23
—Yo puedo darte lo que quieras, Sehun. —Me quedé llorando en el suelo, mientras Kai me miraba como si me conociera de toda la vida.
—Sehun, Kyungsoo no quiere verte de esa manera. Podemos ir a verlo antes de que inicie mi servicio, ¿quieres? —Me tendió su mano.
—No... estaré bien. —Le respondí a la pared que estaba detrás de Kai. Lay me vigilaba desde otra habitación, quería que tuviera el bebé. Nuestros muertos eran reemplazados por los vivos de otros ejércitos.
—El bebé será fuerte, estoy seguro —me dijo—. Si el padre es la mitad de cualquiera de sus compañeros, ese pequeño será un éxito genético.
—¿Por qué haces esto? —le supliqué—. No puedo...
—Sehun, eres muy inteligente. ¿Tienes una idea de lo que tendrás? —Me mostró una ecografía—. Es pequeño, pero ha sobrevivido a tu intento de suicidio. ¿Cómo crees que se sentirá cuando sea mayor?
—No voy a dejar que caiga en tus manos... —Derramé mis lágrimas.
—Estas muy mal; será un buen niño y le contaré mucho sobre ti y tu valor heroico. Odiará a los destructores y amará a los SUBS. —Sonrió.
—Mi madre... ¿Qué sabes de ella?
—Una mujer problemática.
—¿Qué le sucedió? —No quería hablar de nada, pero necesitaba distraerle.
—No es importante. ¿Tus tíos te cuidaron muy bien? —Asentí y observé las ecografías que me había sacado—. Fuiste criado en una buena familia, con ideales y buenos sueños; todo lo contrario a tu madre. —Se acercó un poco—. Tengo un regalo para ti, te gustará mucho.
Solo me quedé en silencio y escuché el chasquido de sus dedos. Kai se había retirado de la habitación para volver con una silla de ruedas. Desde el día cero, como le gustaba decir a Lay, todo se manejó siguiendo sus órdenes. Minho, Tao y Kris volvieron a sus puestos y Kyungsoo y Kai me vigilaban constantemente. Tenía cinco meses de embarazo y, por mis antecedentes, no me dejaban mover un solo pie fuera de la habitación, sin supervisión alguna.
—Fue un poco complicado, pero pude... —Se detuvo en el pasillo y golpeó una de las puertas blindadas—. ¿Aprendiste tu lección? —Su voz tenía rabia contenida y un toque de tristeza, algo que pensé que ese monstruo no tenía—. Es un poco testarudo. —Sonrió. Lo que sea que estaba allí, le hacía perder el control.
—Kai... - Él sonrió con dulzura y asintió. —¿Cómo está tu bebé?
—Está bien, Kyungsoo aún no puede creer que esté con nosotros. Fue algo duro con su papi los últimos meses, pero ya está bien. —Caminó con más lentitud y sacudió su cabeza al escuchar la lluvia—. El clima...
—¿Qué? —Sus pies se plantaron en el pasillo y sus manos soltaron la silla.
—Comandante Kim, ¿qué ocurre? —En mi interior quería creer que Kai estaba recuperando sus recuerdos.
—Nada... —Volvió a tomar la silla y siguió a Lay.
—La lluvia se ha vuelto muy molesta estos días, tan repetitiva y oscura. —Juntó sus manos—. Tengo que cerrar las ventanas.
—¿Dónde? —preguntó Kai.
—¿Eh? —Se aturdió—. Solo... hablaba conmigo.
Repentinamente, yo era un mero espectador de las cosas que ocurrían día a día fuera de mi habitación. Esa extraña forma en la que las cosas se sostenían de las emociones y golpes que se originaban en el exterior.
Me dejaron en el jardín trasero, o eso parecía. ¿Mi recompensa o regalo era sentirme como un ser libre? ¿Cuánto duraría? ¿Segundos? ¿Minutos? ¿Una hora? ¿Podía ser más tiempo?
Una sombra cuadriculada se recostaba en mi regazo, eran las rejas que llegaban hasta el cielo y se hundían varios metros por debajo de la tierra. ¿Cómo fue la vida antes de que llegara la guerra para derramar muerte?
—Linda mañana, ¿no?
—Es bonita...
—Minho dice que este lugar es muy peligroso, pero que no hay nada que podamos hacer.
—¿El patio? —pregunté.
—No, el mundo.
—Tiene razón. —Suspiré y froté mi vientre; se veía muy grande, para mi.
—El control es una forma saludable de felicidad. —Se sentó en el suelo—. Todos buscamos control, un equilibrio en nuestras vidas. Pero también queremos ser sumamente felices... y, la felicidad es relativa. —Lo miré; se veía, casi, humano—. Siempre he deseado felicidad para mi, pero eso no hará feliz a los demás. ¿Verdad? Tú eres infeliz ahora mismo, ¿cómo hacías antes?
—No sé qué quieres.
- Quiero, y ese es el problema. - Se levantó. - Todo el tiempo quiero algo, como si fuera una adicción; no puedo parar.
—Lay...
—Antes, esperaba a que el orden del tiempo me diera las cosas. Pero, cuando crecí, me dijeron que podía lograr lo que sea con esfuerzo; lo sé, me mintieron mucho. Todo lo que he conseguido, lo hice utilizando a la persona que más amaba. ¿Sabes qué sucedió? —Se acercó a mi—. ¿Sabes? ¡Eh! —Sujetó mi rostro—. Lo mataron... Y me sentí culpable, porque todas las veces que le decía "te amo", eran para que consiguiera cosas para mi. Cuando murió lloré y pensé que se trataba de algo material, sin embargo, aún sueño con él y con sus palabras.
Lo observé en silencio mientras sus lágrimas bajaban y se perdían en su cuello.
—Quiero verlo, no en sueños. Quiero escucharlo, no alucinar. Quiero... que vuelva. —Tomó aire—. Es inútil, Lay. Suho no volverá. —Se fue hacia el edificio.
—¿Estás tan roto como yo? —El viento cruzó las rejas y llegó hasta mi vientre—. Ojalá fuera tan libre como tú. La guerra lleva años, ¿crees que mi hijo algún día será libre? ¿Qué tan mal están las cosas afuera?
Una alarma se escuchó, un grupo de personas salió de diferentes puertas hasta el jardín. Todos estaban distraídos por la belleza del día; ellos también eran prisioneros de esa vida alterna creada por Lay.
Los pasos que daban era lentos y cansados; sonámbulos sin camino alguno. No prestaban atención a nada, ni a nadie. ¿Podían entender algo de lo ocurría? ¿Tenían familias? ¿Dónde habían estado antes? ¿Lay me convertirá en uno de ellos cuando de a luz?
Uno de ellos me chocó desde el costado e inclinó la silla hacia la izquierda. Mi cuerpo se sacudió al verlo. Sentado en una banca y con los brazos colgando; era él. No podía estar equivocado.
—Chanyeol... —Intenté moverme, pero Kai volvió y me llevó a mi habitación.
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