Juegos del parque

Buenos días, tardes, o en su defecto noche/madrugada. Espero que disfruten el capítulo que fue escrito con amor y una gran dosis de música aleatoria de recomendados...

Entre más votos recibe una historia, más rápido tiendo a actualizarla. Todo depende de ustedes. Gracias por leer, y los dejo ahora con el capítulo.

—Es una buena chica...

—No lo sé, Izuku, ¿y si es como los demás? —se meció en el columpio tomando impulso con ambas piernas.

—N-no digas eso, Ueno-san —dijo el peliverde a su amiga—. No puedes decirlo sino lo sabes.

—Eso es lo que siempre dices de todos, y siempre terminas igual —bufó molesta por la actitud optimista del mundo de el peliverde—. No todos son buenos.

—Pero me equivoqué contigo y con Takeba... —una mirada oscura por parte de la pelinegra hizo que se callara.

—No menciones el nombre de esa cobarde.

—...

—Solo ten cuidado, que ella sea sorda, no significa que ustedes dos serán los mejores amigos como nosotros.

—¿Somos mejores amigos? —preguntó ilusionado.

—Desde el momento en que te escogí sobre los demás para hablar todo el tiempo lo somos, gracias —se sacudió su camisa y fue hacia su salón—. Y vamos, ya están por tocar la campana.

El pecoso asintió emocionado y fue tras la pelinegra.

Mientras caminaba, sentía la mirada de los demás sobre ellos dos, pero sobre todo, sobre él.

Eran los de siempre, igual que antes, y el día que fu de ese antes, un ciclo que pareciera que nunca se fuera a acabar, sin embargo.

Sintió que alguien lo tomó del antebrazo y lo jaló para que se hiciera a su lado, lo miró de reojo con una pequeña sonrisa y le dijo en un susurro.

—El último que llegue gasta el pan a la próxima —Izuku tardó un poco, pero sin perder tiempo, inició la persecución para alcanzar a quien era la única persona que le sonreía en la escuela.

O al menos, ese sería el último día en donde sería una sola sonrisa.

Pasó entre los demás miembros del plantel educativo. Evitando chocarlos —por obvias razones—, y así fue, hasta que a lo lejos divisó a una peli rosa.

Miraba hacia todos lados confundida, nadie le había explicado que ya era hora de entrar a clases, después de todo, no pudo escuchar el sonido que indicaba que el descanso había llegado a su fin.

Un maestro debería de hacer lo correcto y avisarle.

Debería...

Y si no llegaba, alguien tendría que hacerlo.

—¡Se me desamarró el zapato! —mintió para ver como la oji violeta se giró para mirarlo burlonamente—. La próxima vez yo ganaré.

—El día que lo hagas será todo un hombre —entró al salón, y tras ella varios chicos.

—Muy bien —dijo el peliverde, y fue hacia la recién ingresada.

Se acercó de a poco, y con claras señales de tener dudas sobre la actitud que ella podría tomar al hablar con un quikless. Aun en ese mundo, si el sordo tiene un poder, es mejor que el que nace sin el.

En cuanto se paró en frente de Shouko, sus miradas por fin colisionaron.

La actitud colaborativa de Izuku se vio en peligro por los nervios de la situación. Intentando calmarse, cerró los ojos con la esperanza de que calmar su mente.

Sin embargo, sintió una pequeña presión en su pecho que lo hizo salir cual cohete de su mente, volviendo a la realidad.

Shouko tenía una pequeña sonrisa, a la vez que le estiraba su cuaderno de conversaciones, junto con un portaminas de color rosa pastel.

—Oh, si —musitó en voz muy baja Izuku, y tomó la libreta entre sus manos.

Deslizó la mina sobre el papel, trazando sobre esta algunos kanjis, para que la chica los leyera con sencillez.

Bastó con un simple. "Se acabó el descanso".

El rostro de la chica reflejó su agradecimiento y tomó de nuevo su cuaderno y escribió en este.

"Gracias".

Así, ambos estudiantes, empezaron a caminar juntos hacia el salón de clases.

Para fortuna de los dos, no había nadie que les prestara atención, en su pequeño recorrido hacia el salón.

