaban libre el camino a Lay.
—Por favor, escuche... esto es dificil, pero tiene que saber que no solo es Taemin... Hay dos niños, sus hijos, allí afuera y en manos de Lay. —No esperaba que me creyera o que cambiara de parecer, solo quería decirlo y ya.
—Hijos...
—Cuando Lay pensó en todo, en verdad, pensó en todo. —Suspiré—. Somos conejillos de indias, listos para sus experimentos.
Una persona sensata debería saber cuando cerrar la boca o qué cosas decir y cómo decirlas. No era mi caso, por alguna razón me había vuelto más hablador e imprudente. ¿Qué me hizo pensar que ese cerebro de pólvora reaccionaría bien a la nueva información? En realidad, no era tan nueva; el Minho de los SUBS sabía que era padre. ¿Cómo pudo olvidar algo así? ¿Lay les había dividido el cerebro y la vida? ¿Qué tan desorientado se podía estar? El Minho de los destructores, ¿querría a sus hijos?
No hubo necesidad, apenas escuchó la voz de su... esposo, se descontroló como una ametralladora sin seguro. Por suerte, Kai pudo enredar la soga por su cuello y apretar, no sin un esfuerzo mortal, hasta el desmayo.
El rostro del pobre Taemin reflejaba el peor de los lamentos; corrió hasta su esposo e intentó despertarlo; todo en él temblaba. Lay quedó aturdido cerca de la puerta y sin entender, del todo, qué había ocurrido.
—¡Minho! ¡Minho! ¡Minho! —Le daba pequeñas palmadas en el rostro—. Min...
—Kai, —Lay recuperó la compostura—, llévate a Minho a una de las habitaciones del pasillo 4.
Los pasillos significaban niveles, las cantidades de droga que Lay suministraba para mantener su control. Kai había sido parte del segundo, como Minho, pero ahora, las cosas se habían complicado un poco. La próxima vez... no habría próxima vez.
—No llores, —intenté calmarlo— tu esposo está un poco... histérico.
Taemin se secó las lagrimas y miró a Lay. ¿Qué tanto de su personalidad había sido influida por Minho? Tenía los mismos ojos, la expresión fría y esa actitud terca que ponía en alerta a su receptor.
—Taemin, juro que esto no fue culpa mía... solo sucedió.
—Dijiste...
—¡Sé lo que dije! ¡No fue mi culpa! —Se defendió—. Fue un mal cálculo, la masa muscular y eso... no volverá a suceder. —Sonrió con nerviosismo.
—Voy a ver a Minho.
—Aún no es momento.
—No importa, necesito hablar con él.
—No puedes. —Lo sujetó del brazo—. No vas a poner un pie en esa habitación.
—Taemin... —interrumpí— Minho debe descansar un poco, Kai puede hacerse cargo de él. —Sonreí lo mejor que pude, seguramente me veía más hipócrita que Lay, pero alguien tenía que verse más accesible—. Kyungsoo y yo podemos acompañarte hasta que él esté listo. ¿Qué dices?
—Es una buena idea... —repitió Lay—. Puedes pasar tiempo con ellos mientras estás aquí... Cuando todo esté listo, le daré una semana libre al comandante Choi y podrás llevarlo junto con sus hijos. —Sonrió, como solo una hiena puede hacerlo—. Tienes que estar tranquilo Taemin.
Cuando tomé su mano, intenté hacer una pequeña presión para que supiera que no era un títere más. No había duda, había algo en el esposo de Choi que tenía inquieto a Lay, ¿qué había entre ambos? ¿algún parentesco? ¿Una vieja amistad que terminó mal? ¿Un contrato de iguales que ninguno podía romper?
—Sé, mejor que nadie, que darías lo que fuera por meterle una bala entre los ojos... —comenté sin interés— pero, el demonio está en los detalles, y Lay, no es precisamente un ángel.
Solo me seguía en silencio, con cautela. Su forma de ser no me sorprendía, él estaba más consciente que todos nosotros; aunque el amor podía causar ciertos problemas a un hombre serio.
Agradecía que no tuviera la intención de engañarme para huir y buscar a Minho; yo lo hubiera hecho, delicadamente, pero lo haría.
—¿Mellizos? —los ojos de Kyungsoo no podía abrirse más—. Tuviste dos, ¿de una vez? ¡Yo casi me muero con uno!
—Estás exagerando un poco.
—Te lo preguntaré cuando estés dando a luz. —Reprimí un escalofrío.
—¿Están en tu casa? —Taemin se quedó en silencio por unos momentos.
—Sí, algo así —y agregó— están aquí, en la base.
—Minho estará feliz, se veía algo tenso los últimos días.
—¿Tenso? —inquirió.
—Sí, estaba muy apagado, no tan hablador como de costumbre. —Recordó—. El otro día, mientras Kai vigilaba una zona, vi pasar al comandante Choi con un aire muy tétrico y frío... —El rostro de Taemin eran indescriptibles—. Estaba muy misterioso.
—Minho...
—El comandante no ha despertado muy bien hoy —le comenté—. Tiene un cariño particular hacia Lay, ¿sabes por qué? —Dejé la taza de té sobre la mesa—. Kyungsoo y Kai estaban raros, también. Un manicomio se ve mejor que esto.
—Es mi culpa... —dijo y comenzó a llorar.
—Espera... no llores... —intentó Kyungsoo.
—Es mi culpa... Minho y todo... todo es mi culpa.
—¿Por qué? —Empujé el cuchillo en su conciencia, después de todo, la verdad lo liberaría.
—Él me dijo que no lastimaría a Minho... si fabricaba la droga.
—Bien, es un buen comienzo... —sonreí— ahora, ¿conoces el antídoto? ¿algo que lo detenga?
—Yo... —secó sus lágrimas— necesito a Minho.
—Eso es fácil, tú ya lo tienes —afirmé— pero, Lay es el problema, ¿cómo acabamos con él? —Sus ojos miraron el suelo—. Minho está despierto y muy enojado, no es bueno para pensar fríamente.
—Todos los soldados, antes eran compañeros de Minho...
—En los destructores.
—Sí, la droga se puede lavar en un determinado tiempo... con un medicamento... yo, puedo hacerlo.
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