Sueños de un héroe

Nunca había visto antes a esa persona, y, aun así, bastaron unas simples palabras que llegaron tan a fondo de su corazón como nadie antes lo había hecho.

Eran simples palabras que lo perseguían en sus sueños, en sus fantasías, en los juegos, pero con todo y eso, aún se aferraba a su sueño de ser aquello que por nacimiento se le fue negado, o más bien imposibilitado.

Seguía viendo cosas acerca de héroes, nutriéndose en basto conocimiento acerca de la profesión con la cual soñaba ejercer desde que supo por primera vez de esta.

Tal vez así, y solo tal vez, alguien vea en él la madera para ser un héroe.

[NARRA IZUKU]

—Ya lo dijo tu doctor, mejor ríndete en tu sueño de ser héroe, Deku —dijo un pequeño niño de cabellera rubia y puntiaguda—. Un inútil como tu no puede salvar a nadie.

—Y-ya basta, Kacchan. Un héroe no es así de malo —pedí que se detuviera, a pesar de querer hacerme el fuerte ya estaba llorando.

—Eso no aplica para los quirkless —rio a la par que generaba pequeñas explosiones en su mano—. Así que deja de una vez creerte héroe, Deku —pero fue interrumpido por un llamado de un maestro.

—¡Bakugo, Midoriya! ¡Vengan para acá! —me limpie los ojos para ver de quien se trataba.

Era nuestra maestra, y no se le veía nada feliz, pero ella al igual que todos lo demás pasó de largo de mi y fue directo a Bakugo.

—Oh, Bakugo-kun —se arrodilló para estar a la altura de Kacchan y le sacudió levemente la camiseta—. Estas sucio, espero que no tengas que ver nada con este Midoriya —me dirigió esa mirada que todos me daban desde que saben que soy distintos a ellos.

—¡Ja! Deku no podría hacerlo ni aunque quisiera —se jactó de su superioridad y se fue de la mano con la maestra de nuevo al salón.

Escuché la campana que nos decía que ya era hora de irnos a casa. Me levanté del suelo y me sacudí la ropa, al ver mis brazos me di cuenta que estabas un poco negros por culpa de las explosiones de Kacchan.

—Si mamá me ve así se va a volver a preocupar —me dije a mi mismo y fui hacia el lavamanos.

—Y yo también por no haberme avisado —dijo alguien detrás de mí, di un pequeño salto por el susto—. ¿Nos vamos?

—S-sí, Ueno-san —ella me siguió, aunque no la estaba mirando directamente, sentía que sus ojos violáceos estaban clavados en mi nuca.

Di unos cuantos pasos hasta llegar a un grifo que estaba goteando y lo giré para que el agua fluyera a través de él. Acerqué primero mi mano izquierda y dejé que fuera empapara, luego con mi mano izquierda empecé a frotar las partes sucias.

Luego hice el proceso a la inversa y así hasta que casi no se notara lo que había pasado.

—Midoriya-kun, deberías decirle a alguien de esto —recomendó Ueno.

—No, no quiero problemas más de los que ya tengo —sacudí las manos para secarme un poco.

Fui por mi maleta de manera rápida para que nadie me molestara. Afortunadamente, ya no había ningún niño más en el salón. Solo estaba un maestro con gafas que pasó de largo de mí.

Una vez puesta mi maleta salí de la escuela y empecé a caminar hacia mi hogar, pero mientras iba de camino miré que a unas cuantas cuadras más adelante estaba Kacchan junto con otros dos niños. Seguramente me está esperando, y ya que sabe dónde vivo desde que somos pequeños, y a veces no le bastaba con lo que me molestaba en la escuela. Él opta por desquitarse también fuera de la escuela.

—Ya tuve suficiente por hoy —cambié la ruta para evitar pasar cerca de ellos—. Me demoraré un poco más, pero esto es mejor.

—¡Entonces vamos! —me tomó de la maleta y me arrastró como si yo fuera una bolsa.

—¡Espera un momento! —pedí.

