37. La otra cara

April abre rápidamente la puerta de mi habitación y me empuja con fuerza hacia dentro. Cierra la puerta con pestillo, no sin antes asomar fugazmente la cabeza por el pasillo, y me empotra con violencia contra la pared. Del fuerte impacto, dejo caer el diario de Tyler al suelo y emito un pequeño gruñido.

—¡Maldita zorra! ¿Te has acostado con él? —pregunta, mirándome con las cejas levantadas y clavándome los dedos en un brazo.

—¡Suéltame! —protesto.

Trato de forcejear y en ese momento saca un cuchillo de cocina que no le había visto hasta este momento, y me lo coloca en el cuello, ejerciendo la presión justa para no cortarme con él, pero la suficiente como para dificultarme la respiración. Todas las alertas se me disparan.

—¡Contéstame! —insiste ella.

Sus fosas nasales aletean con intensidad y sus pupilas se mueven a la velocidad del rayo, recreándose en el terror reflejado en mi cara.

—Por favor, tranquilízate —le digo tratando de calmarla, pero está muy nerviosa y a mí me tiemblan las piernas como dos gelatinas.

Procuro adoptar una actitud tranquila, pero es realmente complicado cuando te tienen amenazada con cortarte la yugular.

—¡Joder, no me voy a tranquilizar! He visto cómo salías de su dormitorio, así que dime, ¿te has acostado con él o no?

A April le tiembla tanto la voz de la rabia, que por un momento pienso que de verdad va a clavarme el cuchillo en el cuello y empiezo a temer seriamente por mi vida.

—No —miento.

April expulsa el aire ruidosamente entre sus dientes.

—Me cuesta creerlo —susurra contra mi cara apretando con fuerza mi barbilla.

—April, tranquilízate. Vamos a hablar las cosas como dos personas adultas.

De pronto, me doy cuenta de que esto se le puede ir de las manos en cualquier momento y acabar en una tragedia, así que decido colocar lentamente una mano sobre el cuchillo para apartarlo. April pega un fuerte gruñido para que desista, y yo me doy un golpe en la cabeza contra la fría pared, más que nada porque doy un salto del susto que me pega.

—¡No quiero hablar nada contigo! Quiero que dejes de acosar a mi novio. Sé perfectamente lo que hacen las putas como tú.

—No soy ninguna puta.

—Sí lo eres. Cuando te acuestas con el novio de otra chica, te conviertes en una puta sin escrúpulos.

—Tú no eres su novia, April.

—¡Sí, lo soy! ¡Maldita zorra! No he dejado nunca de serlo, él sólo está confundido y tú tienes mucha culpa en eso, pero me quiere a mí.

Con todo esto, su agarre en mi barbilla no se afloja ni una sola vez y traza una línea recta con la hoja del cuchillo sobre mi piel sensible provocándome un terrorífico escalofrío que eriza todos los pelos de mi cuerpo.

—Por favor, no me hagas daño —suplico desesperada y con los ojos cristalinos, ella me sonríe con una frialdad capaz de congelar un continente entero.

Siento una gota de sudor bajar por la parte posterior de mi cuello. Estoy muerta de miedo y miro a mi alrededor buscando algo con lo que defenderme, pero no hay nada a mi alcance.

—Ya no te parece tan divertido, ¿verdad? Te advertí, Olivia. Te advertí de esto, pero no me hiciste ni puñetero caso. ¿Tanto te costaba mantener las putas piernas cerradas? ¿Eh? Claro, las putas como tú no saben mantenerlas cerradas.

Me quedo petrificada escrutándole la cara desencajada por la rabia y pienso en gritar, defenderme, salir pitando de aquí, pero no puedo hacer nada de todo eso. Estoy paralizada del miedo contra la pared y me siento indefensa frente a esta chica que está completamente grillada y armada. Cualquier paso en falso que dé puede acabar muy mal. Dos lágrimas surcan mis mejillas empapándome la cara y siento la nariz cada vez más cargada, obligándome a respirar por la boca.

—April, hablemos las cosas, pero por favor, aparta el cuchillo de mi cuello o acabarás haciendo alguna desgracia.

—¡Desgracia la tuya! —grita, y yo me preparo para recibir un tajo en el cuello, pero para mi sorpresa aparta el cuchillo en un movimiento brusco y retrocede un paso atrás soltando mi mandíbula dolorida.

Me atraganto y empiezo a toser frotándome el cuello con insistencia e intentando recuperar el aire que había estado conteniendo todo este rato.

