50. París - Sincerarse es lo mejor

Me despierto con cierto grado de confusión, como esas veces en las que no sabes dónde estás ni en qué día de la semana te encuentras. ¡Dios, me estoy asfixiando del calor! ¿Por qué hace tantísimo calor aquí? Abro los ojos lentamente y veo que todo está oscuro, muy oscuro. De pronto, mis sentidos se despiertan al percibir su olor, esa esencia tan característica de él y que tanto me gusta. Tardo unos segundos en entender que mi cara está pegada a un tejido negro y que ese tejido corresponde a la camiseta de Tyler, de ahí que todo esté tan oscuro y huela tan malditamente bien. Su cuerpo está al completo enredado con el mío. Mis rodillas permanecen encajadas entre sus piernas flexionadas, mi cara está pegada a su pecho, sus brazos pasan por encima de mis hombros y su barbilla descansa sobre mi cabeza.

Ok, esto es raro... ¿en qué momento nos hemos envuelto de esta manera? Con el estómago encogido, empiezo a moverme lentamente hacia un lado para poder respirar y no morir asfixiada. Lo hago con la mayor delicadeza posible porque no quiero despertarlo, pero tan pronto como me muevo empieza a moverse él también.

—¿No estarás huyendo de mí? —me sorprende con su voz grave y ronca de no usarla.

Me quedo estática. No es una situación cómoda porque estoy abrazada a él, cuando en realidad sigo muy enfadada por el mensaje que le mandó ayer April. Bueno, ahora mismo lo que de verdad me cabrea es que no me quiera contar para qué van a quedar el jueves, eso es lo que realmente me mantiene tan encabronada.

—Necesito respirar —le digo en tono seco.

Lo oigo suspirar y me libera de su abrazo para darme el espacio que necesito. Sus ojos verdes se clavan en los míos y, por un breve momento, logran intimidarme con el brillo tan intenso que proyectan. ¡Dios! ¿Por qué tiene que tener esos ojos tan preciosos?

—¿Aún sigues enfadada conmigo? —me pregunta.

—Sí, hasta que no me cuentes lo de April no creas que esto va a cambiar —le aseguro.

Tyler se pone tenso a mi lado y, con una expresión de seriedad absoluta que me saca de mis casillas, dice:

—¿Vas a seguir con eso? —Me quedo callada y dejo que el silencio hable por mí—. Joder, Olivia. Nos quedan dos días aquí, los dos solos y lejos de casa. ¿Es que quieres estar así los dos putos días?

¡Wow! Ha dicho "putos".

Vaya, eso sí que no me lo esperaba. Yo soy la que debería estar enfadada, no él. ¿Con qué derecho se cree a hablarme así? Gruño y me incorporo en la cama sintiendo como los mismos nervios de anoche se vuelven a apoderar de mí. Definitivamente parece que estamos lejos de una tregua. Al menos por el momento.

—Eres tú el que alarga esta situación, así que no me culpes de que esto resulte tremendamente incómodo para los dos.

Estoy a punto de explotar y Tyler se da cuenta de ello, por lo que relaja sus facciones y suelta un largo suspiro, abriendo y cerrando los ojos de forma pesada. Levanto las sábanas para salir de la cama y alejarme de él, pero en cuestión de milésimas, Tyler se inclina hacia mí y me abraza por la cintura.

—Por favor, Olivia, no desconfíes de mí, te lo pido por favor. No quiero que lo hagas.

Bueno, esto tampoco me lo esperaba, pero reconozco que me agrada verlo agarrado a mí de esta forma y pidiéndome las cosas por favor. Es un pequeño avance.

—Ya no es una cuestión de desconfianza hacia ti —respondo—. Es una cuestión de que quiero que tengas la suficiente confianza en mí como para contármelo, como pareja que somos y con independencia de que ella te haya pedido que no se lo digas a nadie, sea lo que sea.

—Pues confía cuando te digo que no he quedado con ella para nada de lo que debas preocuparte.

Me revuelvo entre sus brazos y finalmente me suelta, se incorpora sobre un codo y me observa mientras me quedo sentada en el borde del colchón.

—Pues sí que me preocupo —protesto de mala gana—. ¡Por el amor de Dios, Tyler! Esa tipa no está bien de la cabeza.

—¿Por qué dices eso? —pregunta, mirándome con atención como si lo que acabase de decir le resultase totalmente de su interés.

Dudo si contarle lo de que esa loca me amenazó con un cuchillo y lo cierto es que creo que ya va siendo hora de que lo sepa, pero el miedo a que no me crea siempre está ahí, acechándome.