{...}

Mientras caminábamos los dos, miré a los costados y entre tantas tiendas había una de televisores y demás cosas electrónicas. Algunas pantallas estaban encendidas y mostraban imágenes de montañas, desiertos, páramos y otras cosas de los ecosistemas, pero la mayoría mostraba la grabación del héroe número uno.

—All Might —musité y me acerqué un poco para ver más de cerca.

—Ten cuidado de no empezar a susurrar —advirtió Ueno jugando con su pelo.

—Sí, sí. Tendré cuidado.

Si bien no era una batalla en donde demostrara su poder, era mi vídeo favorito de él. Ver a él me decía en el fondo que, si aprendía lo que él hacía, tal vez yo lograría salvar a las personas, pero... la diferencia entre él y yo son notadas a kilómetros de distancia.

Y no solo era poder —aunque es unas de las más notorias—, él tiene todo lo que me falta, seguridad, una gran sonrisa, gente que lo apoya. Sin contar el apoyo que me dio mi padre antes de morir no tengo nada de la tercera.

Suspiré decepcionado y seguí con mi camino.

—¡Ya me olvidaste! —acusó Ueno, por un momento se me olvidó que venía conmigo.

—Perdón —ella solo soltó un suspiro de decepción.

—Soy tu única amiga, deberías evitar olvidarme.

Sonreí. Si bien no era algo para alegrarse, saber que aunque solo tenga una amiga, sé que nunca falta cuando la necesito.

Ella se hizo al lado mío y sonrió, retomamos el paso y era hora de nuestra siguiente parada.

Una de las cosas buenas que tenía el pasar por esta ruta era un pequeño puente —que curiosamente posee un nombre parecido a mi apellido— tenía varias flores a sus costados, cuidadas con mucho cuidado. Varios árboles de cerezo que lamentablemente aún no era temporada de su florecimiento. Por debajo del puente había un pequeño cuerpo de agua cristalina.

Era bastante silencioso el lugar ya que el flujo usual de personas era bastante reducido.

A un costado del puente habían unas escaleras que daban vía libre a bajar para poder estar más cerca del agua.

—El último en llegar es un tonto —dijo Ueno antes de salir a correr hacia las escaleras, la perseguí obviamente.

Ya que no habían prisas por llegar pronto a casa, seguí su juego y bajé las escaleras, me acerqué a los contenedores de concreto. Al estar así de cerca pude ver algunos peces que nadaban, algunos en círculos como si fueran un perro persiguiendo su cola, y otros en línea recta y luego se devolvían espontáneamente.

—Me pregunto si tienen hambre —revisé mi bolsillo con la esperanza de encontrar algunos yenes—. Vamos por favor —metí mi mano hasta el fondo de mi bolsillo y sentí que tocaba algo circular.

Lo saqué y me doy con la sorpresa de que era una moneda de 500 yenes.

—Genial, esto alcanzará para dos barras de pan —salté de la alegría.

—¿Yo no tengo dinero, quieres que te acompañe a la panadería? —negué con la cabeza y corrí hacia la panadería más cercana.

(Nota: Según Google, el precio promedio de un kilo de pan en Japón es de aproximadamente 220 Yenes, lo cual equivale a 1,98 dólares estadounidenses, y a 1,68 euros)

Al pasar por la panadería miré que en ella también estaba entrando una niña que parecía ser de mi edad, tenía el cabello corto y de color rosa no muy claro, y ojos de color avellana, tenía una mochila de color rojo. Entré a la panadería y el sonido de una pequeña campana sonó, notificando a la gente de adentro que yo había ingresado.

Habían varias personas dentro. Algunas me miraron y otras ni siquiera se dieron cuenta. Eso me alegró, una de las pocas cosas buenos que le veo de estar con extraños es que como no saben que no tengo quirk no tienen una mirada de repudio y de superioridad cuando me ven.

Llegue hasta el cajero en donde habían un señor rubio con ojos azules atendiendo a la chica de antes, pero esta estaba actuando un poco raro.

—Oye tú chico, dime que quieres en lo que ella reacciona —me señaló, yo asentí y pedí dos barras de pan.

El me entregó dos barras largas de pan y yo le entregué la moneda que tenía —suerte que no me a gasté en cartas—, me dio el cambio y cuando ya estaba por irme la chica empezó la niña del pelo rosa empezó a hablar.