—Por favor, suelta eso —digo señalando el cuchillo que aún empuña.

—Creo que no has entendido nada. Es la segunda vez que te advierto, pero no habrá una tercera. Si te vuelvo a ver con mi novio, salir de su dormitorio o hacer cualquier cosa extraña con él, juro que te mato. Te mataré sin ningún tipo de remordimiento. Tyler es mío y de nadie más, ¿te ha quedado claro?

Asiento y apoyo mis manos en la pared para no caerme y recomponerme lo más rápido posible, pero mis piernas tiemblan tanto que me sorprende que aún siga de pie frente a ella. Hasta que no la vea salir por la puerta no puedo bajar la guardia.

—Espero por tu bien que esta vez obedezcas  —dice pasándose el cuchillo por la yugular de un modo amenazante, antes de abrir el pestillo de la puerta y salir de mi habitación.

Tan pronto como pone un pie fuera, cierro la puerta de golpe y echo el seguro como si eso me pusiese a salvo de su demencia. ¡Dios mío! ¡Está loca! ¡April está como una puta cabra! Es totalmente bipolar y la tenemos durmiendo en casa como si nada. Además, esta obsesionada con Tyler...

Trato de recuperar la respiración normal poco a poco y me seco las lágrimas con las manos.

<<Tengo que hacer algo>>, me digo mientras doy vueltas por la habitación de forma desesperada y temblando todavía. No puedo permitir que haga daño a Tyler, a mis padres o que me haga daño a mí, pero si le cuento esto a alguien, puede que acabe llevando a cabo sus macabras promesas y no se porque, la veo muy capaz de hacerlo.

Recojo el diario de Tyler del suelo y me siento sobre la cama, subo las rodillas hasta el pecho y tratando de hacerme un ovillo. Ahora mismo lo que necesito es pensar con claridad, pero estoy agotada, consternada y demasiado angustiada como para despejar mi mente. Tengo sed, pero tengo tanto miedo de volver a salir ahí fuera que prefiero quedarme en mi habitación, antes que bajar a por agua y correr el riesgo de cruzarme con esa loca. Me tumbo sobre la almohada y empiezo a darle vueltas a todas las cosas que he vivido en este día, que sin duda, ha sido el más largo y extraño de toda mi existencia. Poco a poco y dándole más vueltas a todo que una peonza, el sueño me va venciendo hasta caer en brazos de Morfeo.

Por la mañana salgo disparada de casa, sin desayunar y por suerte no me cruzo con nadie antes de abandonar la vivienda. Necesito salir de ahí y contarle a alguien lo que me ha pasado la noche anterior, y Jess es la perfecta, ella me escuchará y sabrá aconsejarme.

Cuando estoy delante de su casa, me bajo del coche de Jess que tomé prestado la noche anterior y toco al timbre de la gran puerta principal. Es una de esas puertas majestuosas y blancas con cristales adornados a los lados y decorada con una ornamentación de estilo clásico. Espero un rato y para mí sorpresa, me abre la puerta un Brendan despeinado y soñoliento, que sólo lleva puesto un pantalón largo de algodón y que expone todos los músculos de su magnífico y trabajado torso al público, que en este caso soy yo. Inmediatamente me siento avergonzada y no sé a dónde mirar. Esto no me lo esperaba e instintivamente inflo mis mofletes y abro los ojos como platos intentando mirar un punto fijo en el suelo.., o cualquier sitio que no sea su pecho descubierto, pero no... no estoy ciega.

—Esto, hola Brendan.

—Hola, pasa —me saluda echándose a un lado para que entre—. Tu amiga se está duchando, no tardará en salir.

Entro y tras cerrar la puerta le sigo hasta la cocina intentando no darle importancia al hecho de que va medio desnudo por la casa de los padres de Jess, cuando un maravilloso olor a tortitas de caramelo inunda mis fosas nasales. En medio del silencio, se escucha un fuerte rugido de mi estómago recordándome que no he desayunado nada esta mañana, y Brendan me sonríe removiendo tortitas en la sartén que tiene puesta en el fuego.

—Le estaba preparando el desayuno a Jess, ¿quieres que te sirva a ti también?

Asiento ligeramente. En otra ocasión me habría negado, pero hoy estoy muerta de hambre y además, ¿quién en su sano juicio diría que no a unas tortitas recién hechas?

—¿Los padre de Jess no están? —pregunto incómoda por tener que estar con este chico sin camiseta en un espacio pequeño.

—No, se fueron el viernes a Philadelphia de visita familiar con el hermano de Jess.

