Capítulo 6
D R A C O
Esto es una pesadilla.
Estoy agotado, sofocado, como si hubiese jugado un partido eterno de quidditch.
Estuve a pocos segundos de besar a Granger. No, no, no, definitivamente no, esa es una frase que definitivamente nunca pensé surcaría mi mente.
Un escalofrío no tarda en recorrerme la espalda sin piedad y lamentablemente no puedo asegurar, sin rastro de duda, que es gracias a lo abominable y asqueroso que me resulta la sola idea de tenerle tan cerca.
Esto es peor que una pesadilla.
Mi expresión distraída rápidamente desaparece para dar entrada a algo muy cercano al pánico, como balde de agua fría una posibilidad se atasca en mis pensamientos con fuerza, sin dejar espacio para nada más. Merlín, ¿qué hubiera pasado si Blaise nos hubiese visto? él o cualquier otra persona, ¿qué tan hipócrita sería de mí parte? ¿qué pensarían los demás?
¿Qué harían?
La guerra, a pesar de todo lo que trajo consigo, dejó atrás un sin fin de prejuicios e ideales erróneos y estúpidos de magos aún más obtusos y tontos. Pero el odio hacia prácticamente cualquiera de los Slytherin es de lo poco que no se ha superado. Y vamos, ¿cómo culpar a culaquiera de ésto? Además, muchos de nosotros aún guardan cierto latente desagrado hacia algunos... diferentes, sólo que ahora estos sentimientos están al margen de disputas y se limitan a miradas de reojo que sobra decir son más que suficientes para dar a entender lo que pensamos.
Es lo mejor.
Simplemente... ya hemos tenido suficiente odio rodeándonos como para crear más. No necesitamos más enfrentamientos.
Ni con los demás, ni con nosotros mismos.
— ¿Estás bien?, hablabas con Granger, quiero decir, no los escuché discutir — inmediatamente desvió la mirada y de mi rostro se adueña una expresión de molestia. No puedo delatarme luego haber esquivado la bala.
— Todo está bien, Blaise, ¿por qué estabas buscándome? — digo aparentando tranquilidad, no quiero que note lo que estuvo a punto de suceder. Blaise puede ser algo (muy) lento pero aveces termina por entender perfectamente las situaciones. Es una clase de ruleta rusa que hoy no estoy dispuesto a jugar. Esa pequeña posibilidad me preocupa, aún más, cuando su rostro de repente muestra una expresión de creerme mas loco que la Lunática.
Me observa de arriba abajo y... ¡mierda!
Lo ha captado todo.
— ¿Qué estaba sucediendo exactamente con Granger hace un momento? — pregunta con excesiva curiosidad en su voz que ni siquiera se molesta en ocultar. Mi respiración se ve interrumpida, pero logro disimularlo a tiempo, una excusa, cualquier excusa.
— Deja de hacerte películas sin sentido, idiota, simplemente discutíamos... en voz baja. Además, no tengo por que darte explicaciones de que hago y con quién lo hago — suspiro y ruedo los ojos exageradamente — eres un entrometido de primera. Ahora responde, ¿para qué estabas buscándome? — termino con "evidente enfado".
Asumo que logro convencerlo ya que asiente restándole importancia y pone los ojos en blanco con expresión burlesca al ver que mi rostro enfadado no parece querer desaparecer. Bueno, es más que una costumbre vernos discutir, a pesar de que "parece no habernos escuchado" y él no puede negar que tiende a ser entrometido. Ahora me observa abultando sus mejillas y responde — solo quería preguntarte si querías ir a Hogsmeade el sábado con Parkinson, Theo y yo, será tranquilo, no te preocupes.
— Si, si, claro — respondo sin pensármelo mucho para salir del paso — está bien, no hay problema.
El sonríe y ya juntos, caminamos sin prisas hacia adivinación.
Al llegar, rápidamente busco a Granger con la mirada y agradezco profundamente a Merlín no verle por allí.
Que desaparezca y no vuelva nunca más, por favor.
Tomo asiento en una de las sillas al fondo del aula, respiro profundo y escondo mi cara entre mis brazos. Mi cabeza es un gigantesco lío que poco a poco comienza a materializarse en una latente migraña. Me molesta lo mucho que esto ha sucedido en las últimas 48 horas. Es que es un desastre, uno gigantesco, mis labios, mis sublimes y perfectos labios casi tocan los de Granger, todavía no termino de creérmelo, todo parece una broma de pésimo gusto, y es que además yo era el que se estaba acercando, yo era el demente, ¿qué clase de frustración extraña debo tener para que eso sucediera? No lo sé, enserio, no existe ni una maldita razón o excusa.
