52. El amor no es negociable
Estoy agotada. De hecho, estoy más agotada que un domador de moscas en un picnic campestre y todo porque no he pegado ojo en toda la maldita noche desde que mi padre me mandó ese mensaje tan inquietante.
Llevamos un montón de horas de vuelo a cuestas y aunque le he pedido a Tyler que me diese una de sus pastillas naturales para dormir, yo no he conseguido pegar ojo a cuenta de los nervios y el miedo. Sí, he dicho miedo. Tengo muchísimo miedo. Mi padre se enfada pocas veces, pero cuando lo hace, rara vez mide la fuerza y energía que emplea en ello y suele tomar medidas drásticas. Aunque luego se arrepienta de ello y trate de rectificarlo.
El pobre de Tyler ya no sabe qué decirme para que me tranquilice y, ahora que estamos frente a nuestra casa en Nueva York, tengo la sensación de que me voy a desmayar porque es la hora de afrontar la verdad. Nuestra verdad. Me siento como un preso a punto de ser juzgado y con todas las papeletas para ser condenado a cadena perpetua o a la pena de muerte. Si va a ser una condena a muerte, que sea rápida e indolora, por favor.
Cuando Tyler se mudó aquí, a nuestra casa, jamás pensé que esto pudiera suceder... él y yo a punto de explicar lo "nuestro". Mis planes en aquel momento sólo eran conseguir ser la novia de Neal, deshacerme de Sam, ir a la fiesta de fin de curso con él chico popular y tal vez, ver si la cosa cuajaba cuando empezásemos la universidad. ¿Pero esto? No, esto queda muy, pero que muy lejos de lo que fueron mis planes una vez.
Definitivamente la vida puede ser muy perra. Tú tienes tus ideas y metas para alcanzar y ella decide hacer planes por ti y ponerte a prueba. Mi vida ha cambiado radicalmente desde que él puso un pie en esta casa e incluso ahora, habiendo pasado más de seis meses desde entonces, me parece como si todo fuese borroso antes de su llegada. Es como si no me pudiese reconocer en aquella Olivia que era antes de él. La que sólo pensaba en ropa, moda, popularidad, dinero, chicos guapos... ahora todo eso carece de sentido y lo único valioso es él y lo que siento por él. Por primera vez tengo algo que proteger, algo por lo que luchar para conservarlo.
En este instante, lo verdaderamente importante es que mi padre acepte nuestra relación y no piense que sólo se trata de un capricho más de los miles que he tenido en dieciocho años, porque sé que he sido una chica caprichosa y superficial, pero eso ha cambiado. Esta es la primera vez que de verdad quiero algo, que de verdad tengo miedo... miedo a perderlo. Por primera vez en mi vida me asusta la existencia de un futuro incierto. Me aterra la idea de vivir una vida sin él, una vida en la cual no pueda estar con él.
—¡Eh! Tranquila —me dice Tyler tomando mi mano y estrechándola con fuerza—. Estamos juntos en esto, ¿vale?
Le sonrío con gratitud. Menos mal que él es capaz de mantener la entereza que a mí me falta. Sólo tiene dos años y medio más que yo, pero admiro su madurez para estas circunstancias. Él siempre parece saber cómo actuar.
Entramos en la casa y encojo todo el cuerpo esperando la cuenta atrás para ese momento que me mantiene atormentada desde que mi padre me mandó ese mensaje tan poco amigable. Tyler deja las maletas junto a la puerta y me da un beso tierno en la frente antes de que pasemos a la cocina. Yo voy por delante y él me sigue. A cada paso que doy, puedo sentir el miedo y el nerviosismo correr por mis venas e invadir mi cuerpo por completo. La sensación es horrible.
Cuando pasamos por el vestíbulo, me aliso el vestido y tomo aire para afrontar la verdad. Paso a la cocina y me encuentro a Lia estática junto a la nevera. Lleva una bolsa en la mano y parece que estaba colocando la compra en los armarios, pero su cara se descompone al vernos y sus ojos viajan cargados de preocupación hacia mi padre, que permanece al otro lado de la cocina, sentado en la mesa y con un periódico en las manos.