Brendan saca un exprimidor eléctrico de un armario y corta naranjas sobre una tabla para cortar. Qué suerte tiene mi amiga. Yo también quiero que me preparen el desayuno por las mañanas... quiero ver a Tyler así, sin camiseta y trayéndome el desayuno a la cama.

—¿Recuperaste lo que era tuyo?  —le oigo preguntar de espaldas a mí haciendo que abandone mis pensamientos.

—¿Qué?

—Anoche... ya sabes. Querías las llaves del coche de Jess para recuperar lo tuyo  —Me guiña un ojo con picardía y se pone a exprimir naranjas tensando todos los músculos de su brazo.

Me aclaro la garganta muerta de la vergüenza. ¿Por qué me pregunta eso?

—Sí, bueno... lo hice.

—Me alegra saber que después de todos los malentendidos, has arreglado tus diferencias con Tyler. Hacéis muy buena pareja, me alegro por vosotros.

Le hago una mueca a Brendan con la boca, que no sé si se puede considerar una sonrisa. Juro que en este momento deseo que se abra un agujero en el suelo y me trague. No es cómodo hablar de relaciones personales con el novio de tu amiga, estando los dos solos, y menos si este está medio en pelotas preparando el desayuno.

Justo entonces aparece Jess en la cocina, con el pelo húmedo y envuelta en un albornoz blanco. Se acerca a Brendan y le arrebata el vaso de zumo recién exprimido de las manos para pegarle un buen trago.

—Gracias, cariño —dice devolviéndole el vaso al rubio y dándole un beso corto en los labios—. ¡Oli! —me saluda con un fuerte abrazo que casi me deja sin aire.

—Hol... —empiezo a decir.

—¡Quiero todos los detalles de lo que pasó anoche con Tyler! —me interrumpe con un grito, sobresaltándome—. ¿Te has acostado con él? —pregunta como si su novio no estuviese presente y el pobre se atraganta con el zumo de naranja detrás de nosotras, haciendo que nos giremos las dos a la vez para mirarle.

Jess tira de mí y me obliga a sentarme en la mesa, pero le dedico una mirada asesina, ocultando mi vergüenza a Brendan. A veces tengo ganas de taparle la boca con esparadrapo a mi amiga. ¿No se dará cuenta de lo incómodo que es que se comporte así? ¿Es que no piensa las cosas antes de hablar?

—Bueno, Jess, no creo que sea el mejor momento para...

—¿Eso es un sí? —me vuelve a cortar dando palmaditas de alegría.

Brendan se echa a reír por su efusividad y eso no le hace ni pizca de gracia a mi amiga, que alarga el brazo y le propina un pequeño puñetazo en el hombro a su chico.

—¡Ouch!  —se queja Brendan frotándose el hombro y frunciendo el ceño de dolor—. Mejor me voy a pegar una ducha antes de que me entere de alguna cosa que no deba.

El rubio abandona la cocina y Jess se gira para mirarme con los ojos iluminados por la curiosidad. Resoplo frustrada y apoyo un codo sobre la mesa.

—¿Qué quieres saber Jess? —pregunto con la voz monótona.

—Sí, ya sé que es una pregunta muy impertinente, pero venga, sólo quiero saber si ya lo has hecho con el chico sexy, alías cuerpazo de escándalo.

—¿Sabes?, tu curiosidad es excesivamente morbosa —Jess me mira decepcionada y tras unos segundo de silencio me confieso.— Vale, sí, lo hemos hecho, ¿contenta?

—¡Oh, Dios mío! ¡Sí!—grita dando un brinco sobre la silla—. ¿Y cómo fue? Cuéntame, cuéntame... quiero saberlo todo.

—Maravilloso.

A Jess se le borra la sonrisa de cuajo.

—¡Joder, Oli! Extiéndete un poco más en los detalles, hija...

—¿Y qué quieres que te diga?

—Pues no sé, cuéntame cómo acabasteis en eso. ¿O es que cuando llegaste a casa estaba él ya allí tumbado en la cama, esperándote cual espartano con todo lo duro para arriba?

¡¿Qué?!

—¡Jess! —exclamo escandalizada.

—Oh vamos, es una forma de hablar, ya me conoces.

Bufo molesta por su comentario y me acomodo en la silla mientras Jess devora una tortita de caramelo que acaba de enrollar.

—Pues, no lo sé... simplemente hablamos y finalmente sucedió. ¡Ay, oye! ¿No quiero hablar de esto! He venido porque necesito contarte otra cosa.