—Por nada —murmuro y le aparto la mirada.

Tyler vuelve a inclinarse hacia mí y me cubre la mejilla con la mano en una suave caricia que no rechazo. Suspiro al sentir el tacto de sus dedos recorriendo mi cara. Resulta demasiado agradable como para negarme a ello.

—¿Qué sucede? ¿Te ha hecho algo? —se preocupa removiéndose incomodo sobre la cama y colocándose más próximo a mí.

—Escucha —le digo, ignorando su pregunta—. Ten cuidado con ella, ¿vale? Esa chica está realmente obsesionada contigo, Tyler. No lo digo porque esté celosa ni nada por el estilo, es que de verdad te digo que no está bien de...

—Olivia —me interrumpe con suavidad—, sé que está obsesionada conmigo. Lo está desde mucho antes de que llegase a Nueva York.

El corazón me da un vuelco por su revelación. ¿Él lo sabe? ¿Lo sabe? Me refiero, ¿al punto que lo sé yo?

—Espera, ¿cómo? —le pregunto—. ¿Tú ya lo sabes?

Se encoge de hombros y se incorpora por completo hasta quedarse sentado a mi lado sobre el colchón. Le observó revolverse el pelo en un gesto de amargura y finalmente apoya sus antebrazos sobre sus rodillas en una actitud pensativa, mientras lo veo entrecerrar los ojos como tratando de encontrar la forma de explicarse. Nos quedamos unos segundos en silencio antes de que empiece a hablar.

—Sí... bueno, ella... ella me fue infiel, fue por eso por lo que terminamos.

¡Wow! Lo miro pasmada durante unos segundos sin saber qué decir. Un incómodo silencio reaparece entre los dos y mi cerebro se pone a funcionar tratando de trazar conexiones con esa información que me acaba de soltar. April infiel... desde luego jamás habría pensado que la relación que mantenían hubiese podido terminar por una infidelidad por parte de esa loca. Me quedo mirando al frente y pensando que igual sí tiene sentido que ahora trate de recuperarlo a toda costa; ella fue quien metió la pata y supongo que busca desesperadamente emendar ese error, pero mi abuela decía que el que se fue a Sevilla perdió su silla.

—Lo siento —balbuceo al fin.

Su mirada se encuentra con la mía en el espejo que hay frente a la cama de la habitación.

—Tranquila, no tienes que sentirlo. Eso ya está superado, al menos por mi parte lo está, pero ella no ha sabido pasar página de lo nuestro. Al principio pensé que era algo normal en el proceso de ruptura pues es la única que he tenido en mi vida, pero con el tiempo, me fui dando cuenta de que April tenía un problema más serio.

—Serio... —repito confusa.

—Sí, serio. —Tyler juguetea con sus dedos entrelazándolos con cierto nerviosismo sobre su regazo—. Empezó a llamarme a todas horas y a hacerme chantaje emocional con sus lágrimas. Es muy buena extorsionando a las personas, ¿sabes? Me hizo sentirme como una mierda y realmente llegué a pensar que el malo de la película era yo por lastimarla y no darle otra oportunidad. La cosa empeoró cuando empezó a perseguirme a todas partes y a ponerse celosa cuando hablaba con cualquier otra chica que no fuese ella. De hecho, agredió a una amiga que era vecina nuestra y a la que conocía desde que era un niño —traga saliva con cierta dificultad—. Ahí me enfadé mucho u me puse muy serio con ella. Luego me amenazó con cometer alguna locura si la abandonaba... y ahí, fue cuando decidí que debía actuar, ayudarla y buscarle ayuda profesional. No podía abandonarla así y permitir que cometiese alguna tontería por mí culpa. Eso no me lo habría perdonado.

Las manos de Tyler comienzan a temblar levemente y decido agarrarlas en un gesto de cariño y apoyo.

—No tenía ni idea —le aseguro.

El corazón deja de latirme y siento una fuerte opresión en el pecho que casi no me deja respirar. Ahora me siento francamente mal por él y mal por haberlo presionado con el tema de April para que me contase la verdad. Pienso que ha debido de pasarlo muy mal con todo este asunto y encima yo lo he empeorado con mi pataleta de niña pequeña. Nunca es grato ver que otro sufre por ti y mucho menos debe serlo que te hagan chantaje emocional.