Sus ojos se levantan lentamente del periódico hasta clavarse con dureza en los míos y juro que, en ese momento, al tragar saliva la siento como si me hubiese tragado una lija que raspa y daña mi garganta. Esto va a ser peor de lo que imaginé. Mucho peor.
Mi padre deja el periódico sobre la mesa con tanta calma que la inquietud se apodera de todo mi ser. No, esto no es bueno. Le conozco y sé que no es bueno. Avanzo hasta la mesa, decidida a explicarme antes de que mi padre explote, porque sé que toda esa aparente calma que transmite con sus gestos lentos y pausados sólo es rabia contenida. Se levanta de la silla y cuando se pone de pie frente a mí, toda mi valentía desaparece de un plumazo. Su ceño permanece tan hundido que deforma toda su cara en un semblante parecido a una de esas terroríficas máscaras de Halloween.
—Papá, déjame que te expli...
Pero no llego a terminar ni siquiera la frase. Su mano cobra vida en un movimiento rápido frente a mí y me suelta un bofetón fuerte y enérgico, que me deja los cinco dedos marcados en la cara. El picor y el escozor no tardan en aparecer, junto a la visión borrosa. Automáticamente me llevo una mano a la cara y le miro con espanto a través de mis ojos vidriosos.
Tyler reacciona rápido, pega un salto y de un empujón me aparta y se planta frente a mí cubriéndome con su cuerpo.
—¡No vuelva a ponerle la mano encima! —amenaza a mi padre al tiempo que levanta un dedo delante de su cara a modo de advertencia.
¡Por Dios! Esto no puede ir peor... no, peor imposible.
El ambiente es tenso al máximo. A mí se me ha formado un nudo en el estómago y siento una fuerte debilidad en las piernas que hace que pierda un poco el equilibrio. Las lágrimas se desbordan por mis ojos y se precipitan sobre mis mejillas, humedeciéndolas por completo. Todo parece transcurrir a cámara lenta y el dolor de los dedos de mi padre marcados en mi mejilla se hace latente, pero ese dolor no tiene ni punto de comparación al dolor que siento ahora mismo en mi corazón, que se quiebra a cada segundo que pasa, por la intensidad del momento en el que estamos.
Mi padre está furioso como no lo he visto nunca antes y respira nervioso haciendo que su pecho se agite sin control, mientras que sus fosas nasales se dilatan. Tyler lo mira con ojos de loco y yo... yo soy incapaz de hablar. Estoy completamente bloqueada porque es la primera vez que mi padre hace algo así. Jamás en su vida me ha pegado, nunca me ha puesto la mano encima y esto es algo totalmente nuevo. Nunca pensé que podría llegar a este extremo y todavía estoy en shock.
—¡Tyler! —exclama Lia dejando la bolsa de la compra sobre la encimera; consciente de que la cosa se está poniendo muy fea y de que todo esto puede terminar en una tragedia como no intervenga rápido—. Tranquilízate, por favor.
—¡No! —grita él girando su cuerpo a un lado para mirar a su madre con los ojos fríos como el hielo—. Me tranquilizaré cuando sepa que no le va a volver a poner un puto dedo encima.
Alzo la vista y veo que Lia viene rápido hasta nosotros y le lanza una mirada dura a su hijo. Está tan preocupada como yo, de eso no me cabe duda.
—Habla con respeto —lo reprende.
—Hablaré como me dé la gana —contesta Tyler apretando los dientes—. Si él no la respeta, yo tampoco lo haré. —Sus palabras salen rabiosas de su boca.
—Muchacho, ella es mi hija —interviene mi padre en un tono severo—. Haré lo que tenga que hacer, que para eso soy su padre —añade arrastrando las palabras.
Tyler se gira nuevamente hacia mi padre y le lanza una última mirada cargada de odio.