—uN PAn, EstE —pronunció de manera bastante extraña, como si no supiera como se dice correctamente.

—Oye niña, habla bien que no te entiendo —dijo el señor.

Ella pareció no haberlo escuchado y abrió su maleta para sacar algo, pero en lo que lo hacía se le cayeron sus cosas al piso. No esperé que me pidiera ayuda y me agaché para levantar las cosas. Mientras le pasaba sus libretas miré de reojo que una de ellas tenía escrito en su portada "Para conversaciones".

No pregunté ya que era de mala educación, pero entonces ella también sacó un portaminas escribió en la libreta

"Un pan como el de él".

Me señaló y la miré confundido, ¿tan mal habla que prefiere escribir? Tal vez es extranjera y no sabe muy bien el idioma.

—Lo siento niña, pero esos era los últimos dos —dijo el señor.

Lo normal tras esa situación es o irse del lugar no sin antes decir gracias, o en su defecto pedir otra cosa, pero la niña por alguna razón se quedó quieta en su lugar. Como si nada hubiera pasado.

—No hay de ese pan, ahora mira si quieres otro pan, o puedes ir a la panadería que está a unas cuantas cuadras de aquí —ofreció el cajero, pero ella seguía en su lugar— Entonces ya no sé qué quieres —alzó los hombros y se fue a atender una mesa en donde lo habían llamado.

Un poco inseguro de lo que pensaba hacer le toqué el hombro a la niña del pelo rosa, ella puso su atención en mí.

—No hay pan —le dije.

A pesar de lo que dije me estiró su cuaderno junto con su portaminas, como si esperara que yo escribiera. A lo mejor es que eso es lo que espera.

"No hay más de este pan". Escribí.

Ella dejó de sonreír.

No sé si lo que voy a hacer está mal, pero es un pan para alimentar peces, si ella lo quiere supongo que no hay problema.

"Si quieres te puedo dar uno de los que tengo".

Ella me vio y volvió a sonreír.

"No te molesta, ¿verdad?".

"No".

Al salir de la panadería ya cada uno tenía una barra de pan en sus manos. Me fui un poco apresurado hacia el puente, aunque a medida que corría empecé a escuchar unos pasos detrás de mí.

Volteé en seco para ver quién era y me di cuenta que era la misma chica de hace rato, ella siguió sin detenerse.

—Qué casualidad que vayamos para el mismo lado —dije.

Volvía emprender una carrera hacia el puente, cuando por fin llegué miré a Ueno a lo lejos, pero para mi sorpresa, con ella estaba la niña a quien le regalé el pan.

Seguí hasta que nuestra distancia se acortó lo suficiente como para hablar.

—Tardaste bastante, pensé que te habías perdido —se rio Ueno—. ¿Venías con ella? —preguntó a la vez que tomaba el pan y lo partía a la mitad conservando ella una parte.

—N-no, solo me la encontré cuando estuve en la panadería, ni siquiera sé quién es —respondí viendo a la chica.

—Bueno, entonces es hora de alimentar a los peces —separó un pequeño trozo de pan y lo lanzó al agua.

No pasaron ni siquiera un par de segundos cuando esa porción fue devorada por uno de los peces.

Y así transcurrió un rato, ambos tirábamos pequeños pedazos de pan, de vez en cuando volteaba a ver a mis espaldas para ver a la niña del pelo rosa. Ella también tiraba trozos de pan, aunque en sentido contrario.

{...}

Ya hacía un rato me había despedido de Ueno, ella vivía unas calles más alejada que yo. En cuanto a la niña que le regalé una barra de pan no hablé nada con ella —literalmente—, así que ni siquiera supe cuál era su nombre.

Ya estaba llegando a mi hogar, subí las escaleras para llegar al piso de mi apartamento, toqué el timbre y la puerta la abrió mi madre con una mirada un poco seria.

—¿Hoy fuiste a una escuela diferente? —interrogó, pasé saliva.

—No... —me reprendí mentalmente, si me tardé más de lo que esperaba.

—Entonces como explicas esta hora de llegar, Izuku —señaló el reloj.