—¿Otra cosa? —repite con la boca llena y frunciendo el ceño.

—Sí, anoche estuve hablando con Tyler, estábamos sobre el tejado de casa y cuando salí de su habitación, April me vio salir de allí.

—¿Lo habéis hecho sobre el tejado de tu casa?

Su pregunta me desconcierta y hace que la mire parpadeando durante unos segundos.

—¿Qué? ¡No!

—Ah, que lástima —responde torciendo el gesto con desilusión mientras sigue masticando—. Me lo había imaginado ahí a tope romántico bajo un cielo cubierto de estrellas y con el morbo de poder ser descubiertos por algún vecino cotilla.

—¡Jess! —la regaño consternada.

—Ay, sí, perdona. Dime, saliste de su habitación y April os vio. ¡Un momento! ¿April está en tu casa?

—Sí, volvió de Míchigan esta semana y se quedará en mi casa hasta que encuentre un piso de estudiantes. Pues como te decía, me vio, pero lo peor de todo es que después de eso me amenazó con un cuchillo.

—¿Cómo? —pregunta mi amiga con incredulidad y traga la tortuga que estaba masticando.

—Lo que oyes. ¡Está loca, Jess! Me acorraló en mi habitación a solas y me dijo que si volvía a acercarme a él me mataría.

—¿Te amenazó de muerte?

—Sí, está obsesionada con Tyler —digo jugando nerviosa con un mechón rebelde de mi pelo—. En realidad no es la primera vez que me amenaza. ¿Recuerdas la noche que fuimos a Magnum? Pues una de las veces, cuando iba a la baño, también me amenazó, pero a diferencia de aquella vez, está lo ha hecho poniéndome un cuchillo en el cuello.

—¿En el cuello? ¡Dios mío, Oli! ¿Estás bien? —pregunta en tono preocupado.

—Sí, pero estoy muy asustada. Si me vuelvo a acercar a él, me hará daño, lo sé —contesto algo inquieta y con los ojos empañados.

Jess se levanta y recorre la cocina, pensativa. Se apoya en la puerta con la mirada perdida como si estuviese tramando algo.

—Esa tía se va a enterar de lo que vale un peine. Esto no va a quedar así —dice finalmente muy furiosa.

Respiro hondo y cierro los párpados. Cuando los abro estoy llorando a lágrima viva. Todo esto me supera y no sé cómo actuar ni qué hacer.

—No creo que sea buena idea. Tengo miedo, Jess... esa tía es peligrosa. No está bien de la cabeza.

Mi amiga corre hasta mí y me estrecha contra su cuerpo en un gran abrazo.

—Tranquila, Oli. Pero Tyler debe saberlo. Debes contarle lo que te ha pasado, no puedes dejarlo al margen de esto.

–Ya, pero tengo miedo.

Mi amiga me atrae más contra sí y me acaricia la espalda tratando de tranquilizarme, pero no sé porque, no puedo dejar de llorar; supongo que es porque al fin suelto todos los nervios que estaba almacenando en mi cuerpo desde el incidente con April.

¡Hola personitas!
😜😜😜😜

Estoy muy contenta porque pese a que se me han acabado las vacaciones, estamos de puente festivo aquí
💃🏼💃🏼💃🏼💃🏼
¡Yujuuuuuuuuuu!
Me voy directa a la playa 🏖

Bueno, aquí os dejo nuevo capítulo donde se ha visto la otra cara de April...
Asusta, ¿verdad?
😱😱😱😱😱

¿Qué haríais en la situación de Oli?

     1 -¿Contárselo a los padres?

      2- ¿Contárselo a Tyler?

      3- ¿Plantarle cara a April a solas a lo Rambo?

      4- ¿Llevar a cabo una venganza con  Jessi?

      5- ¿Nada?

🤷🏼‍♀️🤷🏼‍♀️🤷🏼‍♀️🤷🏼‍♀️

Gracias de corazón 💓 a todos los que leéis la novela y me dejáis esos maravillosos comentarios. No os imaginais la alegría que me da cada vez que veo uno nuevo. También agradezco mucho vuestros votos.

Lector fantasma... haz lo que te dé la gana, a ti te doy por perdido... 😝

Si os ha gustado el capítulo, podéis:
VOTAR COMENTAR COMPARTIR

Pd: Las pijas también sufren... y más cuando tienen al enemigo en casa.

¡Big, big kisses!
❤️❤️❤️
Portaros bien, que os estaré vigilando
👀
Sarhanda 💖

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top