Aunque no intercambiaron palabra alguna, Izuku tenía en su cabeza la reproducción de una película generada por su imaginación, en donde la peli rosa, actuaba como los demás estudiantes y profesores, dejándolo de lado.

Las palabras de la peli negra, no abandonaron su cabeza del todo.

Tal vez, era solo cuestión de tiempo.

Tras su no muy largo camino, llegaron al salón. Para suerte de ellos, el maestro que les correspondía, aún no hacía presencia en el aula.

Aún perdido en fragmentos minúsculos del pasado, el pelo verde fue hacia su asiento de manera automática, prestando poca atención a su alrededor.

Se sentó, y sacó de su mochila lo que necesitaría para tomar la clase adecuadamente.

De lo que no se había percatado aquel pecoso, era que una compañera de aula había cambiado ligeramente el lugar desde donde tomaría las clases.

—Muy bien todos, empezaremos con japonés —dijo en voz alta el maestro para llamar la atención de todos—. Saquen sus cuadernos.

Todos hicieron lo ordenado sin rechistar.

—Comenzaremos con algo sencillo —tomó un barra de tiza y empezó a graficar cosas en la pizarra—. Presten atención.

—A estudiar —susurró el chico animado, aunque fue interrumpido por un toque en el hombro.

—¿Qué te dije? —preguntó Ueno con un leve puchero—. No haces caso...

—¿A qué te refieres, Ueno-san? —volteó su cabeza confundido, hacia ambos lados, encontrándose con un par de ojos castaños claros—. ¿Ah?

Un tierna sonrisa fue dirigida hacia el pelo verde que no pudo evitar sonrojarse. La niña nueva había se había cambiado de asiento, y ahora se encontraba a su costado derecho, mientras que por el otro lado, estaba la peli negra.

En cuanto el maestro empezó a dictar, el chico le pidió prestado el cuaderno a Shouko para tomar los apuntes por ella.

"Gracias, Midoriya-san".

"De nada".

—Tch —chasqueó levemente molesta—. Conmigo no fue así —susurró en voz baja y volvió a prestar atención a la clase.

Iba a ser algo larga.


—Nishimiya-san es genial —dijo alegre Izuku mientras diestras de él, una chica no estaba muy contenta—. Deberías hablar con ella, Ueno-san.

—¿Y si sólo está fingiendo? —sus ojos se apagaron por un momento—. No sería la primera vez qué pasa.

—¿Por qué te ciernas en decir que ella es mala? —recriminó indignado con la actitud que estaba tomando quien se supone debería estar feliz por él—. No te has dado la oportunidad de hablar con ella.

La chica apretó los tirantes de mochila con fuerza y se acercó a Izuku hasta estar bastante cerca de él, lo miró directo a los ojos, y soltó sus más sinceros pensamientos.

—No quiero que nadie te vuelva a lastimar, no mientras tu y yo estemos juntos.

Antes de que el chico pudiera siquiera decir algo, su amiga lo tomó de la mano, y lo comenzó a jalar hacia en frente.

—Lo siento.

—No confiaré en ella del todo, pero lo intentaré —dijo sonrojada, aunque Izuku no la logró ver—. Eso basta.

—¡Eres la mejor, Ueno-san! —sonrió emocionado el peliverde por la respuesta de la oji violeta—. Seguro serán buenas amigas.

—Me basta contigo —apretó un poco la mano del chico y redujo un poco el paso—. ¿Y tú?

—Ocupas más lugar de lo que crees.

No eran palabras claras, sin embargo, los sentimientos impregnados en esta, eras tan detallados como la más puras de las aguas.

—Somos dos...

Otra vez, confuso, pero a la vez. Tan fácil de entender, como si no fuera necesario de más.

—Deberías ir a tu casa, tu mamá ya llegó —señaló un vehículo de color rojo, y algo moderno—. Nos vemos mañana.

—Recuérdalo, somos dos —señaló de manera directa al pecoso que tragó saliva y asintió nervioso—. Adiós —agitó la mano y fue corriendo hacia su progenitora.

Izuku devolvió el gesto con la mano y siguió con su camino hacia su hogar, sin embargo, se detuvo en un parque cercano.