—Lo siento, estuve con Ueno-san dándole de comer a los peces. Prometo no volver a demorarme tanto —entré y me quité los zapatos.

—Más te vale —dijo mi madre a la vez que cambiaba su rostro serio, a uno con una sonrisa— ahora cuéntame, ¿cómo te fue?

Le conté casi todo a mamá salvo por lo de Kacchan, no quería que eso arruinara su amistad de una u otra manera con la mamá de Kacchan. Después de escuchar toda la historia, ambos cenamos y después nos fuimos a dormir.

[NARRADOR]

{...}

Como si fuera costumbre, lo que vio Inko Midoriya al ir a despertar a su hijo era extraño, de nuevo posicionado de manera extraña como si se esforzara por lograr haciendo arte abstracto con su propio cuerpo.

—Izuku —dijo la mujer de pelo verde, cuyos ojos eran del mismo color solo que en un tono más oscuro, de complexión delgada—. Levántate, es hora de que te prepares para ir a la escuela.

No recibió ninguna respuesta por parte del mencionado. Suspiró cansada y se acercó a él hasta llegar al borde de la cama pequeña, estiró su brazo hasta tocarle su hombro y lo movió con fines de que de esta forma saliera de sus sueños, cosa que logró.

—uaaaah... —bostezó el chico.

Al igual que su madre, el pequeño tenía el pelo de color verde con raíces negras, en cuanto a sus ojos, unos que brillaban de sobre manera también en tono verdoso, y cuatro pecas en cada mejilla.

—Buenos días Izuku —abrazó la mujer a su hijo—. Levántate, el desayuno ya está listo —se alejó del peliverde y se fue por donde vino.

—Sí, mamá —dijo aún adormilado el peliverde.

Tras darse unos suaves golpes en las mejillas para despertarse todavía más, se levantó completamente y miró su poster favorito del héroe número uno, un hombre notoriamente bronceado, con una gran sonrisa, vestido con su traje de héroe y que en un costado tenía inscrita la frase Plus Ultra.

—Otro día más, deséame suerte, All Might —pidió el chico de 11 años.

Salió de su habitación y se dirigió al baño donde hizo lo que hacía todos los días, su higiene personal. Al salir del baño fue al comedor donde desayunó o que su madre le había preparado de manera muy gustosa, cuando finalmente la terminó se paró de la silla.

—Bueno ya me voy —tomo su mochila y se la puso—. Adiós mamá, nos vemos luego.

—Con cuidado, Izuku —dijo Inko—. Cierra la puerta cuando salgas.

—Si.

Al salir de su apartamento, y cerrar la puerta con cuidado, se fue corriendo hacia la escuela, saltaba de a dos escalones y subía algunos de a dos —aunque su altura le jugaba un poco en contra— tras un buen rato con un ritmo acelerado, empezó a reducir la velocidad cuando vio que ya estaba llegando. Cuando finalmente dejó de correr y empezó a caminar sonrió un poco

—Muy bien, nuevo récord —festejó el peliverde a la vez que daba un pequeño brinco—. Mañana lo romperé de nuevo.

Al pasar por la entrada principal camino a través de aquel plantel educativo en busca de su salón, tras subir la cabeza encontró el cartel que le indicaba que era el suyo "Clase 6-2". Entró y se sentó en su respectivo asiento, todo era paz y tranquilidad hasta que un rubio llegó al salón.

—Oh, pero miren a quien tenemos aquí, el inútil quirkless —señaló el rubio a la vez que lo señalaba con el dedo, algunos se rieron—. Espero que hayas aprendido la lección de ayer, no fuiste por donde siempre a tu casa, hoy vienen golpes acumulados de ayer.

—De-detente, Kacchan —pidió el peliverde avergonzado.

—¿Me estás dando órdenes, Deku? —aseveró su rostro el otro chico—. ¡Ya verás maldito!

—Bakugo, cállate por un momento —dijo Ueno la cual recién había entrado al salón—. Pareces un perro rabioso.

—La amiga del inútil salvándole el trasero, como siempre. Definitivamente no vales nada, Deku.