—No quiero involucrarte con la mierda de mi pasado, Olivia. No quiero que todo esto te salpique de ninguna forma —dice rozando mi mirada con la suya—. Por eso prefiero mantenerte al margen de ella y por eso no te he dicho que aún halaba con ella. Prefiero mantenerte alejada de sus obsesiones y que no te tenga en el punto de mira, es lo más seguro para ti.

Cierro los ojos sintiéndome un tanto abrumada con la situación y me relamo los labios antes de abrir la boca para hablar, porque sin darme cuenta se me han secado.

—Yo... creo que haces bien contándomelo, Tyler —le digo—. De todos modos, ya es tarde para querer alejarme del problema.

Se vuelve hacia mí en un movimiento rápido que logra sobresaltarme.

—¡¿Cómo?! ¿A qué te refieres?

La manera en la que me mira es de desasosiego absoluto.

—Bueno—murmuro—, la noche de mi cumpleaños, la que lo hicimos por primera vez... ya sabes, cuando salí de tu dormitorio tras nuestra pequeña charla sobre el tejado, me la encontré por el pasillo de casa y me empujó de malas formas para entra en mi habitación. Una vez allí me acorraló en una esquina y me amenazó con un cuchillo.

—¿Qué? —exclama Tyler poniéndose en pie de un brinco y elevando las cejas—. ¿Eso es cierto? ¿Por qué no me lo has contado antes?

Le dedico una mirada neutra y finalmente dejo caer mis hombros con una fuerte exhalación de aliento mientras que él, permanece de pie frente a mi mirándome con estupefacción.

—Yo quería contártelo, Tyler, pero a la mañana siguiente me fui a casa de Jess porque necesitaba alejarme de mi casa y luego pues apareció Neal y ya sabes el resto de la historia...

Gruñe unas cuantas palabrotas y se arrodilla frente a mí buscando de forma desesperada mi mirada.

—¿Qué te hizo? ¿Te hizo daño? Dime lo que te hizo....

De pronto lo veo tenso, serio y lo noto por cómo se le hincha la venta de su frente despejada. Me giro y pongo los ojos en blanco de una forma exagerada.

—Tranquilízate, Tyler. No me hizo nada, pero sí logró asustarme, la verdad. Me dijo que sí me volvía a acercar a ti, lo lamentaría.

—¡Maldita sea! ¡Te amenazó ! —exclama en un arranque furioso—. ¿Cómo es que has tardado tanto en decírmelo?

—¿Me has escuchado antes? ¡No me diste opción a contártelo!

Tyler se pone a resoplar y empieza a caminar por la pequeña estancia con sus ojos verdes brillando llenos de rabia.

—Da igual, me lo tenías que haber dicho de todas formas —se limita a decir—. ¿En todo este tiempo no has encontrado el momento? ¿En serio?

No si encima voy a tener yo la culpa...

—Perdóname si a veces te comportas como un idiota y no encuentro la forma de llegar a ti —le espeto apartándome el pelo de la cara. ¿Cuándo era el buen momento s fin tú, Tyler?

—¡Cualquier momento! —protesta en un tono tajante.

No puedo evitar fruncir el ceño un tanto desconcertada, pero también molesta.

—¿Cualquier momento? —le pregunto poniéndome en pie yo también para encararle—. ¿Cómo cuál? ¿Cómo cuando me acusabas de haber quedado con Neal? ¿O cuándo apareciste en la cena de gala de fin de año con ella de acompañante? No, ya sé —digo levantando las palmas de mis manos fingiendo leer un letrero imaginario—. El momento adecuado era cuando os vi besándoos en la pista de baile. Sin duda, ese era el momento exacto para decírtelo.

Tyler suspira, se deja caer de espaldas contra la pared y cierra los ojos. Parece tocado y hundido.

—Vale, puede que tengas razón. Puede que no te haya dado muchas oportunidades para hablarlo conmigo, pero igualmente pienso que has tardado demasiado.

—¿Y qué? ¿Qué cambia que te lo cuente? —inquiero encogiéndome de hombros.

Tyler abre los ojos de golpe y me lanza una mirada turbia.

—¿Qué cambia? ¡Cambia todo! —exclama como si fuese evidente—. El jueves he quedado con ella porque vamos a visitar a un psiquiatra bastante prestigioso que resulta ser el padre de un compañero de universidad al que le he pedido el favor. Es vital que reciba asistencia, no puede ir por ahí amenazando a la gente con cuchillos ni puede seguir acosándome. Tampoco puedo permitir que te pase algo malo, Olivia y sinceramente, ya no sé de qué es capaz y de qué no. Estoy preocupado. Cuando la vea el jueves voy a tener una larga conversación con ella.