Corrió hacia los columpios, tirando su mochila hacia una de las bancas y tomando gran impulso con los pies, empezó a ascender y descender con gran velocidad.

Este era su momento de tranquilidad a solas.

O eso era lo que pensaba, hasta que escucho el sonido delas cadenas su costado. Giró su cabeza con rapidez para ver de qué se trataba, casi pierde el control de la velocidad por distraerse.

La cabellera rosada se empezó a mecer por la fuerza del viento, y mostró una pequeña sonrisa compartida hacia el pecoso.

—Ni-Nishimiya-san... —dijo feliz.

Ella no lo escuchó, aún así, no era necesario hacerlo, para saber que algo tan simple como ello, tenía una gran valor para Izuku.

No todos los días tenias un acompañante con quien jugar en el parque.

Sobra decir que las palabras no fueron lo que más sonaron en esa tarde. Las risas y pequeños quejidos producto del calor del sol era lo poco que se lograba discernir.

—Ya es hora —se acercó a la chica y le tocó el hombro con delicadeza para llamar su atención.

En cuanto la tuvo, señaló con el dedo la parte superior de un juego del lugar que constaba en una serie de tubos con numerosas intersecciones.

La chica entendió a que se refería, y ambos subieron hasta llegar a la cima, y se sentaron en el último tubo.

Sin perder tiempo, Izuku volvió a tocar el hombro de la chica, y tras eso señaló el astro rey, que empezaba a tornarse de un rojo anaranjado, y dándole al cielo un aspecto majestuoso.

—Está es la mejor vista qué hay en la ciudad —dijo, aunque era consciente de que ella no lo escucharía.

La frase dice "una imagen vale más que mil palabras". Era posible que entre tantas cosas que transmitiera el atardecer. Una de esas palabras de uso denotativo, le dejará algo más a Shouko.

No era la tarde más impresionante antes vista, sin embargo, si fue la mejor sesión de juego de parque que Izuku haya tenido en su vida...


—Buenos días, Ueno-san —saludó feliz el pecoso mientras llegaba a acompañar de camino a la escuela a la mencionada.

—Hola —saludó de manera simple, pero con una pequeña sonrisa—. ¿Hiciste las tareas?

—De hecho, las hice durante la clase —respondió de manera sencilla—. ¿Hoy si vamos juntos? —recibió un asentimiento con la cabeza—. Genial.

—Ayer me... —se quedó callada al ver como en la cera de en frente, se asomaban unos ojos de color café.

El pecoso iba a preguntar el porqué de su silencio hasta que se dio cuenta de que era lo que su amiga miraba.

No pudo evitar sonreír e ir hacia la chica.

—Es Nishimiya-san —agitó la mano en forma de saludo, cosa que fue respondida de manera tímida—. Es tu oportunidad para que la saludes.

—Oh, si...

—Ayer jugué con ella durante toda la tarde, incluso le enseñé desde donde vemos el atardecer —sonrió orgulloso de su avance social.

Ante lo dicho por el peliverde, la oji violeta lo observó de lado, y luego hacia la peli rosa de nuevo.

—Tch —chasqueó la lengua, para luego tomar de la mano al oji verde, y jalonó hacia en frente.

—¿Por qué me jalas?

—No lo haré sola —dijo un poco enojada, pero con un leve toque de vergüenza—. Recuerda lo que te dije.

—Ya que somos dos, yo siempre te ayudaré —aseguró convencido—. Era eso, ¿verdad?

La chica soltó un suspiro que mezclaba de forma dispareja dos emociones. No fue la mejor selección de palabras.

Era un pequeño avance, no mucho, pero lo suficiente para diferenciarse de ayer.

Y así termina el capítulo, un poco corto comparado con otros, espero que les haya gustado.

Dejen su estrella, cuando lleguemos a las 70, empezaré a escribir la continuación de esta simple y fumada historia.

Sin más relleno, me despido hasta la próxima, no sin antes dejar una votación.

#Team Ueno

o

#Team Nishimiya

Aquí se respeta la opinión de todos, excepto el Yaoi XD.

Continuará...

GottoCatch

Palabras usadas (Sin relleno): 1896

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