—Y tu pareciera que tienes una fijación con el inútil, no vaya a ser que quieras que solo hable contigo —bromeó sarcásticamente la pelinegra haciendo enojar aún más al rubio—. En cualquier momento llegará el maestro, mejor respira y cuenta hasta tres para que no te tengan que poner correa —señaló el cuello del chico de las explosiones—. Además, pareces un perro esperando a Izuku a que pase por su casa, no esperas que él te de una croqueta o algo así, ¿verdad?

El rubio se quedó a puertas de responder, pero al ver como otros del salón se reían después de esa bula hacia su persona se sentó de mala gana y haciendo rechinar sus dientes.

—Como un perro —dijo Ueno sentándose en su puesto que estaba al lado de el de Izuku.

Poco a poco el salón se llenaba de más chicos hasta que ya todos estaban, sin mucho tiempo que perder el maestro hizo presencia en el aula, detrás de él una niña. El peliverde se quedó observando a la chica hasta que alguien le dio un ligero golpe en el hombro, girando la cabeza para ver de quien se trataba, Ueno Naoka.

—¿Qué pasa, Ueno-san? —preguntó en voz baja el peliverde.

—Esa es la chica con la que te encontraste ayer, ¿verdad? —preguntó estando muy convencida.

—S-si, ese ella. Quien diría que ella sería la nueva— dijo el peliverde mientras abría un cuaderno y se puso a rayarlo—. Y presta atención antes de que nos regañen, y, por cierto, gracias por defenderme.

—Para eso están los amigos.

—Presten atención chicos, hoy tendremos una nueva compañera de clase —dijo el maestro, una niña que estaba al frente de él dio dos pasos para hacerse notar.

Ella sonrió un poco tímida y nerviosa, de cabello castaño rosáceo, que llegaba a sus hombros, de tez blanca, y con ojos cafés claros. Vestida con una camiseta cuyo color era parecido al de su pelo, y una falda de cuadros amarillos que no alcanzaba a llegar hasta sus rodillas. En sus manos tenía una mochila de tipo cartero de color rojo.

—Puedes presentarte... —dijo el maestro, pero ella se quedó estática, hasta que él recordó algo y le toco el hombro.

La chica se empezó a mover, sacó una un cuaderno de su mochila, dejó esta última en el piso para tomar con ambas manos su libreta, en cuya portada estaba escrito "Para conversaciones". Tomando el cuaderno de forma horizontal lo abrió en su primera hoja dejando ver la frase.

"Es un placer conocerlos. Soy Nishimiya Shouko".

<<Es la misma libreta de ayer>> pensó Izuku.

Algunos niños del salón quedaron confundidos al ver que ella no hablaba.

<<Está actuando igual que cuando fue a pedir el pan>>.

Al cabo de unos segundos Shouko volvió a pasar de hoja, en esta estaba la frase

"A través de este cuaderno espero volverme amiga de todos". Pasaron otros segundos. Volvió a pasar de hoja.

"Por favor, usen esto cuando quieran hablarme" decía aquella hoja, esto confundió todavía más a Izuku.

<<Espero que aprenda el idioma correctamente, aunque si ya sabe escribirlo no le falta mucho>> pensó el peliverde.

Pero al leer lo que ponía en la siguiente hoja pasó saliva fuerte.

"Soy sorda".

A pesar de que le imponía varios grados de dificultad con muchas cosas, la peli rosa tenía una pequeña sonrisa. Muchos de los niños del salón hicieron gestos que denotaban su lastima, algunos más, otros menos, pero había uno entre ellos que resaltaba y no por buenas intenciones.

<<O genial, otro fenómeno en el salón, primero un quirkless, y ahora una sorda>> pensó Bakugo mirando a la chica.

—¡¿Eh?! —exclamó sorprendido Izuku.











































Como se dieron cuenta la última parte es casi que un copia y pega del One Shot, pero cambiando ciertos detalles. Si se preguntan de la ausencia de Takebayashi pues, digamos que ya no está.

Espero que les haya gustado este primer capítulo, si fue así pueden dejar una estrella. Si tienen criticas son bienvenidas.

Para la siguiente parte con 30 votos da.

Continuará...

GottoCatch

Palabras usadas (Sin relleno): 3360

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