Se hace el silencio entre los dos hasta que, de pronto, avanza hasta mí y me abraza. Destenso mi cuerpo, que hasta ese momento no me había dado cuenta de que estaba agarrotado, y cierro los ojos dejándome llevar por su gesto.

—Tranquilo, supongo que se acabará cansando y nos dejará en paz.

—Sé que todo esto es culpa mía, Olivia y lo siento.

Dios mío, ¿Está reconociendo errores? Hemos hecho progresos entonces.

—No tienes la culpa de que ella está desequilibrada, Ty —le digo mientras me separo de él.

—Tengo la culpa de haberla dejado entrar en tu vida, en nuestras vida —rectifica rápidamente—. Tampoco pensé que me seguiría desde Míchigan, la verdad. El día que apareció en tu casa me quedé helado porque pensaba que al mudarme de ciudad lograría cerrar ese capítulo para siempre. Aquella tarde tuve una larga conversación con ella en mi habitación y me dijo que estaba tomando una nueva mediación y recibiendo un buen tratamiento médico. Me juró que estaba todo controlado y yo como un idiota me lo creí. ¡Joder, qué imbécil!

—No eres ni un idiota ni un imbécil, Tyler. Sólo eres demasiado bueno para una arpía de ese calibre. 

Me mira y en sus labios se dibuja una media sonrisa.

—Yo soy más apropiado para las remilgadas.

—No te haces una idea —aseguró devolviéndole la sonrisa.

Se inclina para darme lo que en un principio creo que será un beso fugaz, pero no. Separa mis labios con los suyos e introduce su lengua húmeda, inundándome de su inconfundible sabor por cada rincón. De pronto, todo a nuestro alrededor pierde fuerza, brillo, importancia... un beso es suficiente para hacer que lo olvide todo.

Aprieta mi cuerpo contra el suyo con fuerza y me besa de aquella manera que logra encendernos con tan solo tocarnos.

—Estrellita brava —susurra, con su boca aún pegada a la mía.

—Dime —contesto todavía extasiada por el beso que nos acabamos de dar.

—Después de tanto discutir me han entrado unas ganas locas de follarte. 

Se me escapa una risita tonta y estúpida entre los labios.

—Pues no sé a qué esperas —gimo entre beso y beso.

Tras pronunciar esas palabras casi mágicas, su beso se vuelve más rudo y enérgico y, como una invitación a la provocación, empezamos a arrancarnos la ropa, prenda por prenda y recorriendo con nuestras manos cada elástico, tirando de cada costura y rasgando las telas que cubren nuestra anatomía.

Sin mediar palabra, me agarra de la cintura y me lanza sobre la cama, para quedarse quieto observándome con insistencia.

—¿Qué? —replico al ver que el silencio se prolonga mientras me mira desde su altura.

—Estás tan guapa cuando te enfadas y arrugas esa pequeña naricilla que tienes.

Me vuelo a reír y arrugo la nariz a propósito.

—¡Eso es mentira! —digo entre risas.

—De mentira nada —replica, y se inclina hacia adelante con una mueca traviesa—. Nena, en dos horas y media tenemos que estar en el aeropuerto así que vas a saber lo que es que te echen uno rapidito.

Tyler apoya las rodillas en el colchón y lo hace de forma tan sexy y sugerente que de repente soy incapaz de respirar y ya ni recuerdo como se traga saliva. El deseo por él me golpea como un fuerte latigazo, que impulsa mis anhelos hasta el cielo.

Clava por última vez sus ojos verdes en los míos con una mirada desenfocada y de manera decidida me separa las piernas y cuela su cabeza entre ellas. El instinto por detenerlo cobra vida con urgencia en cada célula de mi ser, que se me paraliza por completo al intuir sus intenciones. Escucho todas las alarmas encendidas en mi cerebro.

—Tyler... —Siento que me arde la cara de la vergüenza.

No sé por qué, pero siempre he pensado que esto es demasiado íntimo. No sé lo que es el sexo oral, nunca lo he practicado, pero siento que es como dar un paso más allá en una relación.

—Tranquila, me apetece hacerlo —susurra besando la cara interna de mis muslos.

—Pero yo nunca...

—Ya—me interrumpe en voz baja—. Yo tampoco lo he hecho nunca, así que será algo nuevo para los dos.

Y esa simple confesión hace que mi deseo por probarlo se multiplique por mil.