Pero es que... sus labios se veían tan deseables en ese maldito momento. Su aroma a vainilla sólo empeoraba la situación y... simplemente no pude evitarlo.
No pude evitarlo.
¿Y ella?
Compartimos la culpa desde cualquier punto de vista, tampoco puso resistencia alguna si mi memoria no me falla.
Sonrío para mis adentros.
Posiblemente... ¿yo le agrade?, aunque no es más que una muy remota posibilidad, claro. Le he molestado desde hace años. Quiero decir, estoy seguro que odio y nada más que odio es lo que he despertado en ella. Soy peor que Weasley, maldita sea. Pero no es mi culpa, no expresamente al menos. ¡Deben creerme!, mis padres me educaron de esa manera, pensé que lo que hacía era lo "justo", por muchos años creí que éramos los buenos. ¿Qué más manipulable que la mente de un niño? Y qué más hiriente al no saber nada de la vida.
No sé ni cómo me dirige la palabra.
Ugh, no quiero seguir pensando en el pasado.
Sin embargo, por otro lado dónde nadie más que yo es culpable, molestarle resulta extremadamente divertido. No puedo evitarlo. Cuando se enoja es adorable, arruga su pequeña nariz y sus hombros se levantan levemente...
—Draco Malfoy — vocifera la profesora, por poco provocandome un ataque cardíaco y sacándome de mi ensimismamiento.
Levanto la vista y ahí esta ella, de nuevo, mirándome con expresión angustiosa y agitada. ¿Qué nargles sucede?, observo como los demás sacan trozos de pergamino y chocan los cinco o algo parecido. Felices.
Oh... ahora no, por favor, ¿qué está pasando con el mundo estos días?
Granger y yo somos pareja, en el sentido más escolar de la palabra, claro.
Por Merlín ¿no tienes suficiente? esto se está tornando tan incómodo en tan poco tiempo...
Ella se acerca despacio hacia mi lugar. Potter le toma del brazo y murmura algo por lo bajo, a lo que ella asiente y continua caminando a paso de tortuga, mirando hacia cualquier otro lugar, dejando en evidencia su desesperado intento por no tener contacto visual conmigo.
Al llegar, toma asiento a mi lado y deja la mirada gacha mientras yo le analizo un poco fuera de mi voluntad; sus hombros tensos, sus manos juntas y apretadas, su cabello que no me permite ver su expresión. Le repaso un par de veces más hasta que levanta la mirada, la cual ni corta ni perezosa se encuentra con la mía haciendo la situación un millar de veces mas bochornosa. Ambos intentamos ignorar lo anterior. Esto es real.
Ésto está pasando.
Tras toser incómodamente, fingir que no fue la cosa más falsa del mundo y recordar algo, al parecer, toma algunas hojas sueltas con flores extrañas estampadas en los bordes, que apestan a perfume floral, y un lápiz, escribe algo allí y parece... una carta. Intento ver el contenido pero es imposible desde el ángulo donde estoy. Más, vaya, claramente puedo verle sonreír a cada palabra que plasma allí... ¿para quién lo hace? Tras un par de minutos, levanta el papel, lo pliega y mete en un sobre blanco que posteriormente es aplastado por las páginas de alguno de sus libros.
— Bueno mis niños, este año estudiaremos el significado de los sueños, cada uno tendrá un diario de sueños y luego los interpretaremos aquí. Por hoy, intenten recordar el ultimo sueño que tuvieron, escríbanlo y blah blah blah — parlotea la profesora sonriendo ampliamente.
Recuerdo perfectamente que fue lo ultimo que soñé. Y ¿cómo olvidarlo? si es una pesadilla que me atormenta cada noche desde que mi padre murió.
Me planteo qué escribir, pues no tengo muy claro sí quiero ser honesto o no. Entonces, reparo en Granger y como escribe rápidamente con una mueca de concentración, pues parece que ella si que está siendo honesta. Sin más opción, explico mi pesadilla de una forma mas bien general, falta totalmente de detalles y bobos sentimientos, detesto tener que soñar con esto y contarlo, pero, por otro lado, es un alivio evacuarlo de mi mente.
Termino de escribir y ella parece haber terminado también, pues relee una y otra vez lo que escribió en busca de entretenerse con algo y evitar cualquier contacto conmigo. Granger siempre resulta obvia para mí. Por ello es bastante claro que hablar solo volverá mas anómala la situación, así que nos limitamos a intercambiar diarios.