—No permitiré que vuelva a pegarle, señor Dallas. Si quiere una explicación, con gusto se la daremos, pero que le quede bien claro a usted y a mi madre que no les estamos pidiendo permiso por esto, ni tampoco nos vamos a disculpar por ello.
A mi padre le saltan chispas de los ojos y temo por un momento que se vayan a enzarzar en una pelea cuerpo a cuerpo. Con mucha alteración y las manos temblorosas, mi padre saca su teléfono móvil del bolsillo, lo desbloquea y tras verlo buscar algo deslizando sus dedos por la pantalla, gira el celular hacia nosotros.
Un vídeo comienza a reproducirse en la pantalla. Ahí está, todo queda claro en una fracción de segundo. Es un vídeo de nuestro momento romántico en la Torre Eiffel, donde Tyler permanece arrodillado frente a mí y yo acabo haciendo lo mismo. En el vídeo se aprecia cómo toma mi mano, besa mis nudillos y acabamos fundiéndonos en un beso frente a los aplausos y vítores de todos los presentes. ¿Cómo ha llegado eso al móvil de mi padre?
—Me lo mandó Lia —explica mi padre como si me hubiese leído el pensamiento—. Le llegó a su teléfono de parte de April. ¿Es esta la explicación que merecíamos Lia y yo? ¿Es así como debíamos enterarnos?
Todo el mundo guarda silencio durante un tiempo indeterminado. Tyler niega y cierra los ojos como si se diese cuenta de algo.
Esa puta no sabe hacer otra cosa que estar jodiéndonos la vida una y otra vez.
—Señor Dallas, yo le aseguro que no era nuestra intención que...
—¡Cállate, Tyler! —lo interrumpe mi padre alzando una mano de forma autoritaria—. Quiero que nos dejes a solas a mi hija y a mí. Tengo que hablar con ella.
Lia da un paso al frente y coloca una mano sobre el hombro de Tyler para captar su atención, pero está tan tenso que cuando siente la mano de su madre en contacto con su cuerpo, se revuelve de manera incómoda.
—Tyler, creo que tú y yo también tenemos una conversación pendiente. ¿Qué tal si nos vamos a dar una vuelta?
Él mira a su madre con una expresión neutra y luego me mira a mí. Sé que no quiere dejarme sola y no lo hará si me muestro indecisa, dudosa o asustada. Así que asiento intentando tranquilizarlo y luego rozo su brazo con mis dedos, pero mi padre me lanza tal mirada asesina que acabo retirando la mano inmediatamente.
—Está bien —le digo haciendo una pausa—. Vete a hablar con tu madre, no pasará nada.
—¿Estás segura?
Mi padre chasquea la lengua con fastidio.
—Sí, no te preocupes.
Finalmente, Tyler y Lia abandonan la cocina y me quedo sola frente a mi padre que me clava su mirada inquisidora con tal dureza, que yo sólo puedo agachar la mía sobre un punto fijo en el suelo.
—Me has decepcionado de la peor forma que podías hacerlo. Como padre he intentado ofrecértelo todo, he intentado ser el mejor padre posible porque no te creas que es fácil criar a una niña pequeña solo y sin ayuda. Te he pagado los mejores colegios, te he dado la mejor educación posible, he pagado todos tus caprichos, te he comprado mucha más ropa de la que necesitabas, no te ha faltado nunca comida, cobijo, viajes, cariño, libertad, confianza y así es como me lo pagas, con mentiras. Con mentiras descaradas.
—Papá yo...
—¡No he terminado! —me interrumpe de forma brusca mientras me encojo de hombros ante su advertencia. Ahora mismo me siento pequeña e insignificante frente a él—. ¿Desde cuándo?
Levanto la vista y veo el enfado teñir su rostro ensombrecido. Estoy tan nerviosa que inconscientemente me pongo a jugar con el dobladillo de mi vestido, retorciéndolo entre mis manos.
—¿Desde cuándo el qué? —digo sin pensar.
Mi padre empieza a caminar por la cocina con los brazos cruzados sobre su pecho como si fuese un sargento dirigiendo un pelotón de soldados.