Extra

Sip, el capítulo quedó donde lo dejé arriba, sorry.
Os dejo aquí un pequeño extra que se me ocurrió cuando hacía el booktrailer y que me pareció gracioso para incluir en la historia.

Hacemos la maleta a toda prisa para irnos al aeropuerto cuando de pronto, escucho mi movil vibrar sobre la mesilla de noche y se ilumina la pantalla.

Me acerco hasta allí para recoger el teléfono y leer el mensaje cuando descubro que se trata de mi amiga Jess.

Jessica:
¡Hola linda! ¿Qué tal te va en París? Espero que muy bien 😏😏😏
Por cierto, me he tomado la libertad de meter en tu maleta un par de modelitos de leopardo bien sexis para tus momentos salvajes con Tyler. Los tienes en el bolsillo exterior de tu maleta. Por favor, cuando vuelvas a Nueva York quiero que me des todos los detalles de vuestros encuentros salvajes. Mientras tanto, disfruta 🔥
Te quiero, fea 😜

—No puede ser —digo dirigiéndome a mi maleta para comprobar que eso que dice es cierto.

Tyler se queda paradao con una camiseta en las manos que estaba doblando y me mira atento.

—¿Qué pasa? —pregunta curioso.

—Nada —farfullo abriendo la cremallera de la maleta de un tirón y sacando los dos tops de estampado felino, horrendos y espantosos.

Sólo Jess puede considerar esto tan feo como algo sexy.

—¡Oh, nena! —exclama Tyler al verme con los dos trapos en la mano—. Veo que vienes con toda la artillería pesada —se brula. Su mirada se encuentra con la mía mientras me sonríe de oreja a oreja.

—Es cosa de Jess —le aclaro—. Pretende que use esta mierda para una noche salvaje contigo y que después le cuente todos los detalles.

Tyler deja su camiseta doblada en su maleta y se acerca hasta mí para tomar las dos prendas entre sus manos y examinarlas sin abandonar la sonrisa de su rostro.

—¿Quiere que lo usemos dices?

Suspiro y asiento, pero Tyler me mira con los ojos llenos de brillo y parece que esa ocurrencia le resulta de lo más divertido.

—Tengo una idea —dice al fin.

Una idea... me dan miedo las ideas de Tyler.

Quince minutos después le mando un mensaje a mi amiga junto con un vídeo.

Asunto del mensaje : Tyler y yo, sexo duro contra el muro y la Torre Eiffel de testigo.

¡Hola Jess! Aquí en París todo genial. Muchas gracias por los tops de leopardo que me has metido en la maleta. Nos han venido genial para nuestro encuentro salvaje y para agradecértelo, hemos decidió mandarte un vídeo donde te mostramos lo bien que lo hemos pasado y de ese modo no tendrás que esperar a que volvamos para que te dé todos los detalles. Espero que con esto quede saciada toda tu curiosidad 😜
Besos, fea.

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

¡Hola personitas del camino!
🙋🏼‍♀️🙋🏼‍♀️🙋🏼‍♀️🙋🏼‍♀️

¿Qué tal les trata la vida? A mí siempre me da una de cal y otra de arena...
😫

Me he retrasado un poco con la actualización porque he tenido una semana un tanto complicada y porque también he empleado tiempo en hacer el booktrailer de la historia, que ya tocaba hacerlo.

Bueno... ¡Al fin Olivia le ha contado a Tyler lo de las amenazas de April!!!!!
👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻

También hemos descubierto por qué Tyler había quedado con su ex. Alguna fue bien malpensada 😂😂😂

El extra que os he dejado al final del capítulo, es porque me hizo gracia ya justamente sale de fondo la Torre Eiffel y llevan ropa de leopardo, el estampado preferido de Jess. Era sólo una broma para amenizar el capítulo.

Ahora sí, se van a visitar a los abuelos de Tyler...
¿Eso saldra bien o mal? Habrá que esperar para descubrirlo.

DEDICATORIA:
Este capítulo se lo dedico a una lectora muy especial y que además, siempre me anima mucho a seguir escribiéndole gracias a sus cumplidos 💖😍😜
Tanya-Samara
¡Muchísimas gracias! Me encanta contar contigo como lectora.
Te agradezco de 💖 que estés ahí en cada actualización 😘

¿Me he ganado un voto? 👍🏻🙄

Pd: Las pijas también sufren... pero las antagonistas también pueden llegar a sufrir.

¡Besos de aquí a la luna!
Nos leemos pronto
😘😘😘
Sarhanda

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