Leo atentamente lo que escribió:
"Soñé que estaba en un bosque, el tiempo pasaba tan deprisa que en segundos ya todo se encontraba oscuro. Caminaba sin rumbo hasta que encontraba un lago, por poco translúcido, con pequeños peces negros nadando para allí y para allá, contemplé éste y me sumergí, de repente me faltaba el aire y terminé por despertar"
Con que ella también tiene pesadillas, aunque es sencilla, casi bella, algo que simplemente pasó por su mente sin más ni qué. Cuanto daría por soñar algo así ahora.
Por ahogarme entre peces y no entre hechizos.
Luego de acabarse la clase, intercambiamos diarios de nuevo y cada quien se va por su lado como si nada hubiese sucedido. El día continúa normal, con gran suerte no vuelvo a encontrármela y tras terminar un par de pergaminos me dejo caer sin cuidado sobre mi cama. Son las once y media, no tengo rondas, y prácticamente al tocar las suaves sabanas, mis ojos se cierran sin poder evitarlo... sin embargo, se abren de repente, con fuerza, casi en el mismo segundo.
Lo único que veo es un típico cielo estrellado, aquel a rebosar de pequeños centelleos, típico de Hogwarts. Una fría brisa hace que se me ponga la piel de gallina. Está helando aquí afuera. Otra ventisca, ahora mas fuerte, juega con mis cabellos y hace que tiemble como gelatina, así que me incorporo rápidamente para encontrar algún lugar un poco más cálido.
Estoy sentado en la orilla del lago negro, mis pies están sumergidos en el agua azabache así que me es imposible verlos más allá de mis tobillos. Doy un vistazo a mi al rededor con extrañeza y tranquilidad. La luz de la luna hace que el lago cenizo le refleje en completa quietud y de alguna forma es como observar una obra de arte. Así que, sin más razón, simplemente me limito a contemplarlo sin cuestionarme nada. Olvidando las frías ventiscas. Es inevitable, pues sin lugar a dudas, es el momento más tranquilo que tengo desde hace meses.
De repente e interrumpiendo mis pensamientos parcialmente deprimentes, escucho pasos a mis espaldas, acallados por la hierba pero notorios. Comienzo a intranquilizarme ya que los escucho pero no veo a nadie cerca. Me doy vuelta por trigésima vez y la veo a ella, enfundada en el pijama azul de la otra noche. El aire escapa de mis pulmones con alivio y ante tal imagen, no aparto la mirada. Toma asiento a mi lado mientras mi respiración pasa del alivio a algo... diferente y empeora cuando ella recuesta su cabeza en mi hombro. No pronunció palabra, pues no lo veo necesario y su silencio parece ser suficiente para llenar la quietud de la noche.
Cosas por declarar, su cabello es como un esponjoso arbusto que cosquillea en mi mandíbula.
Ninguno de los dos se mueve ni un poco y a pesar de no poder observar su rostro, su postura es relajada. Ella termina por enderezarse, sonriendo calidamente en mi dirección. Si, bueno, poco cabe mencionar que mi mirada cae de lleno en su sonrisa. En sus labios. Sus labios, los que de repente están cerca de los míos y de los cuales siento su cálida respiración sobre mi boca. Sus labios, de los cuales no aguanto ni un segundo la tentación de tenerles a escasos centímetros.
Y entonces la beso.
Suave y sin prisas pero con ansias. Ella corresponde gustosamente y sus labios son húmedos, suaves, tibios, maravillosos. Merlín si que se siente bien; besa de maravilla. Ella juguetea con mi cabello envolviendolo entre sus dedos, mientras yo le acerco por la cintura cada vez más, acariciando levemente su espalda hasta tenerle sobre mi regazo con sus piernas firmes a ambos lados de mi cadera.
— Draco — empieza a murmurar entre besos y mis manos rápidamente se dirigen a cada costado de su cadera, juntandola con la mía suavemente. Literalmente resulta imposible tenerle más cerca. Y mi nombre, Merlín, puedo decir que lo escucho como la más grata canción saliendo de sus labios.
— Draco — dice ahora mas fuerte.
Entonces me alejo.
— ¡Draco! — grita y yo siento que el corazón va a salirme disparado del pecho.
Abro los ojos súbitamente y la luz del día me cega por un segundo. No hay más noche estrellada, ni peso sobre mis piernas, yo... todo ha sido un sueño. Blaise me agita por los hombros mientras grita mi nombre una y otra vez, a lo que no tardo en mirarle con repentina ira.
Confirmado, mataré al idiota.
"El mero acto de soñar, es la mayor rebeldía".
(Editado)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top