—¿Desde cuándo lleváis ocultando esto?
Me fijo en que mi padre me observa con una calma fría, cosa que no me gusta un pelo. Me siento como si estuviese atravesando un campo de minas, donde cualquier paso en falso hará que todo estalle por los aires.
—No lo sé con exactitud —confieso.
Por su expresión descompuesta, sé que no le ha gustado mi respuesta. Quiere una contestación clara y concisa.
—Y yo que creía que no lo soportabas... me mentiste, Olivia. Yo estaba tranquilo porque pensaba que no lo aguantabas y hasta llegué a rezar porque os llevarais algo mejor, pero está claro que eso de mentir se te da muy bien.
—No te mentí, papá. Yo... yo en verdad no lo soportaba, pero eso cambió sin darme cuenta. Tienes que creerme, te digo la verdad.
—¿Te sedujo? ¿Ha sido cosa de él? ¿Te ha forzado a hacer algo que no querías? —Da un paso adelante con el rostro tenso y yo retrocedo otro hasta chocar con una silla.
—¿Qué? ¡Pues claro que no! Fue algo que surgió entre los dos, sin más. Él jamás me forzaría a nada —contesto con cautela y abrazándome a mí misma.
—¿Te has acostado con él, Olivia? —pregunta pillándome completamente desprevenida con esa pregunta. Es incómodo que tu padre te pregunte por tu vida sexual, la verdad. Inevitablemente, pienso en la opción de mentir, pero se me seca la boca y desvío la vista a un lado parpadeando con cierto nerviosismo. Me falta tiempo para pensar con claridad. Nunca he hablado de estos temas con mi padre, porque en esta casa cualquier cosa que tenga que ver con chicos siempre ha sido un tema tabú y ahora no sé cómo afrontar la verdad sin que se ofenda—. ¿En qué te has convertido? —dice mirándome con decepción como si hubiese interpretado mi silencio como un sí—. ¿En una cualquiera?
Se me llenan los ojos de lágrimas y esas palabras hacen que reaccione.
—No soy una cualquiera, papá —digo llorando a mares—. Sólo soy una chica que se ha enamorado.
Mi padre resopla y se frota la cara con desesperación. Apoya las manos sobre la mesa e inclina el cuerpo hacia adelante en una postura intimidatoria.
—¿Enamorada? —pregunta con los ojos coléricos—. ¡Qué sabrás tú del amor! Si sólo eres una niña. —Noto el desprecio en su voz y eso me desgarra el alma.
Abro mis ojos de par en par y le miro con cierta tristeza. No entiende que dejé de ser una niña hace tiempo. No entiende que debo vivir mis propias experiencias, cometer mis propios errores y que no puede tenerme eternamente bajo su protección.
—No, no lo soy —contesto elevando el tono y mostrándome firme por primera vez desde que he vuelto a pisar esta casa—. Ya tengo dieciocho años.
Se le escapa una risa que no pretende ser graciosa en absoluto.
—¿Y crees que eso ya te hace ser una persona madura? ¿Crees que ya lo sabes todo sobre el amor por tener dieciocho años? Mírate, Olivia —dice señalándome—. No tienes ni idea. Has cometido un grave error y ni siquiera te das cuenta de ello. ¿Quieres que te cuente cómo acabará esto? ¿Quieres que te lo diga? Esto acabará con tu corazón roto, porque los dos sois demasiado jóvenes para entender la complejidad del amor y las relaciones íntimas. ¿De verdad crees que serás la única chica en su vida? Cuando se canse de ti, te dejará rota y se buscará a otra, Tyler está en la edad de experimentar, no de atarse a nadie y menos a su hermanastra. Ha sido muy poco inteligente por tu parte.
No encuentro las palabras que puedan describir el profundo dolor que me provoca escucharle.
—¡Eso no es verdad! ¡Él no es así! —grito dando un paso al frente.
Mi padre me mira entre confundido y sorprendido por mi reacción.
