Rana de chocolate
T H E O D O R E
— ¡Eh, enano, agárralas bien!
Puse los ojos en blanco, Blaise claramente habla con la soltura de alguien que no trae una docena de ranas de chocolate encima. Las malnacidas se me escurren por los brazos, doblando las patas con esmero dispuestas a saltar en cualquier dirección que les de libertad, en cuanto se presente la oportunidad o yo me dé por vencido. ¡Merlín, son una pesadilla! Una intenta asomar la cabeza entre mis dedos y, tomándonos de improviso, sale disparada hacia el rostro de Blaise.
Suelto un chillido mientras él echa la cabeza hacia atrás, preso del pánico, luego hacia adelante y luego simplemente en círculos. Menea los brazos en el aire, se da repetidos golpes en el rostro, y en el último momento, se mete el postre/animal endemoniado en la boca de un sentón.
Hay silencio, sus ojos se abren de par en par en mi dirección, tapándose los labios con las manos.
Entonces, mis carcajadas resuenan por todo el pasillo. No puedo respirar, el estómago se me sacude tan violentamente que duele, ¡Ha sido de lo mejor que mis ojos han visto jamás! Tomo bocanadas de aire que rápidamente se me acaban en más risotadas y jadeos. Blaise parece querer incendiarme vivo, jalándome bruscamente de los bordes de la túnica para que eche a andar hacia la habitación de Draco, cosa que no puedo hacer más que inclinado sobre mí mismo y entre tropiezos.
— ¡Tu risa es abominable! — aquello le sale entrecortado, él también ríe, solo finge catastróficamente mal estar ofendido — tu estúpida risa siempre me la contagias.
— ¡E-Espera! No puedo respirar... ¡espera! — mi voz retumba nuevamente a nuestro alrededor, muy aguda. Tropiezo con las palabras fuera de mi voluntad y aguanto la respiración frenando bruscamente.
Blaise da tregua a mi túnica, y yo por fin puedo recibir un poco de oxígeno. Se da la vuelta, se planta frente a mí, poniéndose recto y mirando deliberadamente hacia abajo para mermarme estatura — madura.
Le doy un golpe "flojo" en el estómago, el cual procede como más que suficiente para doblarlo a la mitad de su longitud. Ahora soy yo quien le mira desde arriba — nunca, tenerte como amigo me quema un montón de neuronas — murmuro, antes de arrebatarle el dobladillo de mi túnica, para doblarla y convertirla en un artilugio transportador de anfibios de chocolate.
— ¡Duende sin vergüenza, me ha dolido!
— Ese era el punto, llorón, ¡apura que las ranas se están poniendo más violentas! Arman un complot para saltarte a la cabeza todas a la vez, saben que no vas a poder embutírtelas.
Blaise lloriquea un par de segundos más, yo le ignoro olímpicamente, también, le dejo atrás por varios pasos que poco demora en recorrer para plantarse a mi lado, con las manos entre los bolsillos y la mirada fija en mí. Inclina el cuerpo hacia adelante y yo siento el ajetreo dentro de mi túnica con un peculiar gusto.
Me la estoy pasando bien... ya hace mucho que no ocurría. Y, bueno, por otro lado, me sabe mal dejar a Draco atrás, aunque claramente estaba apuntando a declarársele a Astoria esta noche... tal vez algo más.
— Así que Parkinson...
Las palabras me salen solas, así, sin más. Un intento de autosaboteo que no me queda muy claro. Ese nombre me ha dado vueltas por la cabeza toda la noche, también aquel beso.
No es un secreto para nadie que Pansy no es una buena persona, tampoco digo que yo, que cualquiera de nosotros, lo sea... pero ella es diferente. Pansy simplemente tiene esta necesidad imperativa de sembrar el caos, inclusive entre los suyos. Nunca me ha gustado, no quiero tenerle cerca. Menos aún, que Blaise fuese otro de sus desastres.
Él, entonces, despega su mirada de mí y se pasa los dedos entre el cabello. Ya no sonríe — pues no, no realmente.
Finjo una sonrisa.
— ¿Eh? ― alargo aquella exclamación, sueno sarcástico, aunque no sea mi intención ― Pues si lo parece, con la que estaban montando en la sala común hace unas horas. Y a lo largo y ancho de estos meses...
— ¿Y a ti quien te dijo que era de tu incumbencia lo que haga con nadie?
Exhalo todo el aire que me queda dentro. No tengo claro por qué he sacado el tema y a dónde, se supone, pensaba que iría está conversación. La buena vibra se ha evaporado y ahora me siento como un completo idiota metiche.
— Sabes a lo que me refiero, Blaise. No... no pretendía-.
— No, no sé a qué te refieres — interrumpe, haciéndome fruncir el ceño ― . No tienes ningún derecho a mencionarla, Theo, sabes perfectamente que no lo tienes.
— Estoy harto de todo esto, ¿Somos amigos? ¿Aún lo somos?
Aquella cuestión se pierde en el aire, en el silencio de algún pasillo helado a mitad de nuestro camino. Blaise no responde enseguida, juega con su cabello y mira hacia ningún lugar por unos segundos eternos y sofocantes.
El corazón me late deprisa y el pecho me pesa una tonelada. Temía lo que sea que fuese a salir de su boca...
— No lo sé... no lo tengo claro.
Aquel balbuceo es suficiente para hacerme sentir mejor. Está confundido. Más que eso, está herido y yo no tengo claro con qué exactamente le he hecho daño. Miento, lo tengo clarísimo. Lo que no termino de entender es como parar, como dejar de ponerle mal.
— Lo lamento.
Otra vez me mira, me mira a los ojos de un modo que no quiero describir.
— No es tu culpa.
— Lo siento, lo siento mucho.
Quiero dejarle las manos sobre los hombros, tanto como quiero dejar de verle la expresión que trae encima. Pedirle perdón cien veces, a sabiendas de que le voy a hacer daño otra vez...
Hablando de Blaise, las cosas son muy complicadas, escurridizas. Pese a ello, siempre termino por quedarme con un buen sabor de boca. Demanda trabajo, sin embargo, tenerle cerca... lo siento valioso.
Necesario.
No termina de quedarme claro que representa él exactamente.
Por el momento, simplemente, es una rana de chocolate.
(Editado: ¡Un regalito!)
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