—Despierta, Olivia. ¡Claro que es así! ¡Todos a su edad son así! Yo ya pasé por eso, también fui joven, ¿sabes? Sé cómo acaban estas historias.
—¡Pues entonces deja que seamos nosotros los que vivamos nuestra propia historia y nos equivoquemos si así tiene que ser!
Su cara se contrae en una mueca de profundo disgusto.
—¡Ni hablar! ¡No continuarás con esto!
No me doy cuenta hasta este momento de que estamos gritándonos mutuamente. Jamás le he gritado de esta manera a mi padre, pero no puedo controlar la rabia y frustración que siento. Cierro los ojos, me sorbo la nariz y vuelvo a abrirlos para hablar con la mayor determinación posible:
—Sí lo haré y no podrás impedírmelo —sentencio.
Mi padre palidece por momentos, pero no me importa. No renunciaré a Tyler. No renunciaré a él. Le amo con toda mi alma y jamás haré tal cosa. El amor no es negociable.
—No mientras vivas bajo mi techo. Lo mandaré de vuelta a Michigan, Olivia, te juro que lo haré. Te mandaré a estudiar fuera a ti o me separaré de Lia si es necesario, pero no continuarás con esto, te lo aseguro.
¿Qué? No doy crédito a sus palabras. No puede estar hablando en serio.
—¿Te estás escuchando? —pregunto con la voz frágil y a punto de quebrarse. En sus ojos atisbo un destello de arrepentimiento—. Sabes, oyéndote hablar de esa forma sólo me queda una cosa clara, el que no tiene ni puta idea del amor aquí eres tú. —Doy media vuelta y me encamino hacia las escaleras. Mi corazón palpita con fuerza y siento que en cualquier momento se detendrá. Oigo sus pasos detrás de mí, pero no me detengo.
—¿Dónde crees que vas? ¡Vuelve aquí! ¡No hemos terminado, Olivia!
Llego al pie de la escalera, me vuelvo y le lanzo la peor mirada que soy capaz de lanzar. Una que haga que se quede clavado en el sitio y no dé un paso más hacia mí. Tiene que empezar a entender que ya no soy la Olivia pequeña que obedece a todo sin rechistar. Que sobre mi vida mando yo y que también tengo voz para decidir por mí misma.
—Ya lo creo que hemos terminado. No me quedaré a escuchar a quien no está dispuesto a hacer lo mismo —replico sujetándome a la barandilla. Lo miro furiosa y después subo las escaleras y recorro el pasillo hasta entrar en mi habitación y cerrar la puerta de un portazo; uno tan fuerte que le deje claro a mi padre que no quebrantaré mis sentimientos.
TYLER
Llevo un rato escuchando un monólogo por parte de mi madre sobre el amor, la responsabilidad, las relaciones personales y el compromiso. ¿Esto es realmente necesario? Nunca hemos tenido estas charlas y no entiendo que me las tenga que dar justo ahora. La miro de refilón mientras vamos paseando, con el fin de que se dé cuenta de lo pesada que es.
—¿Me estás escuchando? —pregunta con el ceño arrugado.
—¡Claro! Como para no escucharte —contesto guardando mis manos en los bolsillos de la chaqueta y encogiéndome de hombros.
Mi madre detiene el paso y me mira con molestia.
—Tyler, esto es serio. Siempre te he dado toda la libertad del mundo porque sé que eres un chico juicioso y responsable, pero empiezo a pensar que me equivoqué contigo. ¿Con Olivia? ¿En serio? ¿Es que no hay más chicas en el mundo?
Vuelvo a sacar las manos de los bolsillos y alzo los brazos en señal de redención.
—¿Sabes qué, mamá? No me importa lo que creas. No me importa lo que creas ni tú ni Thomas. La quiero y ella me quiere a mí... fin de la historia.
Mi madre me mira atónita.
—Hijo, esto no es tan sencillo.
—Lo es. Es precisamente así de sencillo. A ver si te crees que lo hemos hecho con el fin de joderos la vida a vosotros —le espeto dándome la vuelta y caminando en dirección a la casa.
—¡Tyler! —me llama. —Pero no respondo. No tengo ganas de seguir con esta estupidez de sermón, donde nos tratan como si fuésemos dos criminales que han cometido un delito.
Llego a casa y veo a Thomas sentado en el salón frente al televisor que está apagado. Parece cansado y pensativo, como si su charla con Olivia no le hubiese salido bien. Me mira con irritación cuando paso por el salón, pero lo ignoro y me dispongo a subir mi maleta y mis cosas a mi habitación. Paso junto a la puerta de Olivia que permanece cerrada y me entran unas ganas horribles de llamar y entrar. Me gustaría hablar con ella, decirle que todo va a salir bien y que no se preocupe por esto. Quiero decirle que los que se tienen que hacer a la idea de esta nueva situación son nuestros padres, pero creo que es mejor esperar a que pase un poco la tormenta antes de hacer nada. Las cosas están demasiado calientes en este preciso instante y si entro en la habitación de Olivia, corro el riesgo de que Thomas suba y se monte un circo del horror. Es mejor esperar.
Una vez en mi habitación, cierro la puerta con pestillo, me quito los zapatos y me dejo caer sobre la cama expulsando todo el aire de mis pulmones.
Esto es una puta mierda... sabía que no les iba a caer bien la noticia de nuestra relación, pero jamás pensé que la reacción de nuestros padres iba a ser tan desmedida, la verdad. Especialmente con el padre de Olivia. Thomas tendrá que entender y respetar nuestra decisión, le guste o no, pero algo me dice que no será tan fácil.
De pronto me acuerdo de que la abuela Marie me entregó un sobre cuando estábamos en su casa. Me lo dio cuando me pidió que la acompañase un momento arriba, durante la merienda de bizcocho y café. Al darme la carta, me dijo que era de mi padre y que debía leerla cuando estuviese solo y de regreso a Estados Unidos. Bueno, pues ahora mismo creo que me siento más solo que nunca, así que supongo que es el momento idóneo para abrirla.
Saco la carta de mi bandolera y empiezo a juguetear con el sobre entre mis manos. Es un sobre blanco sin más, ni remite ni destinatario.
Una carta de mi padre... es raro. Lleva muchos años muerto. ¿Qué será lo que pone? ¿Será para comunicarme que soy heredero de una gran fortuna? Sonrío ante ese pensamiento.
Finalmente rasgo el papel para sacar una hoja escrita a mano.
¡Hola personitas!
✌🏻✌🏻✌🏻
¿Cómo va todo?
I know, he dejado el capítulo en un punto very interesante. No me matéis... hay que racionalizar 😅
Ops! ¿¿¿Eso de ahí ha sido un huevo 🥚???
Baia, baia... Qué feito se puso todo, ¿no? El padre de Olivia no acepta la relación 🙈 (qué dramático es este señor).
¿Os gusta cómo defienden los dos protagonistas su postura frente a los progenitores? Yo personalmente adoro la forma en la que Tyler defiende a Olivia ante su padre ❤️😍
¿Cumplirá Thomas con sus amenazas? ¿Será capaz de enviar a Tyler o a Olivia lejos para alejarlos? ¿Será capaz de separarse de Lia? ¿O simplemente se dejó llevar por la rabia del momento?
😨😨😨
DEDICATORIA:
Este capítulo se lo dedico a una lectora que se leyó la novela súper rápido y que además me lee en cada actualización ☺️☺️😉 (🌟 premio lector ⭐️)
Adoro los lectores que participan y comentan ❤️
@anitambro
¡Gracias por tu apoyo! 💖😘
Espero que os haya gustado el capítulo 👍🏻 si es así, por favor:
Acordaros de votar, comentar y compartir.
Aquí la humilde escritora os lo agradeceré infinito 🙋🏼♀️
Pd: Las pijas también sufren...y más cuando los padres no están de acuerdo con las pijas.
Besitos
😘😘😘
Sarhanda
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